jueves, 7 de enero de 2021
RESISTENCIA ANTIMICROBIANA: HECHOS Y CIFRAS
Por Inga Vesper
Si no se atiende, la resistencia antimicrobiana podría ser más mortal que la diabetes, la tuberculosis y el VIH/sida combinados, dice Inga Vesper.
¿Cuál cree que es la enfermedad más peligrosa del planeta? Las cardiopatías, los problemas respiratorios y la tuberculosis persiguen a los ciudadanos de países en desarrollo. Pero mientras que el tratamiento para estas enfermedades es cada vez más accesible – lo cual resulta en menos mortalidad en las tres enfermedades – hay otra amenaza, menos conocida, que cada año se hace más fuerte.
Hoy en día, más de 700.000 personas en el mundo mueren anualmente por enfermedades causadas por bacterias que han desarrollado resistencia antimicrobiana (RAM). La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que si la tendencia actual continúa, al 2050 este problema podría matar a 10 millones de personas cada año, haciendo que la RAM sea aún más peligrosa que la diabetes, la tuberculosis y el VIH/SIDA juntos.
Este problema afectará a los países en desarrollo de modo particularmente fuerte. Las infecciones pueden ser contraídas por cualquiera, en cualquier lugar, simplemente por estar expuestos a bacterias peligrosas. Pero aquellos con una salud menos confiable, el agua más contaminada y el peor acceso a intervenciones médicas simples, tales como toallas antibióticas, llevarán el mayor peso.
Estas no son solo proyecciones extremas. Alrededor de 200.000 neonatos mueren cada año porque contraen infecciones a las cuales las medicinas simplemente no responden. La investigación en esta área es desigual, pero de acuerdo con la OMS, alrededor de cuarenta por ciento de las infecciones contraídas por bebés recién nacidos resisten a los tratamientos disponibles. La vasta mayoría de las muertes resultantes ocurre en países en desarrollo.
El costo económico de RAM
Sobrevivir a una infección resistente a los antibióticos también tiene sus costos. Si no hay un tratamiento inmediato disponible, los pacientes podrían intentar usar medicinas alternativas con la esperanza de que su infección responda. En lugar de usar una dosis de antibióticos, se podrían necesitar incluso dos, tres o cuatro, lo cual significa que se adicionan presiones financieras sobre los pacientes, sus familias y los sistemas de salud locales. Estos costos adicionales podrían alcanzar un billón de dólares para el año 2050, advierte el Banco Mundial.
Por esto, el Banco Mundial estima que los países de bajos ingresos podrían perder hasta un cinco por ciento de su producto interno bruto en el mismo período de tiempo – conduciendo a un impacto financiero por resistencia antimicrobiana peor que aquel de la crisis financiera del 2008. Más de 25 millones de personas en las naciones más pobres podrían ser llevadas hacia la pobreza extrema, dijo el Banco en un destacado reporte del 2016.
Considerando estos altos costos, el desembolso financiero requerido para combatir la resistencia antibiótica parece pequeña. Kevin Outterson, investigador en leyes de la Universidad de Boston, estima que el total de costos por erradicar la resistencia antimicrobiana podría ser de $10 mil millones. Esto es tanto dinero como al que los estados miembros de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se comprometen cada año para el Fondo Verde del Clima.
¿Qué está causando la resistencia?
¿Qué es lo que frena el progreso para enfrentar esta crisis global? Antes que nada, la resistencia antimicrobiana es un problema complejo. Las bacterias evolucionan constantemente, y es difícil rastrear cuáles se han vuelto resistentes. Entre las más peligrosas se encuentran Staphylococcus aureus, también conocida como SAMR (estafilococo resistente a la meticilina) hospitalaria; Neisseria gonorrhoeae, que causa la enfermedad de transmisión sexual gonorrea, y E. coli, que causa enfermedades diarréicas.
Lamentablemente, los países en desarrollo son tanto causa del problema como víctimas del mismo. Para ser efectivos, los medicamentos antibióticos deben ser tomados regularmente y durante un ciclo completo, que usualmente va desde una a seis semanas. Pero en lugares donde los medicamentos son costosos o bien no están disponibles a tiempo, muchos pacientes interrumpen estos ciclos cuando se sienten mejor, y conservan el resto de las pastillas para un uso posterior.
La prescripción excesiva también es un problema. En áreas en donde las enfermedades bacterianas tales como diarrea e infecciones de garganta son comunes, los médicos a menudo prescriben antibióticos sin un diagnóstico adecuado, o como precaución, provocando un uso excesivo.
Adicionalmente, el uso profiláctico de antibióticos es normal en animales de granja. Mientras que la Unión Europea prohibió algunos antibióticos en la crianza de ganado en 1997 y 1999, su uso para mantener la salud del ganado en los países en desarrollo permanece sin disminuirse.
¿Qué se está haciendo?
Para empeorar las cosas, es costoso desarrollar nuevos antibióticos – solo los costos de I+D pueden alcanzar fácilmente los $300 millones por medicamento, a los cuales una compañía debe agregar otros $3-4 millones para asumir tasas de aprobación, de acuerdo con una revisión en RAM encargada por el Reino Unido en 2015. Sin embargo, debido a las estrictas regulaciones internacionales, el costo de las medicinas se mantiene bajo, lo cual hace de su desarrollo un proceso menos rentable y por lo tanto menos atractivo para las compañías farmacéuticas.
Por suerte, los gobiernos, las compañías y los cuerpos internacionales están cada vez más atentos a la necesidad de actuar sobre la resistencia antimicrobiana. En el 2016, más de 100 compañías se unieron para conformar la Alianza Industrial RAM. Presentaron un informe acerca de los problemas relacionados con el costo de la resistencia antimicrobiana en el Foro Económico Mundial en Davos. En su declaración, las compañías dijeron que ya estaban invirtiendo cerca de $2 mil millones por año en el desarrollo de nuevos medicamentos antibióticos. Sin embargo, también hicieron un llamado a los gobiernos para ayudar a financiar la investigación económicamente riesgosa, y hacer frente a problemas tales como la prescripción excesiva y el uso inapropiado, a través de mejores regulaciones.
Mientras que un mejor control del uso de antibióticos es crucial para reducir la resistencia antimicrobiana, los expertos enfatizan que el acceso a estos medicamentos debe ser ampliado, en lugar de restringirlo. Cerca de seis millones de personas en el mundo en desarrollo mueren cada año de septicemias pues no tienen acceso a los medicamentos antibióticos – diez veces más que los que mueren por bacterias resistentes a los antibióticos.
El antibiótico más famoso – y el más ampliamente usado –, la penicilina, fue descubierto en 1928 por Alexander Fleming. Consciente de que millones de vidas se podrían salvar con él, Fleming donó la fórmula al mundo, de forma gratuita. Ahora, cerca de 100 años después, el desafío es cómo preservar este regalo, para salvar millones de vidas más.
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