10 de diciembre de 2018 – Fuente: Science of the Total Environment
La fauna de latitudes antárticas podría estar en peligro por los patógenos que dispersan los humanos en localidades y bases científicas del Océano Sur, según un reciente estudio. La nueva investigación, que ha detectado bacterias del género Salmonella y Campylobacter de origen humano en aves marinas antárticas y subantárticas, revela la fragilidad de los ecosistemas polares y alerta del riesgo de mortalidad en masa y extinción de poblaciones de fauna local a causa de los patógenos.
Zoonosis inversa: cuando la especie humana infecta a otros seres vivos
Exploradores, balleneros, científicos –y más recientemente, también turistas– son ejemplos de colectivos humanos que se han desplazado hasta los puntos más remotos del extremo sur del planeta. Desde hace tiempo, algunos estudios se preguntaban si en latitudes antárticas se habían dado casos de zoonosis inversa, es decir, infecciones que son transmitidas por la especie humana a otros seres vivos. Con todo, y pese a algunos indicios previos, los estudios científicos sobre agentes zoonóticos en las zonas antárticas y subantárticas han sido muy fragmentados; por tanto, las evidencias son muy dispersas y no totalmente convincentes en este ámbito del conocimiento. La nueva investigación estudia la posible transmisión de bacterias de origen humano a las poblaciones de aves marinas en cuatro áreas de los ecosistemas antárticos y subantárticos. La cronología y las vías potenciales para la zoonosis inversa en estos ecosistemas son complejas y difíciles de estudiar, pero parecen claramente relacionados con la proximidad de la fauna a zonas subantárticas habitadas por humanos y a la presencia de bases científicas antárticas.
Bacterias resistentes a los antibióticos en ecosistemas polares
El trabajo confirma las primeras evidencias de zoonosis inversa relacionada con la presencia de bacterias Salmonella y Campylobacter de origen humano en la fauna polar. Una de las señales de alerta ha sido, en concreto, la identificación de cepas de Campylobacter resistentes a la ciprofloxacina y la enrofloxacina, antibióticos de uso habitual en medicina y veterinaria. El descubrimiento de genotipos de Campylobacter habituales en la especie humana o el ganado brindó la pista definitiva para confirmar que el hombre puede estar introduciendo patógenos en estas regiones tan remotas. Estas cepas de Salmonella y Campylobacter, que son causa habitual de infecciones en los humanos y el ganado, no suelen provocar brotes de mortalidad en la fauna salvaje. Ahora bien, los nuevos patógenos emergentes o invasores que llegan a poblaciones altamente sensibles –como la de la fauna antártica y subantártica– podrían tener consecuencias devastadoras y causar el colapso local y la extinción de algunas poblaciones.
Hemisferios Norte y Sur: ruta migratoria para las aves marinas y los patógenos
El estudio muestra que el riesgo de zoonosis inversa es más elevado en áreas cercanas a las zonas geográficas más habitadas, como las islas Malvinas o posiblemente el archipiélago Tristan da Cunha. En este escenario, la conectividad biológica entre comunidades antárticas y subantárticas a través de las aves marinas carroñeras es un factor que aceleraría la circulación de los agentes zoonóticos entre los ecosistemas de distintas latitudes. Ese sería el caso, por ejemplo, del salteador pardo subantártico, (Stercorarius antarcticus antarcticus), un ave marina carroñera que podría adquirir este patógeno y extenderlo desde las latitudes subantárticas hasta la Antártida.
Áreas polares: no toda la biodiversidad está protegida
El protocolo del Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente establece una serie de principios aplicables a las actividades humanas en la Antártida para reducir la huella humana en el continente blanco. Sin embargo, algunas áreas subantárticas –que también son el hábitat natural de aves como el salteador pardo subantártico, o el petrel gigante (Macronectes giganteus) - no están protegidas por la normativa y podrían convertirse en la vía de entrada de los agentes patógenos a los frágiles ecosistemas polares. Los resultados indican claramente que cada vez es más fácil que los humanos puedan introducir agentes patógenos en las regiones prístinas de la Antártida. En consecuencia, la introducción de patógenos en los ecosistemas más remotos del Hemisferio Sur podría ser una grave amenaza para el futuro de la vida silvestre. Es imprescindible, por tanto, adoptar medidas de bioseguridad más estrictas para limitar los impactos humanos en la Antártida.
lunes, 15 de abril de 2019
HA COMENZADO UNA NUEVA EXTINCIÓN MASIVA
Los insectos podrían desaparecer dentro de un siglo según la tasa actual de disminución, según un nuevo estudio.
Sarah Romero (Muy Interesante)
Podemos pensar en algunos insectos como plagas, pero no podemos obviar que desempeñan un papel importantísimo en el mantenimiento del orden natural del planeta. Proporcionan alimento para muchas otras especies, polinizan las plantas, reciclan nutrientes...
Sin embargo, nos enfrentamos a una situación preocupante. Una revisión de 73 estudios publicada en la revista Biological Conservation pone de manifiesto que más del 40% de las especies de insectos están en peligro de extinción. En algunos de los casos, la tasa de extinción de especies locales es ocho veces más rápida de lo que estamos viendo en vertebrados, como los mamíferos, las aves y los reptiles.
El informe advierte que la dramática caída de la cantidad de insectos en todo el mundo nos enfrenta a un colapso "catastrófico" de los ecosistemas naturales.
Los insectos están disminuyendo rápidamente
"Las tendencias confirman que el sexto evento de extinción importante está afectando profundamente las formas de vida en nuestro planeta", escribieron los investigadores en su conclusión.
Ya en octubre de 2018, un equipo de investigadores alemanes anunció que la población de insectos del país había disminuido en un 77% entre 1989 y 2016. Un experto de Puerto Rico también informó de disminuciones similares en la biomasa de insectos tras comparar los datos de los años 70 con los de los tiempos actuales.
Sin embargo, lo local a menudo puede ser global, y la revisión que acaba de ser publicada apunta en esta dirección.
Además de la disminución del 40% de los insectos, un tercio de las especies de insectos están en peligro de extinción. Si unimos al hallazgo de que la biomasa de insectos, la masa de organismos que viven en un área, está disminuyendo en un 2,5% al año obtenemos una conclusión clara:podría haber extinciones generalizadas de insectos para finales de siglo. En 100 años no quedará ninguno.
"Debido a que los insectos constituyen el grupo animal más abundante y (diverso en especies) del mundo y brindan servicios críticos dentro de los ecosistemas, tales eventos no pueden ser ignorados y deben provocar una acción decisiva para evitar un colapso catastrófico de los ecosistemas de la naturaleza", explica Francisco Sánchez-Bayo de la Universidad de Sídney (Australia) y coautor del trabajo.
Para juzgar el declive de los insectos, los científicos recolectaron 73 de los mejores estudios realizados hasta el momento acerca de las caídas de la población de insectos. La mayoría se centró en las poblaciones de insectos europeos y estadounidenses, pero también incluyeron estudios de Australia, China, Brasil y toda América del Sur.
Las especies más afectadas
Según el trabajo, las mariposas y las polillas se encuentran entre las más afectadas, con las abejas y los escarabajos siguiéndoles de cerca. Como ejemplo, las poblaciones de mariposas han disminuido en un 58% en las tierras cultivadas en Inglaterra entre 2000 y 2009. La población de mariposas monarca de California se redujo en un 86% entre 2017 y 2018.
Otras especies, como las hormigas, las moscas y los grillos son difíciles de medir, pero hay pocas razones para creer que estén mucho mejor que las mariposas.
El motivo
En cuanto a las razones detrás de este descenso, los autores señalan que nuestras prácticas agrícolas actuales son las culpables. Eliminar los árboles y arbustos que habitualmente rodean los campos es fatal para los insectos. Además, los insecticidas que dañan a los insectos y al suelo alrededor de los cultivos tampoco ayudan.
Los expertos recomiendan cambios drásticos en nuestros métodos agrícolas, reduciendo seriamente el uso de pesticidas "y su sustitución por prácticas más sostenibles y basadas en la ecología".
Si no cambiamos este ritmo, todos los insectos seguirán el camino de la extinción en unas pocas décadas.
Referencia: Worldwide decline of the entomofauna: A review of its drivers. Francisco Sánchez-Bayoa, Kris A.G.Wyckhuys. Biological Conservation 2019 DOI: https://doi.org/10.1016/j.biocon.2019.01.020
Sarah Romero (Muy Interesante)
Podemos pensar en algunos insectos como plagas, pero no podemos obviar que desempeñan un papel importantísimo en el mantenimiento del orden natural del planeta. Proporcionan alimento para muchas otras especies, polinizan las plantas, reciclan nutrientes...
Sin embargo, nos enfrentamos a una situación preocupante. Una revisión de 73 estudios publicada en la revista Biological Conservation pone de manifiesto que más del 40% de las especies de insectos están en peligro de extinción. En algunos de los casos, la tasa de extinción de especies locales es ocho veces más rápida de lo que estamos viendo en vertebrados, como los mamíferos, las aves y los reptiles.
El informe advierte que la dramática caída de la cantidad de insectos en todo el mundo nos enfrenta a un colapso "catastrófico" de los ecosistemas naturales.
Los insectos están disminuyendo rápidamente
"Las tendencias confirman que el sexto evento de extinción importante está afectando profundamente las formas de vida en nuestro planeta", escribieron los investigadores en su conclusión.
Ya en octubre de 2018, un equipo de investigadores alemanes anunció que la población de insectos del país había disminuido en un 77% entre 1989 y 2016. Un experto de Puerto Rico también informó de disminuciones similares en la biomasa de insectos tras comparar los datos de los años 70 con los de los tiempos actuales.
Sin embargo, lo local a menudo puede ser global, y la revisión que acaba de ser publicada apunta en esta dirección.
Además de la disminución del 40% de los insectos, un tercio de las especies de insectos están en peligro de extinción. Si unimos al hallazgo de que la biomasa de insectos, la masa de organismos que viven en un área, está disminuyendo en un 2,5% al año obtenemos una conclusión clara:podría haber extinciones generalizadas de insectos para finales de siglo. En 100 años no quedará ninguno.
"Debido a que los insectos constituyen el grupo animal más abundante y (diverso en especies) del mundo y brindan servicios críticos dentro de los ecosistemas, tales eventos no pueden ser ignorados y deben provocar una acción decisiva para evitar un colapso catastrófico de los ecosistemas de la naturaleza", explica Francisco Sánchez-Bayo de la Universidad de Sídney (Australia) y coautor del trabajo.
Para juzgar el declive de los insectos, los científicos recolectaron 73 de los mejores estudios realizados hasta el momento acerca de las caídas de la población de insectos. La mayoría se centró en las poblaciones de insectos europeos y estadounidenses, pero también incluyeron estudios de Australia, China, Brasil y toda América del Sur.
Las especies más afectadas
Según el trabajo, las mariposas y las polillas se encuentran entre las más afectadas, con las abejas y los escarabajos siguiéndoles de cerca. Como ejemplo, las poblaciones de mariposas han disminuido en un 58% en las tierras cultivadas en Inglaterra entre 2000 y 2009. La población de mariposas monarca de California se redujo en un 86% entre 2017 y 2018.
Otras especies, como las hormigas, las moscas y los grillos son difíciles de medir, pero hay pocas razones para creer que estén mucho mejor que las mariposas.
El motivo
En cuanto a las razones detrás de este descenso, los autores señalan que nuestras prácticas agrícolas actuales son las culpables. Eliminar los árboles y arbustos que habitualmente rodean los campos es fatal para los insectos. Además, los insecticidas que dañan a los insectos y al suelo alrededor de los cultivos tampoco ayudan.
Los expertos recomiendan cambios drásticos en nuestros métodos agrícolas, reduciendo seriamente el uso de pesticidas "y su sustitución por prácticas más sostenibles y basadas en la ecología".
Si no cambiamos este ritmo, todos los insectos seguirán el camino de la extinción en unas pocas décadas.
Referencia: Worldwide decline of the entomofauna: A review of its drivers. Francisco Sánchez-Bayoa, Kris A.G.Wyckhuys. Biological Conservation 2019 DOI: https://doi.org/10.1016/j.biocon.2019.01.020
POLUCIÓN FECAL, OTRA CAUSA DE RESISTENCIA A ANTIBIÓTICOS
Aumento de bacterias resistentes a antibióticos en aguas residuales se origina en heces humanas
Hallazgo ayudará a manejar riesgos para salud asociados a resistencia bacteriana en el ambiente
En Latinoamérica, 77 por ciento de población no tiene servicios de saneamiento bien gestionados
Por: Claudia Mazzeo
La polución fecal procedente de heces humanas sería la principal causa del aumento de bacterias con genes resistentes a los antibióticos halladas en el medio ambiente de lugares cercanos a descargas de aguas residuales.
Desde su introducción en los años 40 los antibióticos han salvado millones de vidas. No obstante, en la actualidad su eficacia ha disminuido notoriamente debido a la resistencia bacteriana, entendida como la capacidad que desarrollan ciertas bacterias de sobrevivir en concentraciones de antibióticos que matan a otras de la misma especie.
Está comprobado que el ambiente juega un papel importante como fuente de diseminación de la resistencia bacteriana, lo que plantea un verdadero desafío mundial a la salud pública. Aunque las plantas de tratamiento de aguas residuales suelen remover las bacterias y los genes resistentes de orina y heces, los volúmenes que se liberan al ambiente son de tal magnitud que se vuelven una verdadera amenaza en los puntos de volcado de esos efluentes.
Los autores del trabajo publicado en Nature Communications buscaban comprender si el aumento de bacterias resistentes a los antibióticos en aguas residuales se debe a la propia selección bacteriana ante el conjunto de microorganismos presentes in situ (evolución bacteriana), o si se origina en la acumulación de bacterias fecales producto de las continuas descargas de efluentes.
Para ello aplicaron un marcador específico de bacterias en heces humanas (crAssphage), al estudio de un conjunto de muestras de ambientes contaminados por aguas residuales, provenientes de ríos, sedimentos de lagos, efluentes de hospitales, zonas de descarga de plantas de tratamiento, suelos, agua dulce, aguas residuales, zonas agrícolas y de cría de animales, pero también alrededor de industrias de producción de antibióticos.
“El aspecto principal de nuestra investigación es que, muchas veces, la polución fecal puede explicar la presencia de genes de resistencia a los antibióticos en ambientes impactados por la intervención humana”.
Antti Karkman, Academia Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo, Suecia.
En casi todas las muestras hallaron una correlación directa entre el marcador y la presencia de genes resistentes a los antibióticos con los niveles de contaminación fecal humana, sin evidencia de que eso se debiera a una selección del lugar por parte de las bacterias, salvo en aquellos sedimentos contaminados con efluentes provenientes de industrias farmacéuticas que contenían niveles muy elevados de antibióticos.
“El aspecto principal de nuestra investigación es que, muchas veces, la polución fecal puede explicar la presencia de genes de resistencia a los antibióticos en ambientes impactados por la intervención humana”, dice a SciDev.Net Antti Karkman, autor principal de la investigación.
“Estos hallazgos son importantes ya que nos muestran cómo manejar los riesgos hacia la salud humana asociados con la resistencia bacteriana presente en el ambiente. Si bien los residuos de antibióticos son claramente la causa de los niveles extraordinariamente altos de resistencia encontrados cerca de algunos sitios de producción [como fábricas de medicamentos], en la mayoría de los otros lugares la resistencia se debe a la polución fecal”, precisa Joakim Larsson, profesor de Farmacología Ambiental de la Academia Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo, Suecia y uno de los coautores de la investigación.
Por ello, recomiendan tomar en consideración los niveles de contaminación fecal en los puntos cercanos a la descarga de efluentes para evitar realizar suposiciones erróneas con respecto a la causa de la resistencia bacteriana.
Enfatizan que la presencia o ausencia del mecanismo que favorece la supervivencia de cepas con genes determinantes de resistencia tiene implicancias significativas para los escenarios de riesgo y, en consecuencia, también para las acciones de mitigación tendentes a reducir las amenazas hacia la salud relacionadas con la resistencia a los antibióticos presentes en el ambiente.
“El artículo es básicamente un llamado de atención hacia los nuevos riesgos que van apareciendo”, opina el doctor Manuel Baruch, miembro titular de la Red Nacional de Laboratorios Ambientales del Uruguay (RLAU), que agrupa a especialistas de organismos públicos de gestión ambiental, organismos de certificación y acreditación y usuarios del servicio analítico de laboratorios.
Baruch señala que es un hecho conocido que los efluentes urbanos contienen residuos de antibióticos, y que incluso aun manejados correctamente no llegan a ser eliminados completamente alcanzando las redes de saneamiento.
“Si bien los sistemas de tratamiento de efluentes varían en cada país, aun los más complejos (y caros) controlan buena parte de los microorganismos, pero no sucede lo mismo en cuanto a controlar el pasaje de antibióticos”, agrega. En otras palabras: aún el control muy bien hecho no elimina totalmente los antibióticos residuales.
Por suerte –añade el especialista—hay cierto control natural “como el que ejerce la sal de las aguas marinas, la cual destruye buena parte de dichos gérmenes”.
“De todas formas, a diferencia de otras ramas de la ciencia, aquí la generalización no es posible; en temas ambientales las condiciones varían de un lugar al otro e incluso, de un momento al otro”, dice a SciDev.Net.
De acuerdo con el Programa de Monitoreo Conjunto de UNICEF-OMS, el 77 por ciento de la población de América Latina y El Caribe (alrededor de 480 millones de personas) no tiene acceso a servicios de saneamiento gestionados de manera segura, lo que incluye no solo el acceso a una infraestructura de saneamiento mejorada, sino también transporte, tratamiento y eliminación segura y adecuada de desechos fecales y aguas residuales.
Asimismo, según datos del Programa, en la región se trata solo el 28 por ciento de las aguas residuales recolectadas, de las cuales solo el 18 por ciento recibe un tratamiento adecuado.
Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas se incluye la necesidad de reducir a la mitad la proporción de aguas residuales no tratadas para 2030.
Hallazgo ayudará a manejar riesgos para salud asociados a resistencia bacteriana en el ambiente
En Latinoamérica, 77 por ciento de población no tiene servicios de saneamiento bien gestionados
Por: Claudia Mazzeo
La polución fecal procedente de heces humanas sería la principal causa del aumento de bacterias con genes resistentes a los antibióticos halladas en el medio ambiente de lugares cercanos a descargas de aguas residuales.
Desde su introducción en los años 40 los antibióticos han salvado millones de vidas. No obstante, en la actualidad su eficacia ha disminuido notoriamente debido a la resistencia bacteriana, entendida como la capacidad que desarrollan ciertas bacterias de sobrevivir en concentraciones de antibióticos que matan a otras de la misma especie.
Está comprobado que el ambiente juega un papel importante como fuente de diseminación de la resistencia bacteriana, lo que plantea un verdadero desafío mundial a la salud pública. Aunque las plantas de tratamiento de aguas residuales suelen remover las bacterias y los genes resistentes de orina y heces, los volúmenes que se liberan al ambiente son de tal magnitud que se vuelven una verdadera amenaza en los puntos de volcado de esos efluentes.
Los autores del trabajo publicado en Nature Communications buscaban comprender si el aumento de bacterias resistentes a los antibióticos en aguas residuales se debe a la propia selección bacteriana ante el conjunto de microorganismos presentes in situ (evolución bacteriana), o si se origina en la acumulación de bacterias fecales producto de las continuas descargas de efluentes.
Para ello aplicaron un marcador específico de bacterias en heces humanas (crAssphage), al estudio de un conjunto de muestras de ambientes contaminados por aguas residuales, provenientes de ríos, sedimentos de lagos, efluentes de hospitales, zonas de descarga de plantas de tratamiento, suelos, agua dulce, aguas residuales, zonas agrícolas y de cría de animales, pero también alrededor de industrias de producción de antibióticos.
“El aspecto principal de nuestra investigación es que, muchas veces, la polución fecal puede explicar la presencia de genes de resistencia a los antibióticos en ambientes impactados por la intervención humana”.
Antti Karkman, Academia Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo, Suecia.
En casi todas las muestras hallaron una correlación directa entre el marcador y la presencia de genes resistentes a los antibióticos con los niveles de contaminación fecal humana, sin evidencia de que eso se debiera a una selección del lugar por parte de las bacterias, salvo en aquellos sedimentos contaminados con efluentes provenientes de industrias farmacéuticas que contenían niveles muy elevados de antibióticos.
“El aspecto principal de nuestra investigación es que, muchas veces, la polución fecal puede explicar la presencia de genes de resistencia a los antibióticos en ambientes impactados por la intervención humana”, dice a SciDev.Net Antti Karkman, autor principal de la investigación.
“Estos hallazgos son importantes ya que nos muestran cómo manejar los riesgos hacia la salud humana asociados con la resistencia bacteriana presente en el ambiente. Si bien los residuos de antibióticos son claramente la causa de los niveles extraordinariamente altos de resistencia encontrados cerca de algunos sitios de producción [como fábricas de medicamentos], en la mayoría de los otros lugares la resistencia se debe a la polución fecal”, precisa Joakim Larsson, profesor de Farmacología Ambiental de la Academia Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo, Suecia y uno de los coautores de la investigación.
Por ello, recomiendan tomar en consideración los niveles de contaminación fecal en los puntos cercanos a la descarga de efluentes para evitar realizar suposiciones erróneas con respecto a la causa de la resistencia bacteriana.
Enfatizan que la presencia o ausencia del mecanismo que favorece la supervivencia de cepas con genes determinantes de resistencia tiene implicancias significativas para los escenarios de riesgo y, en consecuencia, también para las acciones de mitigación tendentes a reducir las amenazas hacia la salud relacionadas con la resistencia a los antibióticos presentes en el ambiente.
“El artículo es básicamente un llamado de atención hacia los nuevos riesgos que van apareciendo”, opina el doctor Manuel Baruch, miembro titular de la Red Nacional de Laboratorios Ambientales del Uruguay (RLAU), que agrupa a especialistas de organismos públicos de gestión ambiental, organismos de certificación y acreditación y usuarios del servicio analítico de laboratorios.
Baruch señala que es un hecho conocido que los efluentes urbanos contienen residuos de antibióticos, y que incluso aun manejados correctamente no llegan a ser eliminados completamente alcanzando las redes de saneamiento.
“Si bien los sistemas de tratamiento de efluentes varían en cada país, aun los más complejos (y caros) controlan buena parte de los microorganismos, pero no sucede lo mismo en cuanto a controlar el pasaje de antibióticos”, agrega. En otras palabras: aún el control muy bien hecho no elimina totalmente los antibióticos residuales.
Por suerte –añade el especialista—hay cierto control natural “como el que ejerce la sal de las aguas marinas, la cual destruye buena parte de dichos gérmenes”.
“De todas formas, a diferencia de otras ramas de la ciencia, aquí la generalización no es posible; en temas ambientales las condiciones varían de un lugar al otro e incluso, de un momento al otro”, dice a SciDev.Net.
De acuerdo con el Programa de Monitoreo Conjunto de UNICEF-OMS, el 77 por ciento de la población de América Latina y El Caribe (alrededor de 480 millones de personas) no tiene acceso a servicios de saneamiento gestionados de manera segura, lo que incluye no solo el acceso a una infraestructura de saneamiento mejorada, sino también transporte, tratamiento y eliminación segura y adecuada de desechos fecales y aguas residuales.
Asimismo, según datos del Programa, en la región se trata solo el 28 por ciento de las aguas residuales recolectadas, de las cuales solo el 18 por ciento recibe un tratamiento adecuado.
Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas se incluye la necesidad de reducir a la mitad la proporción de aguas residuales no tratadas para 2030.
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RESISTENCIA A LOS ANTIMICROBIANOS
UN GERMEN INMUNE A LOS MEDICAMENTOS SE ESPARCE EN SILENCIO POR EL MUNDO
Matt Richtel,
lanacion.com
7 abril del 2019
NUEVA YORK.- En mayo pasado, un anciano ingresó al Hospital Mount Sinai de Brooklyn para realizarse una cirugía abdominal. Los análisis de sangre revelaron que estaba infectado con un germen recientemente descubierto, tan mortal como misterioso. Los médicos lo aislaron inmediatamente en una unidad de terapia intensiva.
El germen, un hongo llamado Candida auris, hace presa de personas con el sistema inmunitario debilitado y se está esparciendo silenciosamente por todo el mundo. Durante los últimos cinco años, asoló una unidad neonatal de Venezuela, hizo estragos en un hospital de España, obligó al cierre de la unidad de terapia intensiva de una prestigiosa clínica de Gran Bretaña y echó raíces en la India, Paquistán y Sudáfrica.
Y hace poco el Candida auris también alcanzó a Nueva York, Illinois y Nueva Jersey, obligando a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) a agregarlo a su lista de gérmenes considerados una "amenaza urgente".
El anciano ingresado en el Mount Sinai de Brooklyn murió tras 90 días en el hospital, pero el Candida auris lo sobrevivió. Los análisis demostraron que su habitación estaba totalmente invadida por el germen, hasta el punto de que el hospital debió utilizar equipamiento de limpieza especial y hasta reemplazar parte del cielo raso y de las baldosas del piso para erradicarlo.
"Todo daba positivo: las paredes, la cama, las puertas, las cortinas, los teléfonos, el lavabo, los caños, las válvulas", dice el doctor Scott Lorin, director del hospital. "El colchón, los barrales de la cama, los recipientes, las persianas, el cielo raso, absolutamente todo lo que estaba en la habitación dio positivo".
El Candida auris es tan difícil de erradicar porque es inmune a la mayoría de las drogas antimicóticas, lo que lo transforma en un nuevo ejemplo de las amenazas para la salud más difíciles de rastrear: el auge de las infecciones resistentes a las drogas.
Hace décadas que los expertos en salud pública advierten que el abuso de los antibióticos está reduciendo la efectividad de las drogas que han prolongado nuestra esperanza de vida gracias a su capacidad de curar las infecciones bacterianas que antes eran mortales. Pero en los últimos tiempos también se ha producido una explosión de hongos resistentes, sumando una nueva y aterradora dimensión a un fenómeno que socava los pilares de la medicina moderna.
"Es un problema gravísimo, porque para tratar a esos pacientes dependemos de la medicación antimicótica", dice Matthew Fisher, profesor de Epidemiología Fúngica del Imperial College de Londres, coautor de un reciente informe científico sobre el auge de hongos resistentes.
En pocas palabras, los hongos, al igual que las bacterias, están desarrollando defensas que los vuelven inmunes a las drogas modernas.
Tanto los antibióticos como los fungicidas son esenciales para combatir las infecciones, pero los antibióticos también son utilizados ampliamente para prevenir enfermedades en los animales de granja, y los fungicidas también se aplican para impedir que se pudran las plantas de cultivo. Algunos científicos han detectado evidencias de que el rampante aumento del uso de fungicidas en los cultivos está potenciando el auge de hongos resistentes a las drogas que afectan a los humanos.
Y a pesar de que el problema va en aumento, es casi desconocido por la opinión pública, en parte debido a que la existencia misma de las infecciones resistentes suele ser cubierta de un manto de secreto.
Los hospitales y gobiernos locales son reacios a revelar brotes infecciosos de bacterias y hongos por igual por temor a ser vistos como focos de enfermedades. Ni siquiera los CDC, por los términos del acuerdo que tienen con los estados norteamericanos, tienen permitido hacer públicos el nombre y la locación exacta de los hospitales donde se registran brotes infecciosos. En muchos casos, los gobiernos de los estados se niegan a compartir públicamente esa información y se ciñen a reconocer que esos casos existen.
Mientras tanto, los gérmenes se esparcen a sus anchas: de mano en mano del personal y el equipamiento hospitalario, en los transportes de carne y vegetales provenientes del campo, en los viajeros que cruzan fronteras, en importaciones y exportaciones, y en los pacientes que ingresan y salen de los hospitales.
Ejemplo
El Candida auris es apenas un ejemplo de las decenas de hongos y bacterias peligrosos que ya han desarrollado resistencia. Sin embargo, y al igual que el resto, sigue siendo prácticamente desconocido por la opinión pública.
Existen otras cepas conocidas del Candida -una de las causas más comunes de infecciones intrahospitalarias de la sangre- que no han desarrollado una resistencia significativa a las drogas, pero más de un 90% de las infecciones con Candida auris son resistentes a al menos una droga y un 30% son resistentes a dos o más drogas, según los CDC.
La doctora Lynn Sosa, vicejefa de Epidemiología del estado de Connecticut, dice que actualmente el Candida auris es "la principal" amenaza entre las infecciones resistentes. "Es prácticamente imbatible y muy difícil de identificar", señala la funcionaria.
Casi la mitad de los pacientes que contraen Candida auris mueren en el lapso de 90 días, según los CDC. Sin embargo, los expertos mundiales no han logrado detectar de dónde provino originalmente.
"Es el monstruo de la laguna negra -dice el doctor Tom Chiller, jefe del área de enfermedades fúngicas de los CDC, quien lidera una iniciativa detectivesca a nivel mundial para encontrar un tratamiento adecuado y frenar la dispersión del hongo-. Fue creciendo y ahora estalló".
¿De dónde viene?
Mientras los CDC trabajan para limitar el avance del Candida auris, sus investigadores intentan descular una inquietante pregunta: ¿de qué lugar del mundo proviene?
La primera vez que los médicos se toparon con el hongo fue en el oído de una mujer en Japón, en 2009 (auris en latín significa oreja). Por entonces pareció algo inocuo, prima de alguna de las muchas infecciones micóticas fácilmente tratables.
Tres años más tarde, reapareció en el inusual resultado de una análisis de laboratorio del doctor Jacques Meis, microbiólogo de Nijmegen, Holanda, que estaba analizando las infecciones de la sangre en 18 pacientes de cuatro hospitales de la India. Muy pronto y en pocos meses nuevas cadenas de C. auris empezaron a aparecer en diferentes partes del mundo.
Los investigadores de los CDC tenían la teoría de que el C. auris surgió en Asia y se esparció por el planeta. Pero cuando la agencia comparó el genoma completo de las muestras de C. auris de la India, Paquistán, Venezuela, Sudáfrica y Japón, descubrió que no se había originado en un solo lugar y que no había una única cepa de C. auris. De alguna manera, dio un salto casi simultáneo, y pareció esparcirse y ahora es resistente a las drogas, algo realmente desconcertante", dice el doctor Snigdha Vallabhaneni, integrante crucial del equipo de investigadores de los CDC.
Hay diferentes teorías sobre lo que podría haber pasado con el Candida auris. Meis, investigador holandés, cree que el hongo se volvió resistente a las drogas debido al uso intensivo de fungicidas en las cosechas.
Meis se interesó por los hongos resistentes cuando se enteró del caso de un paciente holandés de 63 años que murió en 2005 a causa de un hongo conocido como Aspergillus, que había demostrado ser resistente a una droga antimicótica de vanguardia llamada itraconazol. La droga es básicamente una copia de los pesticidas con azoles con que se fumigan los sembrados en todo el mundo y que representan más de un tercio de las ventas totales de fungicidas.
El doctor Chiller, de los CDC, tiene la teoría de que el C. auris puede haberse potenciado por el uso intensivo de fungicidas. Cree que el hongo existe desde hace miles de años, escondido en los recovecos del mundo, sin ser una peste particularmente agresiva. Pero cuando los fungicidas con azoles empezaron a diezmar a los hongos más comunes, el C. auris encontró su oportunidad de ganar terreno por su capacidad de resistir a los fungicidas en un mundo en el que los hongos menos resistentes están bajo ataque.
El origen del Candida auris sigue siendo un misterio, pero por el momento eso es menos importante que frenar su avance.
lanacion.com
7 abril del 2019
NUEVA YORK.- En mayo pasado, un anciano ingresó al Hospital Mount Sinai de Brooklyn para realizarse una cirugía abdominal. Los análisis de sangre revelaron que estaba infectado con un germen recientemente descubierto, tan mortal como misterioso. Los médicos lo aislaron inmediatamente en una unidad de terapia intensiva.
El germen, un hongo llamado Candida auris, hace presa de personas con el sistema inmunitario debilitado y se está esparciendo silenciosamente por todo el mundo. Durante los últimos cinco años, asoló una unidad neonatal de Venezuela, hizo estragos en un hospital de España, obligó al cierre de la unidad de terapia intensiva de una prestigiosa clínica de Gran Bretaña y echó raíces en la India, Paquistán y Sudáfrica.
Y hace poco el Candida auris también alcanzó a Nueva York, Illinois y Nueva Jersey, obligando a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) a agregarlo a su lista de gérmenes considerados una "amenaza urgente".
El anciano ingresado en el Mount Sinai de Brooklyn murió tras 90 días en el hospital, pero el Candida auris lo sobrevivió. Los análisis demostraron que su habitación estaba totalmente invadida por el germen, hasta el punto de que el hospital debió utilizar equipamiento de limpieza especial y hasta reemplazar parte del cielo raso y de las baldosas del piso para erradicarlo.
"Todo daba positivo: las paredes, la cama, las puertas, las cortinas, los teléfonos, el lavabo, los caños, las válvulas", dice el doctor Scott Lorin, director del hospital. "El colchón, los barrales de la cama, los recipientes, las persianas, el cielo raso, absolutamente todo lo que estaba en la habitación dio positivo".
El Candida auris es tan difícil de erradicar porque es inmune a la mayoría de las drogas antimicóticas, lo que lo transforma en un nuevo ejemplo de las amenazas para la salud más difíciles de rastrear: el auge de las infecciones resistentes a las drogas.
Hace décadas que los expertos en salud pública advierten que el abuso de los antibióticos está reduciendo la efectividad de las drogas que han prolongado nuestra esperanza de vida gracias a su capacidad de curar las infecciones bacterianas que antes eran mortales. Pero en los últimos tiempos también se ha producido una explosión de hongos resistentes, sumando una nueva y aterradora dimensión a un fenómeno que socava los pilares de la medicina moderna.
"Es un problema gravísimo, porque para tratar a esos pacientes dependemos de la medicación antimicótica", dice Matthew Fisher, profesor de Epidemiología Fúngica del Imperial College de Londres, coautor de un reciente informe científico sobre el auge de hongos resistentes.
En pocas palabras, los hongos, al igual que las bacterias, están desarrollando defensas que los vuelven inmunes a las drogas modernas.
Tanto los antibióticos como los fungicidas son esenciales para combatir las infecciones, pero los antibióticos también son utilizados ampliamente para prevenir enfermedades en los animales de granja, y los fungicidas también se aplican para impedir que se pudran las plantas de cultivo. Algunos científicos han detectado evidencias de que el rampante aumento del uso de fungicidas en los cultivos está potenciando el auge de hongos resistentes a las drogas que afectan a los humanos.
Y a pesar de que el problema va en aumento, es casi desconocido por la opinión pública, en parte debido a que la existencia misma de las infecciones resistentes suele ser cubierta de un manto de secreto.
Los hospitales y gobiernos locales son reacios a revelar brotes infecciosos de bacterias y hongos por igual por temor a ser vistos como focos de enfermedades. Ni siquiera los CDC, por los términos del acuerdo que tienen con los estados norteamericanos, tienen permitido hacer públicos el nombre y la locación exacta de los hospitales donde se registran brotes infecciosos. En muchos casos, los gobiernos de los estados se niegan a compartir públicamente esa información y se ciñen a reconocer que esos casos existen.
Mientras tanto, los gérmenes se esparcen a sus anchas: de mano en mano del personal y el equipamiento hospitalario, en los transportes de carne y vegetales provenientes del campo, en los viajeros que cruzan fronteras, en importaciones y exportaciones, y en los pacientes que ingresan y salen de los hospitales.
Ejemplo
El Candida auris es apenas un ejemplo de las decenas de hongos y bacterias peligrosos que ya han desarrollado resistencia. Sin embargo, y al igual que el resto, sigue siendo prácticamente desconocido por la opinión pública.
Existen otras cepas conocidas del Candida -una de las causas más comunes de infecciones intrahospitalarias de la sangre- que no han desarrollado una resistencia significativa a las drogas, pero más de un 90% de las infecciones con Candida auris son resistentes a al menos una droga y un 30% son resistentes a dos o más drogas, según los CDC.
La doctora Lynn Sosa, vicejefa de Epidemiología del estado de Connecticut, dice que actualmente el Candida auris es "la principal" amenaza entre las infecciones resistentes. "Es prácticamente imbatible y muy difícil de identificar", señala la funcionaria.
Casi la mitad de los pacientes que contraen Candida auris mueren en el lapso de 90 días, según los CDC. Sin embargo, los expertos mundiales no han logrado detectar de dónde provino originalmente.
"Es el monstruo de la laguna negra -dice el doctor Tom Chiller, jefe del área de enfermedades fúngicas de los CDC, quien lidera una iniciativa detectivesca a nivel mundial para encontrar un tratamiento adecuado y frenar la dispersión del hongo-. Fue creciendo y ahora estalló".
¿De dónde viene?
Mientras los CDC trabajan para limitar el avance del Candida auris, sus investigadores intentan descular una inquietante pregunta: ¿de qué lugar del mundo proviene?
La primera vez que los médicos se toparon con el hongo fue en el oído de una mujer en Japón, en 2009 (auris en latín significa oreja). Por entonces pareció algo inocuo, prima de alguna de las muchas infecciones micóticas fácilmente tratables.
Tres años más tarde, reapareció en el inusual resultado de una análisis de laboratorio del doctor Jacques Meis, microbiólogo de Nijmegen, Holanda, que estaba analizando las infecciones de la sangre en 18 pacientes de cuatro hospitales de la India. Muy pronto y en pocos meses nuevas cadenas de C. auris empezaron a aparecer en diferentes partes del mundo.
Los investigadores de los CDC tenían la teoría de que el C. auris surgió en Asia y se esparció por el planeta. Pero cuando la agencia comparó el genoma completo de las muestras de C. auris de la India, Paquistán, Venezuela, Sudáfrica y Japón, descubrió que no se había originado en un solo lugar y que no había una única cepa de C. auris. De alguna manera, dio un salto casi simultáneo, y pareció esparcirse y ahora es resistente a las drogas, algo realmente desconcertante", dice el doctor Snigdha Vallabhaneni, integrante crucial del equipo de investigadores de los CDC.
Hay diferentes teorías sobre lo que podría haber pasado con el Candida auris. Meis, investigador holandés, cree que el hongo se volvió resistente a las drogas debido al uso intensivo de fungicidas en las cosechas.
Meis se interesó por los hongos resistentes cuando se enteró del caso de un paciente holandés de 63 años que murió en 2005 a causa de un hongo conocido como Aspergillus, que había demostrado ser resistente a una droga antimicótica de vanguardia llamada itraconazol. La droga es básicamente una copia de los pesticidas con azoles con que se fumigan los sembrados en todo el mundo y que representan más de un tercio de las ventas totales de fungicidas.
El doctor Chiller, de los CDC, tiene la teoría de que el C. auris puede haberse potenciado por el uso intensivo de fungicidas. Cree que el hongo existe desde hace miles de años, escondido en los recovecos del mundo, sin ser una peste particularmente agresiva. Pero cuando los fungicidas con azoles empezaron a diezmar a los hongos más comunes, el C. auris encontró su oportunidad de ganar terreno por su capacidad de resistir a los fungicidas en un mundo en el que los hongos menos resistentes están bajo ataque.
El origen del Candida auris sigue siendo un misterio, pero por el momento eso es menos importante que frenar su avance.
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TEMAS GENERALES DE MICROBIOLOGÍA
EL IMPACTO PERMANENTE DE LOS ANTIBIÓTICOS
https://www.micropia.nl/en/discover/news/2018/11/5/permanent-impact-of-antibiotics/
- 5 de noviembre de 2018.
El uso de antibióticos parece tener un efecto negativo permanente en la diversidad de nuestras bacterias intestinales. Incluso seis meses después de un curso de tratamiento con antibióticos, el tracto intestinal aún carece de una serie de cepas esenciales de bacterias intestinales.
Enfoque de escopeta
Durante casi un siglo, los antibióticos se han utilizado a gran escala para combatir infecciones bacterianas. Debido a que a menudo no está claro qué cepa bacteriana específica está causando la enfermedad, el tratamiento puede incluir un cóctel de varios tipos de antibióticos en una especie de "enfoque de escopeta". Este cóctel no solo mata las bacterias maliciosas, sino también las muchas cepas benignas. Los billones de bacterias en nuestros intestinos, nuestra llamada microbiota intestinal, influyen en nuestra salud de diversas maneras, incluso en relación con nuestro sistema inmunológico y la digestión. Los antibióticos pueden cambiar la composición y el funcionamiento de la microbiota intestinal. La investigación indica que una microbiota intestinal rica promueve la salud y ayuda a prevenir enfermedades crónicas. La baja diversidad es, por lo tanto, un signo de diversas afecciones, como la obesidad, la diabetes, el asma y la inflamación intestinal crónica.
Erradicacion completa
Un equipo internacional de investigadores de Dinamarca, China y Alemania investigó el impacto de los antibióticos en la microbiota intestinal, con resultados preocupantes. Doce hombres sanos recibieron un tratamiento de cuatro días con tres antibióticos de amplio espectro y "último recurso". El cóctel de estos tres antibióticos fue diseñado para simular tratamientos reales en cuidados intensivos. El curso eliminó casi todas las bacterias intestinales. Luego pasaron seis meses antes de que las bacterias volvieran a sus niveles originales. Después de los seis meses, faltaban nueve cepas esenciales de bacterias y varias cepas bacterianas nuevas y potencialmente indeseables habían colonizado los intestinos.
Impacto permanente
"Nuestros hallazgos sugieren que la exposición a antibióticos de amplio espectro puede diluir la diversidad del ecosistema de bacterias intestinales. Los antibióticos pueden ser una bendición para mantener la salud humana, pero solo se pueden usar en casos con pruebas claras de que una infección ha sido causada por bacterias ", explica el profesor Oluf Pedersen, uno de los autores principales del estudio. "En este caso, es bueno que podamos regenerar nuestra microbiota intestinal, ya que eso es importante para nuestra salud general. El problema, sin embargo, es que las exposiciones múltiples a los antibióticos durante la vida de una persona pueden llevar a una pérdida permanente de bacterias útiles. Existe evidencia de que la población occidental tiene una diversidad de bacterias intestinales significativamente más baja que las tribus nativas en ciertas partes de África y la selva amazónica. Una posible explicación para esto es nuestro uso generalizado de antibióticos.
Fuente: https://www.nature.com/articles/s41564-018-0257-9
- 5 de noviembre de 2018.
El uso de antibióticos parece tener un efecto negativo permanente en la diversidad de nuestras bacterias intestinales. Incluso seis meses después de un curso de tratamiento con antibióticos, el tracto intestinal aún carece de una serie de cepas esenciales de bacterias intestinales.
Enfoque de escopeta
Durante casi un siglo, los antibióticos se han utilizado a gran escala para combatir infecciones bacterianas. Debido a que a menudo no está claro qué cepa bacteriana específica está causando la enfermedad, el tratamiento puede incluir un cóctel de varios tipos de antibióticos en una especie de "enfoque de escopeta". Este cóctel no solo mata las bacterias maliciosas, sino también las muchas cepas benignas. Los billones de bacterias en nuestros intestinos, nuestra llamada microbiota intestinal, influyen en nuestra salud de diversas maneras, incluso en relación con nuestro sistema inmunológico y la digestión. Los antibióticos pueden cambiar la composición y el funcionamiento de la microbiota intestinal. La investigación indica que una microbiota intestinal rica promueve la salud y ayuda a prevenir enfermedades crónicas. La baja diversidad es, por lo tanto, un signo de diversas afecciones, como la obesidad, la diabetes, el asma y la inflamación intestinal crónica.
Erradicacion completa
Un equipo internacional de investigadores de Dinamarca, China y Alemania investigó el impacto de los antibióticos en la microbiota intestinal, con resultados preocupantes. Doce hombres sanos recibieron un tratamiento de cuatro días con tres antibióticos de amplio espectro y "último recurso". El cóctel de estos tres antibióticos fue diseñado para simular tratamientos reales en cuidados intensivos. El curso eliminó casi todas las bacterias intestinales. Luego pasaron seis meses antes de que las bacterias volvieran a sus niveles originales. Después de los seis meses, faltaban nueve cepas esenciales de bacterias y varias cepas bacterianas nuevas y potencialmente indeseables habían colonizado los intestinos.
Impacto permanente
"Nuestros hallazgos sugieren que la exposición a antibióticos de amplio espectro puede diluir la diversidad del ecosistema de bacterias intestinales. Los antibióticos pueden ser una bendición para mantener la salud humana, pero solo se pueden usar en casos con pruebas claras de que una infección ha sido causada por bacterias ", explica el profesor Oluf Pedersen, uno de los autores principales del estudio. "En este caso, es bueno que podamos regenerar nuestra microbiota intestinal, ya que eso es importante para nuestra salud general. El problema, sin embargo, es que las exposiciones múltiples a los antibióticos durante la vida de una persona pueden llevar a una pérdida permanente de bacterias útiles. Existe evidencia de que la población occidental tiene una diversidad de bacterias intestinales significativamente más baja que las tribus nativas en ciertas partes de África y la selva amazónica. Una posible explicación para esto es nuestro uso generalizado de antibióticos.
Fuente: https://www.nature.com/articles/s41564-018-0257-9
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