10 de agosto de 2017 – Fuente: EFE
Yemen acumula ya más de 480.000 casos sospechosos de cólera y casi 2.000 fallecidos por esta y otras enfermedades diarreicas vinculadas, según anunció hoy la Organización de Naciones Unidas (ONU). Solo una de las 22 provincias del país se ha librado hasta ahora del brote, explicó Stéphane Dujarric, portavoz de la ONU. Según la organización, el número de nuevos casos se ha reducido en las últimas semanas, pero podría volver a aumentar con la llegada de la temporada de lluvias al país. En medio de un duro conflicto, los trabajadores del sector sanitario en Yemen llevan casi un año sin cobrar sus salarios y 8,8 millones de personas viven en zonas sin suficientes centros médicos, recordó Dujarric. La ONU y sus asociados han puesto en marcha más de 200 centros para el tratamiento de cólera y la organización inició la semana pasada vuelos entre Yibuti y Sana’a para llevar suministros contra la enfermedad al país. El portavoz alertó además de que, por ahora, la ONU ha recibido de los donantes menos de la mitad de los 254 millones de dólares que solicitó para responder al cólera en Yemen. Yemen vive una guerra desde finales de 2014 entre los rebeldes hutíes, de credo chií, y las fuerzas leales al presidente Abd al-Rahman Rabbuh al-Mansur al-Hadi, cuyo Gobierno se trasladó a Adén después de que los insurgentes se hicieran con el control de la capital en los primeros meses de la contienda. Fruto del conflicto, el país es escenario de la hambruna más grave del mundo, que amenaza a 17 millones de personas.
jueves, 31 de agosto de 2017
ESTADOS UNIDOS: BROTE MULTIESTATAL DE SALMONELOSIS VINCULADO CON AVES DE CORRAL
13 de julio de 2017 – Fuente: Centers for Disease Control and Prevention (Estados Unidos)
Un brote nacional extendido de salmonelosis fue reportado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en las últimas semanas. No se han registrado muertes, pero 174 personas fueron hospitalizadas desde el 1 de junio.
Los CDC están investigando actualmente 10 brotes separados de infecciones por Salmonella vinculados con aves de corral, como polluelos y patos, de múltiples criaderos. Las cepas del brote ya han infectado a 790 en 48 estados y el distrito de Columbia.
En las entrevistas realizadas, el 74% de 553 personas infectadas informaron haber tenido contacto con aves de corral vivas en la semana anterior a la enfermedad.
Precaución con las aves de corral
Es importante saber que las aves de corral vivas podrían tener bacterias Salmonella en sus excrementos o en sus cuerpos (plumas, patas y picos), incluso cuando parecen estar sanas y limpias. Las bacterias pueden estar en jaulas, gallineros, recipientes de alimentos y de agua, heno, plantas y el suelo del área donde las aves viven y merodean. Y las bacterias pueden pasar a las manos, el calzado y la ropa de las personas que manipulan las aves.
Las personas pueden infectarse con las bacterias Salmonella cuando se tocan la boca con las manos u otros objetos que estuvieron en contacto con aves de corral vivas. Por eso, es fundamental lavarse siempre las manos con rodean.
Los adultos deben supervisar el lavado de manos de los niños y no dejar que las aves de corral entren a la casa. Tampoco se debe permitir que los niños menores de 5 años, los adultos mayores de 65 años y las personas con un sistema inmunitario debilitado manipulen o toquen pollitos, patitos u otras aves de corral vivas.
Además, hay que evitar besar o abrazar a las aves y luego tocarse la boca.
Síntomas
De acuerdo con los CDC, la salmonelosis afecta a 1.400.000 personas cada año en Estados Unidos por transmisión alimentaria, con 19.000 hospitalizaciones y 380 muertes.
La mayoría de las personas con salmonelosis presenta diarrea, dolor abdominal y fiebre entre 8 a 72 horas después de comer el alimento contaminado, y los síntomas duran de 4 a 7 días.
Aunque la mayoría de los que enferman se recuperan en una semana, algunos pueden tener diarrea grave y es probable que deban ser hospitalizados.
Si la infección bacteriana entra en el torrente sanguíneo, las personas pueden morir si no reciben tratamiento inmediato con antibióticos.
Un brote nacional extendido de salmonelosis fue reportado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en las últimas semanas. No se han registrado muertes, pero 174 personas fueron hospitalizadas desde el 1 de junio.
Los CDC están investigando actualmente 10 brotes separados de infecciones por Salmonella vinculados con aves de corral, como polluelos y patos, de múltiples criaderos. Las cepas del brote ya han infectado a 790 en 48 estados y el distrito de Columbia.
En las entrevistas realizadas, el 74% de 553 personas infectadas informaron haber tenido contacto con aves de corral vivas en la semana anterior a la enfermedad.
Precaución con las aves de corral
Es importante saber que las aves de corral vivas podrían tener bacterias Salmonella en sus excrementos o en sus cuerpos (plumas, patas y picos), incluso cuando parecen estar sanas y limpias. Las bacterias pueden estar en jaulas, gallineros, recipientes de alimentos y de agua, heno, plantas y el suelo del área donde las aves viven y merodean. Y las bacterias pueden pasar a las manos, el calzado y la ropa de las personas que manipulan las aves.
Las personas pueden infectarse con las bacterias Salmonella cuando se tocan la boca con las manos u otros objetos que estuvieron en contacto con aves de corral vivas. Por eso, es fundamental lavarse siempre las manos con rodean.
Los adultos deben supervisar el lavado de manos de los niños y no dejar que las aves de corral entren a la casa. Tampoco se debe permitir que los niños menores de 5 años, los adultos mayores de 65 años y las personas con un sistema inmunitario debilitado manipulen o toquen pollitos, patitos u otras aves de corral vivas.
Además, hay que evitar besar o abrazar a las aves y luego tocarse la boca.
Síntomas
De acuerdo con los CDC, la salmonelosis afecta a 1.400.000 personas cada año en Estados Unidos por transmisión alimentaria, con 19.000 hospitalizaciones y 380 muertes.
La mayoría de las personas con salmonelosis presenta diarrea, dolor abdominal y fiebre entre 8 a 72 horas después de comer el alimento contaminado, y los síntomas duran de 4 a 7 días.
Aunque la mayoría de los que enferman se recuperan en una semana, algunos pueden tener diarrea grave y es probable que deban ser hospitalizados.
Si la infección bacteriana entra en el torrente sanguíneo, las personas pueden morir si no reciben tratamiento inmediato con antibióticos.
COSTA DE MARFIL: ALARMA POR UNA VARIANTE DE BACILLUS CEREUS QUE ESTÁ EXTERMINANDO A LOS CHIMPANCÉS
2 de agosto de 2017 – Fuente: El País (España)
Una nueva cepa bacteriana, responsable de una enfermedad letal similar al carbunco, está arrasando a los chimpancés (Pan troglodytes) y a otras especies del Parque Nacional de Taï, una selva virgen de Costa de Marfil catalogada como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). El patógeno, identificado en 2004, es responsable de casi 40% de las muertes animales estudiadas en esta zona protegida en las últimas tres décadas. En el caso de los chimpancés, el porcentaje supera el 56%, según un nuevo estudio encabezado por el investigador alemán Fabian Leendertz, curtido en pestes como la de la enfermedad por el virus del Ébola. El nuevo patógeno, Bacillus cereus biovar anthracis, es más que una seria amenaza para la vida salvaje en el lugar. El grupo de Leendertz recuerda que, hasta la fecha, el riesgo de que una persona se infecte de carbunco en la selva se ha considerado muy bajo, pero los científicos han desplegado un equipo en el parque nacional para evaluar el impacto en la población humana local. “No es una misión sencilla, porque la capacidad para hacer diagnósticos en esas áreas remotas es escasa”, subraya Leendertz, investigador del Instituto ‘Dr. Robert Koch’, con sede en Berlín. La cepa bacteriana ha encendido las alarmas. El 14 de octubre de 2016, Estados Unidos catalogó a Bacillus cereus biovar anthracis como potencial amenaza para la seguridad y la salud pública. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades del país norteamericano alertaron de que la nueva cepa tiene todos los determinantes de virulencia y potencial de amenaza de Bacillus anthracis, la bacteria tradicional cuyas esporas se emplearon como arma bioterrorista en Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Estas esporas, inhaladas, pueden disparar en una persona o en un animal una crisis respiratoria que provoque su muerte fulminante. El chimpancé occidental (Pan troglodytes verus), considerado en peligro crítico de extinción, es la subespecie de chimpancé común típica del oeste de África y se extiende desde Senegal hasta Ghana. Se calcula que solo quedan 35.000 ejemplares, acorralados por la expansión del ser humano. En muchos países africanos los bosques se están transformando rápidamente en campos agrícolas de aceite de palma o caña de azúcar. En Costa de Marfil, la población de chimpancés ha disminuido 90% en menos de dos décadas, en parte por los brotes de carbunco, según los datos del Instituto Max Planck alemán. “El carbunco no es muy infeccioso y se puede tratar con antibióticos o recibir una vacuna”, tranquiliza Leendertz. El carbunco habitual suele afectar al ganado y a trabajadores en contacto con animales. La enfermedad aparece en todo el mundo y Leendertz recuerda que incluso en Europa hay zonas afectadas por esporas de la bacteria. El ganado se puede infectar al ingerir vegetación contaminada. Además de en el Parque Nacional de Taï, Bacillus cereus biovar anthracis ha provocado la muerte de chimpancés, gorilas y elefantes en Camerún y en República Centroafricana. Sin embargo, la letalidad de la cepa es muchísimo más alta en el paraje de Costa de Marfil, según detallan los investigadores. Los científicos todavía ignoran la razón, aunque Leendertz maneja la hipótesis de que las desconocidas vías de infección cambian en función del lugar y de la especie animal. “Lo que estamos observando es la naturaleza. Me puedo imaginar que también en otras áreas de las selvas de África Central y Occidental existirán epidemias activas similares. Simplemente no lo sabemos porque no lo hemos estudiado”, advierte el investigador alemán. Al ritmo actual, Leendertz y su equipo pronostican que el carbunco extinguirá a los centenares de chimpancés del Parque Nacional de Taï antes de 150 años. El brote en Costa de Marfil ha puesto en guardia a otras regiones, como Dzanga Sangha, una zona protegida de República Centroafricana dirigida por el biólogo español Luis Arranz. El patógeno se detectó allí en 2012 en cuatro especies diferentes: un gorila, un chimpancé, un elefante y un pequeño antílope. “Desde entonces tenemos aquí la presencia permanente de un veterinario que hace análisis cada vez que encontramos un animal, el que sea, muerto”, explica Arranz. La bacteria, de momento, no ha vuelto a aparecer por allí.
Una nueva cepa bacteriana, responsable de una enfermedad letal similar al carbunco, está arrasando a los chimpancés (Pan troglodytes) y a otras especies del Parque Nacional de Taï, una selva virgen de Costa de Marfil catalogada como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). El patógeno, identificado en 2004, es responsable de casi 40% de las muertes animales estudiadas en esta zona protegida en las últimas tres décadas. En el caso de los chimpancés, el porcentaje supera el 56%, según un nuevo estudio encabezado por el investigador alemán Fabian Leendertz, curtido en pestes como la de la enfermedad por el virus del Ébola. El nuevo patógeno, Bacillus cereus biovar anthracis, es más que una seria amenaza para la vida salvaje en el lugar. El grupo de Leendertz recuerda que, hasta la fecha, el riesgo de que una persona se infecte de carbunco en la selva se ha considerado muy bajo, pero los científicos han desplegado un equipo en el parque nacional para evaluar el impacto en la población humana local. “No es una misión sencilla, porque la capacidad para hacer diagnósticos en esas áreas remotas es escasa”, subraya Leendertz, investigador del Instituto ‘Dr. Robert Koch’, con sede en Berlín. La cepa bacteriana ha encendido las alarmas. El 14 de octubre de 2016, Estados Unidos catalogó a Bacillus cereus biovar anthracis como potencial amenaza para la seguridad y la salud pública. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades del país norteamericano alertaron de que la nueva cepa tiene todos los determinantes de virulencia y potencial de amenaza de Bacillus anthracis, la bacteria tradicional cuyas esporas se emplearon como arma bioterrorista en Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Estas esporas, inhaladas, pueden disparar en una persona o en un animal una crisis respiratoria que provoque su muerte fulminante. El chimpancé occidental (Pan troglodytes verus), considerado en peligro crítico de extinción, es la subespecie de chimpancé común típica del oeste de África y se extiende desde Senegal hasta Ghana. Se calcula que solo quedan 35.000 ejemplares, acorralados por la expansión del ser humano. En muchos países africanos los bosques se están transformando rápidamente en campos agrícolas de aceite de palma o caña de azúcar. En Costa de Marfil, la población de chimpancés ha disminuido 90% en menos de dos décadas, en parte por los brotes de carbunco, según los datos del Instituto Max Planck alemán. “El carbunco no es muy infeccioso y se puede tratar con antibióticos o recibir una vacuna”, tranquiliza Leendertz. El carbunco habitual suele afectar al ganado y a trabajadores en contacto con animales. La enfermedad aparece en todo el mundo y Leendertz recuerda que incluso en Europa hay zonas afectadas por esporas de la bacteria. El ganado se puede infectar al ingerir vegetación contaminada. Además de en el Parque Nacional de Taï, Bacillus cereus biovar anthracis ha provocado la muerte de chimpancés, gorilas y elefantes en Camerún y en República Centroafricana. Sin embargo, la letalidad de la cepa es muchísimo más alta en el paraje de Costa de Marfil, según detallan los investigadores. Los científicos todavía ignoran la razón, aunque Leendertz maneja la hipótesis de que las desconocidas vías de infección cambian en función del lugar y de la especie animal. “Lo que estamos observando es la naturaleza. Me puedo imaginar que también en otras áreas de las selvas de África Central y Occidental existirán epidemias activas similares. Simplemente no lo sabemos porque no lo hemos estudiado”, advierte el investigador alemán. Al ritmo actual, Leendertz y su equipo pronostican que el carbunco extinguirá a los centenares de chimpancés del Parque Nacional de Taï antes de 150 años. El brote en Costa de Marfil ha puesto en guardia a otras regiones, como Dzanga Sangha, una zona protegida de República Centroafricana dirigida por el biólogo español Luis Arranz. El patógeno se detectó allí en 2012 en cuatro especies diferentes: un gorila, un chimpancé, un elefante y un pequeño antílope. “Desde entonces tenemos aquí la presencia permanente de un veterinario que hace análisis cada vez que encontramos un animal, el que sea, muerto”, explica Arranz. La bacteria, de momento, no ha vuelto a aparecer por allí.
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TEMAS GENERALES DE MICROBIOLOGÍA
jueves, 17 de agosto de 2017
LAS PAREJAS QUE VIVEN JUNTAS COMPARTEN LAS BACTERIAS DE LA PIEL
Las similitudes permitieron a los investigadores identificar qué personas eran pareja el 86 por ciento de las veces
Traducido del inglés: jueves, 27 de julio, 2017
MIÉRCOLES, 26 de julio de 2017 (HealthDay News) -- Aunque a menudo se dice que las parejas empiezan a parecerse con el tiempo, una nueva investigación sugiere que las bacterias que tienen en la piel podrían hacer lo mismo.
El estudio, de 20 parejas que vivían juntas, encontró que las parejas mostraron similitudes en el "microbioma" de su piel.
De hecho, esas similitudes eran lo suficientemente fuertes como para que un algoritmo de computadora pudiera identificar a las parejas el 86 por ciento de las veces, basándose solamente en el microbioma de la piel.
El "microbioma" se refiere a los billones de bacterias y otros microbios que habitan el cuerpo humano, dentro y por fuera. La piel está cubierta por una variedad de microbios, la mayoría de los cuales son inofensivos o beneficiosos.
Los investigadores apenas están empezando a comprender cómo afecta el microbioma de la piel a la salud, según el investigador principal del estudio, Josh Neufeld, profesor de biología en la Universidad de Waterloo, en Canadá.
Pero la "comunidad microbiana" de allí interactúa con el sistema inmunitario, y podría tener un impacto mayor en la salud de lo que se ha creído tradicionalmente, explicó Neufeld.
Así que, dijo, es importante comprender qué factores afectan a la configuración del microbioma de una persona.
Los nuevos hallazgos apuntan a la importancia del hogar.
Aunque el estudio se centró en las parejas, explicó Neufeld, pareció que el contacto con las mismas superficies en el hogar, en lugar del contacto del uno con el otro, fue clave.
Las parejas mostraron las mayores similitudes microbianas en sus pies, lo que tiene sentido, dijo Neufeld.
"Uno se ducha y anda descalzo por el baño, propagando los microbios", dijo.
Pero Neufeld también se apresuró a indicar que nada de esto es "repulsivo".
La diversidad del microbioma de una persona (en el intestino o en la piel) es saludable, dijo: las bacterias buenas mantienen a raya a las malas.
La falta de diversidad en la comunidad microbiana del intestino se ha asociado con un aumento del riesgo de ciertas afecciones relacionadas con el metabolismo y la función inmunológica, incluyendo la obesidad, la diabetes tipo 1 y el asma.
Se ha investigado menos sobre el microbioma de la piel, dijo el Dr. Adam Friedman, profesor asociado de dermatología en la Universidad George Washington de Washington, D.C.
Pero hay evidencias de que una falta de diversidad en los microbios de la piel podría contribuir al eczema, al acné y a la rosácea, dijo Friedman.
El hecho de las parejas compartan los microbios de la piel no es sorprendente, dijo Friedman.
Pero, añadió, "este [estudio] enfatiza la importancia del ambiente externo en la comunidad microbiana de nuestra piel".
Friedman se hizo eco de la idea de que "la diversidad es buena".
"Normalmente hablamos de las bacterias como si fueran malas", dijo. "Pero cuando todo está en armonía, no hay ni 'bueno' ni 'malo'. Cuando hay falta de diversidad, y esa armonía se resiente, tenemos un problema".
En el nuevo estudio, publicado recientemente en la revista mSystems, los investigadores canadienses analizaron las muestras de piel de cada participante recogidas de 17 lugares distintos del cuerpo.
En general, el estudio descubrió que las parejas presentaban similitudes en las bacterias de la piel... las suficientes como para poder identificarlos como parejas.
"Pero", dijo Neufeld, "no se trata de que uno se parece a su pareja. Uno se parece a sí mismo".
Y gran parte dependía de la parte específica de la piel: La mayor similitud la presentaron las bacterias de los pies de las parejas; las bacterias de la parte interna del muslo no se parecían en nada.
Al contrario, las mujeres se parecían más a otras mujeres en cuanto a las bacterias de ese lugar. Según Neufeld, eso probablemente sea un reflejo de los microbios vaginales.
El sexo biológico es un gran factor en la configuración de las bacterias de la piel, dijo Neufeld: Las mujeres parecen tener una mayor diversidad microbiana que los hombres, lo que, en parte, se debe a las diferencias en la acidez de la piel.
"Nuestros cuerpos y las sustancias que secretan ayudan a determinar qué bacterias sobreviven y prosperan", dijo Neufeld.
Muchos otros factores también influyen en el equilibrio microbiano de la piel, dijo Friedman. Incluyen factores que no podemos cambiar (la edad y la genética) y algunos que podemos controlar, como la exposición al sol, los jabones y los productos para la piel.
No está claro si tener microbios de sus familiares en su piel produce algún cambio concreto en su salud. Pero Neufeld dijo que no hay razón por la que tener miedo a compartir algunos microbios en casa.
"Si está en un aeropuerto, está claro que no debe andar descalzo", dijo. "Pero en casa, hágalo".
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTES: Josh Neufeld, Ph.D., professor, biology, University of Waterloo, Ontario, Canada; Adam Friedman, M.D., associate professor, dermatology, George Washington University School of Medicine, Washington, D.C.; July 25, 2017, mSystems
HealthDay
Traducido del inglés: jueves, 27 de julio, 2017
MIÉRCOLES, 26 de julio de 2017 (HealthDay News) -- Aunque a menudo se dice que las parejas empiezan a parecerse con el tiempo, una nueva investigación sugiere que las bacterias que tienen en la piel podrían hacer lo mismo.
El estudio, de 20 parejas que vivían juntas, encontró que las parejas mostraron similitudes en el "microbioma" de su piel.
De hecho, esas similitudes eran lo suficientemente fuertes como para que un algoritmo de computadora pudiera identificar a las parejas el 86 por ciento de las veces, basándose solamente en el microbioma de la piel.
El "microbioma" se refiere a los billones de bacterias y otros microbios que habitan el cuerpo humano, dentro y por fuera. La piel está cubierta por una variedad de microbios, la mayoría de los cuales son inofensivos o beneficiosos.
Los investigadores apenas están empezando a comprender cómo afecta el microbioma de la piel a la salud, según el investigador principal del estudio, Josh Neufeld, profesor de biología en la Universidad de Waterloo, en Canadá.
Pero la "comunidad microbiana" de allí interactúa con el sistema inmunitario, y podría tener un impacto mayor en la salud de lo que se ha creído tradicionalmente, explicó Neufeld.
Así que, dijo, es importante comprender qué factores afectan a la configuración del microbioma de una persona.
Los nuevos hallazgos apuntan a la importancia del hogar.
Aunque el estudio se centró en las parejas, explicó Neufeld, pareció que el contacto con las mismas superficies en el hogar, en lugar del contacto del uno con el otro, fue clave.
Las parejas mostraron las mayores similitudes microbianas en sus pies, lo que tiene sentido, dijo Neufeld.
"Uno se ducha y anda descalzo por el baño, propagando los microbios", dijo.
Pero Neufeld también se apresuró a indicar que nada de esto es "repulsivo".
La diversidad del microbioma de una persona (en el intestino o en la piel) es saludable, dijo: las bacterias buenas mantienen a raya a las malas.
La falta de diversidad en la comunidad microbiana del intestino se ha asociado con un aumento del riesgo de ciertas afecciones relacionadas con el metabolismo y la función inmunológica, incluyendo la obesidad, la diabetes tipo 1 y el asma.
Se ha investigado menos sobre el microbioma de la piel, dijo el Dr. Adam Friedman, profesor asociado de dermatología en la Universidad George Washington de Washington, D.C.
Pero hay evidencias de que una falta de diversidad en los microbios de la piel podría contribuir al eczema, al acné y a la rosácea, dijo Friedman.
El hecho de las parejas compartan los microbios de la piel no es sorprendente, dijo Friedman.
Pero, añadió, "este [estudio] enfatiza la importancia del ambiente externo en la comunidad microbiana de nuestra piel".
Friedman se hizo eco de la idea de que "la diversidad es buena".
"Normalmente hablamos de las bacterias como si fueran malas", dijo. "Pero cuando todo está en armonía, no hay ni 'bueno' ni 'malo'. Cuando hay falta de diversidad, y esa armonía se resiente, tenemos un problema".
En el nuevo estudio, publicado recientemente en la revista mSystems, los investigadores canadienses analizaron las muestras de piel de cada participante recogidas de 17 lugares distintos del cuerpo.
En general, el estudio descubrió que las parejas presentaban similitudes en las bacterias de la piel... las suficientes como para poder identificarlos como parejas.
"Pero", dijo Neufeld, "no se trata de que uno se parece a su pareja. Uno se parece a sí mismo".
Y gran parte dependía de la parte específica de la piel: La mayor similitud la presentaron las bacterias de los pies de las parejas; las bacterias de la parte interna del muslo no se parecían en nada.
Al contrario, las mujeres se parecían más a otras mujeres en cuanto a las bacterias de ese lugar. Según Neufeld, eso probablemente sea un reflejo de los microbios vaginales.
El sexo biológico es un gran factor en la configuración de las bacterias de la piel, dijo Neufeld: Las mujeres parecen tener una mayor diversidad microbiana que los hombres, lo que, en parte, se debe a las diferencias en la acidez de la piel.
"Nuestros cuerpos y las sustancias que secretan ayudan a determinar qué bacterias sobreviven y prosperan", dijo Neufeld.
Muchos otros factores también influyen en el equilibrio microbiano de la piel, dijo Friedman. Incluyen factores que no podemos cambiar (la edad y la genética) y algunos que podemos controlar, como la exposición al sol, los jabones y los productos para la piel.
No está claro si tener microbios de sus familiares en su piel produce algún cambio concreto en su salud. Pero Neufeld dijo que no hay razón por la que tener miedo a compartir algunos microbios en casa.
"Si está en un aeropuerto, está claro que no debe andar descalzo", dijo. "Pero en casa, hágalo".
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTES: Josh Neufeld, Ph.D., professor, biology, University of Waterloo, Ontario, Canada; Adam Friedman, M.D., associate professor, dermatology, George Washington University School of Medicine, Washington, D.C.; July 25, 2017, mSystems
HealthDay
FRENAR EL ABUSO DE LOS ANTIBIÓTICOS ANTES QUE SEA TARDE
22 de junio de 2017 – Fuente: Tecnología Sur Sur (Argentina)
“La resistencia antimicrobiana en Argentina es dramática. Cuando hace unos años se decía que íbamos a entrar en una era pos-antibiótica, en la que no tendríamos qué ofrecerles a nuestros pacientes, muchos pensaban que eran expresiones apocalípticas, pero eso ya llegó y tenemos situaciones en el país de brotes e infecciones por gérmenes multirresistentes, para los cuales no hay antibióticos disponibles”, sostuvo Francisco Manuel Nacinovich, jefe de Infectología del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA), durante el XVII Congreso de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) que se desarrolló en la ciudad de Mar del Plata. De hecho, esta situación se ha convertido en una de las prioridades de salud pública para la Organización Mundial de la Salud (OMS). La búsqueda de estrategias para hacerle frente a esta problemática fue uno de los temas centrales que analizaron y debatieron los más de 2.000 médicos y profesionales que participaron del congreso de la SADI, que se realizó del 15 al 17 de junio. Allí, entre las diversas sesiones, se presentaron estudios sobre alternativas y combinaciones de antibióticos para tratar infecciones. También se destacó la importancia del monitoreo terapéutico de cada paciente, se presentaron avances en métodos de diagnóstico, medidas de control de infecciones y se debatió sobre la posibilidad de contar con nuevas medicinas en el corto plazo. “Todas las resistencias que se han reportado a nivel mundial ya están en la región, en uno u otro país”, dijo Valeska de Andrade Stempliuk, asesora regional para control de infecciones de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), que se dedica a la evaluación de los programas de prevención y control de las infecciones hospitalarias, implementación de los programas nacionales de control de infecciones y contención de brotes intrahospitalarios, y afirmó que, por eso “estamos capacitando, tanto a los laboratorios de microbiología como a los comités de control de infecciones, para que puedan vigilar y contener la diseminación de la resistencia a los antimicrobianos dentro de los hospitales una vez detectada”. Según Nacinovich, en Argentina, la posibilidad de que un paciente tenga un bacilo Gram-negativo multirresistente (que genera infecciones asociadas a procedimientos médicos, por el solo hecho de ingresar a un hospital y someterse a una cirugía o tener que usar un catéter o un respirador, por ejemplo) es de 12 cada 10.000 egresos hospitalarios, cifra que se incrementó 20% de 2014 a 2015, mientras que, en el Hemisferio Norte, por ejemplo, ese riesgo es de 6 cada 10.000. “Tenemos el doble y, en algunos lugares, incluso, 10 veces más que en Europa, de 54 cada 10.000”, advirtió el especialista. Y agregó que, para hacerle frente a esta situación, desde la SADI están trabajando en conjunto con otras instituciones, como ministerios, organismos regulatorios, universidades y otros actores del ámbito de la salud humana y animal. En Argentina, todos los años se hace el Estudio Nacional de Diagnóstico Institucional y Prevalencia de Infecciones Asociadas al Cuidado de la Salud (ENPIHA), que esta vez incluyó el Primer Estudio Nacional de Consumo de Antimicrobianos en Hospitales de Argentina, mediante el cual se relevaron 157 instituciones (públicas y privadas) de 22 provincias y un total de 11.593 pacientes, de los cuales 5.465 recibían antimicrobianos. Así, se determinó que el consumo de estas drogas resultó ser de 47,1% (53,2% en áreas críticas y 46,4% en no críticas). Del total, 96,2% eran antibióticos, 2,2% antifúngicos, 1,3% tuberculostáticos y 0,4% antivirales. “Encontramos un uso de antimicrobiano elevadísimo en áreas no críticas. Pensamos que iba a ser mayor en las infecciones asociadas al cuidado de la salud, pero fue mayor en infecciones como neumonías, del tracto urinario, de piel y partes blandas”, dijo la microbióloga Leonor Guerriero, del Programa Nacional de Epidemiología y Control de Infecciones Hospitalarias (VIHDA) en el Instituto Nacional de Epidemiología (INE) ‘Dr. Juan Héctor Jara’, de Mar del Plata. “Ese fue uno de los resultados que más nos llamó la atención porque suponíamos que en las unidades críticas habría mayor consumo de antibióticos, pero la diferencia no es estadísticamente significativa. Entonces, el problema no es de las unidades críticas, sino de toda la institución”, coincidió su colega Gonzalo Corral, también del VIHDA, del INE. Y destacó que también les sorprendió detectar que el consumo de antimicrobianos en el país es superior al de otras regiones como Europa, “adonde tienen alrededor del 30% de consumo en las instituciones de salud, mientras que nosotros tenemos casi 47%”. Las superbacterias Durante el congreso de la SADI se hizo referencia a que se espera que este año se introduzcan en el país al menos dos nuevas moléculas contra las denominadas superbacterias. Es decir, dos nuevos medicamentos. Y si bien esta es una buena noticia, no significa la solución del problema. Por el contario, “las nuevas drogas que van a aparecer son para un nicho en particular y ninguna de ellas será la panacea”, dijo Alejandra Corso, jefa del Servicio Antimicrobianos de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) ‘Dr. Carlos Gregorio Malbrán’. “Las drogas no van a ser milagrosas y la única forma de salvarnos es tomar conciencia del problema”, agregó. Al respecto, Nacinovich, sostuvo que “es necesario trabajar en conjunto, ya que los antibióticos han aportado mucho a la medicina pero no son inocuos y pueden hacer daño si se usan mal. Es necesario tomar conciencia de que podemos quedarnos sin ellos”. Esto no significa dejar de utilizar antibióticos por completo, sino hacer un uso adecuado de los mismos, consumiéndolos solo cuando lo indique un médico, evitando así la automedicación. Las farmacias, en tanto, no deberían vender estos medicamentos sin prescripción médica, algo que incluso está regulado por ley. “La gente los compra sin receta y se automedica, pero no tiene idea de que el antimicrobiano le puede estar generando un germen resistente en su propio organismo y que ese antibiótico puede no servirle cuando lo tenga que volver a tomar”, advierte Nacinovich. Los factores que producen este incremento en la resistencia a los antimicrobianos pueden ser múltiples y el problema no solo responde al uso excesivo de antibióticos en los hospitales, sino también a su uso en animales. “El 80% de los antibióticos en el mundo se usan en la cría de animales, para la producción masiva de pollos, cerdos y peces”, dijo Mirta Roses Periago, ex directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), durante una de las charlas en el congreso de la SADI. Al respecto, Nacinovich dijo que “a partir de estudios se han encontrado gérmenes multirresistentes en alimentos que están en las góndolas. También en los animales de compañía: las mascotas pueden tener gérmenes multirresistentes hasta dos años antes de que se empiecen a manifestar infecciones en humanos, como ocurrió en Europa”. Argentina está abordando el problema de la resistencia antimicrobiana (incluyendo tanto a la salud humana como a la animal) a través de la Comisión Nacional para el Control de la Resistencia de los Antimicrobianos (CONACRA), en la que participan diversas instituciones como la ANLIS, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), el Servicio Nacional de Sanidad Animal y Calidad Agroalimentaria (SENASA) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), entre otros. “Muchos de los microorganismos que están en humanos vienen de animales y viceversa, y están también en el ambiente”, sostuvo Corso, y concluyó: “Eso significa que todos tenemos las mismas bacterias. Por eso, entre todos tenemos que preservar el medioambiente y limitar el consumo de antimicrobianos”.
“La resistencia antimicrobiana en Argentina es dramática. Cuando hace unos años se decía que íbamos a entrar en una era pos-antibiótica, en la que no tendríamos qué ofrecerles a nuestros pacientes, muchos pensaban que eran expresiones apocalípticas, pero eso ya llegó y tenemos situaciones en el país de brotes e infecciones por gérmenes multirresistentes, para los cuales no hay antibióticos disponibles”, sostuvo Francisco Manuel Nacinovich, jefe de Infectología del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA), durante el XVII Congreso de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) que se desarrolló en la ciudad de Mar del Plata. De hecho, esta situación se ha convertido en una de las prioridades de salud pública para la Organización Mundial de la Salud (OMS). La búsqueda de estrategias para hacerle frente a esta problemática fue uno de los temas centrales que analizaron y debatieron los más de 2.000 médicos y profesionales que participaron del congreso de la SADI, que se realizó del 15 al 17 de junio. Allí, entre las diversas sesiones, se presentaron estudios sobre alternativas y combinaciones de antibióticos para tratar infecciones. También se destacó la importancia del monitoreo terapéutico de cada paciente, se presentaron avances en métodos de diagnóstico, medidas de control de infecciones y se debatió sobre la posibilidad de contar con nuevas medicinas en el corto plazo. “Todas las resistencias que se han reportado a nivel mundial ya están en la región, en uno u otro país”, dijo Valeska de Andrade Stempliuk, asesora regional para control de infecciones de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), que se dedica a la evaluación de los programas de prevención y control de las infecciones hospitalarias, implementación de los programas nacionales de control de infecciones y contención de brotes intrahospitalarios, y afirmó que, por eso “estamos capacitando, tanto a los laboratorios de microbiología como a los comités de control de infecciones, para que puedan vigilar y contener la diseminación de la resistencia a los antimicrobianos dentro de los hospitales una vez detectada”. Según Nacinovich, en Argentina, la posibilidad de que un paciente tenga un bacilo Gram-negativo multirresistente (que genera infecciones asociadas a procedimientos médicos, por el solo hecho de ingresar a un hospital y someterse a una cirugía o tener que usar un catéter o un respirador, por ejemplo) es de 12 cada 10.000 egresos hospitalarios, cifra que se incrementó 20% de 2014 a 2015, mientras que, en el Hemisferio Norte, por ejemplo, ese riesgo es de 6 cada 10.000. “Tenemos el doble y, en algunos lugares, incluso, 10 veces más que en Europa, de 54 cada 10.000”, advirtió el especialista. Y agregó que, para hacerle frente a esta situación, desde la SADI están trabajando en conjunto con otras instituciones, como ministerios, organismos regulatorios, universidades y otros actores del ámbito de la salud humana y animal. En Argentina, todos los años se hace el Estudio Nacional de Diagnóstico Institucional y Prevalencia de Infecciones Asociadas al Cuidado de la Salud (ENPIHA), que esta vez incluyó el Primer Estudio Nacional de Consumo de Antimicrobianos en Hospitales de Argentina, mediante el cual se relevaron 157 instituciones (públicas y privadas) de 22 provincias y un total de 11.593 pacientes, de los cuales 5.465 recibían antimicrobianos. Así, se determinó que el consumo de estas drogas resultó ser de 47,1% (53,2% en áreas críticas y 46,4% en no críticas). Del total, 96,2% eran antibióticos, 2,2% antifúngicos, 1,3% tuberculostáticos y 0,4% antivirales. “Encontramos un uso de antimicrobiano elevadísimo en áreas no críticas. Pensamos que iba a ser mayor en las infecciones asociadas al cuidado de la salud, pero fue mayor en infecciones como neumonías, del tracto urinario, de piel y partes blandas”, dijo la microbióloga Leonor Guerriero, del Programa Nacional de Epidemiología y Control de Infecciones Hospitalarias (VIHDA) en el Instituto Nacional de Epidemiología (INE) ‘Dr. Juan Héctor Jara’, de Mar del Plata. “Ese fue uno de los resultados que más nos llamó la atención porque suponíamos que en las unidades críticas habría mayor consumo de antibióticos, pero la diferencia no es estadísticamente significativa. Entonces, el problema no es de las unidades críticas, sino de toda la institución”, coincidió su colega Gonzalo Corral, también del VIHDA, del INE. Y destacó que también les sorprendió detectar que el consumo de antimicrobianos en el país es superior al de otras regiones como Europa, “adonde tienen alrededor del 30% de consumo en las instituciones de salud, mientras que nosotros tenemos casi 47%”. Las superbacterias Durante el congreso de la SADI se hizo referencia a que se espera que este año se introduzcan en el país al menos dos nuevas moléculas contra las denominadas superbacterias. Es decir, dos nuevos medicamentos. Y si bien esta es una buena noticia, no significa la solución del problema. Por el contario, “las nuevas drogas que van a aparecer son para un nicho en particular y ninguna de ellas será la panacea”, dijo Alejandra Corso, jefa del Servicio Antimicrobianos de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) ‘Dr. Carlos Gregorio Malbrán’. “Las drogas no van a ser milagrosas y la única forma de salvarnos es tomar conciencia del problema”, agregó. Al respecto, Nacinovich, sostuvo que “es necesario trabajar en conjunto, ya que los antibióticos han aportado mucho a la medicina pero no son inocuos y pueden hacer daño si se usan mal. Es necesario tomar conciencia de que podemos quedarnos sin ellos”. Esto no significa dejar de utilizar antibióticos por completo, sino hacer un uso adecuado de los mismos, consumiéndolos solo cuando lo indique un médico, evitando así la automedicación. Las farmacias, en tanto, no deberían vender estos medicamentos sin prescripción médica, algo que incluso está regulado por ley. “La gente los compra sin receta y se automedica, pero no tiene idea de que el antimicrobiano le puede estar generando un germen resistente en su propio organismo y que ese antibiótico puede no servirle cuando lo tenga que volver a tomar”, advierte Nacinovich. Los factores que producen este incremento en la resistencia a los antimicrobianos pueden ser múltiples y el problema no solo responde al uso excesivo de antibióticos en los hospitales, sino también a su uso en animales. “El 80% de los antibióticos en el mundo se usan en la cría de animales, para la producción masiva de pollos, cerdos y peces”, dijo Mirta Roses Periago, ex directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), durante una de las charlas en el congreso de la SADI. Al respecto, Nacinovich dijo que “a partir de estudios se han encontrado gérmenes multirresistentes en alimentos que están en las góndolas. También en los animales de compañía: las mascotas pueden tener gérmenes multirresistentes hasta dos años antes de que se empiecen a manifestar infecciones en humanos, como ocurrió en Europa”. Argentina está abordando el problema de la resistencia antimicrobiana (incluyendo tanto a la salud humana como a la animal) a través de la Comisión Nacional para el Control de la Resistencia de los Antimicrobianos (CONACRA), en la que participan diversas instituciones como la ANLIS, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), el Servicio Nacional de Sanidad Animal y Calidad Agroalimentaria (SENASA) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), entre otros. “Muchos de los microorganismos que están en humanos vienen de animales y viceversa, y están también en el ambiente”, sostuvo Corso, y concluyó: “Eso significa que todos tenemos las mismas bacterias. Por eso, entre todos tenemos que preservar el medioambiente y limitar el consumo de antimicrobianos”.
AUMENTAN LAS INFECCIONES INTESTINALES RECURRENTES EN EE. UU., SEGÚN UN ESTUDIO
Clostridium difficile es la principal infección vinculada con la atención de la salud en EE. UU., y algunas personas no pueden deshacerse de ella
Robert Preidt
Traducido del inglés: lunes, 10 de julio, 2017
VIERNES, 7 de julio de 2017 (HealthDay News) -- Las infecciones intestinales recurrentes con Clostridium difficile están aumentando de forma marcada en Estados Unidos, advierten unos investigadores.
Esas infecciones enferman a más o menos 500,000 personas al año, provocan decenas de miles de muertes, y cuestan al sistema de atención de la salud de EE. UU. unos 5,000 millones de dólares, según investigadores de la Universidad de Pensilvania.
La C. difficile provoca diarrea, inflamación intestinal grave y puede conducir a unas infecciones letales en la sangre, sobre todo entre las personas mayores.
Una revisión de datos nacionales sobre el seguro médico encontró un aumento de casi un 200 por ciento en la incidencia anual de las infecciones con C. difficile recurrentes múltiples entre 2001 y 2012. Respecto a la C. difficile ordinaria, la incidencia aumentó en más o menos un 40 por ciento.
Los pacientes con infecciones con C. difficile recurrentes múltiples tendían a ser mayores (con una edad promedio de 56 años, frente a 49), mujeres, y era más probable que hubieran usado antibióticos, corticosteroides o antiácidos, mostraron los hallazgos.
Los motivos del aumento en los casos de C. difficile recurrente múltiple siguen sin estar claros, pero los investigadores dijeron que los hallazgos resaltan la necesidad de nuevas terapias.
El nuevo tratamiento más promisorio es el trasplante de microbiota fecal. En el procedimiento, unas bacterias intestinales útiles se transfieren al tracto digestivo del paciente para restaurar un equilibrio que hace que combatir la infección sea más fácil. Aunque esos trasplantes de heces se han mostrado promisorios en estudios pequeños, todavía no han sido evaluados del todo, anotaron los autores del informe.
"La creciente incidencia de la C. difficile que se está tratando con regímenes múltiples de antibióticos señala una creciente demanda de trasplantes de microbiota fecal en Estados Unidos", afirmó en un comunicado de prensa de la universidad el autor principal del estudio, el Dr. James Lewis.
Lewis es profesor de gastroenterología y experto principal en el Centro de Epidemiología y Bioestadística Clínicas.
"Aunque sabemos que el trasplante de microbiota fecal es en general seguro y efectivo a corto plazo, debemos establecer la seguridad a largo plazo de este procedimiento", añadió.
El informe apareció el 4 de julio en la revista Archives of Internal Medicine.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTE: University of Pennsylvania, news release, July 3, 2017
HealthDay
(c) Derechos de autor 2017, HealthDay
Robert Preidt
Traducido del inglés: lunes, 10 de julio, 2017
VIERNES, 7 de julio de 2017 (HealthDay News) -- Las infecciones intestinales recurrentes con Clostridium difficile están aumentando de forma marcada en Estados Unidos, advierten unos investigadores.
Esas infecciones enferman a más o menos 500,000 personas al año, provocan decenas de miles de muertes, y cuestan al sistema de atención de la salud de EE. UU. unos 5,000 millones de dólares, según investigadores de la Universidad de Pensilvania.
La C. difficile provoca diarrea, inflamación intestinal grave y puede conducir a unas infecciones letales en la sangre, sobre todo entre las personas mayores.
Una revisión de datos nacionales sobre el seguro médico encontró un aumento de casi un 200 por ciento en la incidencia anual de las infecciones con C. difficile recurrentes múltiples entre 2001 y 2012. Respecto a la C. difficile ordinaria, la incidencia aumentó en más o menos un 40 por ciento.
Los pacientes con infecciones con C. difficile recurrentes múltiples tendían a ser mayores (con una edad promedio de 56 años, frente a 49), mujeres, y era más probable que hubieran usado antibióticos, corticosteroides o antiácidos, mostraron los hallazgos.
Los motivos del aumento en los casos de C. difficile recurrente múltiple siguen sin estar claros, pero los investigadores dijeron que los hallazgos resaltan la necesidad de nuevas terapias.
El nuevo tratamiento más promisorio es el trasplante de microbiota fecal. En el procedimiento, unas bacterias intestinales útiles se transfieren al tracto digestivo del paciente para restaurar un equilibrio que hace que combatir la infección sea más fácil. Aunque esos trasplantes de heces se han mostrado promisorios en estudios pequeños, todavía no han sido evaluados del todo, anotaron los autores del informe.
"La creciente incidencia de la C. difficile que se está tratando con regímenes múltiples de antibióticos señala una creciente demanda de trasplantes de microbiota fecal en Estados Unidos", afirmó en un comunicado de prensa de la universidad el autor principal del estudio, el Dr. James Lewis.
Lewis es profesor de gastroenterología y experto principal en el Centro de Epidemiología y Bioestadística Clínicas.
"Aunque sabemos que el trasplante de microbiota fecal es en general seguro y efectivo a corto plazo, debemos establecer la seguridad a largo plazo de este procedimiento", añadió.
El informe apareció el 4 de julio en la revista Archives of Internal Medicine.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTE: University of Pennsylvania, news release, July 3, 2017
HealthDay
(c) Derechos de autor 2017, HealthDay
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INFECCIONES ASOCIADAS A CUIDADOS EN SALUD
miércoles, 5 de julio de 2017
EL “ESCUCHATORIO” EN LA RELACIÓN MÉDICO-PACIENTE
La necesidad ética del “otro”. El valor de la narrativa.
Dr. Francisco “Paco” Maglio
Decía Lain Entralgo que la relación médico-paciente es el encuentro entre dos menesterosos, dos necesitados, uno que quiere curar y otro que quiere que lo curen.
Enfocada esta relación solamente en la necesidad del “curar” obviando el “cuidar” (socráticamente la “tekné” y el “medeos” respectivamente), resulta alienante tanto para el médico como para el paciente.
La relación médico paciente se “tecnologiza” y se “despersonaliza”, por eso es alienante, desparece el “otro” como persona.
Para el paciente, el médico es un técnico con guardapolvo que extiende recetas y para el médico, el enfermo es un “libro de texto”, con signos y síntomas que hay que interpretar y codificar.
En este tipo de relación médico-paciente desaparece la “otredad” humanizada, son dos “yoidades” despersonalizadas, un (des)encuentro. Desaparece aquel concepto de enfermo de Miguel de Unamuno: “Un ser humano de carne y hueso que sufre, piensa, ama y sueña”. Esta despersonalización lleva al desgaste, al desánimo y a la desesperanza, tríada característica del burnout.
Esta “medicina basada en la evidencia”, en la que el paciente es un dato estadístico y el médico un administrador, más allá de su eventual valor técnico-científico, la debemos “desalienar” con una “medicina basada en la narrativa”, que no se opone a la visión médico-técnica sino que la enriquece con la visión desde el paciente.
Medicina Basada en la Narrativa
La medicina basada en la narrativa consiste básicamente en las subjetividades dolientes (más que en las objetividades medibles), esto es, lo que el enfermo siente qué es su enfermedad, la representación de su padecimiento, la experiencia social de lo vivido humano como enfermo.
A un adolescente con granos en la cara le decimos: “vos tenés acné”, pero él siente vergüenza.
Cuando le decimos a un paciente, “vos tenés sida”, el siente discriminación.
Para la medicina basada en la narrativa, más que en el interrogatorio se necesita un “escuchatorio”, más que un “dígame” y un oír es un “cuénteme” y escuchar.
Un aforismo hipocrático ya lo manifestaba hace 2.500 años: “Muchos pacientes se curan con la satisfacción que le produce un médico que los escucha”.
Con la medicina basada en la narrativa podemos desentrañar el verdadero proyecto de vida del paciente y esto es trascendental porque constituye el “motor” para vivir tanto en la salud como en la enfermedad.
En palabras de Nietzsche: “Cuando se tiene un por qué vivir, se asume cualquier cómo vivir”.
La medicina basada en la narrativa es un modelo explicatorio: es la búsqueda del sentido del sufrimiento, porque como explica Spinoza: “Cuando tenemos una idea clara de por qué sufrimos, dejamos de sufrir, sigue el dolor pero es un dolor puramente físico, para el cual tenemos analgésicos, pero el sufrimiento como dolor total desaparece”.
La narrativa es “invisible” a la biología, se “visibiliza” en la biografía, de esta manera convierte “el caso” en una historia de vida.
La narrativa en sí misma es terapéutica no sólo para el paciente sino también para el médico, porque al “re-personalizar” esa relación la “desalieniza”, vuelven a ser dos personas, dos seres humanos en un encuentro de “inter-fecundidad”.
Es la “yoidad” a través de la “otredad”. Como decía Levinas: “Yo no soy el otro, pero necesito al otro para ser yo”.
Ya no serán “médico-robot” y “enfermo-robot”, sino médico-persona y enfermo-persona.
Renacerá el ánimo y la esperanza, desaparecerá el desgaste y en consecuencia también el burnout.
Pacientes y médicos se sentirán útiles entre sí: la relación médico-paciente será una relación solidaria y “desmedicalizante”.
Al sentirse kantianamente personas, tendrán dignidad y no precio, serán sujetos y no objetos, se convertirán en fines en sí mismos y no en medios.
Algunas experiencias personales con la medicina basada en la narrativa
“Me siento leproso”
Un paciente afectado de estafilodermia psoriasiforme (el enfermo tiene profusión de escamas en todo el cuerpo) era rechazado (debido a su aspecto) por familiares y amigos. Al preguntarle cómo se siente, dijo: “Me siento leproso”. Esa era la experiencia social de su padecimiento, más allá de lo biológico.
Al conocer esa narrativa me expliqué por qué la cortisona (medicación electiva) que estaba tomando hacia un mes, no surtía efecto.
Una persona desafectivizada, excluida, es un inmunodeprimido (la psicoinmunología lo ha demostrado) y con la cortisona se estaba deprimiendo más.
Hablé con la familia y los amigos y les expliqué que hasta que no volvieran a comportarse con él como antes, con afecto y respeto, sobreponiéndose a la impresión de su aspecto, no se iba a curar. Así lo entendieron y actuaron.
A los diez días se había curado, manteniendo la cortisona. A la eficacia biológica se había agregado la eficacia simbólica, que la psicoinmunología ha demostrado que actúa por los mismos intermediarios inmuno citoquímicos; no es simplemente sugestión.
“Me toma el pulso”
En una oportunidad una viejita (el diminutivo es cariñoso) me pidió que le tomara el pulso. Miré el cardioscopio y sin acceder a su pedido, le dije: “tranquila abuela, tiene 80, está muy bien”. Pero me seguía pidiendo que le tomara el pulso y ante su insistencia le pregunto por qué, ya que la máquina era muy confiable y me contestó: “es que aquí nadie me toca”. La palpábamos pero no la tocábamos.
Razón tenía Benjamin cuando dijo: “En los hospitales hay gente que se muere con hambre de piel”. En nosotros está saciarla.
Los proyectos de vida son fundamentales, a tal punto, que podemos afirmar que más allá del comienzo biológico de la enfermedad (el día que aparecen los primeros síntomas), en sentido antropológico nos enfrentamos el día en que debido a esos síntomas, se ve interrumpido nuestro proyecto de vida. Por el contrario, empezamos a “sanarnos” el día en que a pesar de esos síntomas podamos reiniciar dicho proyecto.
Relataré algunas experiencias que avalan estas posturas.
“Eto non é vita”
Don Antonio (italiano, 75 años) era un hombre sano, pero a requerimiento de su familia le hago un “chequeo”. Dada su edad los valores de laboratorio estaban un poco por encima de los normales, nada significativo.
Como médico recién recibido y con poca experiencia, le indico un estricto “régimen higiénico-dietético” dentro del cual estaba la prohibición absoluta del alcohol.
A la semana, la familia me llama porque Don Antonio estaba enfermo y al revisarlo, realmente no estaba bien: hipotenso, adinámico, asténico. Cuando le pregunto cómo se sentía, me dice en un enternecedor cocoliche: “Eto non é vita”. Como no le encontraba explicación, le pregunto a la familia si en esa semana había pasado algo que lo pusiera mal. Me dicen que desde que le instalé ese régimen no salía. ¿Y a dónde salía? pregunté. Me explicaron que todos los días invariablemente iba al bar de la esquina a tomar un “vermutino” con unos amigos veteranos de la guerra en Abisinia.
Entonces comprendí: ese “vermutino” con los amigos era su proyecto de vida y al desconocerlo, mi prescripción se había convertido en una “proscripción”.
Fue suficiente que volviera a esas salidas para que desaparecieran los antes mencionados síntomas.
“Ese es mi proyecto de vida”
A veces los proyectos de vida no son tan obvios y se necesita profundizar en la narrativa. Una buena estrategia es pedirle al paciente que nos relate un día habitual de su vida cuando estaba sano.
Un pastor protestante estaba en una unidad coronaria por un infarto agudo de miocardio, con un angor inestable, asociación de gravísimo pronóstico.
En el relato a que nos referimos manifiesta lo siguiente: “Me levanto muy temprano, rezo, estudio, ordeno el templo (hablaba muy nervioso y angustiado, lo que se reflejaba en el cardioscopio por su gran inestabilidad eléctrica), y por la tarde vienen unos feligreses con los que tenemos un grupo de reflexión (a esta altura del relato se va calmando, no estaba tan nervioso, lo que se refleja también en el trazado electrocardiográfico), y si viera, doctor, qué bien nos hacemos, yo a ellos y ellos a mí, pero ahora vaya a saber dónde están y yo aquí rodeado de tubos y aparatos” (vuelve a ponerse nervioso y también su corelato en el cardioscopio). Le pregunto si ese grupo de reflexión era muy importante para él y después de pensar un poco me dice: “Ahora que no lo puedo hacer, me doy cuenta que ese es mi proyecto de vida”.
Se localizó a ese grupo y dos veces por día, media hora, concurrían a la unidad coronaria y restablecieron aquel contacto. A los tres días seguía el infarto pero había desparecido el angor inestable: se había reintegrado a su proyecto de vida.
“No me dejen morir”
Teresita era una joven que a la mañana siguiente de su fiesta de 15 años amanece con una cuadriplejía por una polio-mielitis. Estuvo once años en un pulmotor moviendo nada más que la cabeza.
Nunca en mi vida profesional conocí a alguien tan aferrado a la vida. Había aprendido a dibujar con la boca y hacía tarjetas de Navidad que las mandaba al Hospital de Niños: era su proyecto de vida.
Un día se complica con un cuadro abdominal agudo por una apendicitis. En esa época no existían los respiradores modernos que permiten que el paciente esté afuera del aparato; en el pulmotor estaba adentro y para revisar al enfermo se le ponía una campana con aire a presión cubriendo la cabeza. Este procedimiento permitía abrir el pulmotor pero por un lapso de no más de 15 a 20 minutos.
En esta situación la revisamos comprobando el abdomen agudo y ante la imposibilidad de la cirugía (dado el escasísimo tiempo disponible) cruzamos nuestras miradas como diciendo: “Dios se apiadó de ella”. Cuando sacamos la campana y volvimos a poner a Teresita dentro del pulmotor me dijo (como adivinando nuestro pensamiento): “Paco, háganme todo, hasta lo imposible, pero no me dejen morir, mirá que los chicos del Hospital de Niños esperan mis tarjetas”.
Ante ese pedido, un cirujano, uno de los más brillantes que he conocido, se animó y la operó fuera del pulmotor (dentro era imposible) con la mencionada campana. La operación duró exactamente 12 minutos y Teresita vivió 7 años más, mandando sus tarjetas al Hospital de Niños.
“Doctor, ¿me puede abrazar?”
Tenía que dar la tristísima noticia a una mamá que su hijito de 7 años con un sida terminal (post-transfusional, al comienzo de la epidemia), se iba a morir. Dije la consabida frase: “Ya no hay nada que hacer”. A lo que la mamá me contestó: “Sí hay por hacer”. “¿Qué puedo hacer?” le pregunté, y con lágrimas en los ojos me dijo: “Doctor, ¿me puede abrazar?”.
Nunca volví a decir “no hay nada que hacer”, sino “ya no hay nada que tratar, como médico ya no puedo hacer nada, pero como persona, ¿puedo hacer algo por usted?”. Y siempre se puede hacer algo. Cuando ya no hay “tekné”, siempre hay “medeos”.
Estamos (mal)acostumbrados a decidir por el paciente, pensando que nuestras decisiones son las mejores, pero éstas pertenecen siempre al enfermo y no a nosotros, por mejor intencionados que estemos.
Ante un paciente terminal, frecuentemente (y muchas veces a pedido de la familia) aumentamos la dosis de sedantes para que no sufra, para que “no se dé cuenta”. Pero, ¿siempre, es así? En muchas ocasiones debemos tener el coraje (porque no es fácil) de avisarle al enfermo de sus últimos momentos.
En la Edad Media la gente elegía a un amigo que tenía la obligación de anunciarle su final. Le llamaban el nuncius mortis.
¿Por qué debemos proceder así? Porque la inminencia de la muerte es el momento reflexivo más trascendente de la vida, el momento de las grandes decisiones, y no me refiero solamente a las testamentarias sino, más importante aún, a las afectivas. En mi experiencia de años en terapia intensiva fueron muchos los pacientes que me decían: “Cuando llegue el momento, no quiero sufrir, pero quiero estar lúcido”.
Relataré algunas de ellas:
“Llamen a un juez”
Un paciente en esas condiciones pidió: “Llamen a un juez”. Vivía en concubinato hacía 10 años. Llegó el juez, llamó a su concubina y… ¡se casó!!!! Me dijo: “Recién ahora me atrevo”. Falleció al día siguiente.
“Doctor, llame a este teléfono”
En similares circunstancias, un paciente me dio un número de teléfono y me pidió que llamara, y a la persona que atendiera le dijera que él estaba internado y quería verlo.
Cumplí su deseo, y al rato llegó un señor corriendo, preguntando dónde estaba el paciente. Fue a su cama, quedó in-móvil unos segundos, se entrelazaron en un estremecedor abrazo y lloraron un largo rato. Cuando se fue, el paciente me llamó y me dijo: “Doctor, gracias por la gauchada de llamar por teléfono. El que se fue es mi hermano. Hace 15 años lo eché de mi casa, lo eché mal, yo tenía la culpa. Nunca tuve el coraje de pedirle perdón. Ahora que sé que voy a morir, recién ahora me atreví a pedirle perdón y me perdonó”.
Tuvo un gesto que nunca voy a olvidar. Me tomó las manos y me dijo: “Gracias por dejarme morir en paz”.
Volví a la mañana siguiente, se había muerto la noche anterior.
Le pregunto a la enfermera de ese turno (para no inducirle la respuesta): “Vos estuviste cuando se murió ese enfermo, ¿notaste algo diferente?”. Me respondió: “Mira, Paco, en años de terapia intensiva nunca vi morir a alguien con tanta paz. Aún muerto parecía que estaba sonriendo”.
En conclusión, y volviendo a las fuentes, uno de los aforismos de Hipócrates lo revela con claridad meridiana: “Muchos enfermos se curan solamente con la satisfacción de un médico que los escucha”, (se adelantó 2.500 años a Freud).
Dentro de una formación biologicista-positivista, nos enseñan en la Facultad de Medicina a interrogar y no a escuchar.
Con el interrogatorio estamos al lado del enfermo, pero con el “escuchatorio” estamos del lado del enfermo.
Ni más ni menos es la narrativa y lo más importante es que es terapéutica.
Dr. Francisco “Paco” Maglio
Decía Lain Entralgo que la relación médico-paciente es el encuentro entre dos menesterosos, dos necesitados, uno que quiere curar y otro que quiere que lo curen.
Enfocada esta relación solamente en la necesidad del “curar” obviando el “cuidar” (socráticamente la “tekné” y el “medeos” respectivamente), resulta alienante tanto para el médico como para el paciente.
La relación médico paciente se “tecnologiza” y se “despersonaliza”, por eso es alienante, desparece el “otro” como persona.
Para el paciente, el médico es un técnico con guardapolvo que extiende recetas y para el médico, el enfermo es un “libro de texto”, con signos y síntomas que hay que interpretar y codificar.
En este tipo de relación médico-paciente desaparece la “otredad” humanizada, son dos “yoidades” despersonalizadas, un (des)encuentro. Desaparece aquel concepto de enfermo de Miguel de Unamuno: “Un ser humano de carne y hueso que sufre, piensa, ama y sueña”. Esta despersonalización lleva al desgaste, al desánimo y a la desesperanza, tríada característica del burnout.
Esta “medicina basada en la evidencia”, en la que el paciente es un dato estadístico y el médico un administrador, más allá de su eventual valor técnico-científico, la debemos “desalienar” con una “medicina basada en la narrativa”, que no se opone a la visión médico-técnica sino que la enriquece con la visión desde el paciente.
Medicina Basada en la Narrativa
La medicina basada en la narrativa consiste básicamente en las subjetividades dolientes (más que en las objetividades medibles), esto es, lo que el enfermo siente qué es su enfermedad, la representación de su padecimiento, la experiencia social de lo vivido humano como enfermo.
A un adolescente con granos en la cara le decimos: “vos tenés acné”, pero él siente vergüenza.
Cuando le decimos a un paciente, “vos tenés sida”, el siente discriminación.
Para la medicina basada en la narrativa, más que en el interrogatorio se necesita un “escuchatorio”, más que un “dígame” y un oír es un “cuénteme” y escuchar.
Un aforismo hipocrático ya lo manifestaba hace 2.500 años: “Muchos pacientes se curan con la satisfacción que le produce un médico que los escucha”.
Con la medicina basada en la narrativa podemos desentrañar el verdadero proyecto de vida del paciente y esto es trascendental porque constituye el “motor” para vivir tanto en la salud como en la enfermedad.
En palabras de Nietzsche: “Cuando se tiene un por qué vivir, se asume cualquier cómo vivir”.
La medicina basada en la narrativa es un modelo explicatorio: es la búsqueda del sentido del sufrimiento, porque como explica Spinoza: “Cuando tenemos una idea clara de por qué sufrimos, dejamos de sufrir, sigue el dolor pero es un dolor puramente físico, para el cual tenemos analgésicos, pero el sufrimiento como dolor total desaparece”.
La narrativa es “invisible” a la biología, se “visibiliza” en la biografía, de esta manera convierte “el caso” en una historia de vida.
La narrativa en sí misma es terapéutica no sólo para el paciente sino también para el médico, porque al “re-personalizar” esa relación la “desalieniza”, vuelven a ser dos personas, dos seres humanos en un encuentro de “inter-fecundidad”.
Es la “yoidad” a través de la “otredad”. Como decía Levinas: “Yo no soy el otro, pero necesito al otro para ser yo”.
Ya no serán “médico-robot” y “enfermo-robot”, sino médico-persona y enfermo-persona.
Renacerá el ánimo y la esperanza, desaparecerá el desgaste y en consecuencia también el burnout.
Pacientes y médicos se sentirán útiles entre sí: la relación médico-paciente será una relación solidaria y “desmedicalizante”.
Al sentirse kantianamente personas, tendrán dignidad y no precio, serán sujetos y no objetos, se convertirán en fines en sí mismos y no en medios.
Algunas experiencias personales con la medicina basada en la narrativa
“Me siento leproso”
Un paciente afectado de estafilodermia psoriasiforme (el enfermo tiene profusión de escamas en todo el cuerpo) era rechazado (debido a su aspecto) por familiares y amigos. Al preguntarle cómo se siente, dijo: “Me siento leproso”. Esa era la experiencia social de su padecimiento, más allá de lo biológico.
Al conocer esa narrativa me expliqué por qué la cortisona (medicación electiva) que estaba tomando hacia un mes, no surtía efecto.
Una persona desafectivizada, excluida, es un inmunodeprimido (la psicoinmunología lo ha demostrado) y con la cortisona se estaba deprimiendo más.
Hablé con la familia y los amigos y les expliqué que hasta que no volvieran a comportarse con él como antes, con afecto y respeto, sobreponiéndose a la impresión de su aspecto, no se iba a curar. Así lo entendieron y actuaron.
A los diez días se había curado, manteniendo la cortisona. A la eficacia biológica se había agregado la eficacia simbólica, que la psicoinmunología ha demostrado que actúa por los mismos intermediarios inmuno citoquímicos; no es simplemente sugestión.
“Me toma el pulso”
En una oportunidad una viejita (el diminutivo es cariñoso) me pidió que le tomara el pulso. Miré el cardioscopio y sin acceder a su pedido, le dije: “tranquila abuela, tiene 80, está muy bien”. Pero me seguía pidiendo que le tomara el pulso y ante su insistencia le pregunto por qué, ya que la máquina era muy confiable y me contestó: “es que aquí nadie me toca”. La palpábamos pero no la tocábamos.
Razón tenía Benjamin cuando dijo: “En los hospitales hay gente que se muere con hambre de piel”. En nosotros está saciarla.
Los proyectos de vida son fundamentales, a tal punto, que podemos afirmar que más allá del comienzo biológico de la enfermedad (el día que aparecen los primeros síntomas), en sentido antropológico nos enfrentamos el día en que debido a esos síntomas, se ve interrumpido nuestro proyecto de vida. Por el contrario, empezamos a “sanarnos” el día en que a pesar de esos síntomas podamos reiniciar dicho proyecto.
Relataré algunas experiencias que avalan estas posturas.
“Eto non é vita”
Don Antonio (italiano, 75 años) era un hombre sano, pero a requerimiento de su familia le hago un “chequeo”. Dada su edad los valores de laboratorio estaban un poco por encima de los normales, nada significativo.
Como médico recién recibido y con poca experiencia, le indico un estricto “régimen higiénico-dietético” dentro del cual estaba la prohibición absoluta del alcohol.
A la semana, la familia me llama porque Don Antonio estaba enfermo y al revisarlo, realmente no estaba bien: hipotenso, adinámico, asténico. Cuando le pregunto cómo se sentía, me dice en un enternecedor cocoliche: “Eto non é vita”. Como no le encontraba explicación, le pregunto a la familia si en esa semana había pasado algo que lo pusiera mal. Me dicen que desde que le instalé ese régimen no salía. ¿Y a dónde salía? pregunté. Me explicaron que todos los días invariablemente iba al bar de la esquina a tomar un “vermutino” con unos amigos veteranos de la guerra en Abisinia.
Entonces comprendí: ese “vermutino” con los amigos era su proyecto de vida y al desconocerlo, mi prescripción se había convertido en una “proscripción”.
Fue suficiente que volviera a esas salidas para que desaparecieran los antes mencionados síntomas.
“Ese es mi proyecto de vida”
A veces los proyectos de vida no son tan obvios y se necesita profundizar en la narrativa. Una buena estrategia es pedirle al paciente que nos relate un día habitual de su vida cuando estaba sano.
Un pastor protestante estaba en una unidad coronaria por un infarto agudo de miocardio, con un angor inestable, asociación de gravísimo pronóstico.
En el relato a que nos referimos manifiesta lo siguiente: “Me levanto muy temprano, rezo, estudio, ordeno el templo (hablaba muy nervioso y angustiado, lo que se reflejaba en el cardioscopio por su gran inestabilidad eléctrica), y por la tarde vienen unos feligreses con los que tenemos un grupo de reflexión (a esta altura del relato se va calmando, no estaba tan nervioso, lo que se refleja también en el trazado electrocardiográfico), y si viera, doctor, qué bien nos hacemos, yo a ellos y ellos a mí, pero ahora vaya a saber dónde están y yo aquí rodeado de tubos y aparatos” (vuelve a ponerse nervioso y también su corelato en el cardioscopio). Le pregunto si ese grupo de reflexión era muy importante para él y después de pensar un poco me dice: “Ahora que no lo puedo hacer, me doy cuenta que ese es mi proyecto de vida”.
Se localizó a ese grupo y dos veces por día, media hora, concurrían a la unidad coronaria y restablecieron aquel contacto. A los tres días seguía el infarto pero había desparecido el angor inestable: se había reintegrado a su proyecto de vida.
“No me dejen morir”
Teresita era una joven que a la mañana siguiente de su fiesta de 15 años amanece con una cuadriplejía por una polio-mielitis. Estuvo once años en un pulmotor moviendo nada más que la cabeza.
Nunca en mi vida profesional conocí a alguien tan aferrado a la vida. Había aprendido a dibujar con la boca y hacía tarjetas de Navidad que las mandaba al Hospital de Niños: era su proyecto de vida.
Un día se complica con un cuadro abdominal agudo por una apendicitis. En esa época no existían los respiradores modernos que permiten que el paciente esté afuera del aparato; en el pulmotor estaba adentro y para revisar al enfermo se le ponía una campana con aire a presión cubriendo la cabeza. Este procedimiento permitía abrir el pulmotor pero por un lapso de no más de 15 a 20 minutos.
En esta situación la revisamos comprobando el abdomen agudo y ante la imposibilidad de la cirugía (dado el escasísimo tiempo disponible) cruzamos nuestras miradas como diciendo: “Dios se apiadó de ella”. Cuando sacamos la campana y volvimos a poner a Teresita dentro del pulmotor me dijo (como adivinando nuestro pensamiento): “Paco, háganme todo, hasta lo imposible, pero no me dejen morir, mirá que los chicos del Hospital de Niños esperan mis tarjetas”.
Ante ese pedido, un cirujano, uno de los más brillantes que he conocido, se animó y la operó fuera del pulmotor (dentro era imposible) con la mencionada campana. La operación duró exactamente 12 minutos y Teresita vivió 7 años más, mandando sus tarjetas al Hospital de Niños.
“Doctor, ¿me puede abrazar?”
Tenía que dar la tristísima noticia a una mamá que su hijito de 7 años con un sida terminal (post-transfusional, al comienzo de la epidemia), se iba a morir. Dije la consabida frase: “Ya no hay nada que hacer”. A lo que la mamá me contestó: “Sí hay por hacer”. “¿Qué puedo hacer?” le pregunté, y con lágrimas en los ojos me dijo: “Doctor, ¿me puede abrazar?”.
Nunca volví a decir “no hay nada que hacer”, sino “ya no hay nada que tratar, como médico ya no puedo hacer nada, pero como persona, ¿puedo hacer algo por usted?”. Y siempre se puede hacer algo. Cuando ya no hay “tekné”, siempre hay “medeos”.
Estamos (mal)acostumbrados a decidir por el paciente, pensando que nuestras decisiones son las mejores, pero éstas pertenecen siempre al enfermo y no a nosotros, por mejor intencionados que estemos.
Ante un paciente terminal, frecuentemente (y muchas veces a pedido de la familia) aumentamos la dosis de sedantes para que no sufra, para que “no se dé cuenta”. Pero, ¿siempre, es así? En muchas ocasiones debemos tener el coraje (porque no es fácil) de avisarle al enfermo de sus últimos momentos.
En la Edad Media la gente elegía a un amigo que tenía la obligación de anunciarle su final. Le llamaban el nuncius mortis.
¿Por qué debemos proceder así? Porque la inminencia de la muerte es el momento reflexivo más trascendente de la vida, el momento de las grandes decisiones, y no me refiero solamente a las testamentarias sino, más importante aún, a las afectivas. En mi experiencia de años en terapia intensiva fueron muchos los pacientes que me decían: “Cuando llegue el momento, no quiero sufrir, pero quiero estar lúcido”.
Relataré algunas de ellas:
“Llamen a un juez”
Un paciente en esas condiciones pidió: “Llamen a un juez”. Vivía en concubinato hacía 10 años. Llegó el juez, llamó a su concubina y… ¡se casó!!!! Me dijo: “Recién ahora me atrevo”. Falleció al día siguiente.
“Doctor, llame a este teléfono”
En similares circunstancias, un paciente me dio un número de teléfono y me pidió que llamara, y a la persona que atendiera le dijera que él estaba internado y quería verlo.
Cumplí su deseo, y al rato llegó un señor corriendo, preguntando dónde estaba el paciente. Fue a su cama, quedó in-móvil unos segundos, se entrelazaron en un estremecedor abrazo y lloraron un largo rato. Cuando se fue, el paciente me llamó y me dijo: “Doctor, gracias por la gauchada de llamar por teléfono. El que se fue es mi hermano. Hace 15 años lo eché de mi casa, lo eché mal, yo tenía la culpa. Nunca tuve el coraje de pedirle perdón. Ahora que sé que voy a morir, recién ahora me atreví a pedirle perdón y me perdonó”.
Tuvo un gesto que nunca voy a olvidar. Me tomó las manos y me dijo: “Gracias por dejarme morir en paz”.
Volví a la mañana siguiente, se había muerto la noche anterior.
Le pregunto a la enfermera de ese turno (para no inducirle la respuesta): “Vos estuviste cuando se murió ese enfermo, ¿notaste algo diferente?”. Me respondió: “Mira, Paco, en años de terapia intensiva nunca vi morir a alguien con tanta paz. Aún muerto parecía que estaba sonriendo”.
En conclusión, y volviendo a las fuentes, uno de los aforismos de Hipócrates lo revela con claridad meridiana: “Muchos enfermos se curan solamente con la satisfacción de un médico que los escucha”, (se adelantó 2.500 años a Freud).
Dentro de una formación biologicista-positivista, nos enseñan en la Facultad de Medicina a interrogar y no a escuchar.
Con el interrogatorio estamos al lado del enfermo, pero con el “escuchatorio” estamos del lado del enfermo.
Ni más ni menos es la narrativa y lo más importante es que es terapéutica.
INTENTAN PREDECIR EL SURGIMIENTO DE POTENCIALES BROTES ZOONÓTICOS
21 de junio de 2017 – Fuente: Nature
La mayoría de las enfermedades infecciosas emergentes que afectan a los humanos son zoonosis, con virus que se originan en mamíferos salvajes y se transmiten de forma natural a las personas. Murcié- lagos, primates y roedores, entre otros, son algunos de los animales que contagian el virus del Ébola, el VIH o el del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) a las personas. 12 Hasta ahora, pocos métodos permitían identificar qué especies huéspedes albergarán con más probabilidad los futuros virus humanos o qué virus serán capaces de atravesar las fronteras entre especies. El nuevo estudio revela que el número total de virus que infectan una especie determinada y la probabilidad de que se convierta en zoonosis es predecible. El número de virus zoonóticos por especie se puede prever por la filogenia relacionada con los seres humanos, la taxonomía del huésped y la población humana dentro de un rango de especies, lo que puede reflejar el contacto humano y la vida silvestre. Se creó y analizó una base de datos de más de 2.800 asociaciones entre mamíferos y virus. De las 586 especies virales analizadas, 263 (44,8%) se han detectado en seres humanos, y 188 (71,5% de los virus humanos) se definen como zoonóticos, es decir, que se han detectado al menos una vez en humanos y al menos una vez en otra especie de mamíferos. Algunas especies de mamíferos son mejores huéspedes que otras. Depende del número total de virus de una especie concreta o de la diversidad de los virus, que es influenciada por el rango geográfico de la especie, por el solapamiento con otros mamíferos, el tamaño del cuerpo y el orden al que pertenece. Según el estudio, otros factores que influyen en la transmisión de los virus de mamíferos a humanos son la cercanía entre unos y otros, y la cantidad de coincidencias con las poblaciones humanas y las áreas urbanas. Los murciélagos son también significativos en cuanto al número de zoonosis que transportan, independiente de estos otros rasgos. Les siguen primates y roedores. Predecir las futuras amenazas El trabajo también ha permitido proporcionar mapas de las localizaciones geográficas en las que los diferentes tipos de mamíferos son más propensos de albergar nuevas amenazas para la salud humana. Se han identificado los taxones y las regiones geográficas con el mayor número estimado de virus que aún quedan por aparecer y que serán de gran importancia para futuras vigilancias. Se ha mapeado en qué lugares del planeta puede encontrarse el próximo virus antes de que emerja. Los patrones varían según las especies huésped. Por ejemplo, los virus zoonóticos de los murciélagos son más frecuentes en América del Sur y Centroamérica y partes de Asia. Por el contrario, los de primates tienden a agruparse en Centroamérica, África y el Sudeste Asiático, y los de roedores se encuentran principalmente en partes de Amé- rica del Norte y del Sur y África Central. Para los científicos, predecir qué virus son más probables de propagarse de animales a seres humanos podría ayudar a controlar las enfermedades emergentes y prevenir futuros brotes. El estudio permitiría así aportar información a los programas mundiales sobre la identificación de nuevos virus zoonóticos y evaluar su posible amenaza para la salud humana. Esta información ya está siendo utilizada como parte del proyecto USAID PREDICT7 para encontrar y caracterizar nuevos virus en todo el mundo y comprender mejor los factores de riesgo específicos de la localización y los comportamientos humanos en estos puntos calientes de virus zoonóticos.
La mayoría de las enfermedades infecciosas emergentes que afectan a los humanos son zoonosis, con virus que se originan en mamíferos salvajes y se transmiten de forma natural a las personas. Murcié- lagos, primates y roedores, entre otros, son algunos de los animales que contagian el virus del Ébola, el VIH o el del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) a las personas. 12 Hasta ahora, pocos métodos permitían identificar qué especies huéspedes albergarán con más probabilidad los futuros virus humanos o qué virus serán capaces de atravesar las fronteras entre especies. El nuevo estudio revela que el número total de virus que infectan una especie determinada y la probabilidad de que se convierta en zoonosis es predecible. El número de virus zoonóticos por especie se puede prever por la filogenia relacionada con los seres humanos, la taxonomía del huésped y la población humana dentro de un rango de especies, lo que puede reflejar el contacto humano y la vida silvestre. Se creó y analizó una base de datos de más de 2.800 asociaciones entre mamíferos y virus. De las 586 especies virales analizadas, 263 (44,8%) se han detectado en seres humanos, y 188 (71,5% de los virus humanos) se definen como zoonóticos, es decir, que se han detectado al menos una vez en humanos y al menos una vez en otra especie de mamíferos. Algunas especies de mamíferos son mejores huéspedes que otras. Depende del número total de virus de una especie concreta o de la diversidad de los virus, que es influenciada por el rango geográfico de la especie, por el solapamiento con otros mamíferos, el tamaño del cuerpo y el orden al que pertenece. Según el estudio, otros factores que influyen en la transmisión de los virus de mamíferos a humanos son la cercanía entre unos y otros, y la cantidad de coincidencias con las poblaciones humanas y las áreas urbanas. Los murciélagos son también significativos en cuanto al número de zoonosis que transportan, independiente de estos otros rasgos. Les siguen primates y roedores. Predecir las futuras amenazas El trabajo también ha permitido proporcionar mapas de las localizaciones geográficas en las que los diferentes tipos de mamíferos son más propensos de albergar nuevas amenazas para la salud humana. Se han identificado los taxones y las regiones geográficas con el mayor número estimado de virus que aún quedan por aparecer y que serán de gran importancia para futuras vigilancias. Se ha mapeado en qué lugares del planeta puede encontrarse el próximo virus antes de que emerja. Los patrones varían según las especies huésped. Por ejemplo, los virus zoonóticos de los murciélagos son más frecuentes en América del Sur y Centroamérica y partes de Asia. Por el contrario, los de primates tienden a agruparse en Centroamérica, África y el Sudeste Asiático, y los de roedores se encuentran principalmente en partes de Amé- rica del Norte y del Sur y África Central. Para los científicos, predecir qué virus son más probables de propagarse de animales a seres humanos podría ayudar a controlar las enfermedades emergentes y prevenir futuros brotes. El estudio permitiría así aportar información a los programas mundiales sobre la identificación de nuevos virus zoonóticos y evaluar su posible amenaza para la salud humana. Esta información ya está siendo utilizada como parte del proyecto USAID PREDICT7 para encontrar y caracterizar nuevos virus en todo el mundo y comprender mejor los factores de riesgo específicos de la localización y los comportamientos humanos en estos puntos calientes de virus zoonóticos.
jueves, 22 de junio de 2017
LOS HOSPITALES DE EE. UU. SIGUEN RECETANDO DEMASIADOS ANTIBIÓTICOS, SEGÚN UN ESTUDIO
Uno de cada 5 pacientes experimenta efectos secundarios por los fármacos, que con frecuencia no son necesarios
Robert Preidt
Traducido del inglés: viernes, 16 de junio, 2017
JUEVES, 15 de junio de 2017 (HealthDay News) -- Aproximadamente un 20 por ciento de los pacientes hospitalizados de EE. UU. que reciben antibióticos experimentan efectos secundarios por los fármacos, informan unos investigadores.
El nuevo estudio incluyó a casi 1,500 adultos hospitalizados a quienes les recetaron antibióticos. Los hallazgos revelaron que una quinta parte de los que experimentaron efectos secundarios relacionados con los antibióticos no necesitaban los fármacos en primer lugar.
Los resultados amplían las evidencias crecientes de que los antibióticos se utilizan en exceso, según los investigadores del Hospital Johns Hopkins.
"Con demasiada frecuencia, los médicos recetan antibióticos aunque tengan una sospecha baja de una infección bacteriana, pensando que aunque los antibióticos quizá no sean necesarios, probablemente no resulten nocivos. Pero no siempre es así", advirtió la Dra. Pranita Tamma, directora del Programa de Gestión Antimicrobiana Pediátrica del hospital.
Los antibióticos pueden provocar un daño real, y los médicos siempre deben pensar en si son necesarios, dijo Tamma.
"Si el paciente desarrolla una reacción adversa asociada con un antibiótico, aunque por supuesto es algo lamentable, deberíamos poder consolarnos al saber que al menos el antibiótico de verdad era necesario", dijo Tamma en un comunicado de prensa del Johns Hopkins.
Tamma también es profesora de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore.
Los pacientes del estudio fueron hospitalizados por motivos que iban desde un traumatismo a una enfermedad crónica. Todos recibieron al menos un tratamiento de 24 horas con antibióticos.
En general, un 20 por ciento tuvieron uno o más efectos secundarios relacionados con los antibióticos en un plazo de un mes tras abandonar el hospital. Los más comunes fueron molestias digestivas (un 42 por ciento), problemas renales (un 24 por ciento) y problemas sanguíneos (un 15 por ciento), mostraron los hallazgos.
Por cada 10 días adicionales de tratamiento antibiótico, el riesgo de efectos secundarios aumentó en un 3 por ciento, encontraron los investigadores.
A lo largo de 90 días, un 4 por ciento de los pacientes desarrollaron una diarrea bacteriana llamada Clostridium difficile, que puede resultar grave. Además, un 6 por ciento desarrollaron infecciones que eran potencialmente resistentes a los medicamentos.
El estudio aparece en la edición del 12 de junio de la revista JAMA Internal Medicine.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTE: Johns Hopkins, news release, June 14, 2017
Robert Preidt
Traducido del inglés: viernes, 16 de junio, 2017
JUEVES, 15 de junio de 2017 (HealthDay News) -- Aproximadamente un 20 por ciento de los pacientes hospitalizados de EE. UU. que reciben antibióticos experimentan efectos secundarios por los fármacos, informan unos investigadores.
El nuevo estudio incluyó a casi 1,500 adultos hospitalizados a quienes les recetaron antibióticos. Los hallazgos revelaron que una quinta parte de los que experimentaron efectos secundarios relacionados con los antibióticos no necesitaban los fármacos en primer lugar.
Los resultados amplían las evidencias crecientes de que los antibióticos se utilizan en exceso, según los investigadores del Hospital Johns Hopkins.
"Con demasiada frecuencia, los médicos recetan antibióticos aunque tengan una sospecha baja de una infección bacteriana, pensando que aunque los antibióticos quizá no sean necesarios, probablemente no resulten nocivos. Pero no siempre es así", advirtió la Dra. Pranita Tamma, directora del Programa de Gestión Antimicrobiana Pediátrica del hospital.
Los antibióticos pueden provocar un daño real, y los médicos siempre deben pensar en si son necesarios, dijo Tamma.
"Si el paciente desarrolla una reacción adversa asociada con un antibiótico, aunque por supuesto es algo lamentable, deberíamos poder consolarnos al saber que al menos el antibiótico de verdad era necesario", dijo Tamma en un comunicado de prensa del Johns Hopkins.
Tamma también es profesora de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore.
Los pacientes del estudio fueron hospitalizados por motivos que iban desde un traumatismo a una enfermedad crónica. Todos recibieron al menos un tratamiento de 24 horas con antibióticos.
En general, un 20 por ciento tuvieron uno o más efectos secundarios relacionados con los antibióticos en un plazo de un mes tras abandonar el hospital. Los más comunes fueron molestias digestivas (un 42 por ciento), problemas renales (un 24 por ciento) y problemas sanguíneos (un 15 por ciento), mostraron los hallazgos.
Por cada 10 días adicionales de tratamiento antibiótico, el riesgo de efectos secundarios aumentó en un 3 por ciento, encontraron los investigadores.
A lo largo de 90 días, un 4 por ciento de los pacientes desarrollaron una diarrea bacteriana llamada Clostridium difficile, que puede resultar grave. Además, un 6 por ciento desarrollaron infecciones que eran potencialmente resistentes a los medicamentos.
El estudio aparece en la edición del 12 de junio de la revista JAMA Internal Medicine.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTE: Johns Hopkins, news release, June 14, 2017
SUDESTE ASIÁTICO: UNA MUTACIÓN HUMANA OCURRIDA HACE 50.000 AÑOS FUE UNA POSIBLE ADAPTACIÓN CONTRA LA LEPRA
16 de mayo de 2017 – Fuente: Cell Reports
Hace 50.000 años una mutación en un gen se extendió rápidamente por el Sudeste Asiático, lo que podría haber estado asociado con una posible adaptación evolutiva contra la lepra. El gen en cuestión tiene la capacidad de adherirse a las moléculas que se derivan de la bacteria que causa la lepra y luego lograr que el sistema inmunitario las destruya. Esta conexión entre el gen, llamado HLA-B∗46:01, y la lepra ya era conocida, pero ahora se considera que su aparición, a partir de una mutación, ocurrió precisamente como una adaptación evolutiva. Los antígenos leucocitarios humanos (HLA) son las moléculas que le permiten al sistema inmunológico identificar los agentes extraños. Aunque esos genes han mutado a lo largo de la historia para brindar una mejor protección contra los microorganismos patógenos, hay poca evidencia sobre la naturaleza de ese proceso. Por ese motivo, los investigadores decidieron enfocarse en la razón por la que el HLA-B∗46:01 pudo haber variado e incrementado rápidamente su presencia en un período relativamente corto. Se usó un algoritmo para predecir si las moléculas de la lepra pueden unirse efectivamente a esta variante del gen. Se debió trabajar con ese modelo predictivo porque es muy difícil cultivar la bacteria de la lepra, Mycobacterium leprae, en los laboratorios.
Así, se descubrió que el gen HLA-B∗46:01 está muy bien adaptado para unirse a las moléculas derivadas de esta bacteria. El gen se adhiere a un conjunto muy particular de estas moléculas, lo que hace pensar que está especializado en brindar protección contra un solo patógeno o una cantidad muy pequeña de estos. El gen tiene una distribución muy distintiva, y está especialmente presente en el Sudeste Asiático, una zona especialmente afectada por la enfermedad. Unos 110 millones de personas de esta región tienen esa variación. Los resultados permiten comprender por qué esta variación particular ocurrió en esa zona del mundo.
Hace 50.000 años una mutación en un gen se extendió rápidamente por el Sudeste Asiático, lo que podría haber estado asociado con una posible adaptación evolutiva contra la lepra. El gen en cuestión tiene la capacidad de adherirse a las moléculas que se derivan de la bacteria que causa la lepra y luego lograr que el sistema inmunitario las destruya. Esta conexión entre el gen, llamado HLA-B∗46:01, y la lepra ya era conocida, pero ahora se considera que su aparición, a partir de una mutación, ocurrió precisamente como una adaptación evolutiva. Los antígenos leucocitarios humanos (HLA) son las moléculas que le permiten al sistema inmunológico identificar los agentes extraños. Aunque esos genes han mutado a lo largo de la historia para brindar una mejor protección contra los microorganismos patógenos, hay poca evidencia sobre la naturaleza de ese proceso. Por ese motivo, los investigadores decidieron enfocarse en la razón por la que el HLA-B∗46:01 pudo haber variado e incrementado rápidamente su presencia en un período relativamente corto. Se usó un algoritmo para predecir si las moléculas de la lepra pueden unirse efectivamente a esta variante del gen. Se debió trabajar con ese modelo predictivo porque es muy difícil cultivar la bacteria de la lepra, Mycobacterium leprae, en los laboratorios.
Así, se descubrió que el gen HLA-B∗46:01 está muy bien adaptado para unirse a las moléculas derivadas de esta bacteria. El gen se adhiere a un conjunto muy particular de estas moléculas, lo que hace pensar que está especializado en brindar protección contra un solo patógeno o una cantidad muy pequeña de estos. El gen tiene una distribución muy distintiva, y está especialmente presente en el Sudeste Asiático, una zona especialmente afectada por la enfermedad. Unos 110 millones de personas de esta región tienen esa variación. Los resultados permiten comprender por qué esta variación particular ocurrió en esa zona del mundo.
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TEMAS GENERALES DE MICROBIOLOGÍA
SANTA FE, ROSARIO: EL PERSONAL DE SALUD COMO PORTADOR DE STAPHYLOCOCCUS AUREUS EN LA MUCOSA NASAL
19 de diciembre de 2016 – Fuente: Revista Argentina de Microbiología
La principal vía de transmisión nosocomial de Staphylococcus aureus resistente a meticilina (SARM) son las manos. Sin embargo, se ha estudiado poco el hecho de que, como portadores, generalmente se moviliza a la bacteria en la mucosa nasal. La identificación sistemática de 320 trabajadores de la salud del Hospital Provincial del Centenario, en Rosario, provincia de Santa Fe, mostró que 30% de los participantes era portador de S. aureus en la mucosa nasal, y de estos, 6,3% era S. aureus resistente a meticilina. El objetivo del estudio fue determinar la tasa de portación nasal de S. aureus sensible o resistente a meticilina en el personal de salud de un hospital público de atención primaria. Se tomaron hisopados nasales, y se aislaron colonias presuntivas de S. aureus para estudios de tipificación y resistencia antimicrobiana. Este es el primer estudio de su tipo en Argentina, y uno de los pocos realizados en Sudamérica. En el estudio, 30% de los médicos fue portador de S. aureus, lo cual se encuentra dentro de los niveles publicados de portadores asintomáticos en la población. En el personal de enfermería el porcentaje fue menor que en los médicos (22%; p>0,05). Sin embargo, el personal técnico con funciones en la sala de cirugía, quimioterapia o imagen, fue portador en 57,1% (p<0,05).
Con respecto a las cepas con resistencia a meticilina, el personal médico y el de enfermería fueron los principales portadores (médicos: 8 de 52; enfermeros: 9 de 18). Además, se detectaron resistencias acompañantes (64,6%), a fluoroquinolonas (24%), aminoglucósidos (13%), y macrólidos (34,4%). Se demostró que todas las cepas de S. aureus fueron sensibles a vancomicina, y solo 3,1% presentó resistencia a mupirocina (3 cepas de S. aureus sensibles a meticilina). “Este trabajo tenía tres objetivos entrelazados”, manifestó el Dr. Héctor Ricardo Morbidoni, autor principal del trabajo, y jefe del Laboratorio de Microbiología Molecular de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Rosario. “En primer lugar, la relevancia del personal de salud, que está en contacto permanente con pacientes, que al ser portador de S. aureus contribuye a la distribución de esta bacteria, e incluso puede afectar a grupos de alto riesgo. Esta diseminación se torna más peligrosa si la cepa de S. aureus es resistente a antibióticos β-lactámicos”, indicó. Morbidoni agregó: “En segundo lugar, se utilizó el tamizaje para aplicar métodos de diagnóstico molecular, tales como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), y LAMP (Loop Mediated Isothermal Amplification); esta última es una herramienta simple, rápida y de bajo costo y, por tanto, es aplicable al sistema de salud argentino”. Por último se analizó la presencia de bacteriófagos en la microbiota nasal, como una posible herramienta terapéutica. “Considerando la presencia de cepas resistentes a distintos antibióticos, tanto en situación de portación como de enfermedad, es conveniente desarrollar nuevos compuestos con actividad antibacteriana. Los bacteriófagos son virus que únicamente infectan y lisan bacterias, presentando una alta especificidad y gran eficacia”. Para los autores, la proporción de portadores asintomáticos de cepas de S. aureus, tanto sensibles como resistentes a antibióticos, es suficiente para recomendar el uso periódico de tamizajes y la descolonización consensuada en los distintos efectores de salud del país. “Las recomendaciones generadas desde distintos ámbitos de Salud Pública en Argentina se enfocan en el manejo y la descolonización de los pacientes portadores de S. aureus resistente a meticilina, pero no extienden la profilaxis al personal de salud. Un tamizaje periódico y la descolonización de los portadores también implica el seguimiento de los mismos, lo que requiere de normas y recomendaciones a nivel nacional”, planteó. La Dra. Guadalupe Pérez, infectóloga pediatra, quien no participó en el estudio, pero tiene varios trabajos publicados acerca de S. aureus y las medidas para mejorar el uso adecuado de antibióticos y disminuir los días de hospitalización, opina diferente. “En la población sana, la indicación de medidas de descolonización es controversial”. Según Pérez, la situación es distinta en los pacientes que van a ser sometidos a cirugías estériles (cardiovasculares, ortopédicas) o se les colocará material protésico, donde realizar medidas de descolonización para S. aureus demostró ser oportuno. Otra recomendación de descolonización es apropiada en pacientes que presentan infecciones graves por S. aureus, para evitar su recurrencia. Las cepas estudiadas fueron sensibles a la combinación de trimetroprima-sulfametozaxol, y a mupirocina tópica (con excepción de tres cepas). “Estas medidas son útiles apenas en forma transitoria”, resalta Pérez. “En las diferentes publicaciones, dependiendo del método utilizado para descolonizar (mupirocina nasal sola o con baños con clorhexidina o iodopovidona, o antibióticos orales) y de las características del huésped, a los 3-6 meses de la descolonización, al menos 50% de los participantes presentó hisopados positivos para S. aureus”, expresó Pérez. Como continuación del trabajo, el equipo de Rosario realizó el aislamiento de bacteriófagos de distintas fuentes (ambientales y biológicas) con capacidad de infectar y destruir cepas locales de S. aureus, “finalmente se identificaron genes codificantes para endolisinas fágicas, los cuales fueron clonados, por lo que estamos en condiciones de analizar su actividad lítica frente a este patógeno. Esto permite proponer el uso de endolisinas producidas en el país, como un posible agente de uso tópico para la descolonización de portadores”, comenta Morbidoni. ¿Y las manos? Una menor portación de S. aureus en individuos sanos permitiría evitar la transmisión cruzada en áreas cerradas. El lavado de manos con agua y jabón, alguna solución antiséptica, y el frotado adecuado con alcohol en gel, es fundamental para evitar la transmisión por contacto. Existen estudios que muestran que la descolonización de los portadores es menos efectiva que las medidas de aislamiento de contacto simple (higiene de manos en los cinco momentos, uso de guantes y batas desechables cuando existan riesgos de salpicaduras, o de entrar en contacto con fluidos y/o sangre del paciente). A Pérez le sorprende la mayor tasa de colonización reportada en el estudio en el personal de quirófano, de quimioterapia y de imagen. “Si bien no está reportado en el estudio, y excede los objetivos de la publicación, es probable que las dos últimas sean áreas en las cuales la adherencia a la recomendación universal del lavado de manos sea menor”, sugiere Pérez. “Asumimos que las normas de higiene y el lavado de manos se cumplían en el Hospital Provincial del Centenario”, señala Morbidoni. Existe controversia, y es necesaria más investigación para reportar resultados concluyentes. Según los autores, se requieren estudios longitudinales para entender mejor la dinámica de transporte de S. aureus, en la que tendría relevancia la heterogeneidad del huésped, para realizar los modelos matemáticos que permitan entender mejor la transmisión. Solo así se podrán evaluar correctamente los efectos de las distintas estrategias.
La principal vía de transmisión nosocomial de Staphylococcus aureus resistente a meticilina (SARM) son las manos. Sin embargo, se ha estudiado poco el hecho de que, como portadores, generalmente se moviliza a la bacteria en la mucosa nasal. La identificación sistemática de 320 trabajadores de la salud del Hospital Provincial del Centenario, en Rosario, provincia de Santa Fe, mostró que 30% de los participantes era portador de S. aureus en la mucosa nasal, y de estos, 6,3% era S. aureus resistente a meticilina. El objetivo del estudio fue determinar la tasa de portación nasal de S. aureus sensible o resistente a meticilina en el personal de salud de un hospital público de atención primaria. Se tomaron hisopados nasales, y se aislaron colonias presuntivas de S. aureus para estudios de tipificación y resistencia antimicrobiana. Este es el primer estudio de su tipo en Argentina, y uno de los pocos realizados en Sudamérica. En el estudio, 30% de los médicos fue portador de S. aureus, lo cual se encuentra dentro de los niveles publicados de portadores asintomáticos en la población. En el personal de enfermería el porcentaje fue menor que en los médicos (22%; p>0,05). Sin embargo, el personal técnico con funciones en la sala de cirugía, quimioterapia o imagen, fue portador en 57,1% (p<0,05).
Con respecto a las cepas con resistencia a meticilina, el personal médico y el de enfermería fueron los principales portadores (médicos: 8 de 52; enfermeros: 9 de 18). Además, se detectaron resistencias acompañantes (64,6%), a fluoroquinolonas (24%), aminoglucósidos (13%), y macrólidos (34,4%). Se demostró que todas las cepas de S. aureus fueron sensibles a vancomicina, y solo 3,1% presentó resistencia a mupirocina (3 cepas de S. aureus sensibles a meticilina). “Este trabajo tenía tres objetivos entrelazados”, manifestó el Dr. Héctor Ricardo Morbidoni, autor principal del trabajo, y jefe del Laboratorio de Microbiología Molecular de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Rosario. “En primer lugar, la relevancia del personal de salud, que está en contacto permanente con pacientes, que al ser portador de S. aureus contribuye a la distribución de esta bacteria, e incluso puede afectar a grupos de alto riesgo. Esta diseminación se torna más peligrosa si la cepa de S. aureus es resistente a antibióticos β-lactámicos”, indicó. Morbidoni agregó: “En segundo lugar, se utilizó el tamizaje para aplicar métodos de diagnóstico molecular, tales como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), y LAMP (Loop Mediated Isothermal Amplification); esta última es una herramienta simple, rápida y de bajo costo y, por tanto, es aplicable al sistema de salud argentino”. Por último se analizó la presencia de bacteriófagos en la microbiota nasal, como una posible herramienta terapéutica. “Considerando la presencia de cepas resistentes a distintos antibióticos, tanto en situación de portación como de enfermedad, es conveniente desarrollar nuevos compuestos con actividad antibacteriana. Los bacteriófagos son virus que únicamente infectan y lisan bacterias, presentando una alta especificidad y gran eficacia”. Para los autores, la proporción de portadores asintomáticos de cepas de S. aureus, tanto sensibles como resistentes a antibióticos, es suficiente para recomendar el uso periódico de tamizajes y la descolonización consensuada en los distintos efectores de salud del país. “Las recomendaciones generadas desde distintos ámbitos de Salud Pública en Argentina se enfocan en el manejo y la descolonización de los pacientes portadores de S. aureus resistente a meticilina, pero no extienden la profilaxis al personal de salud. Un tamizaje periódico y la descolonización de los portadores también implica el seguimiento de los mismos, lo que requiere de normas y recomendaciones a nivel nacional”, planteó. La Dra. Guadalupe Pérez, infectóloga pediatra, quien no participó en el estudio, pero tiene varios trabajos publicados acerca de S. aureus y las medidas para mejorar el uso adecuado de antibióticos y disminuir los días de hospitalización, opina diferente. “En la población sana, la indicación de medidas de descolonización es controversial”. Según Pérez, la situación es distinta en los pacientes que van a ser sometidos a cirugías estériles (cardiovasculares, ortopédicas) o se les colocará material protésico, donde realizar medidas de descolonización para S. aureus demostró ser oportuno. Otra recomendación de descolonización es apropiada en pacientes que presentan infecciones graves por S. aureus, para evitar su recurrencia. Las cepas estudiadas fueron sensibles a la combinación de trimetroprima-sulfametozaxol, y a mupirocina tópica (con excepción de tres cepas). “Estas medidas son útiles apenas en forma transitoria”, resalta Pérez. “En las diferentes publicaciones, dependiendo del método utilizado para descolonizar (mupirocina nasal sola o con baños con clorhexidina o iodopovidona, o antibióticos orales) y de las características del huésped, a los 3-6 meses de la descolonización, al menos 50% de los participantes presentó hisopados positivos para S. aureus”, expresó Pérez. Como continuación del trabajo, el equipo de Rosario realizó el aislamiento de bacteriófagos de distintas fuentes (ambientales y biológicas) con capacidad de infectar y destruir cepas locales de S. aureus, “finalmente se identificaron genes codificantes para endolisinas fágicas, los cuales fueron clonados, por lo que estamos en condiciones de analizar su actividad lítica frente a este patógeno. Esto permite proponer el uso de endolisinas producidas en el país, como un posible agente de uso tópico para la descolonización de portadores”, comenta Morbidoni. ¿Y las manos? Una menor portación de S. aureus en individuos sanos permitiría evitar la transmisión cruzada en áreas cerradas. El lavado de manos con agua y jabón, alguna solución antiséptica, y el frotado adecuado con alcohol en gel, es fundamental para evitar la transmisión por contacto. Existen estudios que muestran que la descolonización de los portadores es menos efectiva que las medidas de aislamiento de contacto simple (higiene de manos en los cinco momentos, uso de guantes y batas desechables cuando existan riesgos de salpicaduras, o de entrar en contacto con fluidos y/o sangre del paciente). A Pérez le sorprende la mayor tasa de colonización reportada en el estudio en el personal de quirófano, de quimioterapia y de imagen. “Si bien no está reportado en el estudio, y excede los objetivos de la publicación, es probable que las dos últimas sean áreas en las cuales la adherencia a la recomendación universal del lavado de manos sea menor”, sugiere Pérez. “Asumimos que las normas de higiene y el lavado de manos se cumplían en el Hospital Provincial del Centenario”, señala Morbidoni. Existe controversia, y es necesaria más investigación para reportar resultados concluyentes. Según los autores, se requieren estudios longitudinales para entender mejor la dinámica de transporte de S. aureus, en la que tendría relevancia la heterogeneidad del huésped, para realizar los modelos matemáticos que permitan entender mejor la transmisión. Solo así se podrán evaluar correctamente los efectos de las distintas estrategias.
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INFECCIONES ASOCIADAS A CUIDADOS EN SALUD
¿QUÉ SON LAS TREMATODOSIS DE TRANSMISIÓN ALIMENTARIA?
Son enfermedades causadas por gusanos trematodos (también conocidos como duelas); las especies que con mayor frecuencia afectan a los seres humanos son Clonorchis, Opisthorchis, Fasciola y Paragonimus. Los seres humanos se infectan por el consumo de peces, crustáceos o verduras crudos o poco cocidos que albergan las larvas diminutas del parásito. Las parasitosis crónicas se acompañan siempre de una morbilidad grave. Por lo general, los síntomas dependen del órgano afectado e indican la ubicación definitiva de los gusanos adultos en el organismo.
Tratamiento
Según la variedad de la enfermedad, hay diversos tratamientos contra los parásitos a base de medicamentos antihelmíticos. Para disminuir el riesgo de infestación se recomienda aplicar medidas de sanidad animal e instaurar prácticas de seguridad en los alimentos.
Personas afectadas
Se calcula que en el mundo hay unos 56 millones de personas que padecen una o varias trematodosis de transmisión alimentaria. Cada año se infectan 200.000 personas.
Muertes anuales
Se calcula que cada año mueren unas 7.000 personas por estas enfermedades.
Zonas endémicas
Aunque se han descrito casos de trematodosis de transmisión alimentaria en más de 70 países de todo el mundo, los más afectados son los de Asia y Latinoamérica.
Tratamiento
Según la variedad de la enfermedad, hay diversos tratamientos contra los parásitos a base de medicamentos antihelmíticos. Para disminuir el riesgo de infestación se recomienda aplicar medidas de sanidad animal e instaurar prácticas de seguridad en los alimentos.
Personas afectadas
Se calcula que en el mundo hay unos 56 millones de personas que padecen una o varias trematodosis de transmisión alimentaria. Cada año se infectan 200.000 personas.
Muertes anuales
Se calcula que cada año mueren unas 7.000 personas por estas enfermedades.
Zonas endémicas
Aunque se han descrito casos de trematodosis de transmisión alimentaria en más de 70 países de todo el mundo, los más afectados son los de Asia y Latinoamérica.
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TEMAS GENERALES DE MICROBIOLOGÍA
LOS COMIENZOS DEL SIDA EN ARGENTINA
30 de abril de 2017 – Fuente: La Nación (Argentina)
El hombre, que había enfermado gravemente en Miami, regresó a Buenos Aires a morir. Era dentista y su caso, raro, había llegado a la Academia Nacional de Medicina. Los médicos no le encontraban respuesta a su cuadro de inmunodeficiencia; no podía explicarse por leucemia, por linfoma ni por quimioterapia. Lo derivaron al infectólogo que estaba a cuatro cuadras, en la calle Cerviño, en el Hospital General de Agudos ‘Dr. Juan Antonio Fernández’. En su primera consulta, le contó que era gay; al poco tiempo falleció. Cuatro meses más tarde otro paciente llegó con un cuadro similar. Era bailarín del teatro Colón, había vivido un tiempo en Brasil y era gay. Era 1982 y Pedro Cahn comenzaba, sin saberlo, a especializarse en sida. Treinta y cinco años después, una mañana de 2017, la sala de espera del servicio de Infectología del Hospital Fernández está abarrotada. Munidos de bolsas blancas con manijas plásticas, o abrazados a un sobre de papel madera ajado, la vestimenta inequívoca del paciente hospitalario, más de cuarenta personas esperan a ser atendidas. La puerta que da paso a los consultorios se abre y un hombre pequeño y de voz gastada, sin bigote como usaba en la década de 1990, llama a Nicolás. Ya jubilado, Cahn sigue atendiendo, como aquella mañana de 1982. Los periódicos del 3 de octubre de 1985 anunciaban que Rock Hudson había muerto: El intérprete fue víctima del SIDA, se leía en los titulares. Al anunciar dos meses antes que padecía la enfermedad, Hudson, prototipo de la masculinidad e ícono sexual de la década de 1950, hacía público, también, que era homosexual. Otros medios gráficos titulaban: Confirman que Rock Hudson padece enfermedad que afecta a amorales. Y así: Rock Hudson con “la peste rosa”. El primer alerta sobre la enfermedad lo había dado los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos cuatro años antes, cuando en junio de 1981 anunció la aparición de casos raros de neumonía y sarcoma de Kaposi en gays. El sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), una enfermedad infecciosa que ataca al sistema inmunológico, provocada por el VIH (virus de inmunodeficiencia humana) destruye los linfocitos T CD4, células encargadas de alertar al resto del sistema inmune sobre los gérmenes extraños que entran en el cuerpo. Aunque el VIH está en todos los líquidos orgánicos de quien tiene el virus, solamente la sangre, el líquido preseminal, el semen, los fluidos vaginales y la leche materna presentan una concentración suficiente como para producir la transmisión. Hudson se transformó en la cara del sida en el mundo y desató alerta y paranoia. La actriz Linda Evans vivió aterrada hasta que su test dio negativo: temía haberse contagiado. Seis meses antes de la muerte del actor lo había besado en la serie de televisión Dinastía. La escena, que se suponía fuera apasionadísima, debió repetirse varias veces porque Hudson besaba desganado, apenas si posaba sus labios sobre los de Evans. Por entonces las formas de contagio no eran claras: Hudson estaba extremando los cuidados. Al otro día de su muerte, varios periodistas llegaron hasta el Hospital Fernández en busca del infectólogo que sabía de sida. A pedido del director –”Si no hablás vos, va a hablar cualquier boludo”–, Cahn improvisó una conferencia de prensa en la puerta del centro médico. Así, en Argentina, el sida tenía una cara y atendía en el Hospital Fernández. Luego de aquella aparición masiva en los medios, él y sus compañeros Arnaldo Casiro y Héctor Pérez –actual jefe del servicio– nunca más volvieron a tener el mismo volumen de trabajo: “Pasamos de atender dos casos por semana a ver cincuenta pacientes en un día”, cuenta. Al día siguiente la cantidad de consultas fue tal que Cahn cruzó a la librería de la esquina para comprar un talonario de rifas: sólo de esa manera podría organizar los turnos.
El barrio se había alterado: gays y adictos a las drogas visitaban el Hospital Fernández, los vecinos estaban molestos y dentro del hospital la atmósfera no era muy diferente: Cahn, Casiro y Pérez fueron apodados “la patota rosa”. –Éramos “la patota rosa” porque atendíamos a gays. Y eran “nuestros pacientes”, así los llamaban, “hay un paciente tuyo”, como si no fuera del sistema de salud–, recuerda Cahn. Al tiempo que crecía la cantidad de consultas, lo mismo pasaba con la resistencia interna: médicos de otras áreas le cerraban con llave los consultorios para que no pudiera usarlos; alguno llegó a decirle que no era “un tema personal, pero ustedes traen homosexuales y drogadictos y yo tengo hijos”. El enfrentamiento escaló cuando le impidieron la internación de sus enfermos con la excusa de que faltaban condiciones de bioseguridad. Sus enfermos eran los pacientes con VIH y sida. La manera que encontró para darles cama fue evitar el registro y un inteligente uso de la semántica: la prohibición era sobre pacientes con sida, no con VIH. “Un caso de sida es un paciente con VIH que tiene una determinada infección dentro de una determinada lista de infecciones oportunistas”, explica Cahn. Entonces lo que hacía era internar a pacientes con VIH con fiebre y le pedía a la jefa de laboratorio que le diera el diagnóstico telefónicamente. “Lo tratábamos empíricamente, como si no supiéramos el diagnóstico”. La medida se quebraría, tiempo después, con la primera embarazada. Estaba internada en el Hospital de Infecciosas ‘Dr. Francisco Javier Muñiz’, pero el parto se haría en el Hospital Materno Infantil ‘Ramón Sardá’. “La mamá quedó en la Sardá, pero el secretario de Salud, Juan Carlos Veronelli, trasladó al bebe al Hospital Fernández. Ahí se abrió la internación para embarazadas y derribó la idea de que por una cuestión de sexualidad o adicción no se pudieran internar”, recuerda Héctor Pérez sobre el año 1987. El miedo a la enfermedad era tal que los médicos que asistieron el parto prácticamente se disfrazaron: –Se pusieron doble camisolín, doble par de guantes. Y antiparras de esquí–, dice Cahn. –¿Les dijiste algo? –¿Qué les iba a decir? Yo quería que le hicieran la cesárea a esa pobre mina. Cuando en 1986 el virus adquiere su nombre, virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), Cahn viaja a la Conferencia Internacional de Sida en Munich. De regreso a Buenos Aires, Pérez le da la peor noticia: las historias clínicas de los pacientes habían desaparecido. La guerra interna entre médicos sumaba el peor capítulo. –Fue para amedrentarnos, para que no trabajáramos más. Eran más de quinientas historias, quinientas personas que habían dicho su sexualidad. Las guardábamos en un locker de ropa, detrás de donde hoy está Facturación– cuenta Pérez. Además de reconstruir el historial médico, debían encontrar dónde guardarlo. La solución la aportó un amigo de Cahn que era gerente del banco Credicoop. Ayudados por unos rodillos de madera y cintas de persianas, cuatro hombres arrastraron una caja fuerte por el hall del hospital hasta el lugar donde aún permanece. Era el único lugar en el que las historias clínicas estarían a salvo. –Pedro, ¿podías creer lo que estabas haciendo? –En la vida en general, pero muy en particular para sistemas escleróticos y perversos como son los sistemas de salud, hay dos opciones: formás parte de la solución o formás parte del problema. Hice cosas ilegales, pero era la única manera de avanzar.
El hombre, que había enfermado gravemente en Miami, regresó a Buenos Aires a morir. Era dentista y su caso, raro, había llegado a la Academia Nacional de Medicina. Los médicos no le encontraban respuesta a su cuadro de inmunodeficiencia; no podía explicarse por leucemia, por linfoma ni por quimioterapia. Lo derivaron al infectólogo que estaba a cuatro cuadras, en la calle Cerviño, en el Hospital General de Agudos ‘Dr. Juan Antonio Fernández’. En su primera consulta, le contó que era gay; al poco tiempo falleció. Cuatro meses más tarde otro paciente llegó con un cuadro similar. Era bailarín del teatro Colón, había vivido un tiempo en Brasil y era gay. Era 1982 y Pedro Cahn comenzaba, sin saberlo, a especializarse en sida. Treinta y cinco años después, una mañana de 2017, la sala de espera del servicio de Infectología del Hospital Fernández está abarrotada. Munidos de bolsas blancas con manijas plásticas, o abrazados a un sobre de papel madera ajado, la vestimenta inequívoca del paciente hospitalario, más de cuarenta personas esperan a ser atendidas. La puerta que da paso a los consultorios se abre y un hombre pequeño y de voz gastada, sin bigote como usaba en la década de 1990, llama a Nicolás. Ya jubilado, Cahn sigue atendiendo, como aquella mañana de 1982. Los periódicos del 3 de octubre de 1985 anunciaban que Rock Hudson había muerto: El intérprete fue víctima del SIDA, se leía en los titulares. Al anunciar dos meses antes que padecía la enfermedad, Hudson, prototipo de la masculinidad e ícono sexual de la década de 1950, hacía público, también, que era homosexual. Otros medios gráficos titulaban: Confirman que Rock Hudson padece enfermedad que afecta a amorales. Y así: Rock Hudson con “la peste rosa”. El primer alerta sobre la enfermedad lo había dado los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos cuatro años antes, cuando en junio de 1981 anunció la aparición de casos raros de neumonía y sarcoma de Kaposi en gays. El sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), una enfermedad infecciosa que ataca al sistema inmunológico, provocada por el VIH (virus de inmunodeficiencia humana) destruye los linfocitos T CD4, células encargadas de alertar al resto del sistema inmune sobre los gérmenes extraños que entran en el cuerpo. Aunque el VIH está en todos los líquidos orgánicos de quien tiene el virus, solamente la sangre, el líquido preseminal, el semen, los fluidos vaginales y la leche materna presentan una concentración suficiente como para producir la transmisión. Hudson se transformó en la cara del sida en el mundo y desató alerta y paranoia. La actriz Linda Evans vivió aterrada hasta que su test dio negativo: temía haberse contagiado. Seis meses antes de la muerte del actor lo había besado en la serie de televisión Dinastía. La escena, que se suponía fuera apasionadísima, debió repetirse varias veces porque Hudson besaba desganado, apenas si posaba sus labios sobre los de Evans. Por entonces las formas de contagio no eran claras: Hudson estaba extremando los cuidados. Al otro día de su muerte, varios periodistas llegaron hasta el Hospital Fernández en busca del infectólogo que sabía de sida. A pedido del director –”Si no hablás vos, va a hablar cualquier boludo”–, Cahn improvisó una conferencia de prensa en la puerta del centro médico. Así, en Argentina, el sida tenía una cara y atendía en el Hospital Fernández. Luego de aquella aparición masiva en los medios, él y sus compañeros Arnaldo Casiro y Héctor Pérez –actual jefe del servicio– nunca más volvieron a tener el mismo volumen de trabajo: “Pasamos de atender dos casos por semana a ver cincuenta pacientes en un día”, cuenta. Al día siguiente la cantidad de consultas fue tal que Cahn cruzó a la librería de la esquina para comprar un talonario de rifas: sólo de esa manera podría organizar los turnos.
El barrio se había alterado: gays y adictos a las drogas visitaban el Hospital Fernández, los vecinos estaban molestos y dentro del hospital la atmósfera no era muy diferente: Cahn, Casiro y Pérez fueron apodados “la patota rosa”. –Éramos “la patota rosa” porque atendíamos a gays. Y eran “nuestros pacientes”, así los llamaban, “hay un paciente tuyo”, como si no fuera del sistema de salud–, recuerda Cahn. Al tiempo que crecía la cantidad de consultas, lo mismo pasaba con la resistencia interna: médicos de otras áreas le cerraban con llave los consultorios para que no pudiera usarlos; alguno llegó a decirle que no era “un tema personal, pero ustedes traen homosexuales y drogadictos y yo tengo hijos”. El enfrentamiento escaló cuando le impidieron la internación de sus enfermos con la excusa de que faltaban condiciones de bioseguridad. Sus enfermos eran los pacientes con VIH y sida. La manera que encontró para darles cama fue evitar el registro y un inteligente uso de la semántica: la prohibición era sobre pacientes con sida, no con VIH. “Un caso de sida es un paciente con VIH que tiene una determinada infección dentro de una determinada lista de infecciones oportunistas”, explica Cahn. Entonces lo que hacía era internar a pacientes con VIH con fiebre y le pedía a la jefa de laboratorio que le diera el diagnóstico telefónicamente. “Lo tratábamos empíricamente, como si no supiéramos el diagnóstico”. La medida se quebraría, tiempo después, con la primera embarazada. Estaba internada en el Hospital de Infecciosas ‘Dr. Francisco Javier Muñiz’, pero el parto se haría en el Hospital Materno Infantil ‘Ramón Sardá’. “La mamá quedó en la Sardá, pero el secretario de Salud, Juan Carlos Veronelli, trasladó al bebe al Hospital Fernández. Ahí se abrió la internación para embarazadas y derribó la idea de que por una cuestión de sexualidad o adicción no se pudieran internar”, recuerda Héctor Pérez sobre el año 1987. El miedo a la enfermedad era tal que los médicos que asistieron el parto prácticamente se disfrazaron: –Se pusieron doble camisolín, doble par de guantes. Y antiparras de esquí–, dice Cahn. –¿Les dijiste algo? –¿Qué les iba a decir? Yo quería que le hicieran la cesárea a esa pobre mina. Cuando en 1986 el virus adquiere su nombre, virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), Cahn viaja a la Conferencia Internacional de Sida en Munich. De regreso a Buenos Aires, Pérez le da la peor noticia: las historias clínicas de los pacientes habían desaparecido. La guerra interna entre médicos sumaba el peor capítulo. –Fue para amedrentarnos, para que no trabajáramos más. Eran más de quinientas historias, quinientas personas que habían dicho su sexualidad. Las guardábamos en un locker de ropa, detrás de donde hoy está Facturación– cuenta Pérez. Además de reconstruir el historial médico, debían encontrar dónde guardarlo. La solución la aportó un amigo de Cahn que era gerente del banco Credicoop. Ayudados por unos rodillos de madera y cintas de persianas, cuatro hombres arrastraron una caja fuerte por el hall del hospital hasta el lugar donde aún permanece. Era el único lugar en el que las historias clínicas estarían a salvo. –Pedro, ¿podías creer lo que estabas haciendo? –En la vida en general, pero muy en particular para sistemas escleróticos y perversos como son los sistemas de salud, hay dos opciones: formás parte de la solución o formás parte del problema. Hice cosas ilegales, pero era la única manera de avanzar.
LOS CIENTÍFICOS MODIFICAN UN ANTIBIÓTICO PARA AUMENTAR SU PODER CONTRA LOS 'SÚPER GÉRMENES'
Una nueva forma de vancomicina ataca a la bacteria de tres formas, lo que ayuda a reducir la amenaza de resistencia microbiana
Robert Preidt
Traducido del inglés: miércoles, 31 de mayo, 2017
MARTES, 30 de mayo de 2017 (HealthDay News) -- Los expertos han advertido desde hace mucho tiempo sobre la inminente amenaza para la salud que suponen las "súper bacterias" que pueden mutar y hacerse resistentes a los antibióticos.
Pero ahora los científicos afirman que han modificado un antibiótico existente, la vancomicina, para hacerlo mucho más potente en la lucha contra estas bacterias.
"Los médicos podrían usar esta forma modificada de vancomicina sin miedo a que surja una resistencia", dijo el investigador principal, Dale Boger, del Instituto de Investigación Scripps en La Jolla, California, en un comunicado de prensa del instituto.
Como explicó el equipo de Boger, la vancomicina se ha usado durante 60 años, pero las bacterias ahora están desarrollando una resistencia a la misma. El medicamento funciona al alterar el modo en que las bacterias forman sus paredes celulares.
La vancomicina es "mágica" por su capacidad probada de luchar contra las infecciones, dijo Boger, que es copresidente del departamento de química del Instituto Scripps.
Previamente, él y sus colaboradores mostraron que dos modificaciones realizadas al antibiótico lo hacían incluso más efectivo. En este nuevo estudio, hicieron una tercera modificación.
Juntas, las tres modificaciones multiplican por mil la actividad de la vancomicina, lo que significa que haría falta una cantidad mucho menor del antibiótico para combatir las infecciones, afirmaron los autores del estudio.
"Esto aumenta la duración de este antibiótico", dijo Boger. "Los organismos no pueden trabajar simultáneamente en encontrar un modo de evitar tres mecanismos de acción independientes. Incluso si encontraran una solución a uno de ellos, de cualquier forma morirían por los otros dos".
En las pruebas de laboratorio, la nueva versión de la vancomicina acabó con la bacteria Enterococci resistente a la vancomicina y con las formas originales de la Enterococci, mostraron los hallazgos.
La siguiente fase de la investigación conlleva encontrar un modo más rápido de producir la vancomicina modificada en el laboratorio. El método actual tiene 30 pasos. Pero Boger dijo que acortar la producción debería ser "fácil" en comparación con el proceso necesario para desarrollar el medicamento modificado en primer lugar.
El Dr. Bruce Farber, jefe de enfermedades infecciosas en el Centro Médico Judío de Long Island en New Hyde Park, Nueva York, revisó los nuevos hallazgos y afirmó que "la vancomicina ha sido, y sigue siendo, una herramienta muy importante" en la lucha contra las enfermedades bacterianas.
"Todavía se usa ampliamente para tratar el SARM [Staphylococcus aureus resistente a la meticilina, un súper germen común] y otros organismos. Es sorprendente que siga estando activo después de haberse usado durante tantos años", dijo.
Farber elogió la nueva investigación y añadió que "cualquier cosa que pueda mejorar su actividad sería muy útil en la época actual de organismos altamente resistentes".
Otro experto médico se mostró de acuerdo.
"Los expertos se alarman cada vez más ante la posibilidad de una 'era post-antibiótica' en la cual algunas infecciones, al menos, serían inmunes a todos los medicamentos conocidos", dijo el Dr. Michael Grosso, director médico del Hospital de Huntington, en Huntington, Nueva York.
"El objetivo de los investigadores y la industria farmacéutica ha sido seguir a la cabeza de esta escalada armamentística al desarrollar nuevos agentes y modificar los antiguos", dijo Grosso.
Los hallazgos aparecen en línea el 29 de mayo de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTES: Bruce Farber, M.D., chief of infectious diseases, North Shore University Hospital, Manhasset, and Long Island Jewish Medical Center, New Hyde Park, N.Y.; Michael B Grosso, M.D., medical director and CMO, Huntington Hospital, Huntington N.Y.; The Scripps Research Institute, news release, May 29, 2017
Robert Preidt
Traducido del inglés: miércoles, 31 de mayo, 2017
MARTES, 30 de mayo de 2017 (HealthDay News) -- Los expertos han advertido desde hace mucho tiempo sobre la inminente amenaza para la salud que suponen las "súper bacterias" que pueden mutar y hacerse resistentes a los antibióticos.
Pero ahora los científicos afirman que han modificado un antibiótico existente, la vancomicina, para hacerlo mucho más potente en la lucha contra estas bacterias.
"Los médicos podrían usar esta forma modificada de vancomicina sin miedo a que surja una resistencia", dijo el investigador principal, Dale Boger, del Instituto de Investigación Scripps en La Jolla, California, en un comunicado de prensa del instituto.
Como explicó el equipo de Boger, la vancomicina se ha usado durante 60 años, pero las bacterias ahora están desarrollando una resistencia a la misma. El medicamento funciona al alterar el modo en que las bacterias forman sus paredes celulares.
La vancomicina es "mágica" por su capacidad probada de luchar contra las infecciones, dijo Boger, que es copresidente del departamento de química del Instituto Scripps.
Previamente, él y sus colaboradores mostraron que dos modificaciones realizadas al antibiótico lo hacían incluso más efectivo. En este nuevo estudio, hicieron una tercera modificación.
Juntas, las tres modificaciones multiplican por mil la actividad de la vancomicina, lo que significa que haría falta una cantidad mucho menor del antibiótico para combatir las infecciones, afirmaron los autores del estudio.
"Esto aumenta la duración de este antibiótico", dijo Boger. "Los organismos no pueden trabajar simultáneamente en encontrar un modo de evitar tres mecanismos de acción independientes. Incluso si encontraran una solución a uno de ellos, de cualquier forma morirían por los otros dos".
En las pruebas de laboratorio, la nueva versión de la vancomicina acabó con la bacteria Enterococci resistente a la vancomicina y con las formas originales de la Enterococci, mostraron los hallazgos.
La siguiente fase de la investigación conlleva encontrar un modo más rápido de producir la vancomicina modificada en el laboratorio. El método actual tiene 30 pasos. Pero Boger dijo que acortar la producción debería ser "fácil" en comparación con el proceso necesario para desarrollar el medicamento modificado en primer lugar.
El Dr. Bruce Farber, jefe de enfermedades infecciosas en el Centro Médico Judío de Long Island en New Hyde Park, Nueva York, revisó los nuevos hallazgos y afirmó que "la vancomicina ha sido, y sigue siendo, una herramienta muy importante" en la lucha contra las enfermedades bacterianas.
"Todavía se usa ampliamente para tratar el SARM [Staphylococcus aureus resistente a la meticilina, un súper germen común] y otros organismos. Es sorprendente que siga estando activo después de haberse usado durante tantos años", dijo.
Farber elogió la nueva investigación y añadió que "cualquier cosa que pueda mejorar su actividad sería muy útil en la época actual de organismos altamente resistentes".
Otro experto médico se mostró de acuerdo.
"Los expertos se alarman cada vez más ante la posibilidad de una 'era post-antibiótica' en la cual algunas infecciones, al menos, serían inmunes a todos los medicamentos conocidos", dijo el Dr. Michael Grosso, director médico del Hospital de Huntington, en Huntington, Nueva York.
"El objetivo de los investigadores y la industria farmacéutica ha sido seguir a la cabeza de esta escalada armamentística al desarrollar nuevos agentes y modificar los antiguos", dijo Grosso.
Los hallazgos aparecen en línea el 29 de mayo de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTES: Bruce Farber, M.D., chief of infectious diseases, North Shore University Hospital, Manhasset, and Long Island Jewish Medical Center, New Hyde Park, N.Y.; Michael B Grosso, M.D., medical director and CMO, Huntington Hospital, Huntington N.Y.; The Scripps Research Institute, news release, May 29, 2017
KENYA: ALERTAN SOBRE UNA CEPA DE SALMONELLA TYPHI RESISTENTE A LOS MEDICAMENTOS
1 de mayo de 2017 – Fuente: Daily Nation (Kenya)
Una escasa capacidad de laboratorio y de vigilancia, y la falta de saneamiento están permitiendo la propagación de una cepa de fiebre tifoidea resistente a los fármacos, advirtió un investigador. El profesor Sam Kariuki, jefe de microbiología en el Instituto de Salud Médica de Kenya, dijo que la cepa H58, cuyo origen se remonta a Katmandú, la capital de Nepal, está ahora en África Oriental. H58, una cepa más antigua de Salmonella enterica serovar Typhi, se diferencia de otras cepas por ser resistente a más de 60% de los antibióticos localmente disponibles y asequibles. Se requieren estudios de laboratorio para diferenciarla de las otras cepas que se encuentran en África Oriental y Central. H58 es potencialmente fatal, ya que causa perforaciones intestinales. Resistencia a las drogas Kariuki dijo que la resistencia a los medicamentos ha ido imponiendo cargas al sistema de salud. “Si una enfermedad no responde a los fármacos de primera línea, que son baratos, los médicos tienen que recetar los medicamentos de segunda y tercera líneas”, dijo. Una persona puede contraer fiebre tifoidea mediante el consumo de agua o alimentos contaminados. Los portadores eliminan el germen en sus heces y orina. Sus síntomas incluyen escalofríos, dolores de cabeza y de estómago y estreñimiento.
AUMENTO EN EL NÚMERO DE VIVIENDAS PRECARIAS
Debido al bajo índice de sospecha entre los trabajadores de la salud, la enfermedad generalmente se diagnostica erróneamente ya que sus síntomas son similares a los de otras enfermedades comunes en África. Kariuki opinó que “el aumento de los barrios marginales, con mal saneamiento, hará que estos casos se incrementen”. El país ha informado de brotes esporádicos de fiebre tifoidea, con casos aislados de cepas resistentes a los fármacos.
HÍPER EPIDEMIA
De hecho, Kenya se clasifica como híper epidémico para fiebre tifoidea, registrando muchos casos que podrían resultar en muertes. La cepa H58 se ha encontrado en Mukuru Kwa Njenga, un barrio pobre de Nairobi. El año pasado, un estudio genético de Salmonella typhi analizó el ADN de más de 2.000 agentes patógenos de la fiebre tifoidea de África y Asia. Según este informe, la cepa H58 llegó a África en los últimos 30 años, y a Kenya hace aproximadamente una década.
Una escasa capacidad de laboratorio y de vigilancia, y la falta de saneamiento están permitiendo la propagación de una cepa de fiebre tifoidea resistente a los fármacos, advirtió un investigador. El profesor Sam Kariuki, jefe de microbiología en el Instituto de Salud Médica de Kenya, dijo que la cepa H58, cuyo origen se remonta a Katmandú, la capital de Nepal, está ahora en África Oriental. H58, una cepa más antigua de Salmonella enterica serovar Typhi, se diferencia de otras cepas por ser resistente a más de 60% de los antibióticos localmente disponibles y asequibles. Se requieren estudios de laboratorio para diferenciarla de las otras cepas que se encuentran en África Oriental y Central. H58 es potencialmente fatal, ya que causa perforaciones intestinales. Resistencia a las drogas Kariuki dijo que la resistencia a los medicamentos ha ido imponiendo cargas al sistema de salud. “Si una enfermedad no responde a los fármacos de primera línea, que son baratos, los médicos tienen que recetar los medicamentos de segunda y tercera líneas”, dijo. Una persona puede contraer fiebre tifoidea mediante el consumo de agua o alimentos contaminados. Los portadores eliminan el germen en sus heces y orina. Sus síntomas incluyen escalofríos, dolores de cabeza y de estómago y estreñimiento.
AUMENTO EN EL NÚMERO DE VIVIENDAS PRECARIAS
Debido al bajo índice de sospecha entre los trabajadores de la salud, la enfermedad generalmente se diagnostica erróneamente ya que sus síntomas son similares a los de otras enfermedades comunes en África. Kariuki opinó que “el aumento de los barrios marginales, con mal saneamiento, hará que estos casos se incrementen”. El país ha informado de brotes esporádicos de fiebre tifoidea, con casos aislados de cepas resistentes a los fármacos.
HÍPER EPIDEMIA
De hecho, Kenya se clasifica como híper epidémico para fiebre tifoidea, registrando muchos casos que podrían resultar en muertes. La cepa H58 se ha encontrado en Mukuru Kwa Njenga, un barrio pobre de Nairobi. El año pasado, un estudio genético de Salmonella typhi analizó el ADN de más de 2.000 agentes patógenos de la fiebre tifoidea de África y Asia. Según este informe, la cepa H58 llegó a África en los últimos 30 años, y a Kenya hace aproximadamente una década.
HAY UN 'SÚPER GERMEN' EN HOUSTON
Los investigadores no saben por qué una cepa de una bacteria resistente a los antibióticos afecta a esta ciudad de EE. UU. en particular
Mary Elizabeth Dallas
Traducido del inglés: miércoles, 17 de mayo, 2017
MARTES, 16 de mayo de 2017 (HealthDay News) -- Un tipo de bacteria que es resistente a muchos de los antibióticos de uso habitual es inusualmente común en las personas de Houston, revela una nueva investigación.
El súper germen, conocido como Klebsiella pneumoniae, es particularmente prevalente en esta ciudad de 6 millones de personas, según los científicos.
"Encontrar una cepa por lo demás poco común en nuestra ciudad fue un descubrimiento muy sorprendente", afirmó el autor principal del estudio, el Dr. James Musser, presidente de patología y medicina genómica en el Hospital Metodista de Houston.
"Necesitamos con urgencia identificar objetivos potenciales de vacunas u otros tratamientos nuevos, y desarrollar técnicas de diagnóstico nuevas y rápidas", apuntó en un comunicado de prensa del hospital.
La K. pneumoniae normalmente vive en los intestinos humanos, donde no causa ningún problema. Pero en otras partes del cuerpo y fuera del cuerpo, la bacteria puede provocar infecciones graves.
Los pacientes hospitalizados están en un riesgo particularmente alto de infecciones graves provocadas por el germen, explicaron los autores del estudio.
La bacteria puede provocar infecciones peligrosas (como neumonía, infecciones del torrente sanguíneo o del tracto urinario, y meningitis) cuando sale de los intestinos y llega a otras partes del cuerpo.
Esta no es la primera vez este año que la K. pneumoniae sale en las noticias de Estados Unidos. A principios de año, una mujer mayor de Nevada falleció por una infección con este tipo de bacteria. Era resistente a todos los 26 antibióticos usados en Estados Unidos, dijeron los investigadores.
En el estudio actual, los investigadores secuenciaron el genoma de más de 1,700 cepas de la bacteria Klebsiella pneumoniae. Esas cepas provocaron infecciones en pacientes tratados en el sistema hospitalario del Metodista de Houston entre septiembre de 2011 y mayo de 2015.
La cepa más abundante se llamaba clon tipo 307. A lo largo de esos cuatro años, los investigadores encontraron a la K. pneumoniae clon tipo 307 en más de un tercio de los pacientes estudiados.
Esta cepa particular también se ha identificado de forma periódica en Europa, Asia, África y Sudamérica. Pero a diferencia del tipo que acabó con la vida de la mujer de Nevada, esta cepa sigue siendo susceptible a algunos antibióticos, dijeron los investigadores.
Los autores del estudio no saben todavía por qué este tipo de bacteria parece haberse establecido en el área de Houston. Se necesita más investigación.
"Incorporal estrategias computacionales y moleculares sofisticadas y novedosas nos permitió identificar con rapidez las cepas resistentes a los fármacos", dijo el primer autor del estudio, el DR. S. Wesley Long, director asociado del Laboratorio de Microbiología Clínica del Hospital Metodista de Houston.
"Mientras más rápido podamos identificar de forma exitosa a qué antibióticos esta cepa es sensible, más rápido el médico puede dirigir la terapia adecuada para esos pacientes enfermos", afirmó.
Estas pruebas también ayudan a los investigadores a averiguar cómo el germen se está propagando por el área de Houston, anotó Long.
Los hallazgos aparecen en la edición en línea del 16 de mayo de la revista mBio.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTE: Houston Methodist Research Institute, news release, May 16, 2017
Mary Elizabeth Dallas
Traducido del inglés: miércoles, 17 de mayo, 2017
MARTES, 16 de mayo de 2017 (HealthDay News) -- Un tipo de bacteria que es resistente a muchos de los antibióticos de uso habitual es inusualmente común en las personas de Houston, revela una nueva investigación.
El súper germen, conocido como Klebsiella pneumoniae, es particularmente prevalente en esta ciudad de 6 millones de personas, según los científicos.
"Encontrar una cepa por lo demás poco común en nuestra ciudad fue un descubrimiento muy sorprendente", afirmó el autor principal del estudio, el Dr. James Musser, presidente de patología y medicina genómica en el Hospital Metodista de Houston.
"Necesitamos con urgencia identificar objetivos potenciales de vacunas u otros tratamientos nuevos, y desarrollar técnicas de diagnóstico nuevas y rápidas", apuntó en un comunicado de prensa del hospital.
La K. pneumoniae normalmente vive en los intestinos humanos, donde no causa ningún problema. Pero en otras partes del cuerpo y fuera del cuerpo, la bacteria puede provocar infecciones graves.
Los pacientes hospitalizados están en un riesgo particularmente alto de infecciones graves provocadas por el germen, explicaron los autores del estudio.
La bacteria puede provocar infecciones peligrosas (como neumonía, infecciones del torrente sanguíneo o del tracto urinario, y meningitis) cuando sale de los intestinos y llega a otras partes del cuerpo.
Esta no es la primera vez este año que la K. pneumoniae sale en las noticias de Estados Unidos. A principios de año, una mujer mayor de Nevada falleció por una infección con este tipo de bacteria. Era resistente a todos los 26 antibióticos usados en Estados Unidos, dijeron los investigadores.
En el estudio actual, los investigadores secuenciaron el genoma de más de 1,700 cepas de la bacteria Klebsiella pneumoniae. Esas cepas provocaron infecciones en pacientes tratados en el sistema hospitalario del Metodista de Houston entre septiembre de 2011 y mayo de 2015.
La cepa más abundante se llamaba clon tipo 307. A lo largo de esos cuatro años, los investigadores encontraron a la K. pneumoniae clon tipo 307 en más de un tercio de los pacientes estudiados.
Esta cepa particular también se ha identificado de forma periódica en Europa, Asia, África y Sudamérica. Pero a diferencia del tipo que acabó con la vida de la mujer de Nevada, esta cepa sigue siendo susceptible a algunos antibióticos, dijeron los investigadores.
Los autores del estudio no saben todavía por qué este tipo de bacteria parece haberse establecido en el área de Houston. Se necesita más investigación.
"Incorporal estrategias computacionales y moleculares sofisticadas y novedosas nos permitió identificar con rapidez las cepas resistentes a los fármacos", dijo el primer autor del estudio, el DR. S. Wesley Long, director asociado del Laboratorio de Microbiología Clínica del Hospital Metodista de Houston.
"Mientras más rápido podamos identificar de forma exitosa a qué antibióticos esta cepa es sensible, más rápido el médico puede dirigir la terapia adecuada para esos pacientes enfermos", afirmó.
Estas pruebas también ayudan a los investigadores a averiguar cómo el germen se está propagando por el área de Houston, anotó Long.
Los hallazgos aparecen en la edición en línea del 16 de mayo de la revista mBio.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTE: Houston Methodist Research Institute, news release, May 16, 2017
EL AGUA NO ESTÁ BIEN: UNA INFECCIÓN VINCULADA CON LAS PISCINAS SE DUPLICÓ EN EE. UU. A LO LARGO DE DOS AÑOS
La criptosporidiosis puede provocar que se sufra de diarrea acuosa durante semanas, advierten los CDC
Traducido del inglés: viernes, 19 de mayo, 2017
JUEVES, 18 de mayo de 2017 (HealthDay News) -- Las familias que buscan refrescarse no esperan contraer una desagradable infección. Pero los brotes de una infección parasitaria que provoca diarrea se han duplicado en los últimos años en las piscinas y parques acuáticos de Estados Unidos, advierten las autoridades sanitarias.
En 2016 se reportaron al menos 32 brotes de criptosporidiosis, en comparación con 16 brotes en 2014, según un nuevo informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.
La criptosporidiosis es la causa más común de diarrea, señalan los CDC. Se propaga cuando las personas entran en contacto con las heces de una persona infectada.
Las personas por lo demás sanas pueden enfermarse durante hasta tres semanas con diarrea acuosa, calambres estomacales, náuseas o vómitos, advierten los CDC. La infección puede resultar letal en las personas con sistemas inmunitarios debilitados.
¿La causa? Los adultos o niños enfermos con diarrea provocada por la criptosporidiosis nadan en las piscinas públicas a pesar de su enfermedad, y siguen propagando el parásito, apuntó Michele Hlavsa, jefa del Programa de Natación Saludable de los CDC.
Durante un incidente de diarrea, "una persona típica enferma con Cryptosporidium puede liberar entre 10 y 100 millones de ovocitos, que es la etapa infecciosa de la criptosporidiosis", apuntó Hlavsa. "Tragar 10 o menos ovocitos puede provocar enfermedad. Al observar a una piscina de tamaño típico, tragar incluso un sorbo de agua puede enfermarnos".
Las personas también pueden contaminar el agua de la piscina con criptosporidiosis a través del contacto físico, apuntó Lilly Kan, directora principal de enfermedades infecciosas e informática en la Asociación Nacional de Autoridades Sanitarias de los Condados y Ciudades (National Association of County & City Health Officials, NACCHO).
Por ejemplo, los padres pueden propagar el parásito cuando cambian el pañal contaminado con criptosporidiosis de un niño y entonces se meten al agua sin lavarse las manos de forma adecuada, dijo Kan.
Hlavsa explicó que la criptosporidiosis es resistente al cloro, y puede sobrevivir hasta 10 días en el agua de la piscina aunque esté adecuadamente clorada.
"Los ovocitos tienen una cáscara externa dura, y eso los hace muy resistentes a los desinfectantes químicos", dijo Hlavsa.
El año pasado hubo la cantidad más alta de brotes de criptosporidiosis en una década, según el informe de los CDC.
Pero los expertos no saben si en realidad hay más brotes o si las autoridades de salud pública los están detectando mejor, dijo Hlavsa.
Los hallazgos aparecen en la edición del 19 de mayo de la revista Morbidity and Mortality Weekly Report (MMWR) de los CDC.
El informe citó brotes específicos en algunos estados:
•Ohio experimentó un aumento de casi cinco veces en los casos de criptosporidiosis en 2016: se reportaron 1,940 casos, frente a un promedio de 399 casos en los cuatro años anteriores. Un brote enfermó a los miembros de un equipo deportivo de una universidad después de que visitaran un parque acuático.
•Arizona reportó 352 casos confirmados en laboratorio entre julio y octubre de 2016, frente a un máximo de 62 casos detectados anualmente en los años anteriores. Esto incluyó a 36 jugadores y familiares asociados con un equipo de las Pequeñas Ligas que enfermaron tras visitar un centro acuático del condado de Maricopa.
Las personas no deben nadar si están enfermas con diarrea, y deben evitar que los niños con diarrea vayan a la piscina, aconsejó Hlavsa. Si han sido diagnosticadas con criptosporidiosis, deben esperar dos semanas después de que la diarrea pare para ir a nadar.
Los padres deben llevar a sus hijos al baño con frecuencia, y no deben confiar en que los pañales de natación protejan a los demás nadadores de exponerse a la diarrea de un niño, añadió Hlavsa.
"Los pañales de natación no contienen la diarrea", aseguró. "Si el agua entra al pañal, el agua también sale".
Para protegerse, los nadadores deben evitar tragar el agua de la piscina, y asegurarse de que los niños no tengan juguetes de piscina que hagan que traguen agua, aconsejó Hlavsa.
Un segundo informe publicado en la MMWR anotó otro peligro potencial de las piscinas públicas: la inhalación del gas cloro, que es tóxico.
Entre 2008 y 2015, los compuestos para piscina mal manejados lesionaron a 190 personas en California en nueve incidentes distintos, anotó el informe. Los síntomas de la inhalación del gas cloro incluyen vómitos, tos e irritación ocular.
Los trabajadores deben leer las etiquetas de los compuestos para las piscinas, seguir las indicaciones y utilizar el equipamiento de seguridad adecuado, enfatizó Hlavsa.
Además, Jennifer Li, directora principal de salud ambiental de la NACCHO, dijo que los empleados deben despejar el área de la piscina antes de encender las bombas de recirculación, dado que la introducción del cloro concentrado puede provocar una liberación repentina de gas cloro.
Los gerentes de las piscinas y los parques acuáticos deben asegurarse de que sus empleados estén entrenados, añadió Li.
"En estos lugares públicos hay mucho personal de temporada, y hay que educarlo de forma adecuada antes de que realicen el mantenimiento de la piscina", dijo Li.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTES: Michele Hlavsa, RN, MPH, chief, Healthy Swimming Program, U.S. Centers for Disease Control and Prevention; Lilly Kan, MPH, senior director, infectious disease and informatics, National Association of County & City Health Officials; Jennifer Li, MHS, senior director, environmental health, National Association of County & City Health Officials; May 19, 2018, Morbidity and Mortality Weekly Report
Traducido del inglés: viernes, 19 de mayo, 2017
JUEVES, 18 de mayo de 2017 (HealthDay News) -- Las familias que buscan refrescarse no esperan contraer una desagradable infección. Pero los brotes de una infección parasitaria que provoca diarrea se han duplicado en los últimos años en las piscinas y parques acuáticos de Estados Unidos, advierten las autoridades sanitarias.
En 2016 se reportaron al menos 32 brotes de criptosporidiosis, en comparación con 16 brotes en 2014, según un nuevo informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.
La criptosporidiosis es la causa más común de diarrea, señalan los CDC. Se propaga cuando las personas entran en contacto con las heces de una persona infectada.
Las personas por lo demás sanas pueden enfermarse durante hasta tres semanas con diarrea acuosa, calambres estomacales, náuseas o vómitos, advierten los CDC. La infección puede resultar letal en las personas con sistemas inmunitarios debilitados.
¿La causa? Los adultos o niños enfermos con diarrea provocada por la criptosporidiosis nadan en las piscinas públicas a pesar de su enfermedad, y siguen propagando el parásito, apuntó Michele Hlavsa, jefa del Programa de Natación Saludable de los CDC.
Durante un incidente de diarrea, "una persona típica enferma con Cryptosporidium puede liberar entre 10 y 100 millones de ovocitos, que es la etapa infecciosa de la criptosporidiosis", apuntó Hlavsa. "Tragar 10 o menos ovocitos puede provocar enfermedad. Al observar a una piscina de tamaño típico, tragar incluso un sorbo de agua puede enfermarnos".
Las personas también pueden contaminar el agua de la piscina con criptosporidiosis a través del contacto físico, apuntó Lilly Kan, directora principal de enfermedades infecciosas e informática en la Asociación Nacional de Autoridades Sanitarias de los Condados y Ciudades (National Association of County & City Health Officials, NACCHO).
Por ejemplo, los padres pueden propagar el parásito cuando cambian el pañal contaminado con criptosporidiosis de un niño y entonces se meten al agua sin lavarse las manos de forma adecuada, dijo Kan.
Hlavsa explicó que la criptosporidiosis es resistente al cloro, y puede sobrevivir hasta 10 días en el agua de la piscina aunque esté adecuadamente clorada.
"Los ovocitos tienen una cáscara externa dura, y eso los hace muy resistentes a los desinfectantes químicos", dijo Hlavsa.
El año pasado hubo la cantidad más alta de brotes de criptosporidiosis en una década, según el informe de los CDC.
Pero los expertos no saben si en realidad hay más brotes o si las autoridades de salud pública los están detectando mejor, dijo Hlavsa.
Los hallazgos aparecen en la edición del 19 de mayo de la revista Morbidity and Mortality Weekly Report (MMWR) de los CDC.
El informe citó brotes específicos en algunos estados:
•Ohio experimentó un aumento de casi cinco veces en los casos de criptosporidiosis en 2016: se reportaron 1,940 casos, frente a un promedio de 399 casos en los cuatro años anteriores. Un brote enfermó a los miembros de un equipo deportivo de una universidad después de que visitaran un parque acuático.
•Arizona reportó 352 casos confirmados en laboratorio entre julio y octubre de 2016, frente a un máximo de 62 casos detectados anualmente en los años anteriores. Esto incluyó a 36 jugadores y familiares asociados con un equipo de las Pequeñas Ligas que enfermaron tras visitar un centro acuático del condado de Maricopa.
Las personas no deben nadar si están enfermas con diarrea, y deben evitar que los niños con diarrea vayan a la piscina, aconsejó Hlavsa. Si han sido diagnosticadas con criptosporidiosis, deben esperar dos semanas después de que la diarrea pare para ir a nadar.
Los padres deben llevar a sus hijos al baño con frecuencia, y no deben confiar en que los pañales de natación protejan a los demás nadadores de exponerse a la diarrea de un niño, añadió Hlavsa.
"Los pañales de natación no contienen la diarrea", aseguró. "Si el agua entra al pañal, el agua también sale".
Para protegerse, los nadadores deben evitar tragar el agua de la piscina, y asegurarse de que los niños no tengan juguetes de piscina que hagan que traguen agua, aconsejó Hlavsa.
Un segundo informe publicado en la MMWR anotó otro peligro potencial de las piscinas públicas: la inhalación del gas cloro, que es tóxico.
Entre 2008 y 2015, los compuestos para piscina mal manejados lesionaron a 190 personas en California en nueve incidentes distintos, anotó el informe. Los síntomas de la inhalación del gas cloro incluyen vómitos, tos e irritación ocular.
Los trabajadores deben leer las etiquetas de los compuestos para las piscinas, seguir las indicaciones y utilizar el equipamiento de seguridad adecuado, enfatizó Hlavsa.
Además, Jennifer Li, directora principal de salud ambiental de la NACCHO, dijo que los empleados deben despejar el área de la piscina antes de encender las bombas de recirculación, dado que la introducción del cloro concentrado puede provocar una liberación repentina de gas cloro.
Los gerentes de las piscinas y los parques acuáticos deben asegurarse de que sus empleados estén entrenados, añadió Li.
"En estos lugares públicos hay mucho personal de temporada, y hay que educarlo de forma adecuada antes de que realicen el mantenimiento de la piscina", dijo Li.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTES: Michele Hlavsa, RN, MPH, chief, Healthy Swimming Program, U.S. Centers for Disease Control and Prevention; Lilly Kan, MPH, senior director, infectious disease and informatics, National Association of County & City Health Officials; Jennifer Li, MHS, senior director, environmental health, National Association of County & City Health Officials; May 19, 2018, Morbidity and Mortality Weekly Report
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TEMAS GENERALES DE MICROBIOLOGÍA
CINCO CONSEJOS ESENCIALES PARA LOS PACIENTES HOSPITALIZADOS Y SUS VISITANTES
Empiece por mantener las manos limpias, afirman los expertos en salud
Mary Elizabeth Dallas
Traducido del inglés: lunes, 29 de mayo, 2017
DOMINGO, 28 de mayo de 2017 (HealthDay News) -- Las infecciones contraídas en el hospital pueden ser graves, e incluso suponer una amenaza para la vida.
Pero los pacientes y sus visitantes pueden ayudar a prevenir la propagación de los gérmenes peligrosos al mantener las manos limpias, afirman los profesionales de atención médica.
La Asociación Americana de Enfermeros Anestesistas (American Association of Nurse Anesthetists) recomienda que todos los pacientes hospitalizados y sus visitantes sigan los siguientes cinco consejos:
•No se toque la cara, los ojos, la nariz y la boca u cualquier cortada o herida abierta después de tocar cualquier cosa de la habitación del hospital, como las barandillas de las camas, las mesas, el pomo de las puertas, los controles remotos de la televisión o el teléfono.
•Desinfecte su teléfono celular antes de usarlo en el hospital.
•Lávese las manos con jabón o use un desinfectante de manos con alcohol antes de agarrar la mano de un paciente o un ser querido. Esto puede ayudar a reducir, aunque no a eliminar, las bacterias como la C. difficile, que pueden provocar diarrea.
•Evite comer con las manos sucias. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. aconsejan a los pacientes y visitantes que se laven las manos antes de comer o de preparar la comida. También es importante higienizar sus manos antes y después de cambiar las vendas, de estar en la sala de descanso, de limpiarse la nariz o de tocar cualquier superficie.
•Recuerde a los profesionales de atención médica que se laven o desinfecten las manos antes de realizarle un examen físico.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTE: American Association of Nurse Anesthetists, news release
HealthDay
(c) Derechos de autor 2017, HealthDay
Mary Elizabeth Dallas
Traducido del inglés: lunes, 29 de mayo, 2017
DOMINGO, 28 de mayo de 2017 (HealthDay News) -- Las infecciones contraídas en el hospital pueden ser graves, e incluso suponer una amenaza para la vida.
Pero los pacientes y sus visitantes pueden ayudar a prevenir la propagación de los gérmenes peligrosos al mantener las manos limpias, afirman los profesionales de atención médica.
La Asociación Americana de Enfermeros Anestesistas (American Association of Nurse Anesthetists) recomienda que todos los pacientes hospitalizados y sus visitantes sigan los siguientes cinco consejos:
•No se toque la cara, los ojos, la nariz y la boca u cualquier cortada o herida abierta después de tocar cualquier cosa de la habitación del hospital, como las barandillas de las camas, las mesas, el pomo de las puertas, los controles remotos de la televisión o el teléfono.
•Desinfecte su teléfono celular antes de usarlo en el hospital.
•Lávese las manos con jabón o use un desinfectante de manos con alcohol antes de agarrar la mano de un paciente o un ser querido. Esto puede ayudar a reducir, aunque no a eliminar, las bacterias como la C. difficile, que pueden provocar diarrea.
•Evite comer con las manos sucias. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. aconsejan a los pacientes y visitantes que se laven las manos antes de comer o de preparar la comida. También es importante higienizar sus manos antes y después de cambiar las vendas, de estar en la sala de descanso, de limpiarse la nariz o de tocar cualquier superficie.
•Recuerde a los profesionales de atención médica que se laven o desinfecten las manos antes de realizarle un examen físico.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTE: American Association of Nurse Anesthetists, news release
HealthDay
(c) Derechos de autor 2017, HealthDay
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INFECCIONES ASOCIADAS A CUIDADOS EN SALUD
BOLIVIA: EL ALTIPLANO ES EL LUGAR MÁS ENDÉMICO DE FASCIOLOSIS
10 de mayo de 2017 – Fuente: Planeta Futuro (España)
El viaje que recorre la fasciola hasta parasitar al ser humano suena casi inverosímil. Difícilmente lo lograría sin pobreza, su aliada, la que crea las condiciones necesarias para que una persona beba agua insalubre o coma crudas las plantas acuáticas donde aguarda escondida. Esta es la historia de cómo este gusano logró meterse en el cuerpo (y cómo salió) de Diego , un adolescente del altiplano boliviano. Allí está la zona más endémica del mundo de fasciolosis, la principal enfermedad de la familia de las trematodosis alimentarias, consideradas olvidadas por la falta de interés de farmacéuticas e instituciones, a pesar de afectar a 56 millones de personas en el mundo. Seguramente, todo empezó en las heces de un compañero de escuela, o de alguna de las muchas vacas y ovejas que pastan en los parajes verdes y amarillentos de Huacullani, una población aymara de 2.300 habitantes del municipio de Tiahuanaco. Allí, bajo la cordillera nevada de los Andes y a los pies del lago Titicaca, la gran mayoría de estos animales tiene sus conductos biliares infestados de fasciolas. Lo ratifica cualquier adulto o niño que haya presenciado una matanza: cuentan que los gusanos salen a docenas del hígado del animal cuando se disecciona. Para saber si los humanos portan el parásito no hace falta matarlos y seccionarlos. Mediante unas muestras de heces –que también son aplicables a animales–, sedetectan los huevos de la fasciola; su cantidad indica la cantidad aproximada de gusanos que puede haber dentro del cuerpo. En la década de 1980, el Dr. René Anglés Riveros, el especialista más reconocido en la enfermedad de Bolivia, comenzó a estudiar su prevalencia. En Huacullani, cuatro de cada diez personas estaban parasitadas. Él lo llama “el pueblo antena”, puesto que estadísticamente es un indicador fiable de cómo se comporta la fasciola en el resto de la región. Hoy esta cifra ha bajado a 2% de afectados, según las encuestas que realizan periódicamente. El secreto es la desparasitación sistemática que se viene realizando desde 2008. Pero esa es la parte de la historia de cómo las fasciolas fueron eliminadas del cuerpo de Diego. Todavía hay que conocer cómo llegaron.
Las heces de una persona infectada están llenas de huevos: desde unos cientos, hasta miles por gramo. Cuando eclosionan van a parar a unos pequeños caracoles acuáticos que le sirven de hospedador intermedio para seguir desarrollándose. Está claro cómo llegan a ellos desde el ganado, que defeca al aire libre, pero ¿y a los humanos? ¿por qué también son sospechosas las deposiciones de sus compañeros de colegio? Porque hacen sus necesidades exactamente en el mismo lugar que los animales. No hay que buscar en lugares muy escondidos para toparse con un niño en plena tarea. Seguramente los adultos son más pudorosos, pero el efecto es el mismo, ya que no hay baños en los hogares de Hacullani. “Quizás tengan alguna letrina”, matiza María Julia Rodríguez, médica de la población. “Pero la gran mayoría sigue defecando al aire libre”, concluye. La mayoría de la población no cuenta con agua corriente en casa, en ningún caso potable. Las viviendas, normalmente de adobe o de ladrillo sin revestir, sí suelen contar con electricidad y en ellas se realizan normalmente los partos por el peligroso método tradicional si no está supervisado por un profesional de la salud. Es parte de la cultura aymara: en el pueblo los mayores no hablan castellano, a lo sumo lo entienden, y tienen arraigadas una suerte de costumbres y tradiciones que, en ocasiones, complican la tarea de los profesionales sanitarios. “Normalmente no admiten que les saquen sangre”, lamenta Rodríguez. Recientemente han construido lo que llaman un baño bimodal en el colegio, para que sirva en el día a los escolares y en la tarde al resto del pueblo, pero la propia doctora ve complicado cambiar los hábitos: “No creo que muchos vengan acá a usarlo; están acostumbrados a otra cosa”. Así, de las heces al aire libre, las larvas van a los caracoles, siguen su desarrollo y son liberadas al agua. La necesitan dulce, así que la enorme extensión del Titicaca, que es salobre, no les sirve para sus propósitos. Pero en la zona norte del altiplano no les faltan riachuelos y canales en los que nadar hasta que encuentran plantas acuáticas como berros o totoras (una especie de junco) a las que, invisibles al ojo humano, se pegarán como una lapa hasta que algún mamífero las ingiera. “Solo hay dos formas de que el parásito llegue al cuerpo: bebiendo agua contaminada o comiendo las plantas acuáticas sin cocinar”, recalca una y otra vez Angles, que contempla con cierta desesperación cómo el mensaje no acaba de calar. No solo entre niños: profesores e incluso personal sanitario de la zona muestra confusión a la hora de determinar el modo de infección. Algunos piensan que puede suceder comiendo lechuga, otros cordero o vaca parasitados. Diego podría haber evitado infectarse si no hubiera comido plantas acuáticas. Pero esto es más fácil de decir que de hacer. Entre los niños y jóvenes es frecuente tomarlas directamente del campo a la hora de la merienda. “Sabemos que está ahí, pero cuando tienes hambre no piensas en eso”, justifica el joven de 17 años. Todos en su clase de sexto de secundaria admiten ser consumidores habituales de estos vegetales. El Dr. Carlos Aguirre, de la Universidad de La Paz asegura que el sustrato de la enfermedad es la pobreza, que trae consigo “falta de agua potable y de información”. “El parásito continuará si no mejoran las condiciones de vida y se educa adecuadamente a la población”, asegura. Uno de los grandes misterios de la fasciola es saber cómo llega a su destino. “Debe de tener una especie de brújula que le hace encontrarlo una vez en el intestino”, relata Angles. Lo atraviesan, y van directos al hígado, que también traspasan para asentarse en las vías biliares, donde puede vivir hasta 13 años si ningún fármaco termina con ellos. En la mayoría de las ocasiones, parásito y huésped viven en aparente armonía, ya que no suele dar síntomas. La enfermedad, como el resto de la familia de las trematodosis alimentarias, no suele ser mortal –causan unos 7.000 fallecimientos al año–, pero presentan una alta morbilidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que cada año se pierden en el mundo dos millones de años de vida ajustados en función de la discapacidad, un indicador sobre el impacto de las enfermedades. Si la cantidad de fasciolas jóvenes que han atravesado el hígado es exageradamente grande, puede dar lugar a cirrosis, ya que lo dañan en su traslado a las vías biliares. Y dentro de ellas van alimentándose de sus paredes y transformándolas en cicatrices que merman su función. Además, están asociadas a anemias y problemas de defensas, de forma que quienes las portan suelen caer enfermos con frecuencia y tener problemas de aprendizaje; este es uno de los motivos, junto a su alta prevalencia en los más jóvenes, de por qué las campañas hacen especial incidencia en niños y adolescentes. Si el número de fasciolas en el organismo es muy alto, pueden provocar la muerte. Esto es raro en humanos, pero no tan infrecuente en animales, que van perdiendo peso al mismo ritmo que su barriga se va hinchando hasta caer muertos. Angles ha llegado a contar más de 500 gusanos en una oveja muerta por fasciolosis. Para acabar con ella, pues, habría que eliminarla de humanos y animales, para que no defecasen huevos y no comenzase así el viaje de la fasciola. Santiago Mas-Coma, presidente de la Federación Internacional de Medicina Tropical y seguramente el mayor experto en fasciolosis del mundo, explica que la distribución geográfica mundial de esta enfermedad precisaría de sumas astronómicas para poder luchar contra ella de manera multidisciplinar: en el ámbito humano, de ganado, acciones de control de los caracoles vectores… “La fasciolosis se incluye dentro de las enfermedades desatendidas más complejas epidemiológicamente; no se vislumbra posibilidad de eliminación. Se tiene que avanzar simultáneamente en diferentes frentes, tanto en investigación multidisciplinar, incluyendo búsqueda de nuevos marcadores para el diagnóstico y de nuevos medicamentos para el tratamiento en humanos (todo indica que estamos muy lejos de conseguir una vacuna) y de continuar con las medidas de control en las zonas de endemia humana coordinadas por la OMS, para paulatinamente ir decreciendo la morbilidad, sobre todo en niños, expandiendo su aplicación hasta cubrir todos los países necesitados”, asegura. El objetivo, pues, es controlarla. En 2008, un proyecto piloto que trató de determinar si el fármaco que se usaba para los animales era seguro para las personas, que hasta el momento no contaban con ninguna presentación específica. Los resultados fueron un éxito. Casi no había efectos secundarios y a los 10 días el gusano estaba eliminado. Novartis, la farmacéutica que comercializa el triclabendazol, regala cada año más de 200.000 dosis para tratar a la población endémica en Bolivia. Como las pruebas a toda la población vulnerable supondrían un coste inasumible y el medicamento prácticamente no presenta efectos secundarios, se realiza una desparasitación masiva a toda la población cada año. Según los datos del Servicio Departamental de Salud de La Paz, en 2016 llegaron a 86% de la población del Altiplano en riesgo entre cinco y 60 años: 203.602 personas. También se ha comprobado que en los años que no se ha dispensado el fármaco (hay problemas burocráticos que lo han propiciado en dos ocasiones desde 2008), la fasciolosis ha subido desde aproximadamente 2% hasta más de 11%. Y así es como el gusano fue eliminado del cuerpo de Diego. Pero si sigue comiendo plantas acuáticas y agua sin tratar, es muy probable que vuelva a contraerla. Puede, incluso, que mientras respondía las preguntas para este reportaje la fasciola estuviera de nuevo en sus vías biliares sin que él se diera cuenta. Poniendo huevos, que en sus heces volverían a continuar este viaje, aparentemente inverosímil, pero que solo en humanos sucede unas 200.000 veces cada año.
El viaje que recorre la fasciola hasta parasitar al ser humano suena casi inverosímil. Difícilmente lo lograría sin pobreza, su aliada, la que crea las condiciones necesarias para que una persona beba agua insalubre o coma crudas las plantas acuáticas donde aguarda escondida. Esta es la historia de cómo este gusano logró meterse en el cuerpo (y cómo salió) de Diego , un adolescente del altiplano boliviano. Allí está la zona más endémica del mundo de fasciolosis, la principal enfermedad de la familia de las trematodosis alimentarias, consideradas olvidadas por la falta de interés de farmacéuticas e instituciones, a pesar de afectar a 56 millones de personas en el mundo. Seguramente, todo empezó en las heces de un compañero de escuela, o de alguna de las muchas vacas y ovejas que pastan en los parajes verdes y amarillentos de Huacullani, una población aymara de 2.300 habitantes del municipio de Tiahuanaco. Allí, bajo la cordillera nevada de los Andes y a los pies del lago Titicaca, la gran mayoría de estos animales tiene sus conductos biliares infestados de fasciolas. Lo ratifica cualquier adulto o niño que haya presenciado una matanza: cuentan que los gusanos salen a docenas del hígado del animal cuando se disecciona. Para saber si los humanos portan el parásito no hace falta matarlos y seccionarlos. Mediante unas muestras de heces –que también son aplicables a animales–, sedetectan los huevos de la fasciola; su cantidad indica la cantidad aproximada de gusanos que puede haber dentro del cuerpo. En la década de 1980, el Dr. René Anglés Riveros, el especialista más reconocido en la enfermedad de Bolivia, comenzó a estudiar su prevalencia. En Huacullani, cuatro de cada diez personas estaban parasitadas. Él lo llama “el pueblo antena”, puesto que estadísticamente es un indicador fiable de cómo se comporta la fasciola en el resto de la región. Hoy esta cifra ha bajado a 2% de afectados, según las encuestas que realizan periódicamente. El secreto es la desparasitación sistemática que se viene realizando desde 2008. Pero esa es la parte de la historia de cómo las fasciolas fueron eliminadas del cuerpo de Diego. Todavía hay que conocer cómo llegaron.
Las heces de una persona infectada están llenas de huevos: desde unos cientos, hasta miles por gramo. Cuando eclosionan van a parar a unos pequeños caracoles acuáticos que le sirven de hospedador intermedio para seguir desarrollándose. Está claro cómo llegan a ellos desde el ganado, que defeca al aire libre, pero ¿y a los humanos? ¿por qué también son sospechosas las deposiciones de sus compañeros de colegio? Porque hacen sus necesidades exactamente en el mismo lugar que los animales. No hay que buscar en lugares muy escondidos para toparse con un niño en plena tarea. Seguramente los adultos son más pudorosos, pero el efecto es el mismo, ya que no hay baños en los hogares de Hacullani. “Quizás tengan alguna letrina”, matiza María Julia Rodríguez, médica de la población. “Pero la gran mayoría sigue defecando al aire libre”, concluye. La mayoría de la población no cuenta con agua corriente en casa, en ningún caso potable. Las viviendas, normalmente de adobe o de ladrillo sin revestir, sí suelen contar con electricidad y en ellas se realizan normalmente los partos por el peligroso método tradicional si no está supervisado por un profesional de la salud. Es parte de la cultura aymara: en el pueblo los mayores no hablan castellano, a lo sumo lo entienden, y tienen arraigadas una suerte de costumbres y tradiciones que, en ocasiones, complican la tarea de los profesionales sanitarios. “Normalmente no admiten que les saquen sangre”, lamenta Rodríguez. Recientemente han construido lo que llaman un baño bimodal en el colegio, para que sirva en el día a los escolares y en la tarde al resto del pueblo, pero la propia doctora ve complicado cambiar los hábitos: “No creo que muchos vengan acá a usarlo; están acostumbrados a otra cosa”. Así, de las heces al aire libre, las larvas van a los caracoles, siguen su desarrollo y son liberadas al agua. La necesitan dulce, así que la enorme extensión del Titicaca, que es salobre, no les sirve para sus propósitos. Pero en la zona norte del altiplano no les faltan riachuelos y canales en los que nadar hasta que encuentran plantas acuáticas como berros o totoras (una especie de junco) a las que, invisibles al ojo humano, se pegarán como una lapa hasta que algún mamífero las ingiera. “Solo hay dos formas de que el parásito llegue al cuerpo: bebiendo agua contaminada o comiendo las plantas acuáticas sin cocinar”, recalca una y otra vez Angles, que contempla con cierta desesperación cómo el mensaje no acaba de calar. No solo entre niños: profesores e incluso personal sanitario de la zona muestra confusión a la hora de determinar el modo de infección. Algunos piensan que puede suceder comiendo lechuga, otros cordero o vaca parasitados. Diego podría haber evitado infectarse si no hubiera comido plantas acuáticas. Pero esto es más fácil de decir que de hacer. Entre los niños y jóvenes es frecuente tomarlas directamente del campo a la hora de la merienda. “Sabemos que está ahí, pero cuando tienes hambre no piensas en eso”, justifica el joven de 17 años. Todos en su clase de sexto de secundaria admiten ser consumidores habituales de estos vegetales. El Dr. Carlos Aguirre, de la Universidad de La Paz asegura que el sustrato de la enfermedad es la pobreza, que trae consigo “falta de agua potable y de información”. “El parásito continuará si no mejoran las condiciones de vida y se educa adecuadamente a la población”, asegura. Uno de los grandes misterios de la fasciola es saber cómo llega a su destino. “Debe de tener una especie de brújula que le hace encontrarlo una vez en el intestino”, relata Angles. Lo atraviesan, y van directos al hígado, que también traspasan para asentarse en las vías biliares, donde puede vivir hasta 13 años si ningún fármaco termina con ellos. En la mayoría de las ocasiones, parásito y huésped viven en aparente armonía, ya que no suele dar síntomas. La enfermedad, como el resto de la familia de las trematodosis alimentarias, no suele ser mortal –causan unos 7.000 fallecimientos al año–, pero presentan una alta morbilidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que cada año se pierden en el mundo dos millones de años de vida ajustados en función de la discapacidad, un indicador sobre el impacto de las enfermedades. Si la cantidad de fasciolas jóvenes que han atravesado el hígado es exageradamente grande, puede dar lugar a cirrosis, ya que lo dañan en su traslado a las vías biliares. Y dentro de ellas van alimentándose de sus paredes y transformándolas en cicatrices que merman su función. Además, están asociadas a anemias y problemas de defensas, de forma que quienes las portan suelen caer enfermos con frecuencia y tener problemas de aprendizaje; este es uno de los motivos, junto a su alta prevalencia en los más jóvenes, de por qué las campañas hacen especial incidencia en niños y adolescentes. Si el número de fasciolas en el organismo es muy alto, pueden provocar la muerte. Esto es raro en humanos, pero no tan infrecuente en animales, que van perdiendo peso al mismo ritmo que su barriga se va hinchando hasta caer muertos. Angles ha llegado a contar más de 500 gusanos en una oveja muerta por fasciolosis. Para acabar con ella, pues, habría que eliminarla de humanos y animales, para que no defecasen huevos y no comenzase así el viaje de la fasciola. Santiago Mas-Coma, presidente de la Federación Internacional de Medicina Tropical y seguramente el mayor experto en fasciolosis del mundo, explica que la distribución geográfica mundial de esta enfermedad precisaría de sumas astronómicas para poder luchar contra ella de manera multidisciplinar: en el ámbito humano, de ganado, acciones de control de los caracoles vectores… “La fasciolosis se incluye dentro de las enfermedades desatendidas más complejas epidemiológicamente; no se vislumbra posibilidad de eliminación. Se tiene que avanzar simultáneamente en diferentes frentes, tanto en investigación multidisciplinar, incluyendo búsqueda de nuevos marcadores para el diagnóstico y de nuevos medicamentos para el tratamiento en humanos (todo indica que estamos muy lejos de conseguir una vacuna) y de continuar con las medidas de control en las zonas de endemia humana coordinadas por la OMS, para paulatinamente ir decreciendo la morbilidad, sobre todo en niños, expandiendo su aplicación hasta cubrir todos los países necesitados”, asegura. El objetivo, pues, es controlarla. En 2008, un proyecto piloto que trató de determinar si el fármaco que se usaba para los animales era seguro para las personas, que hasta el momento no contaban con ninguna presentación específica. Los resultados fueron un éxito. Casi no había efectos secundarios y a los 10 días el gusano estaba eliminado. Novartis, la farmacéutica que comercializa el triclabendazol, regala cada año más de 200.000 dosis para tratar a la población endémica en Bolivia. Como las pruebas a toda la población vulnerable supondrían un coste inasumible y el medicamento prácticamente no presenta efectos secundarios, se realiza una desparasitación masiva a toda la población cada año. Según los datos del Servicio Departamental de Salud de La Paz, en 2016 llegaron a 86% de la población del Altiplano en riesgo entre cinco y 60 años: 203.602 personas. También se ha comprobado que en los años que no se ha dispensado el fármaco (hay problemas burocráticos que lo han propiciado en dos ocasiones desde 2008), la fasciolosis ha subido desde aproximadamente 2% hasta más de 11%. Y así es como el gusano fue eliminado del cuerpo de Diego. Pero si sigue comiendo plantas acuáticas y agua sin tratar, es muy probable que vuelva a contraerla. Puede, incluso, que mientras respondía las preguntas para este reportaje la fasciola estuviera de nuevo en sus vías biliares sin que él se diera cuenta. Poniendo huevos, que en sus heces volverían a continuar este viaje, aparentemente inverosímil, pero que solo en humanos sucede unas 200.000 veces cada año.
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TEMAS GENERALES DE MICROBIOLOGÍA
AHORA, LA RECETA INICIAL DE ANTIBIÓTICOS NO CONSIGUE CURAR 1 DE CADA 4 CASOS DE NEUMONÍA EN ADULTOS
Los pacientes normalmente reciben ayuda por otros medios, pero los niveles de resistencia a estos medicamentos son preocupantes, según los investigadores
Robert Preidt
Traducido del inglés: lunes, 22 de mayo, 2017
DOMINGO, 21 de mayo de 2017 (HealthDay News) -- La primera receta de un antibiótico que el adulto estadounidense promedio con neumonía recibe no resulta efectiva hoy en día en alrededor de una cuarta parte de los casos, según un estudio reciente.
En estos casos, se necesitaron más antibióticos o unos distintos, o el estado del paciente empeoró y necesitó la admisión en una sala de emergencias o la hospitalización en el plazo de un mes de haber tomado los antibióticos, afirmó el equipo de investigación.
Los resultados son "preocupantes" porque "la neumonía es la causa principal de muerte por enfermedades infecciosas en Estados Unidos", dijo el investigador principal, el Dr. James McKinnell, especialista en enfermedades infecciosas en LA BioMed, una fundación de investigación con sede en California.
En un comunicado de prensa de la Sociedad Torácica Americana (American Thoracic Society), añadió que "la terapia con antibióticos adicional observada en el estudio aumenta el riesgo de resistencia a los antibióticos y de complicaciones, como puede ser una infección con la C. difficile, que es difícil de tratar y podría suponer una amenaza para la vida, especialmente en las personas mayores".
Los expertos en enfermedades infecciosas han hecho sonar la alarma durante años sobre el problema creciente de resistencia a los antibióticos, los gérmenes que mutan con respecto a estos medicamentos que salvan vidas.
Un experto que revisó los nuevos hallazgos dijo que subrayan la amenaza.
El hecho de que a una cuarta parte de los pacientes con neumonía no les funcionara la terapia inicial con antibióticos "podría estar relacionado con la resistencia bacteriana en la comunidad", dijo el Dr. Bushra Mina, que dirige la UCI médica del Hospital Lenox Hill, en la ciudad de Nueva York. E indicó que con la neumonía, "un cierto porcentaje" de casos son provocados por los virus, para los cuales no funcionan los antibióticos.
En el nuevo estudio, el equipo de McKinnell examinó los datos de casi 252,000 adultos a los que recetaron antibióticos para tratar la neumonía contraída fuera del hospital ("adquirida en la comunidad"). Los pacientes fueron atendidos en el consultorio de un médico o en otro centro ambulatorio.
Un poco más del 22 por ciento de los pacientes no respondieron a su tratamiento inicial con una receta de antibióticos, según el estudio.
"Nuestros hallazgos sugieren que las directrices del tratamiento de la neumonía adquirida en la comunidad deberían actualizarse", dijo McKinnell. Cualquier actualización debería incluir los datos sobre los factores de riesgo que dejan a los pacientes en un estado vulnerable a que los antibióticos no funcionen, añadió.
Según sus nuevos hallazgos, un factor de riesgo clave es la edad.
"Los pacientes mayores de 65 años tenían casi el doble de probabilidades de ser hospitalizados que los pacientes más jóvenes", tras tener en cuenta otros factores de riesgo, comentó McKinnell. Debido a esto, "los pacientes mayores son más vulnerables y deberían ser tratados con mayor cuidado, posiblemente con una terapia de antibióticos más agresiva".
Pero otros dos expertos en las infecciones pulmonares dijeron que el estudio tenía sus puntos débiles.
El Dr. Howard Selinger, catedrático de medicina familiar de la Facultad de Medicina de la Universidad de Quinnipiac en Hamden, Connecticut, dijo que en el estudio no estaba claro cómo se realizaron los diagnósticos de neumonía; en muchos casos, lo que los médicos pensaban que era una enfermedad que respondería a los antibióticos podría haber sido una bronquitis viral u otra enfermedad para la cual los antibióticos no funcionan.
Por esta razón, dijo Selinger, "dudo mucho que haya una resistencia del 25 por ciento a múltiples clases distintas de antibióticos". En vez de eso, muchos de los casos del estudio podrían haber sido virales en primer lugar, dijo Selinger.
El Dr. Alan Mensch, pulmonólogo en el Hospital Plainview de Northwell Health en Plainview, Nueva York, se mostró de acuerdo. Dijo que un número demasiado bajo de pacientes del estudio realizaron un cultivo de esputo (flema), la prueba "de excelencia" necesaria para confirmar una infección bacteriana, no viral.
Pero dijo que sigue habiendo mucho que aprender de los hallazgos. "Claramente, las directrices actuales para la neumonía adquirida en la comunidad publicadas en 2007 por la Sociedad Torácica Americana y la Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas (Infectious Disease Society of America) necesitan una actualización", dijo Mensch.
Cualquier actualización debería incluir protocolos para identificar mejor la causa de la neumonía, y quizá una admisión en el hospital más rápida para los pacientes de edad avanzada que no hayan respondido al tratamiento farmacológico, planteó.
El estudio fue presentado el domingo en la reunión anual de la Sociedad Torácica Americana, en Washington, D.C. Los hallazgos presentados en reuniones médicas deberían considerarse preliminares hasta que se publiquen en una revista revisada por profesionales.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTES: Bushra Mina, M.D., director, Medical ICU, Lenox Hill Hospital, New York City; Howard Selinger, M.D., chair, family medicine, Frank H. Netter, M.D. School of Medicine at Quinnipiac University, Hamden, Conn; Alan Mensch, M.D., pulmonologist and senior vice president, medical affairs, Northwell Health's Plainview and Syosset Hospitals, N.Y.; American Thoracic Society, news release, May 21, 2017
HealthDay
(c) Derechos de autor 2017, HealthDay
viernes, 12 de mayo de 2017
VACÚNATE CONTRA LOS ANTIVACUNAS
13 de abril de 2017 – Fuente: Muy Interesante (España)
Imagínate que estamos en el año 2066. La prensa del día destaca en portada que la esperanza de vida ha alcanzado un nuevo mínimo en España: 56 años. Mientras, una epidemia de sarampión infantil descontrolada pone en jaque a los servicios de salud. En la sección de sociedad se anuncia la apertura de cinco nuevos hospitales pediátricos para dar cobertura a los casos de poliomielitis, difteria, tétanos y rubéola, que no paran de multiplicarse. Una campaña de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) se ocupa de recordar a los lectores que hay más sordos que nunca, como secuela de los numerosos casos de meningitis. Y reivindica más accesibilidad para los miles de nuevos minusválidos que ha provocado la poliomielitis. Entretanto, en el panorama internacional los diarios miran a Japón, donde la epidemia de tos convulsa hace estragos.
No se trata de una distopía futurista improbable. En 2015, el caso de un niño gerundense de seis años que murió víctima de la difteria veintiocho años después de que se erradicara este mal en España sacó a la palestra los peligros reales de dar credibilidad a los movimientos antivacunas. Y es que los padres del crío habían decidido no vacunarlo con la triple bacteriana (difteria, tétanos y tos convulsa) por temor a sus supuestos efectos adversos. Ese mismo año, los visitantes del parque de atracciones de Disneyland, en California (Estados Unidos), se enfrentaban a un brote de sarampión infantil por causas similares. Si la tendencia a saltarse los protocolos de vacunación sigue, podrían reaparecer otras muchas enfermedades. Con más fuerza incluso. Lo cierto es que los argumentos que esgrimen los detractores de la inmunización no se sostienen ante las últimas cifras aportadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cada año, las vacunas evitan el fallecimiento de cerca de tres millones de personas; es decir, el equivalente a la población de Roma. Por primera vez en la historia documentada, la inmunización ha logrado que el número de niños que mueren cada año caiga por debajo de los diez millones. A todo ello se suma que, según Patrick Zuber, responsable del grupo de seguridad de vacunas de la OMS, con los recursos disponibles “sería técnicamente posible prevenir cuatro millones de muertes más cada año por influenza, neumococos, rotavirus, rabia, cólera, tifus, meningitis epidémica y encefalitis japonesa”. Y hay más datos irrebatibles, como que la mortalidad mundial por sarampión se ha reducido en 74%. O que desde 1988 la incidencia de poliomielitis ha disminuido en 99%, pasando de más de 350.000 casos a 1.410 casos en 2010. Si las bondades de las vacunas son tan evidentes, ¿por qué dejan de usarse de forma masiva? ¿Cómo es posible que, mientras las autoridades sanitarias internacionales dedican el decenio 2011-2020 a hacer realidad la inmunización universal, se dé la paradoja de que en los países desarrollados muchos padres renuncian a la inmunización de sus hijos de forma voluntaria? En gran medida, porque las vacunas están siendo víctimas de su propio éxito, tal y como explicaban hace poco expertos españoles del Observatorio para el Estudio de las Vacunas: “A medida que las vacunas van logrando su objetivo de acabar con alguna temida enfermedad, y antes de poder celebrarlo, se abre el camino hacia el olvido de esa enfermedad”. Y a partir de ese momento se magnifica cualquier efecto adverso que surja de la vacunación. Efectos, por otro lado, inevitables, porque ni las vacunas ni ningún otro tratamiento terapéutico o preventivo pueden ser inocuos al 100%. Por supuesto que resulta fácil caer en el error de pensar que, como las dolencias prevenibles mediante vacunación están casi erradicadas en España, ya no hay motivos para inmunizarnos. Pero es rotundamente falso. Aunque no se produzca ningún caso en décadas, los agentes infecciosos que las desencadenan continúan circulando –y mutando y evolucionando– en algunas partes del mundo. “Si decidiésemos apagar todos los radiadores porque la calefacción ya ha funcionado y estamos calentitos, el frío volvería tarde o temprano”, propone como símil José María Bayas Rodríguez, especializado en medicina preventiva y salud pública en el Hospital Clínic i Provincial de Barcelona. “Lo mismo exactamente sucedería si dejásemos de usar vacunas: regresarían las enfermedades que han remitido”, matiza Bayas. Según el experto, no hay que perder de vista que “aunque nos olvidemos de las enfermedades, ellas no se olvidan de nosotros”. Lo que sí hay que reconocer es que, normalmente, las consecuencias de que un puñado de personas decida no vacunarse no son graves gracias a que existe la inmunidad colectiva: si la grandísima mayoría de la población está vacunada, los microbios lo tienen muy difícil para propagarse. Dicho de otro modo, cuando 99% de la población se vacuna, el 1% restante está bastante protegido aun sin inmunización. El verdadero peligro surge cuando el porcentaje de no vacunados aumenta por la moda de los antivacunas. Es entonces cuando los virus y las bacterias a los que habíamos perdido definitivamente de vista pueden volver a cruzar nuestras fronteras, propagarse y alcanzar a las personas desprotegidas, con consecuencias fatales.
Nos vacunamos para asegurar el bien común
De ahí que la OMS insista en que no solo nos vacunamos para protegernos a nosotros mismos: también para proteger a quienes nos rodean. “Los programas eficaces de vacunación, al igual que las sociedades eficaces, dependen de la cooperación de cada persona para asegurar el bien común”, apuntan desde la organización. Si en un colectivo muchos sujetos se decantan por no vacunarse –o no vacunar a sus hijos–, la inmunización del grupo desciende y es más fácil que surjan epidemias. Como pasó en California con el sarampión. Por si fuera poco, una investigación alemana advertía de que cada vez son más los casos de panencefalitis esclerosante subaguda (PEES), una enfermedad neurológica mortal que aparece en adultos que de niños pasaron el sarampión, y que podría cobrar fuerza. Ante esta realidad, el Gobierno australiano decidió quitar beneficios sociales a las familias que opten por la no vacunación. Y en algunos estados de Norteamérica no se permite escolarizar a los niños si no están inmunizados para evitar brotes infecciosos en los colegios. Según un estudio aparecido en la revista Policy Insights from the Behavioral and Brain Sciences, las personas que no se vacunan se pueden clasificar en cuatro perfiles:
1. Porque se confían. Se trata de gente que no está preocupada por su inmunización ni participan en debates; simplemente descuidan este aspecto de su salud.
2. Por comodidad. Aquí entran los individuos que dejan de vacunarse por pereza, porque les pesan más los inconvenientes de tener que pedir cita, adquirir las vacunas y desplazarse a la consulta.
3. Por recelo. Hablamos de gente desinformada con una visión distorsionada del riesgo de las vacunas, que explícitamente desconfía de la inmunización.
4. Por cálculo. Sujetos que sopesan los pros y contras de las vacunas, y suelen descartarlas cuando encuentran información contradictoria.
En general, lo que salta a la vista es que el origen del rechazo a las vacunas casi siempre parte de la desinformación. O, para ser más exactos, de una mala información.
En todo caso, de catapultar el miedo a las vacunas se encargó en 1998 el médico británico Andrew Wakefield. Aquel año, publicó en la prestigiosa revista The Lancet un estudio que aseguraba que la vacuna triple viral, que inmuniza contra el sarampión, la parotiditis y la rubéola, causaba autismo. Investigaciones posteriores demostraron que se trataba de un fraude, y que Wakefield había mentido intencionadamente. Al parecer, el investigador había difundido aquella falsa idea porque pretendía enriquecerse comercializando vacunas alternativas. La revista retiró el artículo, pero el daño ya estaba hecho. Destaparle y quitarle la licencia para ejercer la medicina no impidió que el supuesto informe impulsase el movimiento antivacunación en todo el mundo. Pese a que Wakefield ha sido claramente desacreditado, sus ideas se han mantenido vigentes, y el riesgo de autismo sigue siendo uno de los argumentos a los que más recurren los movimientos antivacunas. La mala información se ha difundido como la pólvora.
A los científicos les encanta encontrar fundamento a los comportamientos humanos, y el crédito que damos a la mala información no ha sido una excepción: también tiene una explicación científica. Según advertía el investigador italiano Walter Quattrociocchi hace poco, lo que hace que se disemine información falaz es el sesgo de confirmación. Es decir, la tendencia a prestar atención solamente a aquello que confirma las ideas, el sistema de creencias e incluso prejuicios que ya teníamos. Por supuesto, dejando de lado la información que los cuestiona o los contradice. Quattrociocchi también ha encontrado respuesta en la proliferación de las cámaras de eco; es decir, comunidades polarizadas que consumen el mismo tipo de información. Y que son cada vez más frecuentes gracias a las redes sociales. Dentro de ellas, asegura, se produce una homogeneización: las informaciones o creencias se repiten constantemente y se impide que entren visiones alternativas. Como consecuencia, es fácil que los integrantes del grupo acepten como válidas informaciones objetivamente falsas o poco infundadas. Ya sea el peligro de las vacunas, el escepticismo climático, una idea pseudocientífica o una teoría conspirativa. Además, el estudio demostró que en internet y en las redes sociales las noticias científicas se expanden de forma rápida, pero su interés decae en poco tiempo. En cambio, las noticias conspirativas son de lenta asimilación, pero gradualmente generan discusión, lo que permite que ganen atención y persistan. Otro punto a su favor. “En ninguna época de la historia hemos sabido tanto sobre medicina y, sin embargo, hoy proliferan las dietas milagrosas, se extiende de un modo imparable la homeopatía y hay quien considera muy esnob oponerse a la vacunación; todo ello sin base científica alguna”, reflexiona Bayas. “Pero lo cierto es que no se puede decir ‘no creo en las vacunas’, igual que no se puede afirmar ‘no creo en la redondez de la Tierra’, porque no son cuestiones de fe, sino de ciencia”, añade. Según una investigación reciente de la Universidad de California (Estados Unidos), para sacar de su error a los padres que secundan el movimiento antivacunas no hay que afanarse en demostrar que las inyecciones no causan ni autismo ni daños cerebrales. Es mejor poner todo el empeño en que conozcan los enormes riesgos que entraña dejar de vacunar a un niño: los estragos de la poliomielitis, la difteria y el sarampión, las muertes y las minusvalías que causan, sus posibles secuelas, etcétera. “Se han centrado en el riesgo de decir sí al pinchazo, pero han olvidado el riesgo de decir no”, defendían los investigadores, convencidos de que todavía estamos a tiempo de recordárselo.
Imagínate que estamos en el año 2066. La prensa del día destaca en portada que la esperanza de vida ha alcanzado un nuevo mínimo en España: 56 años. Mientras, una epidemia de sarampión infantil descontrolada pone en jaque a los servicios de salud. En la sección de sociedad se anuncia la apertura de cinco nuevos hospitales pediátricos para dar cobertura a los casos de poliomielitis, difteria, tétanos y rubéola, que no paran de multiplicarse. Una campaña de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) se ocupa de recordar a los lectores que hay más sordos que nunca, como secuela de los numerosos casos de meningitis. Y reivindica más accesibilidad para los miles de nuevos minusválidos que ha provocado la poliomielitis. Entretanto, en el panorama internacional los diarios miran a Japón, donde la epidemia de tos convulsa hace estragos.
No se trata de una distopía futurista improbable. En 2015, el caso de un niño gerundense de seis años que murió víctima de la difteria veintiocho años después de que se erradicara este mal en España sacó a la palestra los peligros reales de dar credibilidad a los movimientos antivacunas. Y es que los padres del crío habían decidido no vacunarlo con la triple bacteriana (difteria, tétanos y tos convulsa) por temor a sus supuestos efectos adversos. Ese mismo año, los visitantes del parque de atracciones de Disneyland, en California (Estados Unidos), se enfrentaban a un brote de sarampión infantil por causas similares. Si la tendencia a saltarse los protocolos de vacunación sigue, podrían reaparecer otras muchas enfermedades. Con más fuerza incluso. Lo cierto es que los argumentos que esgrimen los detractores de la inmunización no se sostienen ante las últimas cifras aportadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cada año, las vacunas evitan el fallecimiento de cerca de tres millones de personas; es decir, el equivalente a la población de Roma. Por primera vez en la historia documentada, la inmunización ha logrado que el número de niños que mueren cada año caiga por debajo de los diez millones. A todo ello se suma que, según Patrick Zuber, responsable del grupo de seguridad de vacunas de la OMS, con los recursos disponibles “sería técnicamente posible prevenir cuatro millones de muertes más cada año por influenza, neumococos, rotavirus, rabia, cólera, tifus, meningitis epidémica y encefalitis japonesa”. Y hay más datos irrebatibles, como que la mortalidad mundial por sarampión se ha reducido en 74%. O que desde 1988 la incidencia de poliomielitis ha disminuido en 99%, pasando de más de 350.000 casos a 1.410 casos en 2010. Si las bondades de las vacunas son tan evidentes, ¿por qué dejan de usarse de forma masiva? ¿Cómo es posible que, mientras las autoridades sanitarias internacionales dedican el decenio 2011-2020 a hacer realidad la inmunización universal, se dé la paradoja de que en los países desarrollados muchos padres renuncian a la inmunización de sus hijos de forma voluntaria? En gran medida, porque las vacunas están siendo víctimas de su propio éxito, tal y como explicaban hace poco expertos españoles del Observatorio para el Estudio de las Vacunas: “A medida que las vacunas van logrando su objetivo de acabar con alguna temida enfermedad, y antes de poder celebrarlo, se abre el camino hacia el olvido de esa enfermedad”. Y a partir de ese momento se magnifica cualquier efecto adverso que surja de la vacunación. Efectos, por otro lado, inevitables, porque ni las vacunas ni ningún otro tratamiento terapéutico o preventivo pueden ser inocuos al 100%. Por supuesto que resulta fácil caer en el error de pensar que, como las dolencias prevenibles mediante vacunación están casi erradicadas en España, ya no hay motivos para inmunizarnos. Pero es rotundamente falso. Aunque no se produzca ningún caso en décadas, los agentes infecciosos que las desencadenan continúan circulando –y mutando y evolucionando– en algunas partes del mundo. “Si decidiésemos apagar todos los radiadores porque la calefacción ya ha funcionado y estamos calentitos, el frío volvería tarde o temprano”, propone como símil José María Bayas Rodríguez, especializado en medicina preventiva y salud pública en el Hospital Clínic i Provincial de Barcelona. “Lo mismo exactamente sucedería si dejásemos de usar vacunas: regresarían las enfermedades que han remitido”, matiza Bayas. Según el experto, no hay que perder de vista que “aunque nos olvidemos de las enfermedades, ellas no se olvidan de nosotros”. Lo que sí hay que reconocer es que, normalmente, las consecuencias de que un puñado de personas decida no vacunarse no son graves gracias a que existe la inmunidad colectiva: si la grandísima mayoría de la población está vacunada, los microbios lo tienen muy difícil para propagarse. Dicho de otro modo, cuando 99% de la población se vacuna, el 1% restante está bastante protegido aun sin inmunización. El verdadero peligro surge cuando el porcentaje de no vacunados aumenta por la moda de los antivacunas. Es entonces cuando los virus y las bacterias a los que habíamos perdido definitivamente de vista pueden volver a cruzar nuestras fronteras, propagarse y alcanzar a las personas desprotegidas, con consecuencias fatales.
Nos vacunamos para asegurar el bien común
De ahí que la OMS insista en que no solo nos vacunamos para protegernos a nosotros mismos: también para proteger a quienes nos rodean. “Los programas eficaces de vacunación, al igual que las sociedades eficaces, dependen de la cooperación de cada persona para asegurar el bien común”, apuntan desde la organización. Si en un colectivo muchos sujetos se decantan por no vacunarse –o no vacunar a sus hijos–, la inmunización del grupo desciende y es más fácil que surjan epidemias. Como pasó en California con el sarampión. Por si fuera poco, una investigación alemana advertía de que cada vez son más los casos de panencefalitis esclerosante subaguda (PEES), una enfermedad neurológica mortal que aparece en adultos que de niños pasaron el sarampión, y que podría cobrar fuerza. Ante esta realidad, el Gobierno australiano decidió quitar beneficios sociales a las familias que opten por la no vacunación. Y en algunos estados de Norteamérica no se permite escolarizar a los niños si no están inmunizados para evitar brotes infecciosos en los colegios. Según un estudio aparecido en la revista Policy Insights from the Behavioral and Brain Sciences, las personas que no se vacunan se pueden clasificar en cuatro perfiles:
1. Porque se confían. Se trata de gente que no está preocupada por su inmunización ni participan en debates; simplemente descuidan este aspecto de su salud.
2. Por comodidad. Aquí entran los individuos que dejan de vacunarse por pereza, porque les pesan más los inconvenientes de tener que pedir cita, adquirir las vacunas y desplazarse a la consulta.
3. Por recelo. Hablamos de gente desinformada con una visión distorsionada del riesgo de las vacunas, que explícitamente desconfía de la inmunización.
4. Por cálculo. Sujetos que sopesan los pros y contras de las vacunas, y suelen descartarlas cuando encuentran información contradictoria.
En general, lo que salta a la vista es que el origen del rechazo a las vacunas casi siempre parte de la desinformación. O, para ser más exactos, de una mala información.
En todo caso, de catapultar el miedo a las vacunas se encargó en 1998 el médico británico Andrew Wakefield. Aquel año, publicó en la prestigiosa revista The Lancet un estudio que aseguraba que la vacuna triple viral, que inmuniza contra el sarampión, la parotiditis y la rubéola, causaba autismo. Investigaciones posteriores demostraron que se trataba de un fraude, y que Wakefield había mentido intencionadamente. Al parecer, el investigador había difundido aquella falsa idea porque pretendía enriquecerse comercializando vacunas alternativas. La revista retiró el artículo, pero el daño ya estaba hecho. Destaparle y quitarle la licencia para ejercer la medicina no impidió que el supuesto informe impulsase el movimiento antivacunación en todo el mundo. Pese a que Wakefield ha sido claramente desacreditado, sus ideas se han mantenido vigentes, y el riesgo de autismo sigue siendo uno de los argumentos a los que más recurren los movimientos antivacunas. La mala información se ha difundido como la pólvora.
A los científicos les encanta encontrar fundamento a los comportamientos humanos, y el crédito que damos a la mala información no ha sido una excepción: también tiene una explicación científica. Según advertía el investigador italiano Walter Quattrociocchi hace poco, lo que hace que se disemine información falaz es el sesgo de confirmación. Es decir, la tendencia a prestar atención solamente a aquello que confirma las ideas, el sistema de creencias e incluso prejuicios que ya teníamos. Por supuesto, dejando de lado la información que los cuestiona o los contradice. Quattrociocchi también ha encontrado respuesta en la proliferación de las cámaras de eco; es decir, comunidades polarizadas que consumen el mismo tipo de información. Y que son cada vez más frecuentes gracias a las redes sociales. Dentro de ellas, asegura, se produce una homogeneización: las informaciones o creencias se repiten constantemente y se impide que entren visiones alternativas. Como consecuencia, es fácil que los integrantes del grupo acepten como válidas informaciones objetivamente falsas o poco infundadas. Ya sea el peligro de las vacunas, el escepticismo climático, una idea pseudocientífica o una teoría conspirativa. Además, el estudio demostró que en internet y en las redes sociales las noticias científicas se expanden de forma rápida, pero su interés decae en poco tiempo. En cambio, las noticias conspirativas son de lenta asimilación, pero gradualmente generan discusión, lo que permite que ganen atención y persistan. Otro punto a su favor. “En ninguna época de la historia hemos sabido tanto sobre medicina y, sin embargo, hoy proliferan las dietas milagrosas, se extiende de un modo imparable la homeopatía y hay quien considera muy esnob oponerse a la vacunación; todo ello sin base científica alguna”, reflexiona Bayas. “Pero lo cierto es que no se puede decir ‘no creo en las vacunas’, igual que no se puede afirmar ‘no creo en la redondez de la Tierra’, porque no son cuestiones de fe, sino de ciencia”, añade. Según una investigación reciente de la Universidad de California (Estados Unidos), para sacar de su error a los padres que secundan el movimiento antivacunas no hay que afanarse en demostrar que las inyecciones no causan ni autismo ni daños cerebrales. Es mejor poner todo el empeño en que conozcan los enormes riesgos que entraña dejar de vacunar a un niño: los estragos de la poliomielitis, la difteria y el sarampión, las muertes y las minusvalías que causan, sus posibles secuelas, etcétera. “Se han centrado en el riesgo de decir sí al pinchazo, pero han olvidado el riesgo de decir no”, defendían los investigadores, convencidos de que todavía estamos a tiempo de recordárselo.
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