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miércoles, 8 de enero de 2020

MOLÉCULAS DE HACE 2 MILLONES DE AÑOS APORTAN MÁS DATOS DE LA EVOLUCIÓN HUMANA

CIENCIA
13/11/2019
EFE - BARCELONA

La recuperación de moléculas del molar de un gran simio que vivió en Asia hace dos millones de años ha permitido clasificar al Gigantopithecus, un género extinto de primates hominoideos de gran tamaño, en la cadena de la evolución del linaje humano.

Investigadores del Instituto de Biología Evolutiva (IBE-CSI-UPF) de Barcelona y del Globe Institute de la Universidad de Copenhaguen ha logrado recuperar esta evidencia molecular de la evolución de los homínidos, la más antigua hasta ahora, y ha reconstruido múltiples proteínas procedentes del esmalte de un molar fósil de Gigantopithecus blacki.

El trabajo, que publicó hoy la revista Nature, ha sido posible gracias a una novedosa técnica que ha despejado una de las incógnitas que quedaba en la historia evolutiva más antigua de los homínidos. Según ha explicado el director del IBE, Tomàs Marquès-Bonet, se trata de la primera evidencia molecular que permite clarificar la evolución del linaje humano y de los grandes simios más allá de lo que permiten las técnicas de ADN antiguo.

La técnica empleada, según Marquès-Bonet, también podría ser usada para analizar otros restos antiguos, que podrían arrojar más luz a la historia evolutiva y origen de los homínidos. En los últimos años, el análisis del ADN ha revolucionado la comprensión de la historia humana ya que el material genético conservado en fósiles de antepasados humanos ha permitido reconstruir los últimos 50.000 años de evolución de los homínidos.

Pero los restos fósiles humanos más antiguos con ADN conservado datan de hace 400.000 años, lo que dejaba un vacío en la historia evolutiva más antigua que la paleogenómica aún no había podido explicar.

Ahora, por primera vez, con la restitución de proteínas del molar de dos millones de años hallado en una cueva de China han podido clasificar en la historia evolutiva al Gigantopithecus blacki, un simio gigante de mas de tres metros de altura que habitó los bosques del sudeste asiático y se extinguió hace 300.000 años.

Según los investigadores, hasta ahora, lo que se sabía sobre esta especie es que era un herbívoro, pero con el análisis paleoproteómico han podido reconstruir la antiquísima historia evolutiva de este pariente lejano del hombre.

Los investigadores, que han contado con el apoyo de La Caixa y del Howard Hughes International Career, entre otros, han comparado el proteoma reconstruido del fósil con una base de datos de proteínas de homínidos conocidos y así clasificar la posición del Gigantopithecus en la historia evolutiva de los homínidos, resolviendo la duda de si perteneció o no al linaje humano.

"El análisis ha revelado que Gigantopithecus blacki pertenece al mismo clado que el orangután, su pariente vivo más cercano. Ambos divergieron en el Mioceno -hace más de 10 millones de años-, pero sin duda compartían un ancestro común", ha detallado Marquès-Bonet.

Gigantophitecus es un género extinto de primates hominoideos que vivió desde hace más de dos millones de años hasta hace 300.000 años en los bosques de los actuales China, India y Vietnam. Era un gran simio, de unos tres metros de alto y de hasta 500 kilos, es decir, dos veces tan voluminoso como un gorila actual.

Durante los años 30, sus muelas se vendieron en China como un remedio tradicional bajo el nombre de "dientes de dragón" y en 1935 el paleontólogo Ralph von Koenigswald identificó uno de estos y sugirió que era la pieza de un enorme primate al que llamó Gigantophitecus por primera vez.

Después, continuaron apareciendo dientes e incluso algunas mandíbulas fosilizadas, pero la historia evolutiva no pudo avanzar por la falta de técnicas genéticas y moleculares disponibles.

Se sabía que Gigantophitecus era herbívoro por los fósiles de plantas microscópicas encontrados en algunos dientes, y se cree que sus grandes dimensiones y sus necesidades alimenticias habrían precipitado su extinción en alguna de las glaciaciones durante el pleistoceno o era del hielo. Sin embargo, hasta ahora nada se sabía a ciencia cierta sobre el parentesco de este gran simio con el resto del linaje humano.