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jueves, 18 de octubre de 2007

CATÁSTROFE CÓSMICA Y ARMAGGEDON


Autores: Mark Blade y Martín Griffiths de la Universidad de Glamorgan en el Reino Unido. Ambos son miembros del Grupo de Comunicación de Ciencia Astrobiológica de la NASA. Apareció originalmente en las actas de la conferencia “Apocalypse 2000” y ha sido publicado en la revista Explorer del Instituto SETI, del segundo cuarto del 2005, Vol. 2 núm. 2 siendo el Editor de dicha revista el astrónomo Seth Shostak
Imagen cortesía de © David A Hardy/ http://www.astroart.org/
La ciencia moderna ha tenido conocimiento ya por algún tiempo que la Tierra es bombardeada continuamente por una lluvia celestial de escombros cósmicos. La mayor parte se trata de polvo fino o de objetos mayores cuya mayoría se consume allá arriba en la atmósfera y son de pocas consecuencias para el medio ambiente terrestre. Pero ocasionalmente, algunos objetos mayores sobreviven el viaje a través de la atmósfera, encontrando su paso para caer finalmente al suelo y esos son conocidos como meteoritos.

Los asteroides gigantes y los cometas representan un peligro para todo el planeta; un peligro que está siendo tomado con mucha seriedad gracias a la evidencia apocalíptica de los registros sobre los fósiles. Cada par de años semejantes meteoritos causan daños: producen agujeros en casas, o se llevan el parabrisas de un coche como sucedió en Queens, Nueva York. ¡Bueno no solamente en el caso de este coche que fue reportado! Los meteoritos también han llegado a ocasionar la muerte de un perro; en el año 1911 cerca del pueblo de Nakhla en Egipto, un meteorito Marciano ocasionó la única muerte conocida de un perro provocada por un objeto cósmico. Semejantes eventos merecen una publicación en las noticias solo por su rareza esotérica. Aún así, lo que es preocupante acerca de esta lluvia cósmica es que la distribución de este material meteorítico no puede ser partido en pedazos y a diferencia de otros peligros terrestres naturales, una colisión con un objeto grande procedente del espacio exterior puede llegar a tener consecuencias extremas para nuestro planeta. Las estimaciones indican que cada pocos 100,000 años más o menos, los impactadores como cometas o asteroides de más de 1600 metros de diámetro golpean la Tierra con consecuencias serias globales para el medio ambiente. Las investigaciones también muestran que cada 100 millones de años o algo similar, un objeto cósmico de entre 8 y 16 kilómetros de diámetro, impacta con consecuencias tan terribles que la gran mayoría de las especies quedan en peligro de extinción. Es muy factible que un objeto aún mayor, quizá de unos 40 kilómetros de diámetro o más, golpeará a nuestro planeta durante el período de vida de nuestro Sol con la posibilidad de esterilizar la superficie de nuestro planeta. Este descubrimiento astronómico ha generado un programa algo retrasado, pero no por ello menos bienvenido, denominado “Vigilancia del Espacio” (Spacewatch en inglés), que pretende dar una prioridad de aviso de cualquier objeto que se acerque a una distancia de peligro de la Tierra. El escenario destructor concebido como resultado de tales impactos le ha otorgado una mayor importancia contemporánea a las palabras Apocalipsis y Armageddon. La catástrofe cósmica que se proyecta es de proporciones bíblicas y se diferencia de todos los demás desastres naturales en dos maneras: 1-Las consecuencias potenciales de un impacto grande exceden a cualquier otro peligro natural o creado por el hombre (incluida la guerra nuclear) 2-La probabilidad de un impacto grande dentro de una escala de tiempo políticamente relevante (digamos, durante nuestras vidas) es extremadamente pequeña pero no se encuentra fuera de las posibilidades de que llegase a ocurrir. Por lo mismo, el peligro del impacto es una perspectiva que se mantiene ahí como la última consecuencia de un peligro con pocas probabilidades pero que podría conducirnos a Armageddon. Sin embargo, tratar de predecir semejante catástrofe no es fácil y las predicciones incurren en varios riesgos conjuntos. De acuerdo con los astrónomos del proyecto “Spacewatch” (Vigilancia del Espacio): “...este peligro se está desarrollando a partir de uno que era casi desconocido hace dos décadas (entonces un impacto serio definitivamente no podría haberse pronosticado) a uno en el cual el 75% del riesgo podría, dentro de dos décadas, ser pronosticado tan exactamente que las medidas atenuantes dentro de nuestras capacidades tecnológicas podrían ser aplicadas con un alto grado de efectividad. Para el otro 25%, el pronóstico sería quizá demasiado tarde para montar algo más que medidas de contrarresto o podría suceder un evento totalmente inesperado o un “Acto de Dios” (como suele decirse) si un cometa llegase a aparecer de repente desde la dirección del Sol, de ahí que dejaría pocas posibilidades ya que estaría invisible a todas las técnicas de observación aquí en la Tierra”. (Historia del peligro de un Impacto de Asteroide / Cometa, Clark R. Chapman, 1998) Predecir a Armageddon es más que generar una serie de hechos y cifras; involucra una preocupación genuina basada sobre evidencias de impactos recientes. A pesar de que los astrónomos y los corredores de seguros utilizan el término “Actos de Dios”, una catástrofe de este tipo es simplemente un peligro por el solo hecho de vivir en un sistema planetario. Se sabe de un variado número de impactos conocidos en el último siglo. El primer impacto fue en Siberia, en un lugar conocido como Tunguska, en Junio del 1908. El segundo fue en Brasil en 1930. Afortunadamente, ambas áreas estaban despobladas y ni un solo ser humano falleció. Pero las consecuencias podrían haber sido muy diferentes y el peligro habría llamado la atención del público con mucha mayor anticipación si estos impactos hubiesen destruido un pueblo o una ciudad. Ahora que la amenaza de los Objetos Cercanos a la Tierra esta a plena luz, se está dando una mayor atención a los programas astronómicos que investigan estos peligros procedentes del espacio. Los astrónomos son capaces ahora de contradecir el contenido de ciertos medios que asustan como fue el caso de la proclamación de la posibilidad de un “casi choque” con la Tierra de un asteroide de casi dos kilómetros de ancho, pronosticado para el año 2028 y cuyos reportes iniciales sugerían varias posibilidades de un impacto real. Esto generó noticias de primera plana en Marzo de 1998. Desde que estos encabezados aparecieron, se produjeron dos películas taquilleras de ciencia-ficción, Deep Impact y Armageddon, que se presentaron en el verano del 1998, ayudando a elevar el perfil de este tipo de peligro, especialmente entre políticos y el populacho. El programa Spacewatch es ya hoy en día una participación muy importante en la detección de impactos. Aunque hoy en día nuestra tecnología sobre telescopios podría proporcionar predicciones más precisas respecto de donde se encuentra en el espacio un posible cuerpo de impacto, no pueden decirnos en que parte de la Tierra podría caer. También existen dudas respecto de estos pronósticos, al igual que las hay respecto de los pronósticos del tiempo, de los huracanes, tornados, calentamiento global, el agujero de ozono y el Niño – no podemos predecir resultados por adelantado y todo lo que nos queda son modelos de escenarios de la peor de las situaciones. El calentamiento global y la destrucción de la capa de ozono son problemas “invisibles” en el aspecto de que la gente ignora el efecto furtivo en el medio ambiente; detectar a un asteroide y conocer su subsiguiente impacto sería un problema totalmente “visible” que alzaría preguntas de cómo se preparan las instituciones, el gobierno, la sociedad y los políticos para reaccionar ante tal predicción de semejante desastre. Aún así, los astrónomos no pretenden ser como el niño de la fábula de Esopo que gritaba que venía el lobo y jugaba causando temores e incertidumbres, como avisar si algún objeto pasará cerca, pero no causará mayor peligro. Hacer esto sería perder credibilidad ante los ojos de todos y es preferible estar atentos y sólo informar cuando verdaderamente llegase a suceder algo que amerite ser tomado seriamente a los más altos niveles públicos y del gobierno. Saliéndose del camino ¿Qué podría hacerse respecto de un impacto inminente? Según David Morrison del Centro de Investigaciones Ames de la NASA, una vez que sepamos que puede ocurrir un evento de impacto, podríamos tratar de desviar al objeto de su curso de colisión con la Tierra. Esto podría lograrse con un arma de carga nuclear, que podría desviar al objeto ligeramente de su trayectoria si el misil es enviado con suficiente tiempo de antelación, meses o aún años antes de que llegase a ocurrir el evento de impacto. Hoy en día no existe un vehículo de mísiles capaz de elevarse con una carga de cabeza nuclear para llegar al espacio profundo, además de que es posible que no sea desarrollado debido a su alto costo y en vista del bajo riesgo de que semejante hecho ocurra. La otra alternativa para un caso de estos involucraría destruir al posible objeto en su totalidad. Dependiendo del tamaño del objeto que se acercase, una cabeza nuclear de alta capacidad sería suficiente para lograr esto. El problema del envío y la sincronización de las explosiones aún tiene que superarse y son muy pocos los científicos preocupados por ofrecer situaciones alternas. Los asteroides gigantes y los cometas representan un peligro para todo el planeta; un peligro que ya hoy en día está siendo tomado muy seriamente debido a la evidencia apocalíptica que nos indican los registros de los fósiles. Se cree que un objeto de aproximadamente 9 o 10 kilómetros de diámetro que impactó la Tierra, fue un factor contribuyente en la extinción de los dinosaurios hace unos 65 millones de años. La evidencia esencial, descubierta por el fallecido físico Luis Álvarez y su hijo Walter, un geólogo, es una capa del elemento iridio depositada en una roca sedimentaria en Gubbio, Italia, alrededor de la época en que los reptiles gigantes desaparecieron. El Iridio es un elemento muy raro en la superficie de la Tierra, pero mucho más común en los asteroides. Si un pedazo enorme de roca del espacio golpeó al planeta, teorizó el equipo de los Álvarez, debió desintegrarse en gran parte, repartiendo una capa de polvo rica en iridio y otros escombros por todo el mundo que pudo durar muchos meses. Privadas de la luz solar por esta versión natural de un invierno nuclear, las plantas y los animales que se alimentaban de ellas. Habrían muerto en grandes cantidades. Y cuando finalmente el polvo se depositó, el iridio que contenía habría formado una capa como la que encontraron los Álvarez. Arma humeante Desde que publicaron sus descubrimientos en 1980, un equipo de geólogos, paleontólogos, astrónomos y físicos han estado buscando evidencias más detalladas, incluido un cráter de edad similar a la extinción de los dinosaurios, que podría haber sido el “arma humeante” de semejante impacto. El cráter fue descubierto, eventualmente por Glen Penfield, un geólogo que trabajaba para PEMEX, la compañía Mexicana petrolera que se encontraba perforando pozos en la península de Yucatán. Lo que Penfield descubrió, fue un gran y viejo cráter de 65 millones de años y de 192 kilómetros de diámetro. Conocido en la actualidad como el Cráter Chicxulub, Penfield descubrió este ancestral sitio del impacto utilizando instrumentos que perciben anomalías gravitatorias y magnéticas. Un estudio a profundidad de varias características geológicas a través del hemisferio occidental ha revelado los tremendos detalles del impacto. La fuerza de la colisión hizo llover, inicialmente, rocas derretidas y escombros por todo el mundo, los cuales re-entraron a la atmósfera y se calentaron a unas temperaturas de 260 a 480ºC, matando a la mayoría de la vida animal en el lapso de horas o días. La vida de plantas y pequeñas criaturas que pudo haber sobrevivido al impacto inicial murió a medida que los minerales vaporizados y lanzados a la atmósfera superior tardaron meses y hasta años en volverse a sedimentar, creando un invierno permanente que sumergió todo el ecosistema en un congelamiento del cual muy pocas especies pudieron surgir. Los dinosaurios nunca tuvieron su oportunidad. Muchos astrónomos minimizan la amenaza de semejantes eventos y estadísticamente están en lo correcto. De acuerdo con David Morrison tenemos una oportunidad en 20,000 de que semejante evento ocurra durante nuestras vidas y a medida que nuestra capacidad tecnológica crece para descubrir y manejar semejantes situaciones, así mismo aumentan las posibilidades de evitar este tipo de Apocalipsis. Sin embargo, el debate científico actual respecto a proteger a la Tierra de semejantes impactos es el último punto dentro de la larga y violenta historia de nuestro planeta. Morrison recomienda que simplemente continuemos con nuestras vidas diarias con la aceptación fatídica y la aceptación de semejantes hechos. Conclusión Tenemos que aceptar la naturaleza apocalíptica de algunos eventos que le han sucedido a la Tierra en tiempos pasados y que podrían amenazarnos en el futuro. A medida que esta amenaza se percibe, el ser humano está en la encrucijada de su evolución. Por primera vez en la historia, una especie ha surgido en este planeta que tiene la capacidad tecnológica para poder postergar esta amenaza y aún eliminarla de la conciencia colectiva. Si esto es así, entonces la Tierra continuará su paso en la historia de la vida y quizá el Apocalipsis vendrá por medidas imprevistas mientras continua la evolución humana. Sin embargo, semejante forma de Apocalipsis apenas y sí sería catastrófica, pero solo ocasionaría cambios mínimos por espacios cortos de tiempo. Cualquiera que sea el caso, Apocalipsis y catastrofismo en sus diferentes maneras, serán siempre una parte del estudio cosmológico y astronómico ya que generan esperanzas respecto del mundo universal que habitamos. En el análisis final, continuamos estando inspirados y asombrados por los procesos físicos que forman nuestro universo y nos damos cuenta, a pesar de nuestra propia auto-importancia que nos hemos dado, de que solo somos una parte muy pequeña del cosmos que interactúa con la humanidad de manera que los ancestros nunca hubiesen imaginado.

IDENTIFICAN ASTEROIDE QUE POSIBLEMENTE BARRIÓ CON LOS DINOSAURIOS


El choque de dos asteroides hace 160 millones de años es el posible origen del cuerpo impactante del K/T.

(5 Septiembre, 2007 - SWRI - CA) Una investigación del Southwest Research Institute (SWRI) de Boulder, Colorado, Estados Unidos, llevada a cabo por los doctores William F. Bottke, David Vokrouhlicky y David Nesvorny, sugiere que el origen del asteroide causante del impacto que habría barrido con los dinosaurios y otras formas de vida en la Tierra, permitiendo el ascenso de los mamíferos, hace 65 millones de años atrás, puede ser rastreada hasta un choque ocurrido en el Cinturón de Asteroides hace 160 millones de años.
Modelizaciones de computador muestran que el objeto progenitor del asteroide (298) Baptistina, que tuvo unos 170 kilómetros de diámetro con características similares a los meteoritos carbonaceos condritos, fue impactado hace 160 millones de años por otro asteroide de unos 60 kilómetros.
Este impacto produjo lo que hoy se conoce como la "familia de asteroides Baptistina", un grupo de fragmentos de asteroides con órbitas similares. La familia contaba originalmente con unos 300 objetos mayores de 10 kilómetros y 140 000 cuerpos mayores de 1 kilómetro.
Luego del evento disruptor, los fragmentos recién creados comenzaron a migrar lentamente en el espacio debido a fuerzas termales producidas al absorber luz solar y reemitirla al espacio como calor.
Con el tiempo este dispersión gradual permitió que aproximadamente un 20 por ciento de los fragmentos de varios kilómetros derivaran a la "superautopista dinámica" más cercana, donde sus órbitas fueron modificadas lo suficiente como para escapar del Cinturón de Asteroides. Eventualmente estos fragmentos cayeron a órbitas que cruzaban el paso de la Tierra. Cerca de un 2 por ciento de estos exiliados del Cinturón de Asteroides cayeron a la Tierra, mientras que una fracción menor impactó con la Luna.
Es posible que un fragmento mayor de este evento creara el cráter de impacto Tycho de la Luna, con 85 kilómetros, hace unos 108 millones de años atrás.
Pero es aún más probable que un fragmento aún mayor nacido de la catástrofe de Baptistina creara el cráter de 180 kilómetros Chicxulub frente a la costa de Yucatán hace 65 millones de años atrás. El impacto que produjo este cráter ha sido vinculado con la extinción masiva de los dinosaurios.

martes, 16 de octubre de 2007

EXPLOSIÓN II – ANTIMICROBIANOS, VIRUS, GENÉTICA Y OTROS

Autor: Christian TRIGOSO
En el campo de los fármacos antibacterianos, no podemos olvidar que Pablo Ehrlich inició la era de la quimioterapia al encontrar después de sucesivos experimentos, el “606” salvarsán (bala mágica) primer fármaco utilizado contra la enfermedad del sueño y posteriormente utilizado contra la sífilis, le corresponde pues a Ehrlich además el acuñar el termino quimioterapia.

Posteriormente G. Domagk descubre el rojo de prontosil en 1932, principio activo contra bacterias en el hospedador pero no así in vitro. Los Trefouel descubren que la actividad antibacteriana depende de la conversión en sulfanilamida en el organismo del hospedador, finalmente el mecanismo de acción es desentrañado por D. Woods (inhibición competitiva con el ácido p-aminobenzoico)

W. Roberts describió en 1874 las prioridades antibióticas de algunos cultivos de hongos contra las bacterias.

Sin embargo es A. Fleming quien encuentra la penicilina a través de una contaminación afortunada de sus medios de cultivo en el año 1929, hecho que fue aprovechado por este investigador intuyendo genialmente los resultados de esta actividad antibacteriana por parte de los hongos (Penicillium notatum), no hay que olvidar que este bacteriólogo también fue un pionero en el descubrimiento y estudio de las propiedades de la lisozima.

La aplicación práctica de este antibiótico la harán Chain y Florey en 1942. Waksman en el año 1949 descubre la estreptomicina, Duggar la aureomicina, Burkholder la cloromicetina, Meneley la bacitracina, de aquí en adelante se procederá a buscar y encontrar un número bastante grande de antibióticos, tarea que aún hoy en la actualidad continúa, habiéndose cambiado los protocolos para buscar por síntesis química nuevos antimicrobianos, o por productos derivados del propio sistema orgánico humano.

En el terreno de la genética bacteriana después de la Teoría de la Mutación (H. De Vries) en que se propone una nueva perspectiva en la biología y el trabajo de Morgan en el que expone su Teoría de los Genes en el año 1926; son reconocidos los trabajos de Griffith (1928) quien descubre el fenómeno de la transformación de los neumococos. Lederberg, Beadle y Tatum (mecanismos de intercambio del material genético bacteriano).

Luria y Delbrück (1943) trabajan buscando mutaciones espontáneas en bacterias aisladas y que además interactúen con fagos, situación que permite a Avery, McLeod y McCarty en el año 1944 demostrar que en el fenómeno de la transformación es el ADN el que transporta la información genética.

Chargaff demuestra la transmisión genética a través del ADN en el modelo de Escherichia coli (1949).

Más adelante y gracias a los trabajos de Wilkins y Franklin - la famosa fotografía nº 51 - (Difracción por rayos X del ADN), finalmente Watson y Crick encuentran la doble hélice de este ácido, permitiendo la consolidación de la genética como una ciencia progresista y pujante, aunque es necesario recalcar que la Regla de Chargaff fue importante para lograr este hecho (La cantidad de citosina es igual a la de guanina y la de adenina igual a la de timidina).

Monod (crecimiento bacteriano) junto a Jacob crean la teoría de la regulación genética y el ARN mensajero, F.D´. Herelle (bacteriófagos).

En 1959 se otorgó el Premio Nobel a Severo Ochoa y A. Kornberg por sus estudios sobre síntesis biológica del ARN y ADN.

Los virus son descubiertos por D. Iwanovski en el año 1892, al estudiar en el Jardín Botánico “Nikitski” la enfermedad llamada Mosaico del Tabaco. En 1898 Beijerinck confirma estos trabajos y así empezará la ola de descubrimientos en esta nueva disciplina.

El invento del microscopio electrónico en la década de los treinta por Knoll y Ruska, permitió desarrollar esta joven ciencia con una rápida sucesión de hechos.

Loeffler y Frosch (virus de la fiebre aftosa), Reed, Lazear, Carroll, Agramonte y Finlay (virus de la fiebre amarilla), Landsteiner y Popper (virus de la poliomielitis), Plotz (virus del sarampión), Andrews y Francis (virus influenza), Stanley (cristalización de los virus), F. Twort (virus bacterianos). A.Lwoff (1950) aclaró los estados líticos y lisogénicos de los fagos. Goodpasture en 1931 describió por primera vez el método de cultivo viral en embrión de pollo. En el campo de los cultivos virales en células de mamíferos son importantes los trabajos de R. Dulbecco.

Buist en 1887 observó por primera vez las inclusiones celulares y los cuerpos elementales de la viruela y la vaccinia. Negri observa en 1903 las inclusiones de la rabia en el sistema nervioso central.

En la relación a los oncovirus es importante el trabajo desarrollado en el año 1911 por P. Rous al detectar la asociación viral con el sarcoma aviar, y en la década de los sesenta Trentin logro la inducción de tumores en ratones por adenovirus. Al igual que los estudios de Melnick en relación a los papovavirus.

En el inicio de la década de los sesenta se produce el descubrimiento de la transcriptasa reversa por Temin y Baltimore.

Y así sucesivamente hasta nuestros días, donde la virología se constituye en una disciplina extensa y prácticamente independiente que obtuvo en la década de los ochenta de este siglo un triunfo espectacular al encontrar en no mas de tres años la etiología del Síndrome de Inmunodeficiencia adquirida, a partir de las primeras notificaciones clínicas de esta entidad patológica (Barré Sinoussi, Montagnier y Chermann).

Sin embargo es necesario referirnos a unidades moleculares subvirales capaces de transmitir enfermedades y que fueron detectadas en este último tiempo. T. Diener encontró en vegetales moléculas de ARN desnudo a las que llamó viroides (1967). Prusiner detectó moléculas proteícas desprovistas de material genético y que son capaces de provocar patologías sobre todo localizadas en el sistema nervioso central (enfermedad de las vacas locas, etc.) a las que bautizó como priones (1981).

EXPLOSIÓN I – BACTERIAS, INMUNOLOGÍA, VACUNAS Y SUEROTERAPIA

Autor: Christian TRIGOSO
Posteriormente los discípulos y colaboradores de Roberto Koch descubrirán entre otros a los agentes etiológicos de la Difteria (Klebs y Loeffler), Fiebre Tifoidea (Gaffky y Eberth) y del Tétanos (Nicolaier y Kitasato).

A esta pléyade se une otra no menos famosa y formidable. Rosenbach (estafilococos, estreptococos), Bumm y Neisser (gonococo), Escherich (bacilo coli), Fraenkel (neumococo), Weichselbaum (meningococo), Bruce (Brucella melitensis), Kitasato y Yersin (Yersinia pestis), A. Hansen (bacilo de la lepra), Salmón y Gaertner (salmonelosis), Carter (sodoku), Shiga (bacilo de la disentería), Teobaldo Smith (Fiebre de Texas del Granado), Winogradsky (Bacterias nitrificantes), Beijerinck (aisla en cultivo puro bacterias fijadoras de nitrógeno), Schaudinn y Hoffman (Treponema pallidum).

Obermeier (Borrelia recurrentis), Israel (Actinomyces bovis) Pfeiffer (Haemophilus influenzae), Welch (Clostridium perfringens), Flexner (Shigella flexnerii), Bordet (Bordetella pertussis), McCoy (Francisella tularensis), Ricketts (Rickettsia rickettsiae), Wolbach (Rickettsia typhi), Noguchi (leptospiras).

En el terreno de la epidemiología, una disciplina tan ligada a la microbiología, si bien desde la antigüedad se aplicaban conceptos prácticos aplicados al estudio y control de enfermedades, son reconocidos por su metodología científica, los trabajos pioneros de Peter Panum que investigó una epidemia de sarampión en las Islas Faroe y describió el curso epidémico en la población (1847). John Snow que investigó un brote de cólera (1854) demostrando que todos los individuos infectados habían ingerido agua de una fuente contaminada por un baño cercano, y William Budd quien escribió la diseminación de la Fiebre Tifoidea rural, demostrando que se ejecutaba a través de aguas contaminadas.

En lo que respecta a la inmunología, ya el historiador Tucídides en el cuarto siglo antes de Cristo narra que durante la guerra del Peloponeso, solo los soldados que habían sobrevivido a una epidemia que se presentara, podían atender a los posteriormente aquejados, en la seguridad de que no podrían enfermar. Y Aristóteles daba instrucciones a Alejandro Magno para que su ejército hirviera y enterrara sus excrementos.

En el año 1796 Eduardo Jenner demostró que la inoculación con agentes de la viruela de los vacunos (vaccinia) inmunizaba contra la infección por la viruela natural, esta demostración fue tan importante como espectacular pues yendo en contra de las autoridades y pobladores de Gloucestershire, se dispuso a inocular al niño Phipps con material proveniente de las pústulas de Sarah Nelmes, sabiendo que si fallaba no sólo la vida del niño sino también la suya corrían peligro.

Semanas mas tarde le inyectó al niño con pus de pústulas de un enfermo de viruela comprobando que no desarrollaba la enfermedad, en 1798 dio a conocer sus resultados (“ An inquiry into the causes and effects of the variolae vaccínea…)

Lady Mary Wortley Montagu, esposa de un diplomático ingles destinado en Constantinopla ya explicó en Londres como en el oriente se utilizaba el método de la variolización a fin de salvar a las esclavas mas bellas de las terribles secuelas de la viruela.

Con los trabajos de Pasteur en el área de las vacunas (nombre acuñado por Pasteur en honor a Jenner) y con el descubrimiento de la inmunidad celular por parte de E. Metchnikoff (1845 – 1916) se allanó el camino en la investigación inmunológica ya que a partir de su teoría de los fagocitos explicó como en erizos de mar y pulgas de agua ha observado que estas células podían encargarse de eliminar microorganismos patógenos, llevando luego estos trabajos al terreno de los leucocitos en animales y el hombre.

Emil von Behring y Shibasaburo Kitasato descubrieron la sueroterapia, dándole aplicación practica Emile Roux (sueroterapia contra la difteria).

Pablo Ehrlich (1854 – 1915) es un hito en el estudio de esta disciplina pues descubre los fenómenos de la inmunidad humoral (anticuerpos y modelos de cadenas laterales), otorgándole un rango importante a los anticuerpos y su reacción con los antígenos, “impuso la aristocracia de los anticuerpos frente a la democracia de las células”. Reafirmándolos y sustentándolos Jules Bordet quien descubrió también los fenómenos de la alexina (mas tarde se aceptará el nombre de complemento propuesto por el propio Ehrlich.).

En 1897 se visualiza por primera vez una reacción antígeno – anticuerpo, a través del enturbiamiento de un filtrado bacteriano al mezclarlo con un suero inmune específico, y es R. Graus el que habrá de ser el que realice este trabajo.

También Jules Bordet en el año 1901 ha de elaborar el primer sistema de detección de anticuerpos a través de la Fijación del Complemento.

Nutall, Buchner y Pfeiffer realizaron también importantes contribuciones en este terreno.

La unión de las dos teorías se debe a los trabajos de A. Wrigtht Y S. Douglas, quienes descubrieron en el año 1904 las opsoninas, proteínas presentes en el suero de animales inmunizados y que al unirse a las superficies bacterianas, incrementan la capacidad fagocítica de los leucocitos.

Richet y Portier (1902) descubren la anafilaxia al igual que Arthus (1903), y Karl Landsteiner en el año 1942 descubre los haptenos.

En el año 1939 Tiselius advierte que los anticuerpos constituyen la fracción gamma globulínica del suero.

En 1959 Porter y Edelman definen la estructura de los anticuerpos.

En el terreno de las vacunas y los toxoides, más allá de las contribuciones de Pasteur - fundamentales por cierto – se lograron toxoides bacterianos inmunogénicos como el toxoide tetánico (Eisler y Lowenstein, 1915), toxoide diftérico (Glenny, 1921.) En 1922 Calmette y Guérin desarrollan la vacuna contra la tuberculosis a partir de una cepa atenuada de Mycobacterium bovis conocida mas adelante como BCG. Jonás Salk iniciará la erradicación de la poliomielitis al encontrar la primera vacuna contra este virus (1954) y Sabin preparará la vacuna de administración oral contra este mismo virus.

En el terreno referido a la formación de anticuerpos, sin duda alguna el trabajo de M. Burnet al establecer su Teoría de Selección Clonal abre el camino para estos estudios, en este ultimo tiempo N. Jerne ha mejorado la selección clonal, proponiendo inclusive un modelo de regulación inmune conocido como Teoría de la Redes Idiotípicas, igualmente otro avance espectacular fue el de lograr los anticuerpo monoclonales a través de la preparación de hibrodromas por C. Milstein y G. Kohler en el año 1975. S. Tonegawa es quien se encargará de explicar los procesos de reorganización genética responsables de la expresión de los genes.