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viernes, 12 de abril de 2013

HISTORIA DE LAS ENFERMEDADES VENEREAS VIII

Dr. Julio César Potenziani Bigelli
Individuo de Número de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina
Invitado de la Academia Nacional de Medicina
Hospital Privado Centro Médico de Caracas
Dra. Silvia D. Potenziani Pradella
Médico UCV- 2007

Gabbriele Falloppio (1523-1562) cirujano y anatomista italiano, en su libro “De preservatione a carie gallica” del año 1555 ideó una protección individual para el llamado “mal francés o sífilis” consistente en un corte de lino en forma de saco, a la medida del glande “ad mensuram glandis” empapado de mercurio, antecesor del moderno preservativo (1).

A mediados del siglo XVI la Iglesia católica propone la abstinencia sexual como argumento lógico para combatir la sífilis, la cual sin duda alguna, se había convertido en un problema de salud pública y los santos protectores asignados para la sifilis eran san Jacobo (santo patrón de la reconquista española y de España y de los Peregrinos) y san Dionisio, santo de los pecadores.
El papa Paolo IV, Juan Pedro Carafa (1476-1559) decretó la expulsión de las prostitutas de Roma y del Estado Pontificio. Pero como es natural, éste edicto levantó tan acaloradas protestas por el pueblo acostumbrado a las practicas con prostitutas, que tuvieron que buscar localidades del otro lado del rio Tiber (hoy en día la barriada de Trastevere), donde Carlos I de España tuvo que ‘tolerar’ la construcción de casas para tal fin, denominandose “casas de tolerancia”. Las prostitutas enfermas de sífilis eran aisladas y castigadas corporalmente antes y después de los tratamientos recibidos (1).


Giovanni Marinelli médico y filósofo italiano en 1563 publica en Venecia el primer Tratado de Ginecología-Obstetricia “Le medicine pertinenti alle infermitá delle donne”, donde menciona “aquellos pequeños fastidios que pueden inclusive ser motivo de rescisión matrimonial” como por ejemplo la incontinencia urinaria, la halitosis, la eyaculación precoz, la blenorragia, el satirismo y el priapismo.

William Cloves del Hospital San Bartolomé de Londres en 1585 afirmaba que uno de cada dos pacientes era sifilítico y creía que en 5 años había tratado a más de un millar de pacientes. Un factor fundamental en el aumento de la prevalencia e incidencia de la sífilis en la Inglaterra del siglo XVI fue que los jóvenes de las zonas rurales (que representaban el 80%) exentos del peligro de la sífilis y no promiscuos, se comenzaron a trasladar a las grandes ciudades, lo que se convertiría en la base fundamental del aumento de la incidencia y prevalencia de la sífilis (1),(10),(11)

El “Tratado de Urología” del Francisco Diaz (1527-1590), ‘Padre de la Urología española’ y cirujano del rey Felipe II, menciona en el ultimo de los libros el tratamiento de las almorranas, de la flema salada, y la ‘ninphea o crecimiento de carne en el pudendo de la mujer’ posiblemente refiriéndose a las verrugas virales genitales actualmente denominadas virus del papiloma humano.
El ‘cisorio’ instrumento precursor del moderno uretrotomo era similar a un catéter dentro del cual se introducía una ‘verga fina de plata’ con el que se iba cortando la carnosidad uretral (estrecheces o endurecimientos de la uretra), que él decía eran casi siempre ocasionados por la gonorrea o mal francés. Analiza en sus obras los procesos inflamatorios uretrales usualmente secundarios a enfermedades venéreas (1)

Ambrosio Paré (1510-1590) considerado uno de los Padres de la Cirugía publicó la mayoría de sus aportes urológicos en su libro titulado ‘Diez libros de Cirugía’ editado en 1575.
Las uretritis y la gonorrea fueron descritos en el libro denominado XIX como “Traictant de la Grosse Vérola dite maladie vénérienne”.
Decía en el capítulo I que la ‘Lues venerea’ era una ‘enfermedad generada por contacto sexual a través de una cópula con mala higiene y contagiados usualmente por una ulcera de los genitales y ulteriormente manifestada por pústulas de la cabeza u tras partes externas del cuerpo y finalmente infectando partes internas ocasionando dolores nocturnos crueles y tormentosos’.
En el capitulo XVI refería en su título: “Cómo la gonorrea difiere de la estranguria virulenta” y diferenciaba las dos entidades de la siguiente manera: ‘La gonorrea es una efusión involuntaria de esperma, originada de todo el cuerpo hacia los órganos genitales, debido a la perdida de retención de éstas estructuras’ .
Y seguía diciendo que ‘Esta enfermedad ocurre cuando una suave y pura parte de la sangre viscosa pero clara y sin olores indeseables toma su curso al tracto genital con una sensación agradable especialmente hacia la parte final del pene’. Por el contrario ‘la estranguria virulenta es una descarga maloliente, amarilla en ocasiones verdosa, o con pus hemorrágico como una materia no bien cocida, a menudo erosionando la uretra y causando erecciones dolorosas’. ‘La causa era un grueso y flatulento espíritu llenando y distendiendo la completa substancia porosa del pene’.
Refería que la gonorrea, posteriormente conocida en los siglos siguientes como espermatorrea no duraba mucho y no afectaba las condiciones generales del paciente.
En cambio la estranguria virulenta duraba en el tiempo y afectaba las condiciones generales, perdiendo el paciente peso y condiciones con el desarrollo de la enfermedad.
La gonorrea o espermatorrea para nosotros tenía tres causas: replección excesiva, hambrunas excesivas y contagio por una copula de un hombre infectado o de una mujer infectada.
Para el tratamiento de la espermatorrea o gonorrea recomendaba ‘dieta exenta de alimentos que traigan más sangre al cuerpo’. Evitar el vino y las especias.
Ejercicios físicos diarios y nadar en agua fría. Dormir poco y colocarse unguentos en las partes genitales y en el lomo con ‘unguentum rosaum refrigerans Galeni’ y alejarse de las mujeres hasta estar curado. Recomendaba productos naturales de las plantas. Para ser aplicado en las ‘excrecencias callosas’ originadas como secuela de lues venerea uretral, recomendaba decocción de ‘guaiacum’ tambien llamado palo de Guayaco. (36)

Se publica en la ciudad de Valencia-España en 1676 una nueva edición del libro “Crisol de la Cirugia” del eminente medico-cirujano de la universidad de Padova Fabbrizio Di Aquapendente (1537-1611), a cargo del editor Pedro Gonzalez de Godoy del Instituto de Lenguaje de Valencia donde se describe la manera de tratar las verrugas genitales en aquel entonces denominadas “higas” (1)

Giovanni Maria Lancisi (1654-1720) clínico y anatomista italiano, considerado el primer Higienista moderno, se graduó de medicina en la Universidad de Roma a los 18 años, y nombrado médico de los Papas Inocencio XI en 1688 y posteriormente de los papas Inocencio XII y Clemente XI. El año de 1700, Lancisi demostró la relación de la sífilis con el sistema cardiovascular. Fue Lancisi el que acuña el nombre de aneurisma. Recordemos que para ese entonces la sífilis tenía una gran incidencia en la población y que en el período terciario al carecer de tratamiento aparecía el secundarismo cardíaco con la formación del aneurisma aortico (37)
Jacques Daran (1701-1784), consejero medico del Rey Luis XVIII, e inventor, quién demostró gran pericia en el tratamiento de las estrecheces uretrales e inventó una bujía de cuerda de guitarra, publica en pleno siglo XVIII en Francia el ‘Tratado Completo de la gonorrea virulenta en el hombre y la mujer’ con la demostración de instrumentales para la exploración uretral y el tratamiento de la ‘carnosidades-callosidades’ de la uretra posterior a males venéreos.

Igualmente en el siglo XVIII salen a la luz editorial obras como las de Gautier d´Agoty y Jacques Fabien donde se ilustran las enfermedades venéreas, tanto en hombres como en mujeres, como las señaladas abajo, donde podemos ver diferentes afecciones venéreas a nivel del pene, con repercusiones adenopáticas inguinales en fases supurativas y cicatriciales.