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jueves, 9 de abril de 2020

UNA REVISIÓN DE LAS POTENCIALES ESTRATEGIAS TERAPÉUTICAS PARA COVID-19

PUBLICADO EN MARZO 17, 2020
Amparo Tolosa, Genotipia

En apenas un mes, el coronavirus SARS-CoV-2, surgido a finales de diciembre en la provincia china de Hubei, ha cambiado el mundo. La enfermedad provocada por el nuevo coronavirus, conocida como COVID-19, está asociada ya a más de 4 000 muertes y más de 150 000 personas han sido diagnosticadas como infectadas. A estos números del SARS-CoV-2, hay que sumar el gran impacto de COVID-19 sobre los sistemas sanitarios de salud y los millones de personas cuyas vidas han cambiado con las diferentes medidas dirigidas a controlar la difusión del virus.

En paralelo a la expansión del nuevo coronavirus, diferentes investigaciones han empezado a caracterizar su genoma, su estructura y sus mecanismos de infección, con el objetivo de desarrollar lo antes posible vacunas o estrategias terapéuticas para favorecer su contención. Gracias a estos trabajos y a investigaciones previas con otros coronavirus, en la actualidad los investigadores disponen de un abanico de moléculas diana frente a las que dirigir las diferentes estrategias de tratamiento. En la actualidad, ya existen aproximaciones terapéuticas hacia algunas de estas moléculas que funcionan en virus similares a SARS-CoV-2 y podrían ser probadas en ensayos clínicos.
COVID19
Estructura del coronavirus de Wuhan. Imagen: CDC/ Alissa Eckert, MS; Dan Higgins, MAM.

Para facilitar el desarrollo de tratamientos para COVID-19, hace unos días la revista científica de la Sociedad Americana de Química publicó una revisión de todos los trabajos recientes sobre el desarrollo de vacunas y agentes terapéuticos para COVID-19 y otras enfermedades producidas por coronavirus. En la elaboración de la revisión, los investigadores responsables analizaron todo el material (más de 500 trabajos) relacionado con el nuevo coronavirus publicado desde finales del 2019 hasta el 1 de marzo.

El artículo resume los mecanismos de acción de SARS-CoV-2 conocidos hasta la fecha y destaca una serie de proteínas como especialmente interesantes a la hora de diseñar estrategias de tratamiento.Además, repasa las diferentes aproximaciones posibles (moléculas pequeñas antivirales, componentes biológicos y vacunas) bajo la perspectiva del conocimiento adquirido a través de otras enfermedades producidas por los coronavirus: el síndrome respiratorio agudo grave (SARS, en sus siglas en inglés) y el síndrome respiratorio de oriente medio (MERS, en sus siglas en inglés).

Dentro del primer grupo, los autores repasan los diferentes fármacos o moléculas patentadas que podrían tener potencial terapéutico para COVID-19 según sus mecanismos de acción, bien por su relación con la regulación del sistema inmunitario del hospedador o bien por su capacidad para comprometer la replicación viral. En este apartado también identifican todos aquellos fármacos ya aprobados para otros usos que podrían utilizarse para tratar la enfermedad COVID-19. Un ejemplo es el remdesivir, un análogo de nucleótidos que detiene la replicación viral y está indicado para la infección por virus del Ébola.

En cuanto a los componentes biológicos, los autores del trabajo plantean la posibilidad de utilizar anticuerpos, citoquinas o terapias de ARN frente a SARS-CoV-2. Los anticuerpos para prevenir o tratar el SARS-Cov-2, basados en los resultados obtenidos con otros coronavirus, pueden estar dirigidos a proteínas virales como la proteína estructural S de SARS-CoV-2 (necesaria para iniciar la infección) o frente a componentes del sistema inmunitario. La producción de citoquinas en respuesta a infecciones puede facilitar la acción del sistema inmunitario frente al agente infeccioso, por lo que se ha estudiado la utilización de las mismas frente a coronavirus como el responsable del SARS. En el caso de las terapias basadas en ARN, éstas están dirigidas a impedir la producción de proteínas necesarias para el virus.

El desarrollo de vacunas para COVID-19 no solo representa una estrategia para controlar el avance del virus en la actualidad. Es una oportunidad para prevenir su recurrencia en el futuro, resaltan los autores de la revisión. Existen diferentes aproximaciones para desarrollar vacunas frente a SARS-CoV-2: virus atenuados, vacunas basadas en proteínas, vacunas de ADN, vacunas de ARN y vacunas que utilizan vectores virales. Para todas ellas, cuyo fin último es que el sistema inmunitario esté preparado para reconocer y eliminar la presencia del virus, existen diferentes patentes dirigidas al SARS y al MERS, causados por coronavirus similares a SARS-CoV-2, así como diversos ensayos clínicos en marcha. Con el trabajo desarrollado para el tratamiento y prevención de estas enfermedades se espera acelerar las investigaciones terapéuticas frente a COVID-19

SARS-CoV-2 no es el primer coronavirus en representar una seria amenaza para la salud humana. Los coronavirus responsables del SARS y MERS causaron brotes en 2003 y 2012, respectivamente. Si bien el conocimiento científico sobre los coronavirus mejoró tras la aparición de ambas enfermedades, no ha sido suficiente para preparar a los sistemas sanitarios actuales para hacer frente a COVID-19. Las estimaciones más optimistas indican que el diseño y desarrollo de cualquier aproximación terapéutica efectiva llevará, como mínimo, meses.

La revisión sobre las estrategias terapéuticas dirigidas a COVID-19 y otras enfermedades causadas por coronavirus concluye destacando la importancia de desarrollar fármacos y vacunas, no solo para COVID-19, sino para las futuras infecciones por coronavirus que puedan surgir en el futuro. Para ello, resaltan la utilidad de métodos innovadores como la inteligencia artificial para identificar nuevos fármacos y la colaboración de los diferentes participantes en el desarrollo de fármacos antivirales.

Referencia: Liu C, et al. Research and Development on Therapeutic Agents and Vaccines for COVID-19 and Related Human Coronavirus Diseases. ACS Cent Sci. 2020. Doi: https://doi.org/10.1021/acscentsci.0c00272

SOLO SE DETECTA EL 6% DE LAS INFECCIONES POR COVID-19

Un estudio alemán expone que el número total de personas afectadas en todo el mundo es mucho más alto.

Sarah Romero – MUY INTERESANTE
08/04/2020

Aunque la estimación de los casos confirmados de COVID-19 ha alcanzado casi 1,4 millones de personas al momento de esta publicación, el número real de casos podría haber alcanzado varias decenas de millones, según un nuevo estudio desarrollado por científicos de la Universidad de Gotinga y publicado en la revista The Lancet Infectious Diseases.

Así, los casos confirmados para la nueva enfermedad por coronavirus emitida oficialmente por países y ampliamente difundida por los medios de comunicación nacionales e internacionales subestima dramáticamente la verdadera cantidad de infecciones.

Los expertos utilizaron estimaciones de la mortalidad y el tiempo hasta la muerte de COVID-19 de otro estudio reciente para probar la calidad de los registros de casos oficiales. Sus datos muestran que los países apenas han descubierto en promedio alrededor del 6% de las infecciones por coronavirus y que el verdadero número de personas infectadas en todo el mundo ya puede haber alcanzado varias decenas de millones.

Debido a los diferentes retrasos e insuficiencias en las pruebas o tests en diferentes países, los números podrían no reflejar con precisión la cantidad de infecciones reales. Y todos sabemos que evaluar la gravedad de la pandemia es crucial para identificar estrategias de mitigación adecuadas.

La zona sumergida del iceberg COVID-19

"Sin embargo, las proporciones crudas de fatalidad de los casos obtenidos al dividir el número de muertes por el número de casos pueden ser engañosas", escriben los autores. Esto se debe a que puede llevar un par de semanas que una persona desarrolle síntomas; posteriormente el caso se detecta y, finalmente, se informa y contabiliza.

La demora en las pruebas y la falta de ellas pueden explicar por qué algunos países europeos como Italia y España están experimentando un número de víctimas mucho mayor que casos confirmados de coronavirus. Según sus cálculos, el número de contagiados reales en España sería de más de 5 millones (nuestro país solo detecta el 1,7% de los casos, según el estudio) e Italia alrededor de 2 millones.

Gran parte de los datos que nos informan de las estimaciones globales de la tasa de letalidad proceden del brote temprano en Wuhan, China. Debido a que el sistema de salud en esta ciudad se vio rápidamente desbordado, los autores sugieren que hay una subestimación sustancial de los casos en grupos de edad más jóvenes en comparación con otros lugares de China.

"Es probable que el índice de letalidad esté fuertemente influenciado por la disponibilidad de instalaciones de atención médica", añaden los expertos.

El volumen total de infecciones en el mundo debe estar ahora en las decenas de millones

Los investigadores pronostican que con la propagación continua de COVID-19 y la proporción de personas que requieren hospitalización, "incluso los sistemas de atención médica más avanzados probablemente se vean abrumados".

"Estos resultados representan que los gobiernos y los encargados de formular políticas deben tener mucho cuidado al interpretar los números de casos con fines de planificación", aclara Sebastian Vollmer, profesor de economía del desarrollo de la Universidad de Gotinga en cuanto a la cantidad y calidad de las pruebas realizadas en los distintos países; los registros de casos oficiales no son informativos y no brindan información útil".

En España

En España, el Ministerio de Sanidad ha admitido que gran parte de los infectados no están registrados. Al menos 15 de cada 16 afectados por el coronavirus en España no está contabilizado, de ahí que se vaya a efectuar una campaña masiva de pruebas para tener una imagen más realista de la incidencia de la COVID-19 fuera de los hospitales.

SI NO SANAMOS EL CLIMA, VOLVEREMOS A ENFERMAR

Autor: Fernando Valladares
Profesor de Investigación en el Departamento de Biogeografía y Cambio Global, Museo Nacional de Ciencias Naturales, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (MNCN-CSIC), España
Reporte Epidemiológico de Córdoba (REC 2303)
02/04/2020

Sumidos en un confinamiento y en una crisis sanitaria sin precedentes, nos afanamos en encontrar fármacos y vacunas para la enfermedad por el coronavirus 2019 (COVID-19). Estudiamos el funcionamiento del virus y su ciclo vital, valorando las distintas hipótesis sobre su origen. Pero lo que resulta indiscutible es que son nuestros hábitos y comportamientos los que nos ponen en peligro. Porque detrás de esta pandemia está la destrucción de la naturaleza. No hay sistema sanitario ni fuerzas de seguridad de ningún estado que pueda brindarnos la protección que nos brinda la naturaleza. Una naturaleza que, eso sí, sea rica en especies y que funcione bien.

La biodiversidad, escudo ante los virus

Hace quince años se aportaron las primeras indicaciones científicas sobre la función protectora de la biodiversidad. Gracias a efectos como la dilución de la carga viral y la amortiguación del contagio, la biodiversidad es una inmensa y eficaz barrera para las zoonosis. Se ha visto en multitud de casos prácticos, desde la influenza aviar a la enfermedad de Lyme, que han ido corroborando y reforzando los primeros estudios teóricos y las primeras simulaciones epidemiológicas. Cada día comprendemos mejor el origen de la actual pandemia. Los estudios moleculares permiten desentrañar algunos de los pasos claves en esta zoonosis: originada muy probablemente en los murciélagos, pasó en algún momento a los pangolines y de estos al ser humano. El SARS-CoV-2 ha coevolucionado largo tiempo con el murciélago de forma que cuando este está sano, la carga viral es mínima. Sin embargo, en estados de estrés, como cuando se le persigue, caza y manipula, el sistema inmune del animal se deprime y la carga viral se dispara. Les ocurre algo similar a los demás hospedadores como el pangolín, objeto de caza y tráfico ilegal en muchas regiones de Asia y de África. Es en esa situación, con el hospedador inmunodeprimido alcanzando una alta carga viral, cuando el virus resulta más peligroso para el ser humano.

Así nos protege la naturaleza

Una naturaleza sana, de ecosistemas funcionales y ricos en especies nos protege de una manera muy amplia ante infecciones por patógenos. No solo a través de la biodiversidad. Por ejemplo, la naturaleza puede frenar el polvo del desierto y reducir la contaminación atmosférica, dos vehículos que propagan virus12 y que acentúan los síntomas respiratorios13 en los pacientes afectados por la COVID-19. Cuando incorporamos el cambio climático en la ecuación, la naturaleza tiene menos margen para atenuar impactos y proteger nuestra salud. Este fenómeno global no solo lleva a muchos bosques a flaquear en su función de sumideros de carbono, sino que los hace más propensos a incendios de grandes dimensiones, como los ocurridos recientemente en Australia. El humo afectó a 80% de la población del país14. Pero el problema no lo tuvieron solo los australianos. Como ocurre ahora con la pandemia, el humo recorrió rápidamente el planeta. No hay organización nacional o internacional que pueda prevenir que el humo de los incendios llegue a las principales ciudades del mundo en diez días, acentuando sus problemas de contaminación. Del mismo modo, no hay industria ni empresa capaz de reducir los gases con efecto invernadero en la medida en que lo hacen los bosques tropicales. Las funciones que una naturaleza sana hace por nosotros, entre ellas la de protegernos de zoonosis, son impagables.

Globalización y migraciones climáticas

Buena parte del problema con las zoonosis actuales es la globalización, que implica rápidos y masivos movimientos de la población humana. Por eso, las medidas más eficaces y urgentes que se han tomado han sido relacionadas con la limitación a los movimientos de personas. Pero quizá se nos olvida que el cambio climático lleva décadas amplificando movimientos migratorios a gran escala en diversas regiones del planeta. El fenómeno no solo dispara migraciones de regiones africanas o tropicales a Europa o Estados Unidos, sino que también las dispara dentro de estas zonas. Ya ocurre en Europa. Los movimientos provocados por causas ambientales generan, a su vez, graves problemas naturales, sociales y sanitarios.

La crisis climática sigue ahí

El confinamiento puede servirnos para aprender y reflexionar sobre el día después. Últimamente escuchamos el mantra de que todos nuestros esfuerzos ahora servirán para recuperar la normalidad pronto. Pero ¿Qué normalidad? ¿La que nos trajo aquí? ¿La normalidad que favorece pandemias, que destruye ecosistemas, que provoca el cambio climático, que genera desigualdad social y se basa en un modelo económico insostenible? En China vuelven ya a quemar carbón para generar energía, y más que antes si puede ser, porque su objetivo es relanzar la economía sin reparar en costos ambientales. La pandemia nos muestra con crudeza cuan sensibles somos a un medio natural que no funcione bien. La situación actual debería servir de ensayo para repensar una gran crisis que nos está esperando, que no cesa y que es aún más compleja de gestionar y atajar que la pandemia de la COVID-19: la del cambio climático. Los políticos no se ponen de acuerdo en las cumbres mundiales del clima, pero cada uno en su país y a su manera acaba convergiendo en relanzar una y otra vez la economía al modo tradicional. Si vamos a trabajar en no volver a esa normalidad inviable, sino a una nueva normalidad más en equilibrio con la naturaleza y sostenible en el tiempo, es necesario cuestionar profundamente el marco social y económico en el que nos movemos. Nadie querrá sufrir otra pandemia en unos meses. Una pandemia que, según la Organización Mundial de la Salud, puede ser mucho más letal que la de la COVID-19. En la ecuación de la biosfera, Homo sapiens no puede acaparar una cuota tan grande de recursos ni generar cambios ambientales a una tasa tan superior a la velocidad de regeneración y recuperación de los ecosistemas. Será solo mediante la mirada común de todos, expertos y no expertos, economistas, biólogos, médicos, matemáticos y sociólogos, como abordaremos un día después realmente diferente y con esperanzas fundadas de no caer en otro confinamiento a los pocos meses de salir de este.

"NO ES UNA CREACIÓN DE LABORATORIO": CÓMO LOS CIENTÍFICOS DEMOSTRARON EL ORIGEN NATURAL DEL VIRUS QUE CAUSA COVID-19

Alejandro Millán Valencia - BBC Mundo
BBC News Mundo 6 de abril de 2020

Los científicos descartaron totalmente que el SARS-CoV-2, el virus que causa el covid-19, hubiera sido creado en un laboratorio.
La pandemia del covid-19, que ya ha dejado más de un millón de personas contagiadas y más 60.000 muertos, ha transformado el mundo tal como lo conocimos.
Y, quizá inevitablemente por su tremendo impacto, ha alimentado una serie de teorías conspirativas que surgieron poco después de que se dieran a conocer los primeros casos en China, en enero de este año.
La mayoría de ellas se centra en dos hipótesis: la primera, que el nuevo coronavirus fue creado en un laboratorio chino y esparcido como arma biológica en contra de otras potencias.
Y la segunda, que ese mismo virus sintético había logrado escapar, como consecuencia de la negligencia de los investigadores chinos, y que empezó así a propagarse por el mundo.
Quienes las defienden argumentan que existen virus sintéticos -necesarios para la investigación científica- y que ya en el pasado se han dado filtraciones de laboratorios considerados de alta seguridad.
Y que además, en Wuhan, la ciudad china donde se originó la pandemia, se encuentra un instituto de virología que contiene varios virus de alta mortalidad y está situado cerca del mercado señalado como foco inicial de la pandemia.
Pero un grupo de científicos acaba de desmentir dichas creencias.
Los investigadores lograron establecer que el SARS-CoV-2 (el nombre del virus que causa el covid-19) no es una invención humana, sino que es producto de la naturaleza.
"Pudimos determinar, a partir de decodificar el material genético del nuevo coronavirus, que no se trata de una creación de laboratorio, sino que es producto de la evolución natural", le dijo a BBC Mundo el doctor Robert E. Garry, profesor de la Universidad de Tulane, EE.UU., y uno de los miembros del equipo de investigación.
Esta afirmación echa por tierra la teoría de que el nuevo coronavirus es un "arma biológica" creada por el hombre.
"Pudimos establecer que, a partir de las características genéticas del SARS-CoV-2, es imposible que alguien pudiera haberlo creado en un laboratorio", agregó.
Y para llegar a esa conclusión tuvieron que analizar el material genético del nuevo coronavirus y compararlo con los virus que actualmente están en los laboratorios de virología.

Mapa genético

Al principio de la pandemia, todo era confusión: no se sabía muy bien qué estaba causando los cuadros fatales de pulmonía en decenas de pacientes en China.
Después se despejó el panorama: se estableció que se trataba de un nuevo virus, el SARS-CoV-2. Pero ¿de dónde había salido?
Como lo señala el equipo de investigación, liderado por el infectólogo californiano Kristian Andersen y con expertos de distintos países, su objetivo fue desde el principio desmontar parte de las teorías que señalaban una premeditación en la creación de la pandemia. En otras palabras, que el hombre estuviera involucrado en ella.
"Si se tratara de una construcción de laboratorio, se tendría que haber utilizado un virus previamente conocido como plantilla. El virus más cercano al SARS-CoV-2 es un virus de murciélago que fue secuenciado después de que comenzó la pandemia", anotó Garry.
"Además, ese virus de murciélago es solo un 96% similar al SARS-CoV-2. No es posible completar esa distancia genética (4%) en un laboratorio", añadió el científico.
Después de varios análisis hechos por los investigadores, el equipo llegó a la "firme conclusión" de que el nuevo virus tenía un origen totalmente natural, según señalaron en los resultados de su ensayo, publicados con el título "Una aproximación al origen del SARS-CoV-2" en la edición de marzo de la revista Nature Medicine.
"Comparamos todos los virus que podían servir como plantilla, incluidos estos que fueron hallados en el pangolín y los murciélagos, y los cálculos de la computadora señalan que no se hubiera podido crear en un laboratorio un virus que tuviera esta capacidad de infección", explicó el investigador.
"La naturaleza encontró una mejor manera que cualquiera que un humano hubiera podido diseñar", agregó Garry.
Para el experto y su equipo, además de porque desechan las teorías conspirativas sobre el origen y la intención de propagar el virus, las conclusiones de la investigaciones son fundamentales para conocer cómo evolucionan este tipo virus.
"Ahora somos conscientes de que existe una nueva posible forma de generar coronavirus que pueden afectar al ser humano: la combinación entre dos coronavirus en la naturaleza", señaló Garry.
"Ya sabemos que el SARS-CoV clásico y el MERS -otro virus que produce afecciones respiratorias- saltan de los animales a los humanos sin cambios. Ahora conocemos también que los coronavirus de animales pueden recombinarse para hacer nuevos coronavirus que representan amenazas de pandemia, como lo estamos viendo", explicó.
Y concluyó: "Caracterizar los coronavirus en animales, especialmente en murciélagos, es una alta prioridad".

Otros hallazgos

Este hallazgo del equipo de Andersen fue validado por otros científicos que no formaron parte de la investigación.
"El informe habla sobre un sistema genético inverso, que es básicamente cómo se puede observar el virus y luego modificarlo", le dijo Josie Golding, jefa de epidemiología de la organización Wellcome Trust, al diario británico The Telegraph.
"Pero por la forma en que este virus ha evolucionado, ninguno de los sistemas genéticos inversos conocidos se aplica. Esto pone fin a cualquier especulación sobre una ingeniería genética deliberada", añadió.
Las conclusiones les permitieron a los investigadores aportar más indicios a la teoría de que el virus fue transmitido de los animales a los hombres.
"Podemos sugerir, a partir de lo que hemos hallado en nuestros análisis, dos escenarios sobre el origen del virus: primero, que podría haber un proceso de selección natural en un huésped animal antes de la transferencia zoonótica (es decir, de animales a humanos)", señala el texto publicado en Nature Medicine.
"Y el segundo, que se pudo haber producido una selección natural en humanos después de la transferencia zoonótica, donde también pudo ocurrir un proceso de selección natural durante el pasaje, lo que podría haber dado lugar a SARS-CoV-2", concluye el informe.

NEGATIVIZACIÓN DEL ARN VIRAL EN EL PACIENTE CON COVID-19 LEVE

MURCIA SALUD (BIBLIOTECA VIRTUAL)
Viral shedding in the patient with mild COVID-19.

En pacientes sin insuficiencia respiratoria el momento de la negativización de las muestras faríngeas es muy variable, ocurriendo aproximadamente a los 10-20 días de inicio de los síntomas, no obstante, los pacientes con enfermedad leve parecen ser poco contagiosos pasada la primera semana. En algunos pacientes, las muestras podrían volver a resultar positivas, sin que esto conlleve empeoramiento o capacidad infectiva.

El diagnóstico de infección por SARS-Cov-2 se realiza mediante la detección de ARN viral con técnicas de reacción en cadena de la polimerasa transcriptasa inversa (RT-PCR por sus siglas en inglés) en muestras faríngeas, utilizándose muestras del tracto respiratorio inferior en casos de enfermedad respiratoria grave(1).
La duración de la eliminación del SARS-Cov-2 es variable y parece depender de la severidad del cuadro. Además el momento de negativización de la RT-PCR depende del tipo de muestra analizada. De tal modo que las muestras procedentes del tracto respiratorio inferior presentan una carga más alta que las procedentes de faringe y en algunos casos se ha llegado a detectar virus en esputo y heces 39 días después de que la negativización de las muestras faríngeas. Sin embargo, no está claro que tras la negativización de estas muestras respiratorias altas el virus tenga aún capacidad de transmisión(2,3).
Además, se han comunicado varios casos de personas que tras negativización de la RT-PCR volvieron a tener pruebas positivas, sin embargo este hecho no pareció asociarse con empeoramiento clínico o contagio a otras personas del entorno(4).
Se ha estimado que el virus se sigue eliminando hasta 8-20 días tras la resolución del cuadro(2). Según el sumario de evidencia de Uptodate sobre COVID-19, en algunos estudios, la eliminación viral detectada en hisopos faríngeos duró hasta 37 días, siendo en algunos casos las muestras nasofaríngeas positivas hasta el día 10 en pacientes sin insuficiencia respiratoria(3). Sin embargo, parece que en personas con enfermedad leve, la probabilidad de transmisión tras la primera semana del inicio de los síntomas sería muy baja incluso en presencia de carga viral detectable(4).
Pero también se han comunicado negativizaciones mas tardías en otros estudios que incluyen pacientes no graves:
En un estudio prospectivo(5) con una muestra de 67 enfermos hospitalizados con COVID-19 confirmada, de los que 38 no tenían enfermedad grave, la eliminación viral media de estos enfermos no graves fue de 20 días. Sin embargo, las gráficas de este estudio muestran que estos pacientes no graves volvieron a tener una positivización de las muestras y una segunda negativización que coincidió con la negativización de los pacientes graves, aproximadamente a los 33-36 días de aparición de los síntomas.
En otro estudio comparativo(6) que incluyó 94 pacientes hospitalizados de los que solo 20 presentaron enfermedad grave la carga viral en las muestras faríngeas se mantuvo detectable aproximadamente hasta el día 21.
También se ha localizado la comunicación de un caso(7) de un paciente con enfermedad leve cuyas muestras faríngeas persistieron positivas hasta el día 49 aunque habían resultado negativas el día 47.
Y en una serie de casos(8) de 13 pacientes asintomáticos al ingreso de los que solo 3 desarrollaron síntomas subjetivos, la RT-PCR resultó negativa de media a los 13 días (3-19 días).
Por último, comentamos un estudio retrospectivo(9) que siguió durante al menos 14 días a 262 pacientes con COVID-19 (30 con enfermedad leve y 212 con enfermedad moderada) que habían recibido el alta hospitalaria y encontró que 38 de ellos (14,5%) volvió a tener virus detectable (muestras nasofaríngeas y anales) sin que esto se acompañara de síntomas o empeoramiento de la enfermedad. De estos 38 pacientes, 37 eran menores de 60 años y ninguno presentó enfermedad grave. Los 21 contactos cercanos de estos pacientes “re-positivos” resultaron negativos para la detección de ARN viral y no presentaron síntomas sugestivos de COVID-19. No hubo diferencias estadísticamente significativas entre los días de la última negativización entre estos pacientes y el otro grupo no “re-positivos”.
Referencias (9):
1. Procedimiento de actuación por frente a casos de infección por el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2). Actualizado a 31 de marzo de 2020. (Consultado el 6 de abril de 2020). [https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov-China/documentos/Procedimiento_COVID_19.pdf] [Consulta: 06/04/2020]
2. BMJ Best Practice. Coronavirus disease 2019 (COVID-19). Last Updated: Apr 06, 2020. (Consultado en https://bestpractice.bmj.com el 6 abril 2020)
3. McIntosh K. Coronavirus disease 2019 (COVID-19). This topic last updated: Apr 03, 2020. Hirsch MS, ed. UpToDate. Waltham, MA: UpToDate Inc. http://www.uptodate.com (Consultado el 6 abril 2020).
4. Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. Información científico-técnica. Enfermedad por coronavirus, COVID-19 Actualización; 4 de abril 2020. Ministerio de Sanidad. Secretaría General de Sanidad y Consumo. Dirección General de Salud Pública, Calidad e Innovación. (Consultado el 6 de abril de 2020) [https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov-China/documentos/20200404_ITCoronavirus.pdf] [Consulta: 06/04/2020]
5. Tan W, Lu Y, Zhang J, Wang J, Dan, Tan Z et al. Viral Kinetics and Antibody Responses in Patients with COVID-19. MedrXiv. Posted March 26, 2020. [DOI 10.1101/2020.03.24.20042382] [Consulta: 04/04/2020]
6. He X, Lau EHY, Wu P, Deng X, Wang J, Hao X et al. Temporal dynamics in viral shedding and transmissibility of COVID-19. MedrXiv. Posted March 18, 2020. [DOI 10.1101/2020.03.15.20036707] [Consulta: 04/04/2020]
7. Tan L, Kang X, Zhang B, Zheng B, Yu T, Yang F, et al. A special case of COVID-19 with long duration of viral shedding for 49 days. MedrXiv. Posted March 27, 2020 [DOI 10.1101/2020.03.22.20040071] [Consulta: 04/04/2020]
8. Zhou X, Li Y, Li T, Zhang W. Follow-up of the asymptomatic patients with SARS-CoV-2 infection. Clin Microbiol Infect. 2020 Mar 28:S1198-743X(20)30169-5. [DOI 10.1016/j.cmi.2020.03.024] [Consulta: 04/04/2020]
9. An J, Liao X, Xiao T, Qian S, Yuan J, Ye H, et al. Clinical characteristics of the recovered COVID-19 patients with re-detectable positive RNA test. MedrXiv. Posted March 30, 2020. [DOI 10.1101/2020.03.26.20044222] [Consulta: 04/04/2020]

NECESITAMOS COMENZAR A HABLAR SOBRE LAS PRUEBAS DE ANTICUERPOS CONTRA EL CORONAVIRUS

No estamos probando lo suficiente, pero necesitamos hablar sobre una nueva prueba.
por Mihai Andrei 30 de marzo de 2020 en Enfermedades , Salud y Medicina , Noticias

Las pruebas de anticuerpos pueden cambiar el juego contra COVID-19 porque mostrarían no solo quién tiene la enfermedad, sino también quién la tuvo en el pasado y está potencialmente inmunizada. Es un paso importante, pero todavía hay muchas preguntas.
Investigadores de todo el mundo están trabajando para desarrollar y producir pruebas de diagnóstico mejores y más rápidas. Necesitamos tantas pruebas como sea posible para tener una idea de quién está infectado y cómo se está propagando la enfermedad.

Pero otro tipo de prueba también es importante: la prueba de anticuerpos.

Parte de la razón por la cual el SARS-CoV-2 puede ser tan dañino para el cuerpo humano es que no tiene inmunidad innata, somos "inmunológicamente ingenuos". Cuando un virus ataca al cuerpo humano, el cuerpo generalmente reacciona produciendo anticuerpos. Una vez que se supera la infección, los anticuerpos permanecen dentro del cuerpo (ya sea por un tiempo o para siempre). Una prueba serológica en busca de esos anticuerpos podría indicar si alguien ha tenido la enfermedad, potencialmente incluso sin saberlo ya que, muchas veces, los portadores del SARS-CoV-2 son asintomáticos.

La evidencia del primer tipo de prueba surgió a principios de febrero en un estudio publicado por científicos chinos. Los investigadores en Singapur siguieron su ejemplo solo 3 semanas después , y actualmente hay esfuerzos masivos por parte de universidades , empresas y organizaciones de salud como los CDC para desarrollar y producir tales pruebas. Según los informes, el gobierno del Reino Unido ordenó 3,5 millones de pruebas de este tipo que llegarán a los estantes "en cuestión de días”

Es curioso que el Reino Unido haya anunciado que estas pruebas estarán disponibles en "Amazon" y "otras plataformas en línea" en lugar de usarse específicamente en grupos clave como el personal médico y los trabajadores esenciales, pero si el anuncio es cierto, es una noticia alentadora sin embargo.

Inmunidad

La suposición de que estas pruebas son efectivas depende de la teoría de que los humanos infectados desarrollan inmunidad al SARS-CoV-2. Hay evidencia para apoyar esto, pero no es blindado.

Un pequeño estudio sobre macacos (que aún no ha sido revisado por pares) informa que la reinfección no fue posible. Además, se han detectado anticuerpos en la sangre de pacientes recuperados, y algunos proveedores de atención médica incluso están considerando el plasma rico en anticuerpos como tratamiento en algunos casos .

Pero hay informes anteriores de reinfección en China , así como varios casos en Japón. Puede ser que las pruebas defectuosas y no la reinfección estén en juego, pero, por el momento, es imposible decirlo. La mayoría de los epidemiólogos creen que, al menos en la mayoría de los casos, habrá algún tipo de inmunidad obtenida, incluso si es temporal. También hay noticias alentadoras de que el coronavirus aparentemente está mutando lentamente, lo que sugiere que probablemente habrá pocas cepas nuevas.

Pasará un tiempo antes de que tengamos una vacuna para COVID-19. Actualmente, el primer paso para comprender la enfermedad es implementar tantas pruebas de diagnóstico como sea posible, especialmente para las personas que presentan síntomas graves y en puestos clave (es decir, médicos y enfermeras). El siguiente paso es comenzar a descubrir quién tiene los anticuerpos COVID-19. Esto sería importante de dos maneras: nos ayudaría a comprender cómo se ha propagado la enfermedad (y cuántos casos fueron realmente asintomáticos), y quizás más importante a corto plazo, nos diría quién está inmunizado y potencialmente puede volver a aparecer y entrar en la sociedad

Entonces, tenemos que ver cuánto dura esta inmunidad. Podría ser toda una vida, años o tal vez solo unos meses. En última instancia, tendremos una vacuna para esto, pero estamos viendo 12 meses en un escenario optimista. Mientras tanto, debemos salvar tantas vidas como sea posible, comprender todo lo que podamos sobre este brote y encontrar formas de mantener a la sociedad en marcha durante la pandemia. Es un desafío enorme, pero la humanidad está mejor preparada que nunca.

IDENTIFICAN CARACTERÍSTICAS DE LOS PACIENTES CON RIESGO DE MUERTE POR LA COVID-19

Reporte Epidemiológico de Córdoba (REC 2303)
03/04/2020

Un nuevo estudio identificó las características más comunes de 85 pacientes con la enfermedad por el coronavirus 2019 (COVID-19) que murieron en Wuhan, China, en las primeras etapas de la pandemia. El estudio informa sobre los puntos en común del mayor grupo de muertes de pacientes con la enfermedad que se han estudiado hasta la fecha. De esta forma, algunas medidas ya están afectando a ciertos países. Los expertos creen que será difícil que llegue ayuda de otros países, porque todos se están viendo afectados por la pandemia.
Se llevó a cabo un análisis de los registros electrónicos de salud de pacientes con COVID-19 que murieron a pesar de haber recibido tratamiento en dos hospitales en Wuhan, el Hanan Hospital y el Wuhan Union Hospital, entre el 9 de enero y el 15 de febrero de 2020. Wuhan, en la provincia china de Hubei, fue el epicentro del brote de COVID-19.
El mayor número de muertes en la cohorte analizada fue en hombres mayores de 50 años con enfermedades crónicas no transmisibles. Este estudio puede servir para comunicar sobre la gravedad de la enfermedad y poner énfasis en los grupos de riesgo de personas mayores de 50 años con condiciones comórbidas crónicas que incluyen hipertensión, enfermedad coronaria y diabetes.
Se examinaron los registros médicos de 85 pacientes que habían muerto y se registró la información sobre sus historias clínicas, exposiciones al coronavirus, comorbilidades, síntomas, hallazgos de laboratorio, resultados de tomografía computarizada y manejo clínico. Luego se realizaron análisis estadísticos.
La mediana de edad de estos pacientes fue de 65,8 años, y 72,9% eran hombres. Sus síntomas más comunes fueron fiebre, disnea y fatiga.
La hipertensión, la diabetes y la enfermedad coronaria fueron las comorbilidades más comunes. Poco más de 80% de los pacientes tenían recuentos muy bajos de eosinófilos al ingreso. Las complicaciones incluyeron insuficiencia respiratoria, shock, síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) y arritmia cardíaca, entre otros. La mayoría de los pacientes recibieron antibióticos, antivirales y glucocorticoides. Algunos recibieron inmunoglobulina intravenosa o interferón alfa-2b.
La efectividad de medicamentos como antivirales o agentes inmunosupresores contra la COVID-19 no se conoce completamente. Quizás la observación más significativa de este estudio es que, si bien los síntomas respiratorios pueden no desarrollarse hasta una semana después de la presentación, una vez que lo hacen puede haber un rápido agravamiento, como lo indica la corta duración entre el momento del ingreso y la muerte: 6,35 días en promedio.
Según los hallazgos, la eosinofilopenia puede indicar un mal pronóstico. También el inicio temprano de la disnea puede usarse como un síntoma observacional para los síntomas de COVID-19. Además, la combinación de medicamentos antimicrobianos (antivirales, antibióticos) no ayudó significativamente a estos pacientes. La mayoría de los pacientes estudiados fallecieron por insuficiencia orgánica múltiple.
El estudio, que investigó a pacientes de Wuhan que murieron en las primeras fases de esta pandemia, identificó ciertas características. A medida que la enfermedad se ha extendido a otras regiones, las observaciones en estas nuevas áreas pueden ser iguales o diferentes. La genética puede desempeñar un papel en la respuesta a la infección, y el curso de la pandemia puede cambiar a medida que el virus también muta. Dado que esta es una nueva pandemia que cambia constantemente, la comunidad médica necesita mantener una mente abierta a medida que se realizan más y más estudios.

CORONAVIRUS: POR QUÉ LOS VIRUS SON TAN DIFÍCILES DE TRATAR EN COMPARACIÓN CON LAS BACTERIAS

BBC News Mundo
Sergi Maicas Prieto - The Conversation*
BBC News Mundo 1 de abril de 2020

Si te enfermas debido a una bacteria es probable que lo puedas curar con un antibiótico. Pero los virus son mucho más complicados de tratar.
¿Tos, mocos, fiebre, dolor muscular? Visitamos un servicio médico para obtener un diagnóstico fiable y, a ser posible, un remedio efectivo y rápido.
Si el origen es bacteriano, hemos tenido "cierta suerte". Unas dosis de antibiótico nos suelen devolver a un estado normal en pocos días o semanas.
Por el contrario, cuando el origen es vírico la situación se complica. No disponemos de un arsenal antiviral al mismo nivel, ni en cantidad ni en efectividad.
El sistema inmunitario es, en muchas ocasiones, nuestro único aliado.

Infecciones causadas por bacterias

Aunque habitualmente se confunden, ambos grupos de microorganismos son radicalmente diferentes y no deberíamos ponerlos en el mismo saco.
Las bacterias son organismos vivos unicelulares que no poseen un núcleo definido (procariotas), a diferencia de las células humanas (con núcleo, eucariotas).
Cuando las bacterias conviven con nosotros, forman parte de lo que conocemos como microbiota.
Existen decenas de miles de especies que forman parte de este concepto, de tal manera que lo podemos considerar como un órgano más de nuestro cuerpo.
Los humanos tenemos más células de bacterias que humanas en nuestros cuerpos y hemos aprendido mucho sobre ellas.
Sus genes (microbioma) aportan casi cincuenta veces más información genética que la que tenemos en las células estrictamente humanas en nuestro cuerpo.
La coexistencia suele ser pacífica, y tanto nuestras células con núcleo como nuestras bacterias conviven.
Conocemos bastante a nuestras bacterias, podemos controlar sus mecanismos patogénicos y combatir las enfermedades que producen.
Tratar una enfermedad bacteriana, si se dispone de un antibiótico adecuado, puede ser relativamente asequible.
Salvo en algunas infecciones graves causantes de neumonías o tuberculosis, o en aquellas causadas por bacterias multirresistentes, una terapia antibiótica adecuada contrarresta la acción bacteriana.

Infecciones causadas por virus

Los virus son otra cosa. Se trata de agentes infecciosos que necesitan de manera inexorable parasitar a una célula viva que les proporcione cobijo, para poder sobrevivir y reproducirse.
Igual que nos sucede a los viajeros humanos, cada virus opta por un tipo de hospedaje, que selecciona de manera más o menos específica.
Cuando un virión (estos es, un virus en fase extracelular) posee la llave de la cerradura que permite el acceso a la célula, la puerta se abre y se desencadena la infección vírica.
Los virus invaden nuestras células y toman control de ellas, con efectos desastrosos para nuestra salud.
Una vez que invaden las células humanas toman el control de su maquinaria para beneficio propio, a costa de la destrucción total o parcial del propio huésped.

Y para ello se valen de múltiples estrategias, que además son mucho más variables que las que poseen las células.
Lo malo es que los antibióticos no les hacen ni cosquillas.
Cuando se utilizan de manera inadecuada -esto es, para tratar una infección de origen vírico-, el efecto que producen en nuestro organismo es debilitar a nuestros aliados bacterianos.
Salvo en aquellas excepciones en que virus y bacterias nos atacan de manera coordinada, utilizar antibióticos ante una enfermedad vírica afecta negativamente a nuestra salud.

¿Tenemos ya tratamientos antivíricos?

Si no existe una patología previa o nuestro sistema inmunitario está debilitado por otra causa, las consecuencias de una virosis pueden ser leves, como ocurre con el catarro común.
Sencillamente nuestro cuerpo reacciona y soluciona el problema de manera autónoma. Solo nos supone una semana de debilidad que suele aliviarse con tratamientos sintomáticos (analgésicos).
Para luchar frente a virus más agresivos, con patologías asociadas más graves, disponemos de algunos fármacos antivirales.
Sobre todo después del bagaje que nos ha supuesto el sida, que hizo que aumentara el número y variabilidad de los antivirales disponibles.
Cada uno se puede aplicar solo a unos tipos concretos de virus, porque los mecanismos de acción de cada virus son distintos.
El objetivo de un antiviral consiste básicamente en inhibir la replicación del virus.
Cada fármaco lo intenta en una etapa diferente, bloqueando ya sea la adhesión del virus a la célula, la penetración, la copia de su ácido nucleico, la síntesis de nuevas proteínas o la maduración/liberación de nuevas partículas infecciosas.
Todas las estrategias no pretenden sino dar tiempo a nuestro sistema inmunitario para ponerse al día, y combatir desde dentro la enfermedad.
Nos referimos a compuestos como Remdesivir, Oseltamivir o Ritonavir, que se están probando en los hospitales para tratar la pandemia.
Incluso tratamientos frente a la malaria como la cloroquina parecen tener algún efecto positivo.
Si las previsiones actuales se confirman, en unos meses dispondremos de vacunas frente a este coronavirus. Y eso sí, en general frente a los virus deberíamos hacer uso de todas y cada una de las vacunas disponibles.
Solo hay una pega, y es que, como los virus mutan de forma constante e inexorable, disponer de vacunas cien por cien efectivas es imposible.
Si ya estamos inmunizados por una exposición previa o disponemos de una vacuna (como la de la gripe) nos encontramos ante un escenario conocido.
Ante la pandemia causada por un virus nuevo como el SARS-CoV-2 (el coronavirus que causa la enfermedad covid-19), sin embargo, tenemos otro más impredecible.
La capacidad de reacción es menor y hasta que no existan vacunas o se haya inmunizado por exposición gran parte de la población, los efectos son desconocidos.
Llegados a este punto me surgen unas dudas. Si en unos meses, o quizás años, disponemos de una vacuna frente al nuevo coronavirus, ¿nos la pondremos? ¿Surgirán también movimientos antivacuna frente al coronavirus? Las preguntas quedan en el aire.

*Sergi Maicas Prieto es profesor titular del Departamento de Microbiología y Ecología. Director del Máster en Biología Molecular, Celular y Genética, Universitat de València.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation y está reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons.

CÓMO LAS BACTERIAS ESTÁN CAMBIANDO TODO EL TIEMPO TU ESTADO DE ÁNIMO

James Gallagher (Presentador de "El Segundo Genoma", BBC Radio 4)
25 abril 2018

Si hay algo que nos hace humanos, son nuestras mentes, pensamientos y emociones.

Sin embargo, está surgiendo una nueva y controvertida teoría que sostiene que las bacterias intestinales alteran de forma invisible nuestro cerebro.
La ciencia está buscando entender cómo los trillones de microbios que viven en nuestro interior y exterior —nuestro microbioma— afectan nuestra salud física.
Y ahora incluso condiciones como la depresión, el autismo y las enfermedades neurodegenerativas están siendo vinculadas con estas pequeñas criaturas.
Hemos sabido durante siglos que la manera en que nos sentimos afecta nuestro intestino —solo piensa en lo que sucede antes de un examen o una entrevista de trabajo— pero ahora se está viendo esto como un camino de doble sentido.
Grupos de investigadores creen que están en la cúspide de una revolución que utiliza "microbios de estado de ánimo" o "psicobióticos" para mejorar la salud mental.La investigación que dio pie al concepto se realizó en la Universidad de Kyushu, en Japón.
Los científicos demostraron que los ratones "libres de gérmenes" —aquellos que nunca entraron en contacto con microbios— generaban el doble de hormona del estrés cuando estaban angustiados que los ratones normales.
Los animales eran idénticos con excepción de sus microbios. Fue un fuerte indicio de que la diferencia fue el resultado de sus microorganismos.
"Todos los neurocientíficos que estudiamos los microbios nos remontamos a aquel primer artículo", dice la doctora Jane Foster, neuropsiquiatra de la Universidad McMaster en Canadá.
"Realmente fue muy poderoso para aquellos de nosotros que estábamos estudiando la depresión y la ansiedad".
Fue el primer indicio de medicina microbiana en la salud mental.

Cómo las bacterias podrían estar alterando tu mente.

El cerebro es el objeto más complejo del universo que conocemos, entonces, ¿cómo podría estar reaccionando a las bacterias en el intestino?
 Una posible ruta es el nervio vago, es una autopista de información que conecta el cerebro y el intestino.
 Las bacterias descomponen la fibra en la dieta transformándola en sustancias químicas llamadas ácidos grasos de cadena corta, que pueden tener efectos en todo el cuerpo.
 El microbioma influye en el sistema inmune, que también ha sido implicado en trastornos cerebrales.
 Incluso hay evidencia emergente de que las bacterias intestinales podrían estar usando diminutas tiras de código genético llamadas microARN para alterar cómo funciona el ADN en las células nerviosas.

Ahora hay mucha investigación que vincula a ratones libres de gérmenes con cambios en el comportamiento e incluso en la estructura del cerebro.
Pero la crianza completamente estéril de estas criaturas no se parece en nada al mundo real. Los humanos estamos constantemente en contacto con microbios en nuestro entorno, ninguno de nosotros está libre de gérmenes.
En el Hospital de la Universidad de Cork, en Irlanda, el profesor Ted Dinan intenta descubrir qué sucede con el microbioma de sus pacientes deprimidos. Por lo general, un microbioma saludable es un microbioma diverso, que contiene una amplia variedad de especies diferentes que viven por todo nuestro cuerpo.
El profesor Dinan explica: "Si comparas a alguien que está clínicamente deprimido con alguien que es saludable, hay menos diversidad de microbiota.
"No estoy sugiriendo que sea la única causa de la depresión, pero sí creo que para muchas personas sí juega un papel en la génesis de la depresión".
También argumenta que algunos estilos de vida que debilitan nuestras bacterias intestinales, como una dieta baja en fibra, pueden volvernos más vulnerables.

El microbioma
.
 Eres más microbio que humano: si cuentas todas las células de tu cuerpo, solo el 43% son humanas.
 El resto es nuestro microbioma e incluye bacterias, virus, hongos y arqueas unicelulares.
 El genoma humano —el conjunto completo de instrucciones genéticas para un ser humano— se compone de 20.000 instrucciones llamadas genes.
 Pero si sumas todos los genes en nuestro microbioma la cifra alcanza entre dos millones y 20 millones de genes microbianos.
 Se lo conoce como el segundo genoma y está vinculado a enfermedades que incluyen la alergia, la obesidad, la enfermedad inflamatoria del intestino, el Parkinson, la depresión y el autismo. Puede incluso determinar si funcionan las drogas para el cáncer.

Es un concepto intrigante: que un desequilibrio en el microbioma intestinal podría estar relacionado con la depresión.
Así que los científicos del centro APC Microbiome, de la University College Cork, comenzaron a trasplantar el microbioma de pacientes deprimidos a animales. Lo que hallaron fue que si se transfiere la bacteria, también se transfiere el comportamiento.
El profesor John Cryan dijo a la BBC: "Nos sorprendió mucho que pudiéramos, simplemente tomando muestras de microbioma, reproducir muchas de las características de un individuo deprimido en una rata".
Esto incluyó la "anhedonia", la forma en que la depresión puede llevar a que las personas pierdan interés en lo que normalmente les resulta placentero.
En las ratas, esto se vio en la forma de agua azucarada, que normalmente consumen de manera obsesiva. Sin embargo "cuando se les dio el microbioma de un individuo deprimido, ya no les importaba", dice el profesor Cryan.

Parkinson

Evidencia similar —que conecta el microbioma con el intestino y el cerebro— está emergiendo en relación a la enfermedad de Parkinson.
Es claramente un trastorno cerebral. Los pacientes pierden el control sobre sus músculos a medida que las células cerebrales mueren y esto lleva al temblor que caracteriza la enfermedad.
Pero el profesor Sarkis Mazmanian, un microbiólogo médico del Instituto de Tecnología de California (Caltech), en Estados Unidos, postula que las bacterias intestinales están involucradas.
"Los neurocientíficos clásicos considerarían una herejía pensar que puedes entender los eventos en el cerebro investigando el intestino", dice.
Él ha encontrado diferencias "muy poderosas" entre los microbiomas de personas con Parkinson y aquellos sin la enfermedad.
Los estudios en animales, genéticamente modificados para desarrollar Parkinson, mostraron que las bacterias intestinales eran necesarias para que la enfermedad emergiera.
Y cuando se trasplantaron las heces de los pacientes con Parkinson a esos ratones desarrollaron síntomas "mucho peores" que si recibían heces procedentes de un individuo sano.
El profesor Mazmanian dijo a la BBC: "Los cambios en el microbioma parecen estar impulsando los síntomas motores, parecen ser causales de esos síntomas".
"Estamos muy entusiasmados con esto porque nos permite apuntar al microbioma como una vía para nuevas terapias".
La evidencia que une al microbioma y al cerebro es tan fascinante como incipiente.
Pero los pioneros en este campo ven en el horizonte una perspectiva emocionante: una forma completamente nueva de influir en nuestra salud y bienestar.
Si los microbios influyen en nuestros cerebros entonces tal vez podamos mejorar nuestros microbios.
¿Puede la alteración de las bacterias en las entrañas de los pacientes de Parkinson cambiar el curso de su enfermedad?
Se habla de que los psiquiatras prescriban microbios del estado de ánimo o "psicobióticos" —en esencia un cóctel probiótico de bacterias saludables— para mejorar nuestra salud mental.
La doctora Kirsten Tillisch de la Universidad de California, en Los Ángeles, me dijo: "Si cambiamos las bacterias, ¿podemos cambiar la forma en que respondemos a ellas?"
Pero ella afirma que necesitamos estudios mucho más amplios que realmente investiguen qué especies, e incluso qué subespecies, de bacterias pueden estar ejerciendo un efecto sobre el cerebro y qué están produciendo en el intestino.
"Claramente hay conexiones y creo que nuestro entusiasmo y nuestra emoción se deben a que no hemos hallado buenos tratamientos", señaló la doctora Tillisch.
"Es muy emocionante pensar que hay un camino completamente nuevo que podemos investigar y podemos ayudar a las personas, incluso a prevenir enfermedades"..

Y esa es la idea más poderosa aquí.

El microbioma, nuestro segundo genoma, está abriendo una forma completamente nueva de hacer medicina y su función está siendo investigada en relación a casi todas las enfermedades que puedas imaginar, incluidas las alergias, el cáncer y la obesidad.
Me sorprendió lo maleable que es el segundo genoma y cómo eso está en marcado contraste con nuestro propio ADN.
La comida que comemos, las mascotas que tenemos, los medicamentos que tomamos, cómo nacemos... todo altera a nuestros habitantes microbianos.
Y si todo lo hacemos sin darnos cuenta, imagina el potencial de poder cambiar nuestro microbioma para mejor.
"Yo predigo que en los próximos cinco años cuando acuda a su médico para medirse el colesterol, etc., también evaluarán su microbioma", me dice el profesor Cryan.
"El microbioma es el futuro fundamental de la medicina personalizada".
Ilustraciones: Katie Horwich

ALTA TASA DE INFECCIONES DE TRANSMISIÓN SEXUAL EN MUJERES RURALES DE LA PAZ

Mujeres rurales de Bolivia tienen poca información sobre enfermedades de transmisión sexual.
30/03/20

De un vistazo
Ninguna de las mujeres examinadas fue positiva a VIH pero si tenían otras infecciones de transmisión sexual
Herpes simple de tipo 2, hepatitis B y papiloma humano fueron las infecciones más comunes
Un escaso porcentaje usa preservativos para prevenir este tipo de infecciones

Por: Claudia Mazzeo
SciDev.Net

Las mujeres de las comunidades rurales del norte y oeste de La Paz, Bolivia, tienen una alta prevalencia de enfermedades virales de transmisión sexual, en especial del herpes simple de tipo 2, hepatitis B y papiloma humano.

Una investigación, publicada en BMC Infectious Diseases, que incluyó la evaluación de 394 mujeres residentes de las provincias rurales Abel Iturralde y Caranavi, en el departamento de La Paz, encontró que el 64 por ciento de ellas tenía al menos una de esas infecciones virales, y casi el 15 por ciento presentaban dos de estas infecciones, la mayoría de las veces herpes simple tipo 2 y papiloma humano.

Si bien se sabía por informes epidemiológicos que la prevalencia de infecciones virales de transmisión sexual se había incrementado en Bolivia en los últimos 10 años, no había estudios sobre su incidencia en poblaciones rurales.

El 53 por ciento de las participantes presentó herpes simple de tipo 2 (contra el 14,4 estimada en la población femenina de las Américas); el 27 por ciento, infección por papiloma humano (VPH) y el 15, 8 por ciento, infección crónica por hepatitis B.

El herpes genital casi triplica el riesgo de contraer el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Sin embargo, ninguna de las participantes dio positivo en los exámenes del VIH, situación que concuerda con la baja prevalencia entre la población general del país (0,3 por ciento), según ONUSIDA, y que se atribuye a la mejora en la monitorización de HIV por el programa nacional ITS/VIH/SIDA.

“Hallamos una alta prevalencia de infección por el virus herpes simple tipo 2 (HSV-2), que produce ulceras a nivel genital y puede transmitirse a pesar de no mostrar lesiones visibles”, dice a SciDev.Net Marianela Patzi-Churqui, de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Bioquímicas de la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz.

La especialista, autora principal del estudio, refiere que aún no existe una vacuna para esa infección, que es considerada factor de riesgo de adquisición del VIH, y posiblemente asociada a la persistencia del virus del papiloma humano (VPH) en el desarrollo de cáncer cervical.

“Por ello es importante promover el uso de preservativos barrera (condones), ya que este es el único medio de protección contra estos agentes infecciosos. Nuestro estudio lamentablemente encontró que solo el 4 por ciento lo usaba”, agrega.

“Es de gran importancia promover la educación sexual, y con ello el uso de condones para evitar infecciones de transmisión sexual en general, realizar examen citológico de Papanicolaou para la prevención de cáncer cervical, y adecuar las campañas según la población o la región”.
Marianela Patzi-Churqui - Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Bioquímicas, Universidad Mayor de San Andrés, La Paz-BOLIVIA.

La OPS señala que cada año en la región de América Latina y el Caribe, más de 56.000 mujeres reciben un diagnóstico de cáncer de cuello uterino y más de 28.000 mueren. Y otros estudios señalan la imposibilidad de dar cifras sobre la incidencia del VPH y cáncer cervical en Latinoamérica debido a la falta de datos y a diferencias en el nivel de desarrollo, a veces dentro del mismo país.

Bolivia tiene 2.000 nuevos casos de cáncer cervical registrados al año y es el país con mayor número de este tipo de cáncer de todo Sudamérica, según datos de mayo 2019 de The Global Cancer Observatory. La OPS lo considera la primera causa de muerte en mujeres del país. El VPH está presente en el 100 por ciento de los casos, siendo los tipos 16 y 18 los responsables de cerca del 85 por ciento de los cánceres cervicales.

El VPH está conformado por un grupo numeroso de virus que afectan la piel, la boca y la zona genital y/o anal. Existen más de 100 tipos de VPH. Los tipos denominados “de bajo riesgo” pueden provocar lesiones benignas como verrugas. Los llamados “de alto riesgo” (como el 16 y el 18) pueden evolucionar a una infección persistente, provocar lesiones precancerosas y cáncer de cuello de útero, ano, pene, boca o garganta, de acuerdo con la Fundación Huésped, de Argentina.

El cáncer de cuello uterino se presenta en mujeres que no tienen acceso o no acuden al servicio de salud, dice Milton Soria Humerez, coordinador de la Unidad de Diagnóstico del Instituto Nacional de Laboratorios en Salud del Ministerio de Salud de Bolivia.

El estudio comprobó que en las zonas rurales las poblaciones más vulnerables desde el punto de vista económico reciben poca información sobre infecciones de transmisión sexual, tienen muy limitado acceso al sistema nacional de salud y casi no disponen de recursos para realizar tratamientos.

Los investigadores identificaron en las pobladoras rurales una mayor prevalencia de los tipos de alto riesgo 56, 39 y 31 del VPH, que de los 16 y 18. Los tipos 56, 39 y 31 no están incluidos en la vacuna contra esta enfermedad, que es obligatoria desde 2017 para niñas entre 10-12 años.

Soria Humerez, quien participó en el Programa Ampliado de Inmunización del Ministerio de Salud de Bolivia, considera que la decisión de un país en aplicar una vacuna ─particularmente Bolivia─, toma mucho tiempo de reflexión y análisis.

“Las evidencias presentadas y analizadas, no solo desde el aspecto biológico sino social y económico, validan esa decisión”, afirma. Y agrega que los datos aportados por la nueva investigación requieren nuevos estudios.

“Debe evaluarse el método de determinación, respecto a la sensibilidad de la prueba, y comparar con pruebas clínicamente validadas para hacerse una comparación de resultados, ya que existe un perfil epidemiológico mundial ampliamente estudiado y publicado en la literatura científica que indica que los principales tipos de VPH de alto riesgo ya están definidos, y son los 16 y 18, y no hay hallazgos nuevos ni diferencias marcadas en regiones”, dice a SciDev.Net.

Por su parte Patzi-Churqui sostiene que las infecciones por VPH pueden desaparecer por si solas en la mayoría de los casos y si bien la vacuna no está cubriendo los genotipos presentes en la población estudiada, sí muestra protección cruzada contra otros genotipos de VPH, como 31, 33 y 45, pero aún no se tiene referencia de protección contra 39 y 56.

“Por ello es de gran importancia promover la vacunación, pero también la realización de estudios de seguimiento de casos persistentes de VPH, y el estudio de los tipos de VPH predominantes en mujeres con cáncer cervical”, señala.

Patzi-Churqui, también investigadora en la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, recuerda que en la actualidad las infecciones por el virus de la hepatitis B y por VPH pueden ser prevenidas con el uso de vacunas, mientras que el VIH tiene un tratamiento gratuito con resultados exitosos.

No obstante, “es de gran importancia promover la educación sexual, y con ello el uso de condones para evitar infecciones de transmisión sexual en general, realizar examen citológico de Papanicolaou para la prevención de cáncer cervical, y adecuar las campañas según la población o la región”, enfatiza.

En su investigación, los autores consideran imprescindible “la obtención de datos de prevalencia y factores de riesgo de enfermedades de transmisión sexual en las comunidades rurales a fin de mejorar las políticas de salud” en Bolivia.

BREVE REVISIÓN ACERCA DE LOS VIRUS


Ac. Dr. Christian TRIGOSO AGUDO
Profesor Emérito de Microbiología – UMSA
Miembro de la Academia Boliviana de Medicina


¿Cómo podríamos definir un virus? Sabiendo que es una estructura que desafía toda lógica de lo que podemos llamar como “vivo”. Piense en una caja tipo joyero y ahí tiene una imagen bastante cercana de lo que en realidad sería, es decir que estamos hablando de una cubierta compuesta por proteínas (cápside) y que consta de unidades a la manera de piezas de un rompecabezas (capsómeros) que en algunos casos posee un envoltorio (peplómero) a la manera de papel regalo que recubre esta coraza, y en la parte central (tal cual si fuera una gema) el material genómico compuesto por ADN (Ácido DesoxirriboNucleico) o ARN (Ácido RiboNucleico); de hecho un virus tiene su genoma (material genético central) de ADN o ARN, diríamos que hay un principio de exclusión por el que estas partículas sólo tienen uno o el otro ácido. Es necesario indicar que cuando la partícula viral está completa (con todos los elementos apuntados anteriormente) se denomina virión.

No tienen un citoplasma ni organitos intracelulares como las células con las que estamos acostumbrados a convivir; menos aún hablar de que poseen una dinámica metabólica por la que en las células corrientes podemos detectar trazas de aquello que llamamos vida.

Al no poseer ribosomas, son incapaces de ensamblar sus propias proteínas y menos transportarlas por su armazón arquitectónico. Carecen de movimiento propio y no responden a ningún estímulo que pudiéramos proporcionarles.
Su tamaño se mide en nanómetros (ƞm) que corresponden a la millonésima parte de un milímetro, un promedio de estas medidas podríamos anotar en el rango de alrededor de 100 ƞm para un virus convencional y si aplicamos un sistema de comparación que nos facilite la comprensión de esta magnitud, pudiéramos decir que nuestro cuerpo lo podríamos comparar con un omnibus corriente (Puma katari), una de nuestras bacterias (de aquellas que colonizan por ejemplo nuestros intestinos) correspondería a un alfiler que algún pasajero descuidado hubiera dejado y la “cabeza” de ese alfiler correspondería a un virus; esa es la escala de tamaños en la que nos estamos moviendo. De ahí que se necesite de microscopios electrónicos que permiten aumentar 10.000, 20.000 o más aún la imagen de estos virus haciéndolos visibles (adviértase que el microscopio compuesto convencional, aquel que se usa en todos los laboratorios comunes brindan aumentos totales de alrededor de 1.000X por lo que NO es posible utilizar estos aparatos para ver partículas virales).

La forma que exhiben también es destacable pues podemos hallar virus que tienen forma o simetría cúbica, para lo cual guardan un patrón icosaédrico (forma geométrica que tiene 20 caras cada una de las cuales forma un triángulo equilátero) que a veces presentan un aspecto esférico, pero la simetría siempre será la de un icosaedro (parecen balones de futbol cosidos por segmentos), también podemos hallar virus que tienen forma o simetría helicoidal (en la que las proteínas se unen al genoma dando origen a una hélice, finalmente hallamos virus que tienen una morfología o estructura compleja, en la que no hay simetría ni cúbica ni helicoidal, por ejemplo aquellas partículas virales con forma de ladrillo. Lo más increíble es que bajo ciertas circunstancias algunos de estos virus inclusive pueden “cristalizar” con lo que terminan de complicar nuestra comprensión sobre estas estructuras.

Por lo tanto estamos completamente incapacitados para aplicar una definición estándar, de hecho yo simplemente les llamaría “cosas” pues no podemos siquiera intentar pensar en que se trata de algún tipo de célula.

Un virus NECESITA de una célula viva para poder copiarse y esto lo hace cuando queda en contacto con una superficie celular y se adhiere utilizando receptores que se hallan en la superficie de cualquier célula (existirán algunas especificidades dependiendo de la célula y del virus), logrado esto usualmente la partícula vírica queda incluida dentro de la célula hospedadora (aquí también existen algunas variaciones propias de los diferentes virus que se conocen) y a través de su material genómico toma el control de los ribosomas de la célula hospedadora para que estos empiecen la fabricación (traducción) de las proteínas que necesita el virus (su cubierta denominada cápside), así como también procede a duplicar su material genómico (ADN o ARN) mediante mecanismos molecularmente complicados pero que a la vez en un alarde de simpleza logran su cometido. Esta etapa la denominamos replicación (duplicación). A partir de este momento se producirá la maduración, fase en la que dependiendo del tipo de virus se ensamblan los nuevos virus con sistemas específicos y las más de las veces destruyendo a la célula hospedadora quedarán en libertad para repetir este ciclo. Cabe advertir que algunos virus pueden integrarse al ADN de la célula hospedadora para pasar a formar parte de este material genético (lisogenia).

Así que no hay un fin predeterminado, muchas veces el hospedador muere, no hay simbiosis ni comensalismo; es un pasar su información genética a nuevas generaciones sin una finalidad, es una potencia que se hace acto y nada más, parecería una entelequia aristotélica.

Así que NO podemos matarlos, pues no están “vivos” y sólo podríamos inactivarlos, es más términos como germen o microbio no resultan útiles pues sólo las usamos para que aquellas unidades biológicas que por su metabolismo y características estructurales merecen recibir estas denominaciones.

Probablemente evolucionaron a partir de secuencias genéticas que se liberaron de células más complejas y se llevaron como legado un abrigo de proteínas para recubrir su genoma o probablemente resultaron de los inicios de la vida en nuestro planeta cuando todavía el azar jugaba con proteínas y ácidos nucleicos que se ensamblaban estocásticamente cerca a las chimeneas de las dorsales abisales de los océanos primordiales o en las sopas primigenias que recubrían nuestro planeta. Es más se ha planteado la posibilidad de que eventualmente se trataría de parásitos intracelulares que se degeneraron y adquirieron el curso que hoy ostentan.

Parece que los clásicos acertaron cuando les pusieron este nombre pues en latín virus es igual a veneno, algo sencillamente material y desprovisto de vitalidad.

martes, 31 de marzo de 2020

VO’ EUGANEO, EL PUEBLO QUE SE CONVIRTIÓ EN UN EXPERIMENTO ÚNICO A NIVEL MUNDIAL

BBC 25/03/2020
Vo’ Euganeo era, hasta hace un mes, un bonito pueblo como muchos en la región de Veneto, en el norte de Italia. Incrustado en las laderas de unas colinas volcánicas, a media hora en auto de la ciudad de Padova, Vo’ Euganeo era famoso por su vino prosecco, por su parque natural y por los cercanos establecimiento termales. Pocos habrían imaginado que este idílico escenario se convertiría en pocas semanas en uno de los primeros epicentros de la epidemia de la enfermedad por el nuevo coronavirus (COVID-19) en Italia. Y menos aún son los que podían siquiera pensar que Vo’ Euganeo sería el escenario de un “experimento científico único”. A principios de febrero Adriano y Renato, dos vecinos de esta localidad de unos 3.300 habitantes, estaban internados en un hospital de la zona por una pulmonía. Ante la ausencia de síntomas que lo indicasen, los médicos descartaron la idea de realizar el examen para detectar el coronavirus SARS-CoV-2, tal como preveían los protocolos. Sin embargo, después de dos semanas de curas ineficaces, un médico de ese hospital decidió saltarse las normas previstas y realizó un examen para COVID-19 a los dos vecinos. ¿La respuesta? Positivos. Los dos hombres fueron trasladados de inmediato al Departamento de Enfermedades Infecciosas del hospital de Padova y fueron sometidos al tratamiento previsto para estos casos. Pero quedaba un misterio: ¿cómo podían haberse contagiado?

La primera muerte

Las autoridades averiguaron que ni Adriano ni Renato, de 77 y 83 años respectivamente, habían viajado a China y que tampoco habían entrado en contacto con personas que mostrasen síntomas. Hasta ese momento, esas eran las causas principales conocidas de transmisión del virus entre humanos. Lo único que se sabía era que, poco antes de desarrollar su enfermedad, los dos hombres habían pasado muchas horas juntos jugando a las cartas en uno de los bares del pueblo. Inesperadamente, el 19 de febrero el cuadro clínico de Adriano empeoró y, al cabo de dos días, el hombre falleció. Fue la primera muerte registrada en Italia por la COVID-19. Esa misma noche el alcalde de Vo’ Euganeo, Giuliano Martini, propietario de una de las dos farmacias del pueblo, declaró la cuarentena. Cerró las escuelas, los bares, las tiendas y hasta las paradas de buses. Prohibió las misas en la iglesia y las fiestas de Carnaval. Obligó a los vecinos a quedarse en casa. El 23 de febrero, el gobierno italiano y las autoridades regionales impusieron la cuarentena para Vo’ Euganeo y enviaron a decenas de policías y militares a bloquear los accesos del pueblo. Nadie podría entrar ni salir del pueblo hasta nuevo aviso. Solo se permitiría la entrada de los camiones que abastecen los supermercados, la panadería y las farmacias. “Era como estar en guerra”, recuerda Martini. “Estar encerrados y rodeados por tus propias fuerzas armadas es mucho peor que estar en una cárcel”. El pueblo de Vo’ Euganeo se encuentra en las laderas de las Colinas Euganeas y a unos 65 kilómetros de Venezia. La región en la que está Venezia, el Veneto, es una de las más afectadas en Italia por la difusión del coronavirus y ha obligado a las autoridades a cerrar muchos lugares turísticos. Sin embargo, quedaba por resolver el misterio: ¿cómo había llegado el virus hasta esta comunidad?

Innovador experimento

Para descubrirlo, el mismo 23 de febrero los sanitarios instalaron en la escuela del pueblo un centro de análisis para realizar el examen para detectar el contagio del coronavirus a todos los vecinos que lo quisieran. En los seis días siguientes, prácticamente todos los habitantes se sometieron voluntariamente al test con un kit elaborado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Padova, que dirige el profesor Stefano Merigliano. “Esto no habría pasado sin el espíritu de colaboración de todos los vecinos”, reconoció orgulloso el alcalde. Los investigadores detectaron el virus en 89 personas, a las que las autoridades conminaron al aislamiento inmediato en sus casas durante 14 días. Algo más les llamó la atención: entre 50 y 60% de ellos mostraban pocos o ningún síntoma. “Eso es algo que no había ocurrido en ninguna de las epidemias del último siglo”, explicó Merigliano. “Este porcentaje de asintomáticos es peligrosísimo, porque esas personas siguen su vida habitual y contagian a un número muy elevado de personas”, añadió el profesor Andrea Crisanti, profesor de Epidemiología y Virología en el Hospital de la Universidad de Padova y del Imperial College de Londres. Fue en ese momento cuando Merigliano y Crisanti propusieron al gobernador de Veneto, Luca Zaia, una idea: transformar Vo’ Euganeo en “un laboratorio experimental único en el mundo”. ”Teníamos unas condiciones irrepetibles para entender cómo se comporta este virus”, ilustró Merigliano. “Había una muestra consistente de personas aisladas. Conocíamos su estado de salud y podíamos controlar sus movimientos y con quién se relacionaban. ¡Era perfecto!”. Con el visto bueno de las autoridades regionales, el 6 de marzo –12 días después de los primeros exámenes y mientras en Italia el número de contagiados llegaba hasta los 4.636, con 197 víctimas fatales– un equipo de la Universidad de Padova volvía a controlar a todos los habitantes de Vo’ Euganeo. El pueblo de Vo’ Euganeo fue acordonado por policías y militares durante 14 días a causa del brote de COVID-19. En Italia, desde el comienzo de la epidemia, 4.824 profesionales sanitarios han contraído la COVID-19, el equivalente a 9% del total de personas infectadas, según datos del Instituto Superior de Salud (ISS) de Italia. “Estar encerrados y rodeados por tus propias fuerzas armadas es mucho peor que estar en una cárcel”, afirmó el alcalde de Vo’ Euganeo a propósito de la cuarentena que vivió su pueblo. Los nuevos casos que dieron positivo esta vez fueron ocho, de los cuales seis estaban relacionados con los infectados del primer examen. A todos ellos se les impuso el aislamiento. “Antes había solo estimaciones, mientras que nosotros demostramos científicamente dos cuestiones fundamentales: que el periodo de incubación del virus es de dos semanas y que cualquier estrategia de contención de esta pandemia tiene que tener en cuenta el elevado número de positivos asintomáticos”, afirmó Crisanti. Para entender el enfoque del experimento, Crisanti comparó el caso de Vo’ Euganeo con el del crucero ‘Diamond Princess’, que quedó retenido durante dos semanas en un puerto de Japón cuando se detectó a bordo un caso de COVID-19. “A bordo había unas 3.000 personas, entre pasajeros y tripulación, un número parecido al de la población de Vo’ Euganeo. Pero decidieron realizar los exámenes solo a los que iban presentando los síntomas”, comentó Crisanti. “Después de dos semanas de cuarentena, se reportaron unos 542 casos positivos”, concluyó Crisanti.

Reapertura

El 8 de marzo, dos semanas después de la muerte del señor Adriano, se levantó el aislamiento de Vo’ Euganeo. La vida en el pueblo empezó a circular normalmente y, a partir del 14 de marzo, no se registró ningún nuevo caso de infección. Hasta el 20 de marzo, cuando se detectó un nuevo brote en el pueblo. “Era de esperar”, comentó Crisanti. “¿Con qué parámetros se decide levantar la cuarentena?”, se preguntó este epidemiólogo. “Si levantas la cuarentena basándote solo en la disminución del número de enfermos, estás dejando fuera también a todos los asintomáticos, y eso quiere decir que la epidemia puede volver”. Crisanti reconoció, sin embargo, que el experimento de Vo’ Euganeo –que costó unos 160.000 dólares y fue financiado por la administración regional– no es replicable en ciudades más grandes. Pero aseguró que sí es posible controlar la difusión del virus a nivel de barrio, identificando rápidamente dónde se generan los brotes y aislando a los posibles contagiados. “Algo parecido a lo que logró hacer Corea del Sur”, afirmó. Mientras, la región de Veneto acaba de lanzar una campaña paralela, también dirigida por Crisanti, para examinar a las personas de grupos de riesgo, como el personal sanitario, las fuerzas policiales, los empleados de supermercados y conductores de autobuses. El objetivo, según las autoridades regionales, es realizar 13.000 exámenes diarios antes de que acabe esta semana. Dos profesores de la Universidad de Padova aprovecharon los días de cuarentena de Vo’ Euganeo para transformar el pueblo en “un laboratorio experimental único en el mundo”. “El experimento de Vo’ Euganeo no es replicable en ciudades más grandes.”, aseguró Crisanti. “Pero sí es posible controlar de la misma manera la difusión del virus a nivel de barrio”. Más de 4.000 personas en Italia murieron desde que el señor Adriano falleciese en el hospital de Padova. El viernes pasado, un mes después de su fallecimiento, su familia pudo finalmente celebrar su funeral.

¿PUEDEN LAS MÁSCARAS FACIALES REALMENTE PROTEGER CONTRA EL CORONAVIRUS? ESTO ES LO QUE DICEN LOS EXPERTOS

Las máscaras solo son útiles si la enfermedad se está propagando activamente en su comunidad.
por Mihai Andrei

29 de marzo de 2020

Si no son del tipo correcto, se ajustan adecuadamente y los usa correctamente, las máscaras faciales son casi inútiles. Incluso en estos casos, los médicos no los recomiendan a menos que el brote se extienda dentro de la comunidad.
A medida que el brote de COVID-19 continúa pasando factura, más personas recurren a máscaras quirúrgicas (o especializadas) para su protección. La industria de máscaras faciales de China, que siempre fluye, está luchando por mantenerse al día, ya que se ha informado de escasez en todo el país. En Japón, los ladrones han robado miles de máscaras faciales, lo que también provoca una escasez , y en otras partes del mundo, los dentistas están preocupados de que no tengan máscaras suficientes en el futuro.

El mundo ha decidido que las mascarillas faciales son una buena protección. ¿Pero es ese el caso realmente? No en la mayoría de los casos, dicen los expertos.

"Según la Organización Mundial de la Salud, las personas solo deben usar una máscara si están enfermas o si están tratando a una persona que se sabe que está infectada", dice Inna Ricaro-Lax, una asociada postdoctoral en virología y enfermedades infecciosas en el Universidad Rockefeller. "El público en general no necesita usar una máscara en este momento".

Para las personas que viven fuera de las áreas altamente infectadas (que en este momento, solo significa China), simplemente no hay muchas razones para usarlo.

En su mayor parte, las máscaras hacen que el usuario no propague sus propios patógenos en el medio ambiente, no al revés. La razón principal para usar una máscara es si está tosiendo o estornudando, e incluso entonces, solo es efectivo cuando se usa en combinación con lavarse las manos con frecuencia .
Además, colocar una máscara no es tan fácil como parece. Tiene que ser del tamaño correcto, debe ajustarse adecuadamente y respirar durante largos períodos de tiempo es desagradable y complicado. La eliminación de la máscara también debe hacerse con cuidado.
Estas cosas generalmente requieren algo de capacitación, que los profesionales de la salud reciben de manera rutinaria.
La razón por la cual la Organización Mundial de la Salud es firme en su consejo de que las personas realmente no deberían usar máscaras faciales es que, por la poca protección que ofrecen, estas máscaras podrían causar escasez en los lugares donde más se necesitan: hospitales.
Ya hemos visto que los médicos y las enfermeras son extremadamente vulnerables a brotes como este nuevo coronavirus, y COVID-19 ha infectado a cientos, si no miles de profesionales de la salud.

“Los investigadores y los equipos médicos que trabajan habitualmente con patógenos peligrosos los usan, pero cada persona necesita un respirador específico que se ajuste a la forma y el tamaño de su cara, y recibir capacitación sobre el uso adecuado. De lo contrario, respirar a través de estas máscaras es bastante difícil y muy incómodo. Por lo tanto, las máscaras respiratorias no deben ser utilizadas por el público en genera ”, agrega Inna Ricaro-Lax en un correo electrónico a ZME Science.

Los médicos y las enfermeras que tratan a los enfermos son los que más necesitan las máscaras, y si el brote aún no ha llegado a su comunidad, hay pocas razones para usar máscaras faciales.

"Como el virus actualmente no se está propagando en la comunidad, los CDC no recomiendan el uso de máscaras, y es mejor hacerlo solo cuando los CDC o la OMS lo sugieran", dice la investigadora sénior de salud Sandra López Vergès, viróloga del Gorgas Memorial. Instituto de Investigación para Estudios de Salud en Panamá. La mejor prevención, ella también dice, es lavarse las manos.
"Las mejores medidas preventivas para este brote, como para cualquier infección, es lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón, y no tener contacto con casos sospechosos / confirmados", agrega López Vergès.
Pero, ¿qué pasa si el brote se está extendiendo en su comunidad?

¿Cuándo deberías usar mascarillas?

Algunos especialistas no están de acuerdo con las recomendaciones de la OMS cuando se trata de los puntos críticos del brote.
En una entrevista con France24 , Joseph Kwan, profesor de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong, dice que en áreas abarrotadas que han estado expuestas a la enfermedad, como Hong Kong, usar una máscara es crucial para evitar que el virus se propague "como un incendio forestal". . Según Kwan, cuando la enfermedad se está extendiendo a la comunidad, no usar máscaras faciales es un "desastre de salud".
Por supuesto, si el virus está en la comunidad, lo mejor que puede hacer es evitar lugares con mucha gente y nunca permanecer a menos de 2 metros (6 pies) de nadie, pero, por supuesto, eso rara vez es posible.
“Si el virus está en la comunidad, lo mejor es evitar espacios confinados con una alta densidad de personas. Las máscaras quirúrgicas deberían ser suficientes para proteger contra los virus respiratorios en general cuando no hay contacto cercano con los casos, pero en cuanto estas máscaras estén húmedas, deben cambiarse”, dice Inna Ricaro-Lax.
Por lo tanto, en la gran mayoría de los casos, no se requieren máscaras a menos que usted mismo esté enfermo. Es solo cuando la enfermedad se está extendiendo a tu alrededor que las máscaras pueden ser realmente útiles. Sin embargo, incluso en estos casos, existe cierta divergencia de opiniones entre los especialistas.

¿Qué tipo de máscara funciona mejor contra el coronavirus?

Un respirador de partículas N95 de 3M puede filtrar al menos el 95% de las partículas en el aire. Imagen a través de Wikipedia.
El Dr. William Schaffner, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Vanderbilt en Tennessee, no está de acuerdo con que las máscaras quirúrgicas puedan tener un gran impacto.
Las máscaras quirúrgicas se han vuelto relativamente comunes (principalmente en algunas partes de Asia), pero de nuevo, se usan mejor cuando las personas infectadas no quieren transmitir sus patógenos a otros.
Las máscaras quirúrgicas están diseñadas para mantener los patógenos dentro de la boca y nariz del cirujano fuera del paciente, dijo Schaffner a LiveScience . Su impacto en un brote activo es, en el mejor de los casos, modesto, especialmente porque, sin capacitación, la mayoría de las personas podrían no saber cómo usarlos adecuadamente.
Inna Ricaro-Lax, por otro lado, cree que las máscaras quirúrgicas aún pueden ser de alguna utilidad.
“Una máscara médica regular debería ser suficiente, siempre que se use adecuadamente junto con el lavado frecuente de manos y la eliminación adecuada. En términos generales, las máscaras de respirador son más eficientes, pero no deberían usarse ampliamente ”, dijo.

Los expertos coinciden en que las máscaras respiratorias son más eficientes que las máscaras quirúrgicas. Pero también están menos disponibles, y no deben usarse sin una razón sólida para hacerlo. El respirador N95 es la máscara más común.

"Las máscaras N95 deben usarse solo cuando sea necesario después de analizar la evaluación de riesgos y el personal de atención médica o la familia que tenga contacto cercano con el paciente debe ser la prioridad para usarlas", dice Sandra López Vergès, Ph.D.

Para resumir, su mejor opción es lavarse las manos. Las máscaras quirúrgicas pueden ayudar un poco, pero no tanto. Las máscaras de respiración pueden ser mucho más efectivas, pero solo deben usarse cuando el virus se está propagando activamente en su área.

Cómo ponerse una mascarilla

Si decide usar una máscara facial, debe asegurarse de usarla correctamente.
El sitio web de la OMS tiene una excelente guía sobre cómo ponerse (y quitarse) una máscara facial. Debe asegurarse de lavarse las manos, ya sea con agua y jabón o con un desinfectante para manos a base de alcohol. Si es posible, evite tocar la máscara en sí.
La boca y la nariz deben estar estrechamente cubiertas por la máscara. No debe haber espacios entre la cara y la máscara. Esto lo hará un poco incómodo.
Tan pronto como la máscara se humedezca, debe descartarse. Las máscaras de un solo uso nunca deben reutilizarse.
Las máscaras solo deben desecharse en un contenedor cerrado, no en uno abierto. Tenga cuidado de no tocar el frente de la máscara, o si lo hace, lávese bien las manos.

POR QUÉ TANTAS EPIDEMIAS SE ORIGINAN EN ASIA Y ÁFRICA

Autor: Suresh Varma Kuchipudi
25/03/2020
La enfermedad por el nuevo coronavirus (COVID-19), es un aterrador recordatorio de la inminente amenaza global que representan las enfermedades infecciosas emergentes. Aunque han surgido epidemias durante toda la historia de la humanidad,
ahora parecen estar en aumento. En los últimos 20 años, solo los coronavirus han
causado tres brotes importantes en todo el mundo. Aún más preocupante, la duración
entre estas tres pandemias se ha acortado.
Mi laboratorio estudia los virus zoonóticos, los que saltan de los animales e infectan a las personas. La mayoría de las pandemias tienen al menos una cosa en común: comenzaron su trabajo mortal en Asia o África. Las razones del por qué pueden ser sorprendentes.

La explosión demográfica y los paisajes urbanos cambiantes

Un cambio sin precedentes en la población humana es una de las razones por las que se originan más enfermedades en Asia y África. La rápida urbanización está ocurriendo en todas las regiones de Asia y el Pacífico, donde ya vive 60% de la población mundial. Según el Banco Mundial, casi 200 millones de personas se mudaron a zonas urbanas en el este de Asia durante la primera década del siglo XXI. Para poner esto en perspectiva, 200 millones de personas podrían formar el octavo país más poblado del mundo.
La migración en esa escala significa que las tierras forestales se destruyen para crear áreas residenciales. Los animales salvajes, obligados a acercarse a las ciudades y pueblos, inevitablemente se encuentran con animales domésticos y con la población humana. Los animales salvajes a menudo albergan virus; los murciélagos, por ejemplo, pueden transportar cientos de ellos. Y los virus, que saltan de especie en especie, pueden infectar a las personas.
Finalmente, la urbanización extrema se convierte en un círculo vicioso: más personas traen más deforestación, y la expansión humana y la pérdida de hábitat finalmente eliminan a los depredadores, incluidos los que se alimentan de roedores. Con la desaparición de los depredadores, o al menos con su número muy reducido, la población de roedores explota. Y como muestran los estudios en África, también lo hace el riesgo de enfermedades zoonóticas.
Es probable que la situación empeore. Una proporción importante de la población de Asia oriental todavía vive en zonas rurales. Se espera que la urbanización continúe por décadas.

La agricultura de subsistencia y los mercados de animales

Las regiones tropicales, ricas en biodiversidad de hospedadores, ya poseen un gran grupo de patógenos, lo que aumenta en gran medida la posibilidad de que surja uno nuevo. El sistema agrícola en África y Asia no ayuda.
En ambos continentes, muchas familias dependen de la agricultura de subsistencia y
de una minúscula provisión de ganado. El control de enfermedades, los suplementos
alimenticios y el alojamiento de esos animales es extremadamente limitado. El ganado vacuno, las gallinas y los cerdos, que pueden transmitir enfermedades endémicas,
a menudo están en contacto cercano entre sí, con una variedad de animales no
domésticos y con los humanos.
Y no solo en las granjas: los mercados de animales vivos, comunes en Asia y África, presentan condiciones de hacinamiento y una íntima interacción entre múltiples especies, incluidos los humanos. Esto también juega un papel clave en cómo un patógeno letal podría emerger y propagarse entre las especies.
Otro riesgo: la caza de animales silvestres y la manipulación de sus productos,
particularmente extendida en el África Subsahariana. Estas actividades, además de que son una amenaza para las especies animales y alteran irrevocablemente los ecosistemas, también acercan a las personas y los animales salvajes. La caza de animales silvestres para como alimento es una vía clara y primaria para la transmisión de enfermedades zoonóticas.
También lo es la medicina tradicional china, que pretende brindar remedios para una serie de afecciones como la artritis, la epilepsia y la disfunción eréctil. Aunque no existe evidencia científica que respalde la mayoría de las afirmaciones, Asia es un gran consumidor de productos de la medicina tradicional china. Los tigres, osos, rinocerontes, pangolines y otras especies animales son cazados furtivamente para que partes de sus cuerpos puedan mezclarse con estos cuestionables medicamentos. Esto también representa una importante contribución al aumento de las interacciones entre animales y humanos. Además, es probable que aumente la demanda, ya que el marketing en línea se dispara junto con el incesante crecimiento económico de Asia.

Cuestión de tiempo

Los virus, miles de ellos, continúan evolucionando. Es solo cuestión de tiempo antes de que ocurra otro brote importante en esta región del mundo. Todos los coronavirus que causaron epidemias recientes, incluido el SARS-CoV-2, saltaron de murciélagos a otro animal antes de infectar a los humanos. Es difícil predecir con precisión qué cadena de eventos causa una pandemia, pero una cosa es cierta: estos riesgos pueden mitigarse desarrollando estrategias para minimizar los efectos humanos que contribuyen a las perturbaciones ecológicas.
Como lo ha demostrado el brote actual, una enfermedad infecciosa que comienza en una parte del mundo puede propagarse a nivel mundial prácticamente en un instante. Existe una necesidad urgente de estrategias de conservación constructivas para prevenir la deforestación y reducir las interacciones entre animales y humanos. Y un sistema global de vigilancia para monitorear la aparición de estas enfermedades –que ahora están pasando desapercibidas–, sería una herramienta indispensable para ayudar a combatir estas epidemias mortales y aterradoras.

Suresh Varma Kuchipudi es virólogo y director asociado del Laboratorio de Diagnóstico de Animales de la Penn State University.

LA EXPERIENCIA ADQUIRIDA TRAS EL CORONAVIRUS SE PUEDE PERDER EN TRES GENERACIONES

¿Estábamos preparados para entender el alcance de esta pandemia? ¿Qué lecciones aprenderemos para el futuro? ¿Cómo afecta el grado de cultura científica de un país a la respuesta social frente a la crisis del coronavirus? Hablamos de todo ello en esta interesante entrevista.

Victoria González
26/03/2020

Desde que comenzó el estado de alarma por la crisis del coronavirus, Santiago M. López escribe todos los días una crónica, llena de referencias históricas y basada en los datos de la Universidad Johns Hopkins y el Financial Times, que envía por WhatsApp a sus contactos.
Santiago M. López es el director del Instituto de Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología de la Universidad de Salamanca y presidente de la Asociación Española de Historia Económica. Este investigador conoce muy bien el funcionamiento del sistema científico español desde sus orígenes y en esta entrevista hemos hablado con él de historia, de cultura científica, de organización política y de progresiones geométricas, todos ellos aspectos muy relevantes para comprender un poco mejor los factores que rodean esta situación insólita que estamos viviendo.
Viendo lo que está sucediendo en España no podemos dejar de mirar a otros países como Corea del Sur o Singapur, que parece que han logrado frenar a tiempo el incremento exponencial en las muertes causadas por el coronavirus. Desde el punto de vista social, ¿debemos pensar que es porque son sociedades menos individualistas y más acostumbradas a actuar pensando en lo colectivo, o puede haber más motivos?

Es cierto que hay una variable social que hace que en estas culturas se tenga una confianza en la comunidad mayor que la que tenemos en países occidentales. Esto pasa en Japón, algo en Hong Kong… pero no tanto en Corea del Sur, allí son más individualistas y se parecen a nosotros en ese sentido. Entiendo que esto puede haber influido, así como otros motivos históricos como la cercanía a periodos de dictadura, pero en mi opinión la clave aquí ha sido otra.
El aspecto más importante tiene que ver más bien con las experiencias previas. En países como Singapur y Hong Kong el anterior coronavirus tocó con cierta fuerza, y desde 2007 empezaron a hacer planes de contingencia. No es que en Europa no hubiera planes, pero ellos, al haberle visto “las orejas al lobo”, supusieron que si en algún momento surgía una crisis sanitaria en Asia podrían tener problemas serios.
Cuando se conoció que en Hubei había comenzado todo este tema de la nueva neumonía y no estaba muy claro qué pasaba, sus planes de contingencia se pusieron en marcha. Sabían que los lugares con altas densidades de comunicación física, como los grandes aeropuertos conectados con cercanías y trenes, son la clave para que este tipo de virus se propague. Así que pusieron localizadores de fiebre en esos puntos. En cuanto detectaban a alguien con fiebre le hacían el análisis y, en caso de ser positivo, hacían una línea de tres pasos: 1) aislar a la persona contagiada, 2) aislar a sus contactos y 3) aislar a todos los profesionales que habían participado en el proceso y se podían haber contagiado.
¿Podemos pensar entonces que después de esta crisis se pondrán en marcha planes de contingencia pensando en posibles epidemias futuras? ¿Habrá más comunicación entre países para que la experiencia previa de unos y otros se comparta?

Seguro que sí, lo que pasa es que ese conocimiento se puede perder en tres generaciones. Fíjate lo que pasó con la gripe de 1918: en muchos países tuvimos la experiencia de vivir una pandemia, y especialmente EE UU desarrolló muchos planes de contingencia, pero después de que no haya ninguna generación viva que lo recuerde, es muy difícil que el aprendizaje persista en la memoria del conjunto.
Si no hay una generación de médicos viejos en el futuro que recuerden el problema de estar frente a una pandemia, y si los médicos jóvenes no han tenido muchas asignaturas de historia de la medicina en la carrera… todo esto se va a olvidar. Hay que destacar que, en los últimos años, las asignaturas de historia se han ido retirando de todos los planes de estudio, y sin embargo es fundamental que cada persona conozca la historia de su propia disciplina, para aprender de ella y no caer en los mismos errores.
Es inevitable pensar que en China han estado prácticamente dos meses confinados y siendo muy diligentes con las medidas de contención. En España, especialmente al principio, parece que algunas personas han estado más relajadas y sin tomarse en serio las indicaciones de quedarse en casa… ¿qué dice esto de nuestra forma de ser como sociedad? ¿Es nuevamente un problema de individualismo?

Todo esto está muy bien estudiado por economistas, psicólogos y sociólogos del comportamiento. Las personas tomamos decisiones a nivel individual, pero estas decisiones también tienen un reflejo social. En las sociedades occidentales seguimos un patrón muy individualista, pensamos en el beneficio propio y, como mucho, en el de nuestra familia.
Ahora bien, para mí lo que determina en este caso el comportamiento de la gente no es eso, sino la dificultad que tiene el ser humano para entender las progresiones geométricas, y este es un virus que se reproduce geométricamente.
Tú dices: “ha habido cinco muertos”. Bueno, no parece mucho. “Oye… que ya son diez”. Luego suben a veinte, pero no pasa nada, ¡si somos cuarenta y cinco millones de personas! Luego suben a cuarenta. A más de cien… sigue sin preocuparnos. Pero un día te encuentras con que ya hay 300 000 casos, y solo han trascurrido cinco días. ¿Qué ha pasado? Posiblemente ya se ha contaminado un porcentaje elevadísimo de la población, pero no se ha puesto ninguna medida de contención. Y esto ha sucedido porque, simplemente, no hemos querido o no hemos podido asimilar lo que es una progresión geométrica.
Ningún gobierno podía confinar a su población de forma radical porque, a diferencia de lo que hicieron en Singapur o en Corea del Sur, se habían dejado pasar cinco días y ya no se podía controlar con los test a la población contaminada, había que aislar a todo el mundo. Pero, ¿quién te iba a hacer caso? “Si solo son 120 personas…”
Ahora estamos viendo que los presidentes de otras zonas, de países de América Latina por ejemplo, están tomando precauciones con mucho tiempo y la gente les aplaude, pero es normal porque ya se tiene la experiencia previa de lo que ha sucedido en Europa. De un día para otro y con pocas personas muertas cierran todo el sistema y la gente no rechista, pero es porque ya se sabe lo que ha pasado aquí. Cuando empezaron los casos en Europa no se asimiló a tiempo la progresión geométrica del virus.
¿Y cómo podemos entender mejor lo que es una progresión geométrica?
Esto se ve muy bien en el famoso ejemplo del ajedrez. Se cuenta que el maharajá de la India, entusiasmado con el juego, había ofrecido una recompensa a su inventor. Este le pidió que en el primer cuadro del tablero pusiera un grano de arroz. En el segundo dos granos, en el tercero cuatro, en el cuarto ocho… y así sucesivamente, duplicando en cada casilla la cantidad anterior hasta completar las 64 del tablero.
El gobernante pensaba que la recompensa que le había pedido el hombre era ridícula… hasta que los sabios hicieron los cálculos y llegaron a la conclusión de que la cantidad de trigo que salía al final era mayor que el número de estrellas del universo, y que no había cantidad suficiente de arroz en todo el planeta para poder suministrarle al inventor lo que había pedido.
Eso es una progresión geométrica. Y cuando la entiendes, te das cuenta de que, en el caso de este virus, si no haces nada llegará un momento en el que no habrá sistema sanitario en el mundo capaz de detenerlo, al menos mientras no tengamos ni vacuna ni antiviral.
En nuestro instituto hacemos muchos análisis de los libros de texto y, al menos en España, los textos de matemáticas viven completamente aislados del mundo real y de la sociedad. Se aprenden las progresiones aritméticas y geométricas, los logaritmos… pero antes de empezar estas clases, el docente debería contar a sus alumnos que, si no entendemos lo que es una progresión geométrica, podría llegar el día en que pongamos en riesgo nuestra vida, la de nuestros familiares y la de nuestro país. Hay que saber lo que es una progresión geométrica y detectarla en cuanto empieza, porque detrás de ella hay un peligro inminente.
¿Todo esto también podría tener que ver con la cultura científica de nuestro país? ¿Cuál es grado de interés de los españoles por la ciencia y la tecnología?

El mejor indicador que tenemos procede de las encuestas de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Según el último informe, que ha salido hace poco, España sigue en buena situación con respecto a la cultura científica: nuestros datos no son muy diferentes a los de Francia o Inglaterra. Medicina y salud son los temas de interés estrella, por encima de trabajo, educación, arte, política… la gente le da una importancia del 37,9 % frente al 24 % de deportes.
Eso se ve también en el dinero que dedican las fundaciones a ciencia, hasta el 2004-2005 prácticamente todo el dinero de las fundaciones iba a deporte, cine, arte y exposiciones, y esa tendencia ha cambiado. La mentalidad española, ahora mismo, es bastante avanzada con respecto a los temas científicos, y las instituciones también se han dado cuenta de que es un factor importante.
Sin embargo, parece que este interés por la ciencia no se ha materializado en un sistema científico potente. ¿La gente es consciente de que, aparte de saber de ciencia, es necesario tener un sistema científico fuerte para que el país esté bien y progrese?

Una de las preguntas de la FECYT dice: “si usted tiene un euro para el sistema de salud y uno para deporte, ¿dónde prefiere destinarlo?” Pues la gente escoge salud. Y, cuando se propone que ese euro no vaya solo a salud y medicina, sino a la ciencia en su conjunto, aunque el porcentaje baja, la gente sigue diciendo que sí. Los ciudadanos están dispuestos a que sus impuestos se dediquen a esto. Ahora bien, luego queda que el Estado y las corporaciones que están entre el estado y las empresas (fundaciones, medios de comunicación, etc.) se lo crean también, y ese ya es otro tema.
Por otro lado, también tenemos que matizar. A nivel general es cierto, nos comportamos de media como los ingleses y el grado de interés por la ciencia en España es alto. Pero, si bajamos al detalle, la población tiene debilidades en algunos puntos. Según el informe, el perfil medio de quienes tienen más interés en la ciencia corresponde a personas de edad media (35-45 años) con un nivel de estudios alto, y no hay grandes diferencias entre hombres y mujeres. Si bajas o subes de edad, empieza a bajar el porcentaje de personas que reconocen la importancia de la ciencia.
En España se ha hecho un enorme esfuerzo para que haya un conjunto de población muy culta, pero hay que tener en cuenta que nuestro sistema de educación es el que es y en el tiempo en el que es. Mientras que otros países pusieron la educación general básica a principios del siglo XX, nosotros la pusimos en los años 70, nos llevan ventaja. Vas a otros países y tienes un conjunto asentado, sobre todo en las poblaciones más envejecidas, de respeto a la ciencia, mientras que aquí aún no sucede eso.

También estamos viendo que no paran de circular por las redes sociales bulos pseudocientíficos y todo tipo de teorías de la conspiración sobre el origen del virus, que entorpecen también el cumplimiento de las recomendaciones sobre la cuarentena…

Los bulos más peligrosos que hay ahora mismo en torno al coronavirus son los de los remedios de la abuela, porque generan una sensación de falsa seguridad: “Toma vahos porque están a 65 °C y hacen que el virus se muera en la garganta”. “Mezcla té negro y té verde que eso tiene mucho interferón y te cura”… todos esos vídeos hacen el llamado ‘efecto casco’. Si tú sales en bicicleta sin casco vas con más cuidado que cuando lo llevas. La gente dice: “no pasa nada porque ya salgo desinfectado de casa, y luego cuando llego pues me hago unos vahos y me tomo un té, y listo”. Esto es un peligro. Son bulos muy peligrosos, porque encima la gente los percibe como inofensivos y contribuye a extenderlos.
Otro ejemplo. En la gripe de 1918 una de las poblaciones más afectadas fue Zamora, porque no dejaron de ir a misa ni un solo día. El obispo decía que a la gripe se la combatía con rezos, y los juntaba a todos en las iglesias, en lugar de rezar en casa como dice ahora el papa Francisco. Así que lo que hacían era pasarse el virus continuamente unos a otros… en definitiva, cuando personas acientíficas viralizan estos bulos, lo que se consigue es que muera más gente contagiada.
¿Podemos aventurar entonces que las personas con un mayor grado de cultura científica estarían siguiendo mejor las recomendaciones de quedarse en casa sin hacer caso de los bulos?

Sí, yo tengo amigos científicos que ya llevaban confinados varias semanas antes de que se decretara el estado de alarma. Nadie les hizo caso, ni siquiera yo. Se confinó la gente que entendía lo que podía pasar. Es cierto que en el grupo de los que se aislaron antes también puedes encontrar a hipocondriacos patológicos, pero en general lo hizo gente inteligente y con muchísima información científica. El mismo miércoles previo al fin de semana en el que se desencadenó todo, yo ya dije de cancelar una reunión que teníamos en Ávila y me tomaron por loco.
Y si subimos de escala… ¿qué podemos decir del grado de cultura científica de un país? ¿Puede ser determinante para salir con éxito de una crisis sanitaria de esta envergadura?

Esto se ve en la estructura de los gobiernos. En algunos países, como en España, los ministerios encargados de temas de ciencia, tecnología o educación tienen menos peso que economía y hacienda. Sin embargo, en otros países, sobre todo en los escandinavos, la dirección de las decisiones va justo al revés. Lo primero que se pregunta es la opinión del ministerio que tiene las competencias científicas. Después lo estudian los de economía y finalmente lo ejecuta hacienda.
EE UU también tenía esa línea de actuación hasta que llegó Trump. Una de las decisiones más importantes que se tomaban allí, una vez que se había asentado el presidente, era el nombramiento del asesor de ciencia, que solía ser una persona muy importante que había estado en la campaña electoral. Después se discutía cuál iba a ser el motor científico y tecnológico del país. Esta tradición venía desde la Segunda Guerra Mundial: la población norteamericana internalizó mucho este asunto con la carrera espacial y el programa Apolo. Esta tradición se ha roto con Trump, que no tiene asesor científico, la ciencia no es una prioridad para él y ya vemos lo que está pasando ahora mismo en EE UU con la crisis del coronavirus.
Para terminar… como sociedad, ¿qué lecciones aprenderemos cuando pase esta crisis?

Ya hay alguna consecuencia que va en la buena dirección: se han destinado treinta millones de euros para que el CSIC investigue, y entiendo que de cara al futuro se harán planes de contingencia y se tendrán más en cuenta las opiniones de las autoridades científicas y sanitarias.
El Estado debería meter en su estructura una oficina de previsión cuyo filtro tengan que pasar todos los ministerios antes de tomar decisiones. Lo mismo en el Parlamento, tiene que haber una oficina de ciencia actuando de filtro. Si todo eso sale adelante, y en las escuelas se empieza a enseñar bien lo que es la progresión geométrica, todo esto quedará en la memoria cultural de la gente y se transmitirá a las próximas generaciones.
Y, por último, y aunque en España no tenemos este problema, conviene recordar que no se puede dejar la economía, la ciencia o la hacienda de un país en manos de personas con sesgos de creencias, porque entonces nos puede pasar como a Bolsonaro, que sigue despreciando el alcance de la pandemia, o como a los obispos de Zamora con la gripe. Podemos tener libertad de creencias y de pensamiento, pero al frente de las decisiones importantes del país, en este tema no puede haber ningún sesgo.
Además, al frente tiene que haber demócratas, no puedes poner a un nazi que diga: “venga pues todos a contaminarse, que los mayores de 60 años fallezcan y problema resulto”. Al frente de un país debe haber demócratas agnósticos.