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jueves, 27 de febrero de 2020

EL ÉBOLA DEBERÍA PREOCUPARNOS MUCHO MÁS QUE EL CORONAVIRUS

Poco antes de terminar 2019, un investigador nos decía que era muy posible que en los próximos años surgiera una nueva epidemia vírica y, al poco tiempo, teníamos noticia de la aparición de la enfermedad causada por un nuevo coronavirus en la ciudad china de Wuhan. Hemos charlado con Raúl Rivas para saber más de este y de los nuevos virus que han surgido y seguirán surgiendo en los próximos años.

Raúl Rivas
Victoria González
14/02/2020

Hace dos meses, en Muy Interesante quisimos hablar con expertos de distintas disciplinas para saber qué nos va a deparar la ciencia en la década del 2020. Uno de los entrevistados fue Raúl Rivas, profesor e investigador en el Grupo de Interacciones Microbianas del Departamento de Microbiología y Genética de la Universidad de Salamanca, que en ese momento nos dijo lo siguiente: “es posible que aparezca alguna nueva epidemia, principalmente de origen vírico, esto es algo que tiene carácter cíclico y hace mucho que no pasa, pero sucederá: los virus se recombinan, aparecen nuevas estirpes y por tanto nuevas enfermedades”.

Apenas ha comenzado el año, y esa nueva estirpe de virus, en este caso un coronavirus que provoca la enfermedad Codvid-19, ya está con nosotros. Hemos querido volver a hablar con este investigador para saber un poco más del mismo.

Tu predicción sobre el surgimiento de una nueva epidemia vírica se ha cumplido casi nada más enunciarla…
Sí, resulta que cada diez años, aproximadamente, tenemos una nueva epidemia de algún virus respiratorio, que son los que generan más alarma social y tienen capacidad de propagarse más rápido. En 2003 fue el SARS, después vino el MERS en 2012 y ahora este coronavirus en 2020.

Me gustaría destacar también que esta ha sido la primera epidemia retransmitida a tiempo real, estamos informados al minuto de todo lo que hay, y esto también ha generado una mayor alarma, que desde mi punto de vista ha sido desmesurada. Hablamos de un virus muy contagioso, sí, pero los índices de mortalidad son relativamente bajos.

¿Cómo surge una nueva estirpe de virus?

Los virus nos necesitan, ya que no pueden reproducirse por sí mismos, y usan nuestra maquinaria celular para ello. Hay virus, como los de la hepatitis, que tienen la llave para entrar en células del hígado, y otros virus como la gripe utilizan las células pulmonares. Allí se produce el daño celular, que desencadena una cascada de citoquinas como respuesta del organismo y genera los síntomas como la fiebre.

Aunque puede haber recombinaciones genéticas entre diferentes virus, lo normal es que ocurran mutaciones puntuales, porque los virus tienen menos mecanismos para combatirlas. Estas mutaciones, en ocasiones, les permiten tener llaves diferentes y abrir células nuevas que pueden ser, incluso, de especies animales que no habían infectado hasta ese momento.

Esto ha sucedido desde siempre. Con la viruela pasó lo mismo, esta enfermedad no estaba con nosotros desde que surgimos como especie sino que apareció en un momento dado, que se estima hace unos cuantos miles de años. Ahora la hemos conseguido erradicar, y con muchos otros virus pasará lo mismo.

Muchos de los virus están en especies de animales silvestres con las que estamos en contacto continuo. Puede suceder que algunos de estos virus, que están mutando continuamente, encuentren esas nuevas puertas de entrada. No es que se adapten inmediatamente al ser humano, normalmente utilizan pasos intermedios que suelen ser otros mamíferos afines a nosotros.

Es el caso de estos nuevos coronavirus: en la mayoría el reservorio principal son murciélagos. Y es que los murciélagos son reservorios de multitud de virus, como por ejemplo el ébola. Se habla muy poco el ébola, pero en realidad el problema que hay en África con esta enfermedad debería preocuparnos mucho más.

¿En qué condiciones se favorece ese salto de la enfermedad al hombre?

China reúne las condiciones ideales para ello: hablamos de una una elevada densidad de población que está en contacto continuo con animales salvajes, porque tienen mercados de animales vivos. Estos mercados, a su vez, también están masificados, incluyendo a los viajeros que van a visitar estas atracciones turísticas.

Esos animales vivos son los que al final trasmiten la enfermedad, en el caso del SARS eran las civetas, en el caso del MERS fue en Oriente Medio con los dromedarios y ahora en el caso del coronavirus todo parece indicar que es el pangolín, que se consume en algunas partes de China y en otras se usan sus escamas con fines medicinales. Aunque se ha prohibido tajantemente su comercio, sigue habiendo un mercado negro, con lo cual la transmisión puede continuar: porque estamos hablando de ciudades inmensas de veinte o cuarenta millones de habitantes.

También hay que tener en cuenta que las condiciones sanitarias e higiénicas de esos mercados no son las de los mercados europeos y los controles no son los mismos. Hay muchas teorías conspiranoicas que dicen que el coronavirus sería algo que están manipulando, un arma biológica que se ha escapado… bueno, podría ser, pero es muy retorcido. Y hay que ser muy torpe para que se te escape un virus así. Estamos hablando de un proceso natural que ha ocurrido y ocurrirá siempre.

Entonces, sabemos que van a seguir surgiendo nuevos virus pero, ¿hay alguna manera de prevenir nuevos brotes o de adelantarse a ellos?
Para empezar, hay que controlar mejor el comercio y consumo de animales salvajes. Por otro lado, ha habido un primer intento de adelantarse al brote de la mano de la inteligencia artificial. Una empresa desarrolló un programa que, detectando las noticias que surgían de enfermedades desconocidas y usando otros datos como la sintomatología, predijo lo que estaba pasando y cómo se iba a propagar.

El programa dijo que podía ser una enfermedad respiratoria nueva y que podía tratarse de un virus, localizó todos los vuelos que podían salir de la ciudad en función de los turistas y acertó en qué países iba a aparecer la enfermedad fuera de China.

La inteligencia artificial nos puede ayudar a saber dónde puede aparecer un foco y cómo se va a propagar. Pero eliminar estos virus, o hacer que no vuelva a aparecer ninguno, eso yo diría que hoy por hoy es imposible. Los virus son muy variados, van a seguir mutando, muchos de ellos están en animales silvestres que son incontrolables… es complicado. ¿Cómo evitas que alguien cace un animal y lo ponga a la venta en un país masificado como China o India?



Quizás eso sea importante resaltarlo, ¿no? Da miedo que de repente esto se convierta en una cruzada contra los animales salvajes…
Sí, hay gente muy extremista que puede pensar que la solución es erradicar a los murciélagos, por ejemplo. Los murciélagos son un eslabón crucial de los ecosistemas, también son grandes consumidores de insectos que, a su vez, son vectores de muchas enfermedades que nos afectan. Así que dejemos a los murciélagos tranquilos.

Ahora bien, lo que hay que tener cuidado es al manipular animales silvestres. Si nos encontramos con animales silvestres muertos, por ejemplo, lo mejor es avisar a las autoridades competentes. Hay que ser prudente, también cuando viajamos a países en los que sabemos que las condiciones higiénicas en los mercados no están tan controladas, hay que tener precaución con lo que comemos.

Hay otras medidas de prevención que se pueden tomar a nivel individual, y son las mismas que tomamos para protegernos del contagio de otras enfermedades como la gripe, por ejemplo lavarnos bien las manos y con relativa frecuencia. O taparnos la boca con la parte interior del codo al toser, porque así evitamos tener los virus en la mano y trasmitirlos más fácilmente a otras personas.

¿Cómo de complejo es encontrar una vacuna para el coronavirus y cuánto se pueden acelerar los ensayos?

La Organización Mundial de la Salud en estos casos intenta agilizar el proceso y ya ha indicado que puede que haya una vacuna inicial en un periodo de seis o siete meses, pero el problema es que esa vacuna protegerá frente a este tipo de virus, no frente a otros.

Es lo que pasa con la gripe, que muta muy fácilmente y cuando nos inoculamos la vacuna, esta nos inmuniza frente a los virus que la causaban el año pasado. Si el virus ha mutado mucho, la vacuna nos protege menos.

Hay que tener en cuenta también que los coronavirus son mucho más frecuentes de lo que nos podamos pensar, de hecho los principales responsables del resfriado común son coronavirus y rinovirus. Tienen mucha plasticidad genética, gracias a ella a veces se convierten en formas más agresivas y de otras de estas formas igual ni nos enteramos. Muchas afectan solo a grupos de población de riesgo, por tener edad avanzada o padecer otras enfermedades. En personas sanas muchos de estos virus pasan desapercibidos porque generan síntomas más leves.