James Gallagher (Presentador de "El Segundo Genoma", BBC Radio 4)
25 abril 2018
Si hay algo que nos hace humanos, son nuestras mentes, pensamientos y emociones.
Sin embargo, está surgiendo una nueva y controvertida teoría que sostiene que las bacterias intestinales alteran de forma invisible nuestro cerebro.
La ciencia está buscando entender cómo los trillones de microbios que viven en nuestro interior y exterior —nuestro microbioma— afectan nuestra salud física.
Y ahora incluso condiciones como la depresión, el autismo y las enfermedades neurodegenerativas están siendo vinculadas con estas pequeñas criaturas.
Hemos sabido durante siglos que la manera en que nos sentimos afecta nuestro intestino —solo piensa en lo que sucede antes de un examen o una entrevista de trabajo— pero ahora se está viendo esto como un camino de doble sentido.
Grupos de investigadores creen que están en la cúspide de una revolución que utiliza "microbios de estado de ánimo" o "psicobióticos" para mejorar la salud mental.La investigación que dio pie al concepto se realizó en la Universidad de Kyushu, en Japón.
Los científicos demostraron que los ratones "libres de gérmenes" —aquellos que nunca entraron en contacto con microbios— generaban el doble de hormona del estrés cuando estaban angustiados que los ratones normales.
Los animales eran idénticos con excepción de sus microbios. Fue un fuerte indicio de que la diferencia fue el resultado de sus microorganismos.
"Todos los neurocientíficos que estudiamos los microbios nos remontamos a aquel primer artículo", dice la doctora Jane Foster, neuropsiquiatra de la Universidad McMaster en Canadá.
"Realmente fue muy poderoso para aquellos de nosotros que estábamos estudiando la depresión y la ansiedad".
Fue el primer indicio de medicina microbiana en la salud mental.
Cómo las bacterias podrían estar alterando tu mente.
El cerebro es el objeto más complejo del universo que conocemos, entonces, ¿cómo podría estar reaccionando a las bacterias en el intestino?
Una posible ruta es el nervio vago, es una autopista de información que conecta el cerebro y el intestino.
Las bacterias descomponen la fibra en la dieta transformándola en sustancias químicas llamadas ácidos grasos de cadena corta, que pueden tener efectos en todo el cuerpo.
El microbioma influye en el sistema inmune, que también ha sido implicado en trastornos cerebrales.
Incluso hay evidencia emergente de que las bacterias intestinales podrían estar usando diminutas tiras de código genético llamadas microARN para alterar cómo funciona el ADN en las células nerviosas.
Ahora hay mucha investigación que vincula a ratones libres de gérmenes con cambios en el comportamiento e incluso en la estructura del cerebro.
Pero la crianza completamente estéril de estas criaturas no se parece en nada al mundo real. Los humanos estamos constantemente en contacto con microbios en nuestro entorno, ninguno de nosotros está libre de gérmenes.
En el Hospital de la Universidad de Cork, en Irlanda, el profesor Ted Dinan intenta descubrir qué sucede con el microbioma de sus pacientes deprimidos. Por lo general, un microbioma saludable es un microbioma diverso, que contiene una amplia variedad de especies diferentes que viven por todo nuestro cuerpo.
El profesor Dinan explica: "Si comparas a alguien que está clínicamente deprimido con alguien que es saludable, hay menos diversidad de microbiota.
"No estoy sugiriendo que sea la única causa de la depresión, pero sí creo que para muchas personas sí juega un papel en la génesis de la depresión".
También argumenta que algunos estilos de vida que debilitan nuestras bacterias intestinales, como una dieta baja en fibra, pueden volvernos más vulnerables.
El microbioma
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Eres más microbio que humano: si cuentas todas las células de tu cuerpo, solo el 43% son humanas.
El resto es nuestro microbioma e incluye bacterias, virus, hongos y arqueas unicelulares.
El genoma humano —el conjunto completo de instrucciones genéticas para un ser humano— se compone de 20.000 instrucciones llamadas genes.
Pero si sumas todos los genes en nuestro microbioma la cifra alcanza entre dos millones y 20 millones de genes microbianos.
Se lo conoce como el segundo genoma y está vinculado a enfermedades que incluyen la alergia, la obesidad, la enfermedad inflamatoria del intestino, el Parkinson, la depresión y el autismo. Puede incluso determinar si funcionan las drogas para el cáncer.
Es un concepto intrigante: que un desequilibrio en el microbioma intestinal podría estar relacionado con la depresión.
Así que los científicos del centro APC Microbiome, de la University College Cork, comenzaron a trasplantar el microbioma de pacientes deprimidos a animales. Lo que hallaron fue que si se transfiere la bacteria, también se transfiere el comportamiento.
El profesor John Cryan dijo a la BBC: "Nos sorprendió mucho que pudiéramos, simplemente tomando muestras de microbioma, reproducir muchas de las características de un individuo deprimido en una rata".
Esto incluyó la "anhedonia", la forma en que la depresión puede llevar a que las personas pierdan interés en lo que normalmente les resulta placentero.
En las ratas, esto se vio en la forma de agua azucarada, que normalmente consumen de manera obsesiva. Sin embargo "cuando se les dio el microbioma de un individuo deprimido, ya no les importaba", dice el profesor Cryan.
Parkinson
Evidencia similar —que conecta el microbioma con el intestino y el cerebro— está emergiendo en relación a la enfermedad de Parkinson.
Es claramente un trastorno cerebral. Los pacientes pierden el control sobre sus músculos a medida que las células cerebrales mueren y esto lleva al temblor que caracteriza la enfermedad.
Pero el profesor Sarkis Mazmanian, un microbiólogo médico del Instituto de Tecnología de California (Caltech), en Estados Unidos, postula que las bacterias intestinales están involucradas.
"Los neurocientíficos clásicos considerarían una herejía pensar que puedes entender los eventos en el cerebro investigando el intestino", dice.
Él ha encontrado diferencias "muy poderosas" entre los microbiomas de personas con Parkinson y aquellos sin la enfermedad.
Los estudios en animales, genéticamente modificados para desarrollar Parkinson, mostraron que las bacterias intestinales eran necesarias para que la enfermedad emergiera.
Y cuando se trasplantaron las heces de los pacientes con Parkinson a esos ratones desarrollaron síntomas "mucho peores" que si recibían heces procedentes de un individuo sano.
El profesor Mazmanian dijo a la BBC: "Los cambios en el microbioma parecen estar impulsando los síntomas motores, parecen ser causales de esos síntomas".
"Estamos muy entusiasmados con esto porque nos permite apuntar al microbioma como una vía para nuevas terapias".
La evidencia que une al microbioma y al cerebro es tan fascinante como incipiente.
Pero los pioneros en este campo ven en el horizonte una perspectiva emocionante: una forma completamente nueva de influir en nuestra salud y bienestar.
Si los microbios influyen en nuestros cerebros entonces tal vez podamos mejorar nuestros microbios.
¿Puede la alteración de las bacterias en las entrañas de los pacientes de Parkinson cambiar el curso de su enfermedad?
Se habla de que los psiquiatras prescriban microbios del estado de ánimo o "psicobióticos" —en esencia un cóctel probiótico de bacterias saludables— para mejorar nuestra salud mental.
La doctora Kirsten Tillisch de la Universidad de California, en Los Ángeles, me dijo: "Si cambiamos las bacterias, ¿podemos cambiar la forma en que respondemos a ellas?"
Pero ella afirma que necesitamos estudios mucho más amplios que realmente investiguen qué especies, e incluso qué subespecies, de bacterias pueden estar ejerciendo un efecto sobre el cerebro y qué están produciendo en el intestino.
"Claramente hay conexiones y creo que nuestro entusiasmo y nuestra emoción se deben a que no hemos hallado buenos tratamientos", señaló la doctora Tillisch.
"Es muy emocionante pensar que hay un camino completamente nuevo que podemos investigar y podemos ayudar a las personas, incluso a prevenir enfermedades"..
Y esa es la idea más poderosa aquí.
El microbioma, nuestro segundo genoma, está abriendo una forma completamente nueva de hacer medicina y su función está siendo investigada en relación a casi todas las enfermedades que puedas imaginar, incluidas las alergias, el cáncer y la obesidad.
Me sorprendió lo maleable que es el segundo genoma y cómo eso está en marcado contraste con nuestro propio ADN.
La comida que comemos, las mascotas que tenemos, los medicamentos que tomamos, cómo nacemos... todo altera a nuestros habitantes microbianos.
Y si todo lo hacemos sin darnos cuenta, imagina el potencial de poder cambiar nuestro microbioma para mejor.
"Yo predigo que en los próximos cinco años cuando acuda a su médico para medirse el colesterol, etc., también evaluarán su microbioma", me dice el profesor Cryan.
"El microbioma es el futuro fundamental de la medicina personalizada".
Ilustraciones: Katie Horwich