Autor: Christian TRIGOSO
En el año 1894 nace en Cochabamba el Dr. Luis Prado Barrientos, cursa estudios universitarios en Santiago de Chile, se gradúa en 1924, pasando a ser Jefe de Laboratorio en la Clínica del Profesor Prado Tagle, posteriormente realiza cursos de perfeccionamiento en los Institutos “Oswaldo Cruz” de Río de Janeiro “Butantán” de Sao Paolo y “Pasteur” de París en los temas de lepra, sueros antiofidicos y anaerobiosis respectivamente; mas adelante cursa estudios de salud publica a cargo de la Liga de Naciones en 1930. Ha de ser miembro representante por Bolivia al Primer Congreso de Microbiología celebrado en París, donde presentó el aparato para determinar el índice Delta, que lleva su nombre. Fue comisionado para combatir diversas epidemias de fiebre amarilla y peste bubónica en el oriente boliviano y también se desempeñó como Profesor de Parasitología y Enfermedades Tropicales en la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés.
Logró construir un aparato purificador de aguas contaminadas denominado “Ilbacter” patentado en nuestro país. Trabajando en el terreno de las enfermedades tropicales, preparó una lepromina para el diagnostico de lepra. Por los servicios prestados al país fue condecorado con el “Cóndor de los Andes” en el grado de Oficial.
El gobierno de la República de Chile también le condecoró con la medalla “Al Merito” en el grado de Gran Oficial.
Luego de una vida al servicio del país, la docencia universitaria y la ciencia, falleció en la ciudad de La Paz el año 1950.
Su trabajo perdura en la motivación que legó a las nuevas generaciones.
Desde 1951 y hasta 1968 se hace cargo de la Dirección del Instituto el Dr. José A. Knaudt, quien también llevó adelante las funciones de Profesor de Bacteriología en la Facultad de Medicina.
Durante la presidencia del Dr. Hernán Siles Suazo (primera gestión) por Decreto Supremo del 20 de mayo de 1957 se denomina al Instituto con el nombre de Néstor Morales Villazón.
A manera de ejemplo podemos citar la siguiente producción intelectual del Dr. José A. Knaudt: “La Acción Bacteriostática in vitro e in vivo de la Estreptomicina sobre la Pasteurella pestis – Contribución experimental”, “Programa de Despiojamiento Sistemático y de Vacunación Antivariolosa”.
Un 5 de febrero de 1917 nacía quien habría de convertirse en otro pilar sobre cual asienta no solo el INLASA sino también la microbiología nacional su autoridad en el terreno científico y su fama bien merecida. Es otro buscador de microbios y su nombre completo es Luís Valverde Chinel, es el prototipo del hombre enamorado de la verdad y de los caminos para buscarla y conocerla.
En 1950 obtiene la Cátedra de Parasitología en la Facultad de Medicina, para veinticuatro años mas tarde obtener también la de Microbiología.
Su espíritu inquieto a la par que noble, sus atributos morales y su excelente preparación intelectual lo llevan a ocupar la sub-dirección del Bacteriológico en el año 1958, además de la Jefatura de Producción de Vacunas, logrando en 1960 el biológico liofilizado antivariólico.
Hacia el año 1959 – 1960 apareció la Fiebre Hemorrágica en Bolivia, precisamente en los llanos de Moxos, frente las poblaciones de san Joaquín y Magdalena (provincia Itenez y Mamoré del Departamento del Beni) causando un temor tan grande entre los pobladores de esa zona, así como en el resto de la población. Tan letal era el poder del microbio que causaba esta enfermedad que ni siquiera las tripulaciones de los aviones que transportaban pasajeros o carga, abandonaban las aeronaves cuando llegaban a estas poblaciones y esperaban el momento para volver a despegar con las puertas cerradas.
Decidido y con el mayor desprecio hacia los peligros que existían a su alrededor, el Dr. Valverde emprende el estudio de esta epidemia – considere el amable lector que no se conocía la etiología y mucho menos el mecanismo de transmisión – llegando finalmente al año 1963, cuando junto a investigadores del Middle Amrican Research Unite (MARU) y profesionales bolivianos como el Dr. Rodolfo Mercado, el Sr. Humberto Cuenca y otros, consigue aislar su agente etiológico, el virus Machupo, descubriendo también se reservorio y transmisor , el roedor selvícola Callomys callosus, organizando posteriormente la Comisión de Investigación de la fiebre Hemorrágica en Bolivia.
¡Que triunfo espectacular el de la microbiología nacional! Merced a la labor de este investigador.
En 1968 en invitado por la OMS para asistir a un seminario viajero sobre Control de Vectores de Enfermedades” realizando el Leningrado y Moscu, donde presenta los resultados del control de Callomys callosus.
En 19968 es nombrado Director del Instituto Nacional de Laboratorios de salud “Néstor Morales Villazón” organizando con la cooperación francesa del “Instituto Pasteur” el nuevo pabellón de biológicos.
En 1973 es invitado al “Seminario de Patología de las Grandes Alturas” en Toulousse (Francia).
En 1977 es designado relator del tema “Fiebres Hemorrágicas Sudamericanas” en Amberes (Bélgica).
Una vez mas el país demostró su agradecimiento hacia quien dedicara su vida a engrandecerla y honrarla, confiriéndole en 1965 la condecoración del “Cóndor de los Andes”, en el grado de Caballero, en merito y reconocimiento por su gran labor en el campo de la investigación y la salud.
En julio de 1980 se retira de la actividad profesional después de treinta años consagrados a la enseñanza y a la investigación.
Todo aquello que se hace con excelencia es loable y reconocido, y en este caso toda su obra es loable y para siempre reconocida.
Es necesario, y en merito a la verdad, reconocer la actividad científica desplegada por quienes se constituyeron en seguidores de una tradición brillante en la microbiología nacional. Tanto en los inicios del siglo XX como en lo sucesivo, un grupo de profesionales en el área biomédica desarrolló tareas dentro de la bacteriología, inmunología, parasitología, virología, entomología, micología, biología y enzimología; son nombres que se asocian a un trabajo fecundo en los laboratorios y hospitales, al margen de que desde las cátedras universitarias supieron mantener esta tradición y guiar a los científicos del futuro.
En las páginas agradecidas de la memoria nacional deberán quedar inscritos los siguientes científicos: Dr. Manuel Cuellar (hijo), Dr. Jaime Mendoza, Dr. Elías Sagarraga, Dr. Ernesto Navarre, Dr. Luis Viaña, Dr. Néstor Orihuela, Dr. Domingo Flores, Dr. Andrés Muñoz, Dr. Desiderio Llanos, Dr. Arturo Ballivián, Dr. Alejandro Sardón, Dr. Belisario Díaz Romero, Dr. L. Trujillo, Dr. José C. Arteaga, Dra. Laura Prado de Pinell, Dr. Juan Guerra Mercado, Dra. Erika Habetswallner de Hannover, Dr. Nicolás Salazar, Dra. Aurora Cardona, Dr. Reynaldo Martínez, Dr. René Anglés, Dra. Wilma Strauss, Dr. Rafael Torrico, Dra. Martha Silva de Lagrava, Dr. Mario Borda Pisterna, Dr. Jorge Zamora Hernández, Dr. René Rojas Ledezma, Biotec. Remo Estévez Martini.
Finalmente con un fervoroso agradecimiento y sentimiento de respeto a quien ha formado muchas generaciones de profesionales, y a quien nos guió en la ciencia apoyando todos los esfuerzos realizados, enseñándonos por sobre todo la humildad y la constante preparación debían ser los objetivos en la vida de todo investigador, a la par que solucionar los problemas en los que se debate nuestro pueblo: Dra. Graciela López de Murillo. Microbióloga de labor fecunda en el Laboratorio de Serología del Instituto Nacional de Laboratorios de Salud - INLASA, Profesora Emérita de Microbiología en la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés.
La sencillez, sabiduría y bondad con las que impartía sus conocimientos, son todavía la inspiración de quienes intentamos seguir sus pasos.
Epílogo
El planeta continua en sus sempiternas orbitas, el universo en su expansión, el tiempo sigue alejándose del momento de máxima singularidad del que nació, y la humanidad a fuerza de golpes y fenómenos de adaptación, donde es probable que nuestros genes egoístas sean los responsables de todo nuestro devenir, aprende a tomar de conciencia de su entorno y de si misma. Los adelantos tecnológicos deben servir para ratificar nuestro instinto aventurero; perseguir un sueño, buscar una estrella o simplemente aprender no solo a maravillarnos sino también a sentirnos aguijoneados por la insaciable curiosidad que alimenta nuestras vidas; empero si no aprendemos simultáneamente que la posibilidad de auto destruirnos también está latente siendo probable que no nos alcance el tiempo para encontrar a nuestros hermanos cósmicos, o que cuando estos descubran nuestro planeta, con seguridad vayan a hallar solo a unas inquietas bacterias intentando reconstruir el rompecabezas genético de un futuro “despegue” de otra probable especie inteligente.
“Cogito ergo sum”
Ciudad de Nuestra Señora de La Paz – Bolivia, verano del año 2008
En el año 1894 nace en Cochabamba el Dr. Luis Prado Barrientos, cursa estudios universitarios en Santiago de Chile, se gradúa en 1924, pasando a ser Jefe de Laboratorio en la Clínica del Profesor Prado Tagle, posteriormente realiza cursos de perfeccionamiento en los Institutos “Oswaldo Cruz” de Río de Janeiro “Butantán” de Sao Paolo y “Pasteur” de París en los temas de lepra, sueros antiofidicos y anaerobiosis respectivamente; mas adelante cursa estudios de salud publica a cargo de la Liga de Naciones en 1930. Ha de ser miembro representante por Bolivia al Primer Congreso de Microbiología celebrado en París, donde presentó el aparato para determinar el índice Delta, que lleva su nombre. Fue comisionado para combatir diversas epidemias de fiebre amarilla y peste bubónica en el oriente boliviano y también se desempeñó como Profesor de Parasitología y Enfermedades Tropicales en la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés.
Logró construir un aparato purificador de aguas contaminadas denominado “Ilbacter” patentado en nuestro país. Trabajando en el terreno de las enfermedades tropicales, preparó una lepromina para el diagnostico de lepra. Por los servicios prestados al país fue condecorado con el “Cóndor de los Andes” en el grado de Oficial.
El gobierno de la República de Chile también le condecoró con la medalla “Al Merito” en el grado de Gran Oficial.
Luego de una vida al servicio del país, la docencia universitaria y la ciencia, falleció en la ciudad de La Paz el año 1950.
Su trabajo perdura en la motivación que legó a las nuevas generaciones.
Desde 1951 y hasta 1968 se hace cargo de la Dirección del Instituto el Dr. José A. Knaudt, quien también llevó adelante las funciones de Profesor de Bacteriología en la Facultad de Medicina.
Durante la presidencia del Dr. Hernán Siles Suazo (primera gestión) por Decreto Supremo del 20 de mayo de 1957 se denomina al Instituto con el nombre de Néstor Morales Villazón.
A manera de ejemplo podemos citar la siguiente producción intelectual del Dr. José A. Knaudt: “La Acción Bacteriostática in vitro e in vivo de la Estreptomicina sobre la Pasteurella pestis – Contribución experimental”, “Programa de Despiojamiento Sistemático y de Vacunación Antivariolosa”.
Un 5 de febrero de 1917 nacía quien habría de convertirse en otro pilar sobre cual asienta no solo el INLASA sino también la microbiología nacional su autoridad en el terreno científico y su fama bien merecida. Es otro buscador de microbios y su nombre completo es Luís Valverde Chinel, es el prototipo del hombre enamorado de la verdad y de los caminos para buscarla y conocerla.
En 1950 obtiene la Cátedra de Parasitología en la Facultad de Medicina, para veinticuatro años mas tarde obtener también la de Microbiología.
Su espíritu inquieto a la par que noble, sus atributos morales y su excelente preparación intelectual lo llevan a ocupar la sub-dirección del Bacteriológico en el año 1958, además de la Jefatura de Producción de Vacunas, logrando en 1960 el biológico liofilizado antivariólico.
Hacia el año 1959 – 1960 apareció la Fiebre Hemorrágica en Bolivia, precisamente en los llanos de Moxos, frente las poblaciones de san Joaquín y Magdalena (provincia Itenez y Mamoré del Departamento del Beni) causando un temor tan grande entre los pobladores de esa zona, así como en el resto de la población. Tan letal era el poder del microbio que causaba esta enfermedad que ni siquiera las tripulaciones de los aviones que transportaban pasajeros o carga, abandonaban las aeronaves cuando llegaban a estas poblaciones y esperaban el momento para volver a despegar con las puertas cerradas.
Decidido y con el mayor desprecio hacia los peligros que existían a su alrededor, el Dr. Valverde emprende el estudio de esta epidemia – considere el amable lector que no se conocía la etiología y mucho menos el mecanismo de transmisión – llegando finalmente al año 1963, cuando junto a investigadores del Middle Amrican Research Unite (MARU) y profesionales bolivianos como el Dr. Rodolfo Mercado, el Sr. Humberto Cuenca y otros, consigue aislar su agente etiológico, el virus Machupo, descubriendo también se reservorio y transmisor , el roedor selvícola Callomys callosus, organizando posteriormente la Comisión de Investigación de la fiebre Hemorrágica en Bolivia.
¡Que triunfo espectacular el de la microbiología nacional! Merced a la labor de este investigador.
En 1968 en invitado por la OMS para asistir a un seminario viajero sobre Control de Vectores de Enfermedades” realizando el Leningrado y Moscu, donde presenta los resultados del control de Callomys callosus.
En 19968 es nombrado Director del Instituto Nacional de Laboratorios de salud “Néstor Morales Villazón” organizando con la cooperación francesa del “Instituto Pasteur” el nuevo pabellón de biológicos.
En 1973 es invitado al “Seminario de Patología de las Grandes Alturas” en Toulousse (Francia).
En 1977 es designado relator del tema “Fiebres Hemorrágicas Sudamericanas” en Amberes (Bélgica).
Una vez mas el país demostró su agradecimiento hacia quien dedicara su vida a engrandecerla y honrarla, confiriéndole en 1965 la condecoración del “Cóndor de los Andes”, en el grado de Caballero, en merito y reconocimiento por su gran labor en el campo de la investigación y la salud.
En julio de 1980 se retira de la actividad profesional después de treinta años consagrados a la enseñanza y a la investigación.
Todo aquello que se hace con excelencia es loable y reconocido, y en este caso toda su obra es loable y para siempre reconocida.
Es necesario, y en merito a la verdad, reconocer la actividad científica desplegada por quienes se constituyeron en seguidores de una tradición brillante en la microbiología nacional. Tanto en los inicios del siglo XX como en lo sucesivo, un grupo de profesionales en el área biomédica desarrolló tareas dentro de la bacteriología, inmunología, parasitología, virología, entomología, micología, biología y enzimología; son nombres que se asocian a un trabajo fecundo en los laboratorios y hospitales, al margen de que desde las cátedras universitarias supieron mantener esta tradición y guiar a los científicos del futuro.
En las páginas agradecidas de la memoria nacional deberán quedar inscritos los siguientes científicos: Dr. Manuel Cuellar (hijo), Dr. Jaime Mendoza, Dr. Elías Sagarraga, Dr. Ernesto Navarre, Dr. Luis Viaña, Dr. Néstor Orihuela, Dr. Domingo Flores, Dr. Andrés Muñoz, Dr. Desiderio Llanos, Dr. Arturo Ballivián, Dr. Alejandro Sardón, Dr. Belisario Díaz Romero, Dr. L. Trujillo, Dr. José C. Arteaga, Dra. Laura Prado de Pinell, Dr. Juan Guerra Mercado, Dra. Erika Habetswallner de Hannover, Dr. Nicolás Salazar, Dra. Aurora Cardona, Dr. Reynaldo Martínez, Dr. René Anglés, Dra. Wilma Strauss, Dr. Rafael Torrico, Dra. Martha Silva de Lagrava, Dr. Mario Borda Pisterna, Dr. Jorge Zamora Hernández, Dr. René Rojas Ledezma, Biotec. Remo Estévez Martini.
Finalmente con un fervoroso agradecimiento y sentimiento de respeto a quien ha formado muchas generaciones de profesionales, y a quien nos guió en la ciencia apoyando todos los esfuerzos realizados, enseñándonos por sobre todo la humildad y la constante preparación debían ser los objetivos en la vida de todo investigador, a la par que solucionar los problemas en los que se debate nuestro pueblo: Dra. Graciela López de Murillo. Microbióloga de labor fecunda en el Laboratorio de Serología del Instituto Nacional de Laboratorios de Salud - INLASA, Profesora Emérita de Microbiología en la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés.
La sencillez, sabiduría y bondad con las que impartía sus conocimientos, son todavía la inspiración de quienes intentamos seguir sus pasos.
Epílogo
El planeta continua en sus sempiternas orbitas, el universo en su expansión, el tiempo sigue alejándose del momento de máxima singularidad del que nació, y la humanidad a fuerza de golpes y fenómenos de adaptación, donde es probable que nuestros genes egoístas sean los responsables de todo nuestro devenir, aprende a tomar de conciencia de su entorno y de si misma. Los adelantos tecnológicos deben servir para ratificar nuestro instinto aventurero; perseguir un sueño, buscar una estrella o simplemente aprender no solo a maravillarnos sino también a sentirnos aguijoneados por la insaciable curiosidad que alimenta nuestras vidas; empero si no aprendemos simultáneamente que la posibilidad de auto destruirnos también está latente siendo probable que no nos alcance el tiempo para encontrar a nuestros hermanos cósmicos, o que cuando estos descubran nuestro planeta, con seguridad vayan a hallar solo a unas inquietas bacterias intentando reconstruir el rompecabezas genético de un futuro “despegue” de otra probable especie inteligente.
“Cogito ergo sum”
Ciudad de Nuestra Señora de La Paz – Bolivia, verano del año 2008