8 de agosto de 2016 – Fuente: El Economista (España)
La peste negra ha sido posiblemente el mayor desastre demográfico al que se ha enfrentado el continente europeo. Su propagación tuvo lugar a mediados del siglo XIV, llevándose por el camino a un tercio de la población del Viejo Continente, entre 17 y 28 millones de europeos. Este negro y devastador episodio de la historia europea, sin embargo, ha sido visto por algunos expertos como un paso clave para el fin de la Edad Media y el comienzo de una nueva etapa de mayor prosperidad y bienestar para la población. La peste negra fue una gran catástrofe, sin embargo sus efectos a medio y largo plazo son más dudosos. Esta epidemia, posiblemente, obligó a Europa a innovar, a buscar formas de incrementar la productividad y a encontrar nuevos caminos y fronteras. La gran mayoría de campesinos que sobrevivieron a la peste negra siguieron trabajando en el campo, pero por salarios mucho más elevados. Con la peste negra, el mercado laboral dio un giro radical que benefició directamente a los campesinos que lograron sobrevivir a esta epidemia. Y es que un factor importante a la hora de determinar los salarios o los precios de cualquier factor de producción es la oferta y la demanda. En el mercado laboral se dice que la oferta está formada por las personas que están dispuestas a trabajar, mientras que las empresas son las que demandan factor trabajo. A mediados del siglo XIV, los principales factores de producción eran el trabajo y la tierra. Como la peste negra acabó con un tercio de la población europea, el trabajo se convirtió en un factor escaso, mientras que la tierra seguía siendo abundante. Como explica Gregory Mankiw, profesor de Economía en Harvard, con menos trabajadores disponibles para labrar la tierra, una unidad adicional de tierra producía mucho menos valor que hacía unos años, mientras que un trabajador adicional era un tesoro. Esta situación significó una mejora de vida para los campesinos, que vieron como sus salarios crecían a toda velocidad, mientras que los grandes terratenientes tuvieron que reducir alrededor de 50% el precio por el que alquilaban sus tierras. “La peste negra mejoró la vida de los campesinos y redujo los ingresos de los terratenientes”. Los trabajadores que sobrevivieron a la plaga fueron afortunados en más de un sentido”, sentencia el profesor de Harvard. A pesar de los señores feudales Antes de que tuviese lugar esta trágica plaga, los salarios nominales se encontraban estancados, mientras que los salarios reales eran menores cada año. Por el contrario, las rentas que recibían los terratenientes por sus campos eran mayores año tras año. La peste negra lo cambió todo: el campesino que sobrevivió por ejemplo en Inglaterra pudo ver como su salario se disparaba alrededor de 67% entre 1348 y 1349. También es cierto que parte de estos incrementos salariales se difuminaron por el aumento de los precios. Y es que los señores medievales aspiraron a frenar el creciente poder de los campesinos tras las primeras oleadas de la peste negra. Se intentaron fijar los salarios en los estatutos laborales de Inglaterra y Francia, por ejemplo. Mientras tanto, los señores feudales intentaban transferir a los precios de los cultivos el incremento de los costes laborales. La escasez de mano de obra obligó a los señores feudales a saltarse sus propias normas y pagar salarios más altos para encontrar campesinos dispuestos a trabajar en sus tierras. Además, en 1375 las cosechas en Europa fueron abundantes, los precios de los cultivos bajaron mientras que los costos se mantuvieron. Los ingresos agrícolas retrocedieron y el feudalismo se comenzó a encontrar en una situación difícil de sostener. Algunos señores feudales decidieron abandonar sus tierras, mientras que otros aceptaron todas las demandas de sus trabajadores. Por último, la peste negra obligó a los terratenientes y a los señores feudales a buscar alternativas, a innovar, a estudiar fórmulas para no ser tan dependientes de la mano de obra, en definitiva, a incrementar la productividad de sus tierras para obtener un beneficio y a buscar otras alternativas más allá del campo y de las fronteras del Viejo Continente. La peste negra tuvo unas consecuencias sociales terribles sobre Europa, no obstante, pudo ser la semilla que dio lugar a lo que fue y a lo que es hoy Occidente en el mundo.