Cuaderno de Ciencias
Miércoles 20 de octubre 10:54
Por Miguel Artime
La vía láctea actúa como si tuviera todo el tiempo del mundo por delante. Sus brazos en espiral giran alrededor de su punto central, y a pesar de que en algunos de estos brazos nacen nuevas estrellas a partir del gas que cae como lluvia fina desde el espacio intergaláctico, lo cierto es que la galaxia - y el universo - también encontrarán su final.
Nuestro sol y otras estrellas similares morirán un buen día, mucho antes que la galaxia, pero de momento en las calderas estelares de Orión y Taurus siguen naciendo nuevas estrellas que las sustituyen.
Otras estrellas más grandes desaparecerán como supernovas, pero la mayoría de las estrellas perecerán modestamente dejando atrás brasas que palidecerán con el tiempo. De hecho, la vida de una estrella viene determinada por su masa. Por norma general, las pequeñas viven más tiempo.
Pero ¿cómo será el final de nuestra galaxia?
Se especula que llegará despacio, a medida que la masa que compone las estrellas quede encarcelada. Las estrellas grandes viven deprisa y mueren de forma explosiva creando supernovas. Tras ellas queda una estrella de neutrones o un agujero negro, ambos cuerpos sin capacidad de emitir luz.
Las estrellas similares al Sol y las que tienen menos masa, morirán dejando tras de sí enanas blancas, que vienen a ser brasas ricas en carbono que van enfriándose lentamente. Gradualmente el ciclo de vida y muerte de las estrellas se romperá de forma irrevocable. Con el tiempo más y más masa quedará atrapada en restos estelares compactos, o en enanas blancas que se enfrían.
En el resto de las galaxias el escenario será similar. Poco a poco la luz del universo irá apagándose gradualmente. Después de miles de billones de años todo el universo habrá sufrido un fundido en negro. Y sin embargo, por extraño que parezca, el fin de la luz no implicará el fin de la vida.
Las estrellas brillan convirtiendo en radiación una pequeña porción de la energía encerrada en la materia que las compone. Cuando su luz se apague, la fuente final de luz estelar será la energía gravitatoria.
Y es que aparte de la fusión nuclear, existen otras formas de convertir la energía gravitatoria en calor o radiación, por lo que incluso después de que todas las estrellas hayan palidecido, las civilizaciones que aún pululen por el universo en esos fatídicos tiempos, podrán sobrevivir recolectando la energía de los agujeros negros.
Aprovechando esa energía y si la nostalgia de una estrella la llevase a ese punto, esa anciana civilización podría crear estrellas artificiales.
Y todavía no hemos hablado de la energía oscura, la cual según los físicos es la culpable de que la expansión del cosmos se esté acelerando. La energía oscura es una manifestación del vacío puro del espacio que provoca un efecto opuesto a la gravedad: repele en vez de atraer.
Para las teorías fundamentales la existencia de la energía oscura supuso algo embarazoso ya que ninguna la había predicho y hasta el momento nadie sabe cómo puede el vacío puro contar con una propiedad tan extraña.
Hay quien piensa que la energía oscura varía con el tiempo y el espacio. Si la energía oscura crece, hará que el tejido del universo se desenmarañe en aproximadamente 20 billones de años en un punto llamado "gran desgarramiento".
Si esta teoría es cierta, esto haría que primero las galaxias, luego las estrellas y al final los propios átomos, se rompiesen por la acción de la energía oscura. Como resultado de esta fatalidad, nada podría sobrevivir.
En ausencia del gran desgarramiento, la aceleración cósmica irá retirando a las galaxias de nuestra vista a un ritmo regular. Después de 100 billones de años, la mayoría de las galaxias se retirarán a una velocidad superior a la de la velocidad de la luz, dejando tras ellas imágenes congeladas finales del borde de nuestro horizonte.
Las Vías Láctea y Andrómeda se mezclarán y nuestra visión del universo acabará en el borde de esta supergalaxia.
A escalas de tiempo aún más largas, las familiares estructuras gravitatorias que nos enseñan en el colegio terminarán por despegarse. Cuando pasen de 10^15 años, los planetas acabarán por separarse de sus estrellas muertas y navegarán a la deriva por el espacio interestelar.
En 10^19 años las estrellas se separarán de sus galaxias y flotarán por el espacio intergaláctico.
Finalmente según la mayoría de las teorías que unifican las partículas fundamentales en términos de una única súper-fuerza, pasados 10^35 años el protón dejará de ser estable y terminará por descomponerse.
Para que nos demos cuenta de lo vasta de esta última escala de tiempo, podemos decir que en esos términos el tiempo transcurrido desde el origen del universo hasta la actualidad representa sólo un milisegundo.
La descomposición de los protones será el heraldo que anunciará una larga fase final de desintegración del universo en el que todo se viene abajo. Tras la descomposición de los protones, el átomo estable pasará a mejor vida, lo cual supone un reto mayúsculo para las formas de vida (si es que aún siguen ahí).
Finalmente caerá el telón con la lenta evaporación de los agujeros negros mediante un proceso llamado radiación de Hawking. Los más grandes terminarán por evaporarse transcurrida una inconcebible escala de tiempo de 10^98 años.
Podemos imaginar los últimos habitantes de ese ancianísimo universo a punto de expirar, arremolinados alrededor del fulgor de los rayos gamma que se evaporan del último agujero negro, contando historias infinitas acerca de lo que un día fue un universo que bullía en luz y vida.
Fue bonito mientras duró.